ii. La delicia del sueño
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parte dos — la delicia del sueño
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En su primera caminata, altas montañas con árboles de troncos grueso y hierba elevada se extendieron hasta el horizonte y en el espacio entre ellos. Había un sol que brillaba con vehemencia sobre ellos, más, el ambiente distaba de ser demasiado caliente. Al contrario, Morfeo sentía frío pese a que decidió no regalarle mucha atención a ese hecho. Las estrellas en sus ojos siguieron el sendero que Rhiannon tomó, ella lucía una con su alrededor en una forma hipnótica y divina. Daba la impresión que fue el mismo mundo el que le dio la vida y por tal hecho, ella era perfecta.
Rhiannon se acostó en la hierba y Morfeo tomó asiento en la misma solo un par de pasos detrás. Había pasado mucho tiempo pero concentrado podía sentir las puntas de la hierba tocar su piel sobre el ropaje negro que vestía. El pasto no tenía la capacidad de hacerle daño y agradeció en sus adentro la simplicidad de su escenario.
—Me quedaré —Rhiannon no le miró y Morfeo, en contra de su buen juicio, le creyó.
En su segunda caminata, fueron a una playa. El agua tan límpida y clara que uno podría ver el fondo de esforzarse lo mínimo. El cielo era una mezcla cautivante de naranja con lila y celeste. Ninguno de los dos tuvo la capacidad de verlo —o tal vez simplemente no prestaron la suficiente atención— pero la luz de las estrellas pintaba puntos blanquecinos de una luz moribunda sobre ellos. Rhiannon notó el fantasma de una sonrisa en su acompañante, aunque sonreir fue, quizás, muy optimista. Morfeo elevó la curvatura de sus labios al recordar las Costas de la Noche, el lugar donde él creaba sus sueños y pesadillas con facilidad y paz; en el océano de la Ensoñación, las olas son apacibles y la falta de oleadas frente a él le otorga un castigo silencioso.
Morfeo se repitió un par de veces: «Es un sueño».
La mirada de Rhiannon le siguió el paso con cautela y un corazón pesado, enlazó sus manos frente a su vientre y esperó.
Morfeo avanzó unos cuantos pasos hacia adelante y se inclinó lo suficiente para tocar la arena debajo de sus pies. Era suave y se corría a través de sus dedos como la suya. Morfeo cerró los ojos y enterró su mano más profundo.
Los sueños deben suponer libertad. El alma es libre al soñar, pero la convicción en sus palabras parece desaparecer en cada respiro. ¿Es tortura? Rhiannon le aseguró que no y Morfeo no tenía nada más que esperanza a la cuál aferrarse.
—¿Qué es lo que más extrañas? —la dulce voz de Rhiannon le obligó a abrir los ojos para observarle. Rhiannon estaba frente a él, a su altura. Sus ojos son un abrazo que le da sin siquiera tocarlo, Morfeo fue maldito caviló. Rhiannon era un sueño que él no creó.
Y nada bueno podría salir de ello.
Pese a sus pensamientos, Morfeo no despegó su vista de ella. Debajo de la arena, movió sus dedos y su corazón se volvió pequeño por el dolor.
—Todo.
Rhiannon bajó la vista hacia su mano enterrada. Se mordió el interior de su boca pues no solía usar sus poderes con frecuencia y la torpeza venía ante su falta de práctica; colocó su mano sobre la de él y le obligó a formar un puño para agregar tanta arena como le fuese posible. Morfeo le permitió todo, la estrella que resplandecía en cada ojo le seguía con curiosidad. De la frente de Rhiannon nacían arrugas cuando se concentraba. Un intento mediocre de sonrisa lo embarcó otra vez, Rhiannon parecía llenar cada esquina con su presencia que él no podía ni quería ignorar.
Rhiannon tomó su muñeca hasta estar al mismo nivel que su mejilla.
—Soñemos con todo aquello que extrañas, Sueño de los Eternos —Rhiannon sopló con suavidad la arena de su palma sin romper el contacto visual. De pronto, respirar se convirtió en una tarea ardua que obligó a su pecho en un ritmo anormal a subir y bajar. Morfeo entreabrió los labios mientras la arena hacía círculos en su periferia.
La brisa fresca voló el resto de la arena amarillenta, el cabello de Rhiannon iba en dirección al sur, Morfeo acarició su mejilla y sus ojos cayeron en sus labios para volver a subir a una mirada amable. Rhiannon asintió.
Morfeo volvió a la vida cuando sus labios tocaron los de ella.
Hambriento y poderoso, Morfeo acunó el rostro de Rhiannon para besarla como si él estuviera reclamando algo que hacía mucho tiempo atrás había perdido. Rhiannon se pegó más hacia él, ella oía su propio corazón en sus oídos y se ahogó en una onda de codicia, ella lo quería a él. Su piel era fría como el hielo pero anhelaba el abrazo del invierno.
Rhiannon adoraba el olor de las flores brotando de la tierra y de las plantas en crecimiento, de las hojas de todas las plantas que daban frutos y del olor que trae el aire cuando llueve. Después de los sueños, su gran amor eran los regalos de la naturaleza misma. Como era lógico, tenía que salir de su recámara para sentirlo, parecía mágico y soñador y por suerte no lo era. Era usual que tomase frutos maduros para llevarlos a sus hermanos y su madre. Oía el refunfuño bajo que su dama se esforzaba en ocultar por los enredos de su largo cabello a causa del viento y el agua que surgía de las nubes. Unas cuántas veces se había quedado dormida en los jardínes del castillo con miles de flores a su alrededor.
Ella no oyó los murmullos de la servidumbre pero sí escuchó el rugido de su padre comandando su persona a sus aposentos.
Rhiannon no entendió su error, no obstante, obedeció. Era mejor obedecer a tomar una pelea que no ganaría. Después de pensarlo, ella misma se asignó su error. ¿Era acaso su culpa que otras personas no pudieran dormir? Su madre, esa noche, tranquilizó su mente. La reina elfa tenía orejas incluso más puntiagudas que ella y unas bolsas oscuras debajo de sus hermosos ojos azules. La reina Älva escasamente descansaba.
—Eres un regalo, hija mía.
Rhiannon se mordió la lengua pese a que dijo lo que pensó.
—Padre no parece creerlo.
Todo lo que Rhiannon hacía parecía ser incorrecto para su padre.
Su madre apretó sus manos en un afecto tierno y maternal.
—Es tu obligación perdonarlo —Rhiannon está segura que lo hará—. Tu padre ostenta muchas preocupaciones sobre sus hombros.
Rhiannon ladeó su cabeza a la izquierda y sus cenas se unieron en una imagen de interés y confusión.
—¿Qué preocupaciones?
Su madre elevó una mano al aire haciendo un gesto para restarle importancia. Rhiannon se recriminó su impertinencia.
—Inquietudes que no son tuyas para cargar, mi amor —La reina Älva llevó la mano de su cuarta hija a los labios y besó el dorso. Bostezó y se acomodó en el lecho—. Deseo descansar.
Rhiannon asintió, su madre cerró los ojos y Rhiannon colocó sus dedos sobre la frente de la reina. Hace un tiempo habían descubierto que las pocas veces que la reina lograba descansar era por los dones de Rhiannon. Rhiannon notó como los hombros de su madre se relajaron, era una danza sútil la que Rhiannon lograba realizar con sus manos; algo parecido a la arena, pues era amarilla y rosada salía de sus dedos y creaba una corona en el aire justo sobre la cabeza de su madre. Se desvanecía cuando Rhiannon cantaba:
Todos mis sueños han de encontrarme. En el silencio. En mi descanso. Soy libre. Soy libre en mis sueños.
La respiración de su madre se ralentizó, signo de que había funcionado. Rhiannon juntó sus manos y se levantó del lecho, un desagrado sin aparente razón se extendió por su cuerpo. Rhiannon besó la coronilla de su madre antes de partir. Se tragó unas lágrimas que desconocía de dónde venían.
La ignorancia había maldecido a Rhiannon.
Y el ojo del sirviente escondido también.
Los sueños son memorias del alma pues uno no puede buscar algo que no existe. En consecuencia, la conclusión nacía de la lógica: los sueños y las almas están entrelazados. Morfeo difícilmente cambiaba de opinión; los cambios en sí mismos le parecían innecesarios porque no lograba entenderlos, ese era tal vez su ironía y defecto más grande. Los sueños en sí mismos son cambiantes. Rhiannon se lo demostraba en cada paseo y la premisa le aterraba más cuando la mente de Rhiannon construye la Ensoñación a un detalle impresionante, sus pensamientos se desvanecen. La incredulidad y la nostalgia lo embarcan y sus ojos se esclarecen, Rhiannon limpió el par de lágrimas que él, sin querer, soltó. Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho al pasar por la Puerta de Cuernos, aquella que es reservada para los sueños verdaderos.
Rhiannon tomó su brazo y caminó a la par.
El puente que daba a su castillo era sostenido por una mano que nacía de las entrañas del universo. Rhiannon descubría algo nuevo con cada paso y Morfeo contemplaba una emoción que anheló preservar.
Él caminó a su lado y la oscuridad se levantó de su alma.
El estar a su lado llenó de una nueva vida la Ensoñación.
Pétalos de flores cayeron sobre ellos mientras Rhiannon soltaba suspiros que demostraban su asombro.
Morfeo experimentó la soledad cuando, al entrar, Lucianne faltaba.
—¿Quieres pedir un deseo? —Rhiannon preguntó en su oído.
Morfeo subió la vista a su hogar, el poderoso castillo era más grande de lo que recordaba. Avanzó hasta el centro del lugar, habían arribado a la sala de su trono. De los pilares nacían esculturas de cada uno de sus hermanos. Divisó a Muerte primero que a todos y su corazón se achicó. Las escaleras de serpiente daban pie a una silla poco ostentosa, carecía de las riquezas de las que un rey presumiría. Morfeo creía en la simpleza de sus piezas. Detrás del trono, sin embargo, tres mosaicos daban vida a la sala. A la izquierda un mosaico azul con galaxias y estrellas. En el centro un mosaico rojo de formas y símbolos desperdigados. A la derecha plantas y ramas de árboles tejiendo una imagen sin distinción en tonos verdosos.
Morfeo subió hasta la mitad de la escalera.
—Solo deseo dejar de estar cautivo.
—¿Libertad, entonces?
Morfeo acalló. Su libertad había sido arrebatada por un tercero que carecía del raciocinio suficiente para entender las consecuencias de la ausencia de un Eterno. Le fue obligado aceptar un confinamiento en los calabozos de un hombre doliente. Sin embargo, antes de ello, ¿había sido alguna vez libre? Morfeo era consciente de sus responsabilidades, meticuloso en sus ejecuciones, respetaba el destino que se le asignó y no opuso reparo en pensar sí existía una vida después de ello.
Dentro de las paredes de su castillo, logró experimentar una calidez que le resulta familiar. Sueño giró para contemplar a su acompañante.
Los sueños no son nada más que arena.
—Ningún alma es completamente libre.
Rhiannon sonrió con tristeza.
—Incluso el amor es una jaula por sí mismo, ¿no es así? —Rhiannon musitó sin sonar triste o nostálgica, parecía haber aceptado tiempo atrás el destino de los corazones. Rhiannon avanzó hacia él con sus manos en su espalda y con gracia en su andar—. ¿Qué piensas del amor, Sueño de los Eternos?
Morfeo era el príncipe de las metáforas y alusiones, de todos los símbolos y figuras que significan más de lo que se pretende a simple vista. Rhiannon subió un escalón y sus manos pican por tocarla. Morfeo no es un hombre mortal y él no ama como los hombres mortales podrían amar.
Sus ojos rosados brillaron para él y agradeció a su mente por la imagen mental. ¿Qué pensaba él del amor? Los Eternos no pueden darse el lujo de amar más se ha encontrado a sí mismo pensando en la manera en que Rhiannon le brinda miradas, las sonrisas que él sabe jamás han sido dedicadas para alguien más.
—Es un sueño —Morfeo admitió finalmente—. Es un sueño que podemos matar y cuando lo hacemos, la muerte nos acoge también, nuestra alma es mutilada y aquello que queda desaparece.
Rhiannon llegó a él con lágrimas silenciosas.
Fue osada al colocarse a su lado: entrelazó su mano izquierda con la de él y juntó su frente a su lado izquierdo. Morfeo cerró los ojos y no se movió ni un ápice, su pecho se infló al sentirle cerca y advirtió el cuerpo tembloroso de Rhiannon, sin embargo, ella con su mano libre tocó la barbilla de Morfeo con una delicadeza que le era nueva y extraña a Morfeo, el toque le afectó, el silencio del lugar le obligaba a escuchar con atención la respiración de Rhiannon y cómo ésta se sincronizó con la de él.
—Entonces, sigamos soñando.
La invitación que ella le concedió le haría perder la cabeza.
Morfeo abrió los ojos y encontró un resplandor astuto en su mirar.
Una soñadora, eso era todo lo que ella era.
¿Debía decirle? Ahora dudaba. De alguna manera, el universo conectó a Rhiannon a él. Lo extraordinaria que era parecía no afectarle en absoluto. Era una tragedia en sí misma. Existían decisiones que habían sido tomadas por alguien más y situaciones donde no había ninguna decisión que tomar. La culpa adormeció la urgencia de besarla.
—No perteneces aquí —Morfeo destacó lo obvio con pesar y un tono susurrante pero potente. Sus palabras salen por hábito y con repele al saber su destino en soledad.
Morfeo ha perdido la cabeza, pues sin importar que sabe que Rhiannon pertenece al mundo de la Vigilia, desea con fuerza que ella decida quedarse porque así lo quiere él.
Rhiannon besó su mejilla.
Sobre ellos, mil estrellas bailaron sobre el cielo oscuro.
—Estás lleno de una tristeza infinita, Sueño de los Eternos —Rhiannon forzó a él a observarla—. Y eres tan amable con ella. Solo ella puede ser tu carga. Es extenuante, ¿no es así?
Morfeo soltó un suspiro.
—Estoy muy cansado —afirmó con vergüenza.
—¿Saber mis penas aliviaría tu carga?
—¿Quién te ha hecho daño?
—Mis sueños y su rey —Morfeo no parpadeó y Rhiannon se negó a separarse de su lado. Sentía los huesos a través del ropaje de Morfeo—. No deseo dejarte. No pertenezco allá tampoco —Rhiannon tomó aire pues la presión en su garganta le impidió seguir—. Pertenezco al aire y a la tierra. Pertenezco a lo que me vuelve a la nada y me permite estar en todas partes.
Y Morfeo arrastró el sentimiento de culpa al fondo de su mente. Sueño de los Eternos se permitió ser egoísta.
Rhiannon es su sueño.
Como una flor que no escoge el color de sus pétalos y un ser no escoge ser creado, en él nacen sentimientos que él no escogió sentir más la liberación que lo embarga por permitírselo es intoxicante. Morfeo juró que encontraría una manera de escapar. Un lugar en la Ensoñación le daría un mundo envuelto en zafiros y esmeraldas con un cordón de seda para ella si así lo desea.
—Te quedarás y seguiremos soñando —Morfeo decretó.
Rhiannon le sonrió, de esas sonrisas que sería cruel no besar.
Y así ellos siguen soñando.
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n/a: creo que este es mi parte favorita, porque se me hace tan bonito como morfeo se abre tan naturalmente a rhiannon 😭 morfeo después de esta parte es este
can we blame him tho??
esta parte está inspirada en la canción de dreams de aurora (se las dejó ahí en multimedia) & en algunos pasajes de los cómics que me encontré en pinterest y dije: lo tengo que escribir porque morfeo, pese a que es miserable el 99.9% del tiempo se manda tremendas frases y/o pensamientos. & rhiannon she's just a girl, my baby girl que no merece lo que se viene pero le toca 😞 ya solo nos falta la siguiente parte donde todo se irá por el desagüe pero tengan fe que el final les gustará 😉
diganme uds que les pareció, ¿cuál fue su parte favorita del capítulo? saben que siempre me gusta leer sus comentarios. y si tienen teorías también se las leo con gusto ⭐
muchas gracias por llegar hasta acá, nos leemos prontito 🤍
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