04 - Jungkook

Estoy fuera del sucio edificio y sacudo la cabeza. Reviso mi teléfono y me aseguro de que tengo la dirección correcta. Mi investigador privado me dio toda
la información, pero necesito estar seguro. Después de confirmar, camino a la puerta y golpeo el intercomunicador en lacima del piso superior.

No hay respuesta, así que lo intento nuevamente. Justo cuando mi paciencia se está agotando, hay una voz.

—¿Qué?

—Sr. Han. Soy Jeon Jungkook. Me gustaría hablar de negocios con usted.

—Vete a la mierda —dice el tipo, y la línea muere.

Presiono el intercomunicador de nuevo y esta vez no espero a que hable.

—Le debía algo de dinero a su padre y me gustaría hablar con usted acerca decómo pagar mi deuda.

Solo hay medio segundo de vacilación antes de escuchar el chasquido de lacerradura. Tomo la puerta y me dirijo al piso superior, ignorando la suciedad enel camino.

Este no es lugar para Aisha. Ella debería estar en un palacio. No en undenigrante agujero de mierda. Su padre debería tener dos trabajos paraasegurarse de que eso pase. No meando todo su dinero.

La había seguido después de la primera vez que la vi. Quería saber todo lo quepudiera, y si era posible, cualquier debilidad que me llevara a adquirirla, paraencontrar una manera de hacerla mía. No me tomó mucho descubrir quién era éle incluso menos encontrar una debilidad. Él debía dinero por toda la ciudad. Utilizó el buen nombre de su padre para pedir préstamos de los que nunca podríasalir.

Me decepcionó averiguar acerca de la vida que ella ha estado llevando y que nohabía un padre protector con el que tendría que pelear para tenerla. Eso solo meenfureció más. Debería tener que prepararme para una guerra contra un hombreque nunca dejaría ir a su dulce niña, pero tengo un fuerte presentimiento de queesto no sería demasiado como una pelea. Sé que moriría para mantenerla a salvo,para hacerla mía.

En el fondo sabía exactamente para qué usaría esa información. No importa que intenté decirme a mí mismo, vine aquí esta noche con una meta. Y planeo vereso hasta el fin.Cuando llego a su puerta principal, tiene una abertura por donde él se asoma.

—¿Quién eres tú? —pregunta con escepticismo y clara esperanza en su voz.

—Dije que soy Jeon Jungkook. ¿Puedo pasar?

No responde, pero retrocede y empuja la puerta abierta. Entro y miro alrededoral vacío lugar. Él probablemente ha vendido todo lo que no está clavado al suelopara alimentar sus adicciones.

—Escucha, no sé...

Levanto mi mano y deja de hablar. Quiero ir directo al punto. No hay razón paraandar con pies de plomo alrededor. Estoy aquí por ella y nada más.

—Tienes una lista de trapos sucios de deudas en cada esquina de esta ciudad. —Alcanzo dentro del bolsillo de mi traje y saco una pila de papeles y los dejo caeren la mesa—. Esto es todo lo que debes, cada centavo y créeme, ellos quierencobrar.

—¿Quién mierda eres tú? ¿Por qué estás aquí? —Su rostro está rojo de ira yvergüenza. A ningún hombre le gusta que otro le diga su mierda en su propiacasa.

Veo sus puños apretarse en sus costados, pero es un hombre débil y yo soy deldoble de su tamaño. No hay nada que él pueda hacer para amenazarmefísicamente y ambos lo sabemos.

—Has apostado más de lo que nunca podrás pagar. Ni siquiera si vives hasta los trescientos. Pero tengo los medios financieros para hacer que todo se salde, y esono es nada para mí.

Observo su garganta moverse mientras traga, pero no habla. El interés es claroen sus ojos.

—Quizá te preguntes por qué hago esto, y solo hay una razón. Tú tienes algo quequiero Sr. Han. Algo que necesito me des.

—No tengo nada —dice con los dientes apretados y sacude la cabeza.

¿Cómo puede no recordar lo único precioso que tiene? Eso demuestra lo indignoque es de ella.

—Oh, pero si lo tienes —digo dando un paso cerca—. Algo más valioso de loque te das cuenta.

Le toma un momento, pero lo veo caer en cuenta un segundo después.

—¿Aisha? —pregunta con confusión en su voz.

—¿Ves? En el fondo sabes lo preciosa que es, y la necesito. —La tendré. Nodigo esa parte en voz alta.

Hace que mi estómago se revuelva, el sólo verlo pensar en esto. No me negó de inmediato lo que quiero, lo que me hace pensar que no la había considerado una mercancía antes. ¿Lo hará ahora que he presentado una oferta?Mi investigación dijo que casi nadie sabe que ella existe. Lo cual probablementesea la razón de por qué no la había utilizado como palanca. O peor, como pago.Pero tampoco creo que sus deudas hayan estado alguna vez así de mal antes. Ahora hay un precio en su cabeza, y por las marcas en su rostro, supongo quealguien ya intentó reclamar ese precio. Hombres como él siempre escogen supropia vida sobre la de cualquiera, incluso la de su propia hija, es por lo cual nosiento culpa alguna por tomarla de él.

—¿Qué es lo que quieres con ella? —finalmente pregunta. Noto que no está diciendo que no.

—Quiero un momento a solas con ella. Entonces, dependiendo de lo que elladecida, podemos proceder.

—¿Quieres estar a solas con ella? ¿Por cuánto tiempo? —Entonces lanegociación comienza, pero en verdad creo que va a dejarme tener lo que pido.

Este espectáculo que está haciendo es más por su propia conciencia.

—Unos minutos. Suficientes para explicarle qué es lo que quiero y para que elladecida.

—¿Qué es lo que vas a hacer con ella? —Luce ruborizado de nuevo. Como siestuviera avergonzado de considerar lo que podría hacer.

Es un pedazo de mierda, pero al menos está haciendo preguntas en vez deenviarme ahí con ella. No puedo imaginar a ningún padre que permita que estaconversación empiece. Pero lo es, y me duele el corazón por la belleza decabello oscuro que me llamó la atención.

—Voy a hablar con ella. Y cuando decida qué es lo que quiere que su futuro sea,me iré. —No menciono que ella estará de mi brazo cuando lo haga.

—¿Y si digo que no?

—Entonces me iré. Pero mi oferta se va conmigo.

Tenía planes de hacer esto sin él, pero sería más fácil si él la entregara. De estamanera, no hay vuelta atrás ni llamadas a mi puerta, tratando de cambiar elacuerdo. Si esto se hace de la manera que deseo, entonces todo terminará pronto.

—Hablarás con ella. ¿Y entonces pagarás todas mis deudas? —Mira hacia abajoa los papeles, probablemente tratando de calcular cuánto es que debe.

—Sí. Quiero hablar con Aisha. — Sigo diciendo su nombre porque amo lamanera en que suena en mi boca—. Una vez que termine, me encargaré de todastus deudas. No importa lo que ella decida.

No hay manera de que ella no vaya a casa conmigo, así que mis palabras sonvacías.

—Está bien. Pero ella es un poco asustadiza con los extraños.

Eso es todo lo que dice en forma de advertencia antes de asentir con la cabeza hacia las escaleras. Las tomo una a la vez. Cuando llegó a la cima, veo unapuerta y escucho algo que suena como llanto.

Me muevo hacia la puerta y me quedo fuera, presionando mi oído. Hay unbufido, y entonces otro pequeño llanto se escapa. Cierro mis puños a los lados,pensando en que él debe haber hecho algo para hacerla sentir de esta manera. Ese pedazo de mierda de su padre, mejor que no le haya puesto una jodida manoencima o le arrancaré los dedos.

Tomo un respiro para tranquilizarme y golpeo suavemente la puerta.

—Aisha. Soy Jungkook. —Espero un momento y escucho su llanto silenciarse—.
Abre la puerta, cariño.

Hay una pausa, seguida de lo que suena como pasos suaves.

—Está bien. Estoy aquí para salvarte.

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