9. Discover

discover [dih-skuhv-er]

to see, get knowledge of, learn of, find, or find out; gain sight or knowledge of (something previously unseen or unknown);to notice or realize.

[el ver, adquirir conocimiento de, aprender de, enterarse de; ganar observación o conocimiento de (algo previamente no observado o desconocido); darse cuenta de algo].

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¿Recuerdan la pequeña apuesta entre Louis y Harry? Bueno, hoy se cumplen dos meses. Y ambos hombres cumplen con lo acordado, por lo que es una competencia muy reñida.

Tanto, que Niall termina siendo el referee, junto con Liam y Zayn.

Esto lo deciden un día particularmente frío, en el que Niall tiene el tiempo suficiente para quedarse a una práctica de Harry y ponerse al día con Louis.

El ojiazul no le había mencionado a su mejor amigo lo ocurrido con Harry hace unas semanas—aquella situación de los celos y la confesión criptica de Harry— aunque había pensado en hacerlo. Al final decidió que era un momento demasiado íntimo y a Niall no le correspondía saberlo.

Hablando de eso.... Louis había tenido problemas para olvidarlo. Los sigue teniendo. Las palabras reaparecen en momentos inesperados y sin previo aviso, como una rueda de la fortuna centelleante en el medio de una feria, dando vueltas y vueltas sin detenerse a descansar.

Louis había tratado con todas sus fuerzas de no darle importancia, pero era casi imposible. Porque no eran las palabras, no era el significado inmediato de ellas—bueno, tal vez si era eso, un poco— sino el proceso de pensamiento de Harry.

¿Qué tanto había detrás de las palabras entrecortadas? ¿Cuántas cosas habría dentro de la cabeza del menor, ávidas por ver la luz exterior pero incapaces debido a su inmadurez?

No podía imaginárselo, por más noches que hubiese pasado sin pegar el ojo, haciéndose nudos la cabeza.

Contrario a lo que se pudiera pensar, no era una sorpresa. Lo sabía desde el principio, el mismo entrenador se lo había dicho, por Dios. Qué Harry tenía cierta atención hacía él, una muy obvia.

Es sólo que... Louis nunca pensó en la profundidad de aquella atención.

Y no podía hacer mucho, la verdad. Harry tendría que revelarlo en algún momento.

Si es que podía.

Estos turbios pensamientos mantienen a Louis en un estado semejante al piloto automático, todo el camino de ida hacía el gimnasio. Niall balbucea sobre la compañía de su padre, su nostalgia hacía Londres y de cómo después de dos semanas allí no puede encontrar a ningún chico bonito en la ciudad. Pero Louis no interviene en la conversación jamás, y el rubio asume que debe tener sueño todavía.

El auto se detiene frente al edificio familiar. El sonido del motor apagándose es lo que logra sacar a Louis de su raro trance. Le recuerda que son las ocho de la mañana y viene a preparar las clases de la semana mientras come el desayuno que Zayn le ha traído y ve a Harry molerse a golpes con Liam.

Una mañana igual a las anteriores en los últimos cinco meses.

—Has cambiado desde que dejaste Londres. Muy poco, pero lo has hecho— habla Niall, una vez que ambos bajan del coche de este.

Sus cuerpos se pegan en busca de calor. La nieve no tiene misericordia, ni siquiera cuando están usando pesados abrigos y gorros sobre las cabezas.

—Me preocuparía más si no lo hubiese hecho— responde Louis, abriendo la puerta de vidrio que les permitirá pasar.

Niall murmura su respuesta mientras camina detrás de Louis, frotándose las manos para deshacerse del enfermizo color azul que se ha derramado entre la carne de sus dedos. El ojiazul frente a él se deshace de su abrigo, sacudiendo los copos de nieve que posan como mariposas sobre la tela de este. La tela pastel de su suéter de cachemira fluye lentamente con el movimiento.

No les lleva mucho alcanzar el centro del gimnasio, en donde Liam ya da brincos alrededor del ring, con Harry siguiéndole de cerca con los puños vendados y pesas pequeñas.

—Hey, Tommy. Únete al desayuno. Hoy he traído waffles y salchichas fritas— vocifera Zayn apenas los ve desde su puesto en las gradas.

—Un festival de carbohidratos al que estoy dispuesto a asistir—  contesta Louis, sonriéndole a la vez en que le tiende el dinero correspondiente. —¿Y que hay con él apodo?

—Es bonito. Toma, esta es tuya— habla el pelinegro, entregándole un vaso con licuado de fresa dentro. El ojiazul la acepta gustoso y toma asiento junto a los demás asistentes del gimnasio que comen allí, recibiendo murmullos como saludos.

—Oye, ¿y quién es tu amigo? — pregunta Zayn, viendo de lejos al rubio que ve con atención a sus amigos sobre el ring.

—Oh, ese es Niall, mi mejor amigo. Se ha mudado acá para manejar la compañía de su padre. ¡Niall! Ven acá.

El teñido vuelve la cabeza con la guardia baja, sin prestar mucha atención. Cuando divisa a Louis, sus ojos no pierden vista del moreno de cejas pobladas que lo observa con curiosidad.

Entonces, el pecho de Niall se transforma en una sinfónica de percusiones, vibrando y retumbando con nerviosismo ante la mirada del apuesto chico.

Era algo que simplemente no se esperaba. Es decir, tu entras a un gimnasio de aspecto descuidado y con olor a palomitas de maíz mezclado con sudor, y te esperas a hombres peludos y corpulentos entrenando alrededor.

No esperas encontrarte con una belleza de ojos ámbar, cabello azabache y cara perfectamente simétrica.

Era como un girasol en medio de un campo lleno de maleza.

—Niall, deja de mirar fijamente y ven acá. Se te meterá una mosca a la boca— reprende Louis.

Las risas son audibles y notorias, al igual que el sonrojo del chico mencionado mientras se acerca a donde le indican.

Louis le explica entre bocados quién es quién, no demorándose mucho en describirle las cosas a su mejor amigo, que observa todo con ojos bien abiertos y mente concentrada en no descuidarse y volverse a ver a Zayn, que sigue enviando miradas en su dirección de vez en cuando.

—Bueno, y este de aquí es Zayn. Él se encarga de dar distintas clases acá en el gimnasio, además de trabajar sus horas libres en el restaurante de su hermana, Safiya. Tiene veintitrés. Y su cacharro azul que hace pasar por coche es su absoluta adoración.

—Después de los Beatles— agrega Zayn, detrás de un bocado de waffle.

Niall le sonríe. —A mi también me gustan los Beatles.

Ambos se sonríen y Louis les rueda los ojos.

—Los Beatles no son tan buenos. Cantan puras cursilerías.

—Piensas eso porque nunca has estado enamorado— murmura Zayn, cruzándose de brazos.

—Si, te aseguro que, si tuvieses a alguien a quien relacionar las letras, pensarías distinto— habló Niall, tironeándole la oreja.

Louis le quita la mano de un manotazo y frunce el ceño. —Asco.

—Lo que digas. Quiero ver que digas lo mismo cuando por fin encuentres a alguien— se ríe Zayn, palmeándole la espalda y volviéndose a ver la práctica. Los demás hacen lo mismo.

Para cuando Louis deja de repetirse a si mismo que todo lo que dijeron es pura mierda, y se decide a volver los ojos hasta el ring, se sorprende de encontrar a Harry ya observándole.

Azul se encuentra con verde y Louis puede notar el ligero brillo que cruza por la mirada de Harry antes de que este le sonría con un semblante tan deslumbrador que el ojiazul tiene que ponerse a pensar en si alguna vez lo ha visto sonreír así antes.

Su mente viaja hacía la confesión de hace unas semanas y el ritmo en su corazón aumenta. Harry continúa mirándole y sin querer, comienzan un pequeño concurso de miradas del que todos se percatan.

Liam sacude y tironea el cuerpo de Harry con esperanzas de que regrese su atención a la práctica, pero es inútil. El menor esta metido demasiado profundo en la mirada del mayor, admirando cada curva y cada línea de su cara.

Louis es hermoso. Y sus ojos solo añaden otro factor a ese hecho. Y a pesar de haberle cautivado con su color desde el inicio, Harry descubre que ha estado cayendo poco a poco por su profesor.

Todo este tiempo, lentamente, silencioso.

La cabeza del ojiazul es un enrredo entre los recuerdos de las palabras entrecortadas de Harry y el hecho de que recién recuerda que faltan dos días para el examen final de Harry.

El examen que lo decide todo.

Aquel que, si aprueba, le autoriza la ida a su primera competencia profesional. Esa donde Louis debe acompañarlo en todo momento, a todo lugar. Como una sombra.

Y ahora, esta abrumado. El tiempo ha corrido demasiado rápido y se le han resbalado de los dedos todas las expectativas que aún planeaba alcanzar. Y todo esto, se refleja en su mirada. Y Harry lo nota.

Hay un nudo en el pecho del menor, que se aprieta cada vez más, mientras gira la cabeza de vuelta hacia Liam y termina el pequeño momento de un tajón.

Louis se ve triste. Incómodo incluso.

Es su culpa. Es su culpa. Es su culpa.

No debió decir eso aquel día en su apartamento.

No debió permitir que lo pescara observando.

Era un estúpido.

¿Por qué siempre tiene que arruinarlo todo?


Se descubre a si mismo ardiendo. La ira le surca las venas sin previo aviso. Antes de siquiera pensarlo una segunda vez, su puño se alza en el aire, volando directamente hacia Liam, que le grita exasperado que le haga caso.

Su cerebro ha reaccionado a la agresión, sin pensar de quién proviene y sin escatimar la gravedad de esta. Y ahora, no hay marcha atrás.

Ha tumbado a Liam sobre la lona, y este no se mueve.



El último sonido claro que escucha antes de que todo se vuelva un pandemonio irreconocible es el grito ahogado de Louis.

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*sighs* amo el drama.

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