7. Different
dif·fer·ent [dif-er-uh nt, dif-ruh nt]
not the same as another or each other; unlike in nature, form, or quality;distinct, separate
[no igual a algo, o el uno del otro; no de la misma naturaleza, forma o calidad; distinto, separado]
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Harry sabia que aquel día deparaba cambio.
Tenia un presentimiento. Apenas había salido de la cama, lo supo.
¿Pero que podría ser?
Su cabeza era un revoltijo de preguntas, tan entrelazadas entre si como los rizos sobre ella.
A medida que se abría paso por la cocina de su casa, el presentimiento y la batalla mental le dejaban una sensación de ansiedad que le hacia temblar ligeramente las manos.
Sus largos dedos luchaban por no dejar caer el cartón de leche que se encontraba sosteniendo, mientras armaba un desayuno decente.
—¿Harry?
Oh, allí va la leche a dar al suelo.
Los rayos de sol que se colaban quedamente entre las cortinas habían alcanzado su campo de visión, haciéndole despertar.
Suspiró, estirando su delgado cuerpo todo lo que pudo, con huesos tronando y músculos estirándose.
Volvió a relajarse sobre su suave cama, abrazando la gran y esponjosa almohada.
Sus ojos azules se abrieron quedamente.
Él no tenía una almohada esponjosa.
Irguiéndose sobre sus codos, puso atención a sus alrededores.
Una ola de recuerdos le golpeó de repente, haciéndole pensar en la noche anterior.
Louis había colapsado en la sala de la casa de Harry a eso de la una de la mañana—si, él no acostumbra desvelarse— practicando con el menor una especie de examen oral.
La idea era reforzar sus conocimientos para subir el nivel de dificultad, pero aquello había tardado mas de lo planeado. Encima, una terrible tormenta de nieve se había soltado fuera, obligando al mayor a esperar a que pasara dentro de aquella casa.
Y ahora estaba aquí, en la habitación de su alumno—su bestia de alumno—, durmiendo sobre su cama.
Sin ningún rastro cercano de este.
—Al menos no es incómodo— murmura para si, voz ronca por el sueño.
Movimientos pequeños y sin mucha faena pueden ser distinguidos fuera de aquel cuarto. Un par de traqueteos entre sartenes le indica que esto se desarrolla en la cocina.
Lentamente se levanta de la cama, caminando de puntillas hasta allí, aún algo adormilado.
—¿Harry?
Le parece tanto gracioso como lamentable la forma en la que el menor se asusta por su aparición.
El cartón de leche que cargaba se cae al suelo, haciendo un desastre.
—Oh, no.
El ojiverde se agacha, levantando el envase casi vacío y comenzando a limpiar con múltiples toallas de papel.
—Lamento asustarte, no era mi intención— murmura Louis.
Harry le da una sonrisa de campeón. —No importa. Solo que ya no hay desayuno.
El ojiazul ríe. —Esta bien. Podemos ir a desayunar fuera. Yo pago, ¿que dices?
Harry ladea la cabeza.
Confundido. El sentimiento que se extiende en su pecho al pensar en Louis y él comiendo juntos—solos—, le hace sentir confundido.
—¿Por qué pagarías tu?
—Por mera cortesía. Además tu me dejaste dormir aquí sin previo aviso.
Hay una pequeña pausa y Louis sabe que se avecina.
—¿Qué es previo?
El mayor sonríe y Harry le ve con entusiasmo. Le gusta cuando Louis sonríe, piensa que se ve muy bonito.
—Es como un sinónimo de antes, un poco más formal. Señala a algo que vino en un tiempo anterior a lo actual.
Harry parpadea. —Y un sinónimo es algo que tiene el mismo significado que otro algo.
Louis sonríe más. —Bien. ¡Si te acordaste!
Harry sonríe con ganas, orgulloso de si mismo.
—Entonces, ¿vamos a desayunar o no? Se hace tarde y tienes entrenamiento pesado, niño.
Harry siente que su estómago tironea molesto.
Él no es un niño.
—Seguro— murmura enfurruñado, deleitando a Louis con su respuesta. El castaño asiente con felicidad, ignorando el semblante del menor.
—Has estado muy callado desde el desayuno.
Louis se sentaba hombro a hombro con Harry en el auto del último.
La luz roja del semáforo emitía luz sobre la tez porcelana del más alto.
Los Beatles suenan quedamente en el radio.
—Es solo que, estoy...
Louis observa en silencio la forma en la que sus cejas se tejen juntas. En como su nariz se arruga con la frustración burbujeando cada vez más fuerte dentro del pecho ajeno.
Puede sentir el estrés del menor por no conocer las palabras adecuadas.
—¿Tienes vergüenza?
Él ojiverde negó.
—¿Pena?
—Es lo mismo.
Las mejillas de Louis tironearon ante la gran sonrisa que se le formó en la cara. Se sentía orgulloso al ver que Harry comenzaba a comprender más de lo que le enseñaba.
—Hmm... ¡miedo!
Los ojos de Harry se abrieron con interés.
—¿Qué sinónimos tiene esa palabra?
La luz sobre su cara cambió su tonalidad al verde y el auto dió un ligero salto hacia delante, reanudando el camino.
Louis se estruja la cabeza pensando en cuantas palabras podría relacionar con el miedo. Sus ojos se concentran en el cielo gris, que anuncia más nieve.
—Temor, ansiedad, presentimiento... incertidumbre.
—¿Qué es un presentimiento?
—Cuando tienes la sensación de que algo pasará o cambiará, te pones un poco nervioso o te da miedo, depende.
Harry sonríe. —¡Tengo presentimiento!
Louis lo ve con renovada curiosidad.
—Vaya, vaya, ¿desde cuando?
—Desde que desperté en la mañana.
—Bueno, supongo que queda esperar. A ver que pasa.
Harry asiente, dando por zanjada la conversación.
Hablar de ello lo ponía ansioso.
Para cuando llegaron al gimnasio, el presentimiento se convirtió en un presagio cumplido.
Tomaba forma en un rubio alto, de ojos azules y ropa costosa que conversaba animadamente con el entrenador.
—¿N-Niall?— exclama Louis apenas puede enfocarlo.
Y no le hace ninguna gracia a Harry la forma en la que el rubio abraza a Louis y le carga, girándolo en el aire.
La ola de celos que siente golpearle en la barriga se sella cuando nota como su maestro esta viendo al recién llegado.
Es esa forma en la que el sueña poder ser visto por él.
Sin esa molestia permanente—que el sabía haberse ganado a pulso— la desconfianza y la ligera distancia.
Quería que cuando Louis lo mirara se notara que le apreciaba, que le tenia confianza.
Sabia que eran amigos, pero eso no evito que su cara se endureciera del coraje.
Y sin duda no evitó que se marchara a los vestidores sin siquiera despedirse de su profesor.
Cosa que no paso inadvertida para nadie más que para el rubio, que estaba muy ocupado poniéndose al día con su mejor amigo.
—Ni, ¿cómo fue que viniste?
—Mi padre me ha dejado una parte de su compañía y me dejó escoger la sede. Entonces, cuando vi que había una aquí en Chicago, ¡decidí mudarme!
Louis estaba que no cabía en si de la emoción. Por fin tendría una cara familiar en el día a día.
Su existencia por fin no giraría alrededor de Harry, el entrenador y el mundo aburrido del boxeo.
—Tu padre es uno de mis mayores patrocinadores— se mete el entrenador, estrechando los hombros del chico. —Me alegra saber que sigues su legado.
—Eso intento, eso intento.
Louis observó como el par retomaba conversación, mientras su mente le llevaba a otra parte.
¿Por qué Harry habia salido huyendo sin despedirse?
Sepan algo: por lo general, hacer que Harry se separe de Louis para entrenar no es algo precisamente sencillo.
Ahora que el ojiverde se sentía lo suficientemente capaz de entender las cosas, le costaba mucho dejar de estudiar.
La tutela del ojiazul había despertado un hambre por aprender que cada vez parecía mas insaciable. No tenía nada de malo, al contrario, a todos les daba gusto.
Pero debido a eso, llevaba alrededor de unos quince minutos convencer a Harry de dejar en paz por un momento al maestro.
Y ahora, pareciese como si eso hubiera quedado en el olvido.
Se había ido sin dar lucha y dando un portazo.
Louis observó las bisagras ligeramente torcidas de la puerta en cuestión.
¿Por qué se había molestado tanto? Tenia semanas sin enfadarse de la nada.
Un destello le iluminó la mente.
¿Acaso se habrá espantado por Niall? ¿Razonó que el rubio era su presentimiento?
Sin saberlo, sus pies habían comenzado a llevarle hasta los vestidores.
Para cuando cayó en cuenta de donde estaba y que estaba haciendo, ya era demasiado tarde.
Su mano se apoyó contra la puerta a medio caer, empujándola para entrar.
Se topó cara a cara con un Harry casi desnudo. Los calzoncillos sobre su cuerpo lo salvaban.
—Vete de aquí.
La seriedad en el tono del menor lo tomó por sorpresa. Venia preparado para tonos molestos y gritos de rabieta.
—Yo... lo siento. Debí tocar. Solo quería saber que había pasado. Te veías molesto. ¿Tiene que ver con tu presentimiento?
Harry se pasó los largos dedos por el cabello. —Nunca te importa cuando me enojo. Lo crees tonto. ¿Por qué si ahora?
—Por qué ahora si.
Harry le dedica una mirada y Louis se muerde el labio. Sabe que poco a poco le acaba la paciencia al otro por corregirle siempre que habla.
Pero no podia culparlo. Ya se le había hecho costumbre.
Suspiró. —Noté que hoy no te fue difícil despedirte de mi.
La sonrisa irónica en la cara de Harry le descuadra. —¿Notaste? Pensé que estabas ocupado con tu amiguito.
Harry esta imitando una vieja película que le gusta mucho a Liam.
Hay una escena en donde la actriz principal se pone celosa de las amigas de su novio y esta arma una conversación para que él la consuele.
Pero esto, Louis no lo sabe, por lo que esta sorprendido de la fluidez del más alto.
—Harry, ¿estas celoso?
Harry gruñe. —No se que es eso.
Louis abre la boca para explicarle pero el menor se vuelve más arisco con cada segundo que pasa en donde Louis no entiende su acto, por lo que le interrumpe.
—No se que es, y no quiero que me expliques. Solo te digo que no estoy de acuerdo con lo que siento.
—¿Qué sientes?— el tono de Lou es suave. Poco a poco comprende de que se trata esto.
—Estoy molesto porque apenas le viste, me olvidaste. Me dejaste parado. Nunca haces eso. Siento ren-ren...
—Rencor.
Harry asiente, cruzándose de brazos.
Louis sonríe levemente. Es graciosa y confusa la forma en la que puede lucir adorable con pucheros en su rostro y a la vez estar en ropa interior con los músculos flexionados.
Es una vista singular.
—Estás celoso.
—Suena a algo malo.
—No es malo cuando son razonables.
—¿Y lo son?
—Algo así.
Ambos se quedan en silencio, mirando sus pies.
Louis rompe el silencio.
—Hablaremos de esto en otro momento, ¿vale? Si quieres puedes venir a mi apartamento cuando termines de entrenar.
La luz que brilla detrás de los ojos de Harry al oír eso le hace cuestionarse lo ocurrido.
—Esta bien. Iré.
—Asegúrate de traerme algo de comer.
Louis se esta dando la vuelta cuando escucha a Harry mascullar:
—Tu fuiste él que me afectó. Debe ser al revés.
Louis voltea a verlo y sonríe, derrotado. —Bueno niño, tu ganas. Te prepararé algo de comer.
El más alto sonríe al saberse victorioso. —Ok.
Y con eso, Louis asiente y se va por donde vino.
Una vez pasados unos minutos, Liam emerge de uno de las duchas adyacentes.
—Joder, Harry. Ustedes dos deben buscarse donde pelear. Uno no puede simplemente quedarse quieto diez minutos con el jabón sobre la piel.
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