4. Sympathy
Sym-pa-thy [sim-puh-thee]:
understanding between people; common feeling.
[Armonía de acuerdo o en el sentimiento, como entre personas o por parte de una persona hacia otra].
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—¡Buenas noches! —reprendió el entrenador, visiblemente molesto.
Zayn y Louis acababan de cruzar las puertas de cristal del gimnasio; Louis cargaba su mochila mientras Zayn cargaba su bolsa de gimnasia y la bolsa de plástico con el desayuno.
El moreno rio burlón, observando el semblante molesto del entrenador.
—Solo son diez minutos de retraso, coach. Perdónenos, fue totalmente mi culpa— explico, antes de tomar a Louis por los hombros con un solo brazo y apretarlo contra él. —No reprenda al chico en su primer día.
El entrenador rodó los ojos, abandonando su molestia. —Tu clase empezó Zayn. Tienes a todos esperando.
El moreno le entrecerró los ojos antes de avanzar y entregarle los desayunos. —Es una clase de seis personas, de las cuales, solo vienen tres. Deje el drama para Harry.
Louis rio, cubriendo su boca con una mano. El entrenador lo vio con diversión y se volvió hacia Zayn. —Y aún así esas tres personas te pagan para que les enseñes. ¡Apresúrate! — Zayn rio y comenzó a alejarse trotando, cruzándose la correa de la bolsa de gimnasia sobre la cabeza.
Louis estaba examinando el hecho de que el moreno poseía un buen cuerpo, antes de que este se volviese y lo atrapara observando.
Las mejillas del ojiazul se tiñeron de carmesí mientras el moreno se carcajeaba y decía, —¡Nos vemos más tarde, Louis! —.
El ojiazul —completamente avergonzado— se palmeó las mejillas para disminuir su rubor, mientras se volvía hacia el entrenador.
El hombre mayor le sonrió. —¿Listo? Te daré un pequeño tour por el gimnasio.
El entrenador condujo a Louis por el grandísimo lugar. Contaba con cuartos de piso anti-derrapante y espejos grandes para las diferentes clases impartidas, máquinas para levantar pesas y ejercitarse, sacos de boxeo, peras, refrigeradores con bebidas y en el centro, un gran ring de boxeo.
El ring era de lona negra con cuerdas color naranja, y encima, se encontraban Liam y Harry.
Ambos entrenaban sin camisa.
—¡Vamos niño bonito, muéstrame lo que tienes! — exclamó Liam, provocando a Harry mientras esperaba sus golpes con esponjas de entrenamiento sobre las manos.
Harry golpeaba y atacaba sin perder un segundo, golpeando con fuerza y rapidez mientras Liam bloqueaba con éxito cada golpe.
Louis observaba embobado el encuentro, mientras el entrenador observaba a sus dos alumnos con orgullo.
—Liam fue una estrella también, ¿sabes? Pero sufrió una lesión en una de las muñecas y decidió no seguir— contó el entrenador, volviéndose a ver a Louis.
Louis se ajustó las gafas, pasando saliva con dificultad al ver los músculos de Harry flexionarse y tensarse mientras se entrenaba. —¿En serio? —respondió por fin. —Me lo imaginé. Se nota que ha estado en el ring antes.
El entrenador asintió. —Era bueno. Igual de bueno que Harry. Pero un poco menos neurótico.
Louis rio, pero se calmó rápidamente al ver que el sonido atrajo la atención del ojiverde sobre el cuadrilátero. Harry le sonrió, volviéndose a verlo completamente. Liam le metió un golpe en la cabeza.
—¡Concéntrate! — regañó. Pero fue inútil, debido al golpe, Louis dejó escapar otra risa y la historia se repitió.
Liam rodó los ojos, pero no le dejaba de hacer gracia la forma en la que Harry se desconcentraba por algo tan normal. —Harry, deja de ser tan cabezota...
El entrenador se volvió a ver a Louis, quien observaba la escena. —Me parece curiosa la forma en la que te odia y al mismo tiempo parece tan intrigado por tu sola presencia.
Louis lo escuchó, asimilando sus palabras. —¿A qué se refiere?
—Cuando lo conociste, en la entrevista. ¿Recuerdas cómo reaccionó al verte? ¿Y cómo se intrigó por las palabras que le dijiste? —Louis asintió. —Cuando volvimos al hotel ese día, no dejaba de parlotear de lo curiosos y raros que eran tus ojos.
Louis frunció el ceño. —Mis ojos son de un color promedio. No tienen nada de impresionante, son comunes.
El entrenador negó. —Para Harry son extraordinarios, Louis. No sabemos por qué, pero es como si le hubiésemos mostrado un teléfono móvil.
Louis observó con intriga al entrenador, quien le sonrió. —Me da la impresión de que Harry quiere odiarte, Louis. Se siente tonto por necesitar a alguien que le enseñe, y quiere descargar su enojo contigo.
—¿No lo ha hecho ya?
El entrenador rio. —No, eso no es nada. Solo son retazos de lo que puede llegar a ser. Pero...yo siento que aunque quiere estar molesto contigo, no puede.
—¿Por qué cree eso?
—Harry es muy curioso, Louis. Cuando algo le da curiosidad, se pasa hablando de ello y trata de investigarlo a su manera. No piensa en nada más que no sea resolver su duda y curiosidad.
Louis guardó silencio. —Le provocas curiosidad. O tal vez, solo se niega a admitir que le agradaste.
Ambos se volvieron al ring, en donde Harry se encontraba sobre Liam, medio ahorcándolo.
—¡Harry, bájate de Liam en este instante! — gritó el entrenador, echando a correr hasta allá. Louis ahogó un grito, horrorizado.
— ¿¡Pero que rayos te pasa?! — gritó el entrenador, separándolos. Liam comenzó a toser.
— ¡Idiota! Solo estaba tratando de que te concentraras — habló Liam. Harry no lo había ahorcado completamente; lo había más bien, amordazado contra el suelo. Pero aún, Harry no era precisamente ligero.
—¿Qué pasó? — exigió saber el entrenador.
Harry veía a Liam con molestia. —Me dijo cabezota. No sé qué es eso.
— ¿Y porque mierda me ahorcas a mí? Cuando Louis te lo dice, babeas— dijo Liam molesto.
Harry boqueó varias veces, queriendo decir algo pero sin lograrlo.
—No vuelvas a decirme así— dijo al fin.
Louis observaba todo de lejos, sin habla.
La gente dice, que la curiosidad mató al gato. Pero parecía que en este contexto, el gato terminaría matando a la curiosidad.
Las horas pasaron y el día avanzo. El entrenador se organizó con Louis en su oficina, y le hizo entrega del horario que Zayn había mencionado.
Con manos temblorosas, Louis esperaba a que Harry terminase la serie de lagartijas y abdominales que debía hacer antes del almuerzo; allí, Louis tendría que explicarle a Harry que es lo que aprendería.
Mientras esperaba, Louis tomaba consciencia de las cosas a su alrededor.
Le dio una segunda mirada al gimnasio, notó el olor al limpia pisos con aroma boscoso mezclado con el aroma corporal de las personas ejercitándose. Observó los recortes de periódico, las fotos y reconocimientos enmarcados sobre la pared.
Le dio una segunda mirada a los pantalones de mezclilla y el suéter color ciruela que había escogido ese día. Lanzó una mirada a sus viejos Converse negros, ya amarillentos y medio gastados de los costados. Se pasó una mano sudorosa por el cabello que le caía sobre la frente y se maldijo por estar tan nervioso y respirar tan rápido, ocasionando que sus lentes se empañaran cada ciertos minutos.
Tenía miedo de estar a solas con Harry. No se dejaba intimidar por las palabras ni los supuestos golpes que Harry fingía querer lanzarle. Estaba acostumbrado a la violencia; había crecido con un padre alcohólico, por lo que estaba muy acostumbrado a convivir de cerca con ella.
Pero eso no le quitaba lo peligroso a la situación. Harry era muy improbable, un momento estaba intrigado por los ojos y la risa de Louis y al otro, estaba rompiendo y lanzando cosas. ¿Quién le aseguraba que Harry no explotaría de repente y lo ahorcaría? Lo que le hizo a Liam pudiera haberle roto o perforado algo a él; Liam lo había soportado por su condición. ¿Pero él? Era delgado y bajito, sin masa muscular, solo con una pequeña pancita —la cual odiaba a muerte— y nada más. Harry lo podría matar simplemente dándole una patada en el estómago.
—Ya vámonos.
La voz que emergió desde su izquierda lo hizo soltar un ligero gritito mientras brincaba del susto. Se había sumido demasiado en sus pensamientos.
—¿Por qué grita? — preguntó Harry, repentinamente preocupado.
''Porque me da miedo que me mates y te hagas un par de guantes nuevos con mi piel'' pensó Louis. —Porque estaba meditando y me asustaste.
Harry se tornó inexpresivo y se dio la vuelta. —Oh. Vamonos.
Louis rodó los ojos, tratando de parecer irritado aun cuando todo su cuerpo temblaba como una pequeña hoja sacudida por el viento. Alcanzó a Harry, caminando en silencio junto a él hasta el estacionamiento detrás del gimnasio.
—¿Qué es meditar? — preguntó el ojiverde de repente, abriéndole la puerta de su auto.
Louis se detuvo en su lugar, observando el rostro de Harry apenas por encima del techo del auto, actuando como una barrera entre ambos.
—Eres bajito— comentó Harry con gracia, notando que apenas y podía verle los ojos y la nariz a Louis, mientras que a él podía vérsele hasta la mitad de los hombros.
Louis frunció el ceño. —Gracias por acentuar lo obvio, grandote. Y meditar...es como pensar. Pero, para meditar necesitas analizar muy bien la situación y los hechos. Y después tienes que reconocer si estás bien o mal, y como puedes cambiar o mejorar.
Harry asintió, entrando al auto al mismo tiempo que Louis. —Oh, ok.
Louis le dio una sonrisa amable, pasando saliva con dificultad por su garganta seca del miedo.
—¿Y que es analizar?
Louis levantó la vista de su cinturón de seguridad, terminando de abrocharlo. —Es prestarle mucha atención a algo y examinar cada parte que lo compone. O sea, cada parte que lo hace ser esa cosa que es.
Harry encendió el auto. —Oh.
Louis sonrió, menos nervioso. Tal vez esto podría resultar. Harry le recordaba a sus hermanas cuando eran más pequeñas, siempre preguntando el significado de las cosas, siempre curiosas. Era inofensivo...en cierto sentido.
—Louis...
El ojiazul se volvió a ver al ojiverde, quien conducía con impaciencia.
—¿Y que es examinar?
Louis soltó una risita.
—¿Te estas riendo de mí?
Louis se tensó ante el tono amenazante en la voz de Harry. —Por supuesto que no, Harry.
Harry se relajó. —P-perdón si asuste. Yo...me enojo fácil.
Louis negó. —No entiendo que te molesta del hecho de necesitar un maestro. Es completamente normal.
El ojiverde se detuvo en un semáforo. —No. Soy tonto. Todos creen que soy estúpido. Soy muy grande para necesito maestro.
—Se dice necesitar, no necesito, Harry. Y, eso no es cierto. Lo que ocurre es que tú te sientes tonto. Y no entiendo porque.
Harry apartó la vista unos segundos, antes de hablar. —Yo...soy raro.
Louis notó como el chico parecía entristecerse, dejando que sus brazos descansaran a sus costados mientras inclinaba la cabeza, apenado.
—¿Raro? Por supuesto que no. ¿Por qué crees eso?
—Cuando...cuando yo traté ir a la escuela... los niños lo decían. Decían que...que yo era estúpido. Y empujaban, pegaban. Entonces un día...yo golpee de vuelta. Entonces, jamás volví a sentirme estúpido.
Louis abrió ligeramente los labios, sorprendido por la historia del rizado. Podía entender lo implícito, sabía el resto, aunque Harry no fuese capaz de expresarlo: Los niños molestaban a Harry por no poder aprender, lo llamaban de formas ofensivas y groseras. Tiraban de él como si fuese una liga y un día...esa liga reventó, lastimando a todos los que lo habían lastimado antes. Y eso, hizo que Harry no se sintiera tonto por no saber leer ni escribir.
—Y luego llegó tú y....yo siento estúpido de nuevo.
Louis lo ve con simpatía. —Ahora que llegaste tú, yo me siento estúpido de nuevo— corrigió.
Harry frunció el ceño. —¿Tu porque te sientes estúpido?
Louis no pudo evitar reír. —No, no. Decía que como tú dijiste estaba mal.
Harry relajó el gesto, sonriendo apenas. —Oh, bueno.
Louis negó, aun sonriendo. —Nadie nace sabiendo, Harry. Yo no sabía hablar ni leer o escribir cuando nací. Aprendí después, mucho después. Tú aprenderás igual.
La luz cambió y Harry aceleró de nuevo. —¿Y nunca te sientes estúpido?
Louis se fijó en la carretera, pensando.
—Lo hago, pero no dejo que la gente se dé cuenta. Jamás les daría el gusto.
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