14. Circumstance
[sur-kuhm-stans] ; a condition, detail, part, or attribute, with respect to time, place, manner,agent, etc., that accompanies, determines, or modifies a fact or event; a modifying or influencing factor
[Condición, detalle, parte o atributo con el respectivo tiempo, lugar, manera, agente etc. que acompaña, determina o modifica un hecho o suceso; un factor de modifación o influencia.]
Al final, sólo son Harry y Louis caminando por las calles de la gran ciudad.
Liam se excusa detrás de la puerta de su habitación.
—Dijiste que iríamos— lloriquea Harry, haciéndole pucheros a la madera de la puerta.
—No puedo, estoy enfermo. Cof cof— dice Liam, en un tono extraño.
Louis frunce el ceño. —Que tos tan rara.
—Váyanse, no quiero enfermarles... achú.
—Liaaaam— se queja el menor, tocando la puerta con fuerza.
—Cof, cof... Ay, me muero. Creo que es súper contagioso, y letal. Abuelita, ¿eres tú?
—... Ok. Vamos Harry, deja las lágrimas de cocodrilo, no vendrá.
Del otro lado de la puerta, Liam se pega a la puerta como mosca a la miel, tratando de escuchar como el par de hombres se alejan de su habitación. Una vez que considera que han alcanzado una distancia segura, suspira, exhalando dramáticamente.
—Lo que uno hace por sus amigos— se dice en voz alta.
Los espectaculares en la ciudad brillan con miles de colores. Bombillos de luz parpadean por todos lados, peleando silenciosamente por la atención de todos los transeúntes. Ambos están parados en una esquina, esperando junto a los demás peatones a que las luces en el semáforo les permitan cruzar la calle.
El cielo se tinta de rosado y lila. Louis se da cuenta de que ha desperdiciado un montón de tiempo intentando que Harry use algo más que sólo pantalones de deporte y sudaderas holgadas.
—¿Y a donde quieres ir? — pregunta, alzando la vista hacía el rizado. Este ya lo está viendo.
Realmente, la acción va perdiendo impacto conforme pasa el tiempo.
Harry se encoje de hombros. Louis le frunce el ceño.
—Me arrastraste hasta aquí contigo- ¡Ven acá! — le toma por la manga de la campera y comienzan a cruzar la calle junto al resto de la gente, —Y ni siquiera tienes idea de a donde quieres ir. Dios mío.
—Sólo vamos a un lugar bonito, ¿bien?
Louis le rueda los ojos. —¿Qué te parece si caminamos y buscamos un lugar dónde comer?
Harry asiente.
La ciudad de Nueva York es muchísimo más grande de lo que cualquier película o libro podría describir.
Los enormes edificios alzándose hacia el cielo creaban una intimidante vista para el par de turistas. El cielo podía resplandecer con los colores del atardecer, pero la infinita combinación de grises, negros y cristales te hacían preguntarte si aquel cielo era real o una mera ilusión de tu cabeza.
Y una vez más, las luces.
—¿Son bonitas, no? — pregunta Louis, observando de cerca como los ojos de Harry parecían hacerse más grandes conforme avanzaban.
—Es bonito de verdad— murmura el más alto. —Es como un...un parque de esos... con algodón de azúcar.
Louis se vuelve a verlo. —¿Sabes que es el algodón de azúcar?
A Harry le gustaría explicarle que sabe el nombre de toda la comida ofrecida en una feria. Quisiera decirle que, por alguna razón, son recuerdos muy vividos en su memoria. Pero no sabe cómo. Ni siquiera entiende por qué lo recuerda, o porque recuerda eso, pero no recuerda los rostros de sus padres. Es extraño.
Así que solo dice: —Si. Me gusta más el azul.
Louis asiente. —Es bastante bueno. Más dulce que el rosado, en mi opinión.
—Me gusta.
Me gusta por eso.
—Yo odio el algodón de azúcar— ríe Louis, y su risa solo se intensifica ante la expresión ofendida de Harry. —¡Lo siento, lo siento! Siempre he preferido las cosas saladas o amargas.
—¿Cómo qué?
—Mmm... supongo... toronjas, café negro, chocolate amargo-
—¡Bleh! — Louis no puede evitar reír ante la dramática arcada del menor. —No me gusta el chocolate.
Louis deja de caminar.
Alguien maldice detrás de ellos, múltiples personas les rodean y siguen su camino.
No importa.
—¿Cómo qué no?
—¿Qué cosa? — Harry se fija en que están obstruyendo el paso.
Tira gentilmente del brazo de Louis y lo pega a sus espaldas.
Louis se deja. —¿Cómo no te va gustar el chocolate?
Harry se encoje de hombros. —Sabe mal.
—¡¿Qué?! — Harry se encoge ante el pequeño arranque de Louis.
—¿Es malo?
Louis le sonríe. —No, no lo es. Sólo estoy siendo dramático. Ven, sigamos.
Ambos se ponen en marcha. Louis mantiene sus ojos al frente. Cree que puede ver un pequeño restaurante italiano a unos metros.
Pero a su lado...
—¿Qué tanto me ves?
Harry alza la vista hacia el cielo, y después vuelve a verlo.
—La luz es hermosa en tu cara.
Los rayos del sol brillan como el oro, y reflejados sobre la piel de Louis, el joven profesor parece brillar más que los millones de bombillos adornando la jungla de asfalto. O por lo menos, eso opina Harry.
Sus ojos azules parecieran destacar entre el mar de oscuros colores y borrones que pasan alrededor.
Aún con la luz parcialmente bloqueada por los edificios alrededor, el menor puede notar que las mejillas de su maestro están rojizas.
—Uhm... ¿Dije algo malo?
Louis sale de su pequeño trance de pánico y sorpresa. —¿Q-qué?
—¿Lo dije mal?
Silencio.
—Oh, ¡lo dije mal! ¡Quise decir que te veías bien!
—No, Ha-
—¡Es decir! Las luces son bonitas, y ¡todo se veía bien!
—Si entendí Ha-
—Louis, ¿por qué no puedo dejar de hablar?
El ojiazul trata con todas sus fuerzas de no reírse. —A veces la gente se pone ansiosa y no puede dejar de hablar.
—¿Estoy ansioso?
—Puede ser. Hay gente que no soporta los silencios incomodos. Y entre más incomodos se sienten, menos pueden dejar de hablar.
—Suena difícil— murmura Harry.
—Lo es. Creo que tu solo necesitas mejorar tu expresión y estarás bien.
Hay silencio. Solo pueden escuchar al viento y los sonidos de la ciudad a su alrededor.
Louis quisiera reír. Puede sentir los ojos verdes de Harry cavando hoyos en su sien.
—Gracias, por cierto— murmura a regañadientes.
—¿Por qué? — Harry ladea la cabeza, pareciendo genuinamente confundido.
Maldita necesidad de afirmar comportamientos socialmente aceptables, ¿por qué tengo que enseñarle esto también? Carajo, yo enseño letras no convivencia social-
—¿Recuerdas lo que dijiste sobre mi piel? — Harry baja la mirada y asiente. —Eso se llama cumplido. ¿Recuerdas lo que es?
—Son cosas bonitas que le decimos a las personas, ¿sí?
Louis sonríe. —Muy bien, Harry. Aunque ese solo es uno de sus significados.
La cara de Harry empalidece. —¿Las palabras tienen muchos significados?
Louis se ríe. —Algunas, no todas. Ya te enseñaré. Todo depende del contexto.
—¿Y qué es eso?
—Es un conjunto de cosas que condicionan a la palabra— dice, volviéndose a ver al menor.
Este parpadea dos veces.
—Luego te explico. Ahora mismo, hay que comer— le palmea el hombro un par de veces, alzando la barbilla hacía el restaurante que se alza frente a ellos. —¿Te apetece la comida italiana?
Harry asiente emocionado. —¡Me gusta!
Louis le sonríe. —Vamos entonces.
El interior del restaurante no es muy abrumador, lo cual es sorprendente, considerando la hora y la cantidad de gente rondando las calles.
Luces amarillentas iluminan el modesto restaurante, colgando desde el techo en cadenas de luz. Las paredes, pintadas de un color turquesa, hacían que los marcos de fotos fuesen el punto focal del lugar. Era muy bonito, parecía salido de una película.
Luego de que Louis y Harry hubiesen conseguido una mesa frente a una enorme ventana, la atmosfera parecía tintarse de algo más pesado que una simple salida entre amigos.
¿Podían decirse amigos?
Louis no lo sabía. Es decir, han pasado algunos meses y su relación obviamente ha mejorado. Incluso se atrevería a decir que Harry parecía madurar un poquito más al pasar los días, sabiendo controlar (a duras penas, pero se lograba) su costumbre de reaccionar agresivamente ante el conflicto.
Pero, ¿Harry realmente lo veía cómo un amigo?
Difícil de descifrar, teniendo al más alto frente a él observándole como quién admira a su objeto más preciado.
¿A dónde iba encaminado todo esto?
Quisiera decir que lo sabía, porque para cualquiera sería obvio. Pero la realidad era otra.
¿Hacía donde iba esto? ¿Qué deparaba el futuro a un chico de 20 años con un crush en otro hombre?
Porque de eso se trataba todo esto, ¿verdad?
Un simple crush.
—¿Qué piensas?
La voz de Harry suena distante para Louis, pero se obliga a si mismo a aterrizar.
—Estoy pensando en si ordenar extra queso en mis ravioles. ¿Y tú?
Harry le entrecierra los ojos al menú que sostiene frente a su nariz. —No sé leer italiano.
Louis frunce el ceño al mismo tiempo en que suprime una sonrisa confundida.
—Es más, ni siquiera se leer— concluye, soltando el menú sobre la mesa de una.
Louis ríe fuerte, y su carcajada, extrañamente, parece agregar al ambiente del lugar. No resalta, no los señala. Nadie les presta atención. Solo son ellos, riendo juntos, sobre un mantel de cuadros rojos.
Es un momento que Harry cree atesorar siempre.
Las luces del restaurante iluminan los ojos de Louis y las luces de la ciudad que cada vez se sumerge más profundo en la noche, parecieran hacerlo brillar entre toda la gente allí dentro.
Es hermoso.
—No pero en serio... ¿me ayudas?
La carcajada de Louis resuena una vez más en las cuatro paredes del restaurante.
Ambos caminan lado a lado por el sendero de un parque; Con los estómagos llenos, el caos citadino y la luz de la Luna brillando sobre ellos, se siente como si hubiesen recorrido toda la ciudad.
La realidad es que tomaron un taxi que los llevara al parque más cercano al hotel, y luego le preguntaron al taxista como volver al hotel. Pero la intención es lo que cuenta.
—Siento que si me caigo, reboto— murmura Louis, manos frotando su estómago.
—Comiste poco— Harry le alza una ceja. —¿Y por qué rebotarías? ¿Te convertiste en pelota?
Louis sonríe. —Es un decir.
Es el turno de Harry de reír. —Lo sé, me enseñaste. Sólo me gusta ser gracioso.
Me gusta hacerme el gracioso porque me encanta hacerte reír, el sonido de tu risa es mi favorito cuando soy yo quién lo provoca. Eso quisiera decir. O al menos, eso es lo que siente.
Aunque realmente, Harry no sabe muy bien que es lo que siente. Podrá parecer claro, pero para él, todo es confuso todavía, en ciertas partes... Es extraño.
Tendrá que preguntarle a Liam después.
—Lamento que nuestro tour fuese tan corto, Harry. Pero no tenía idea de que no sabías a donde ir y no traje un mapa conmigo. Aunque creo que fue mi culpa.
—¿Por qué? — Harry ladea la cabeza.
—Confíe demasiado en ti.
Harry tararea para si mismo, pensando.
—¿Confiar demasiado es malo?
—¿Sabes? No puedo esperar a que lo sepas todo y ya no me necesites.
Harry se desinfla un poco y Louis se quiere dar un golpe por bocón. —¿A qué te refieres? — murmura.
—¡Oh! No me malinterpretes, Harry. Es solo que... ese tipo de preguntas no tienen una respuesta concreta.
Harry frunce el ceño y vuelve a ladear la cabeza. —¿Entonces cómo es que siempre las respondes?
—Siempre trato de darte una respuesta que se encuentre en un punto medio.
—Como... entonces no es ni buena, ni mala, ¿no?
—No se trata de eso, más bien... uhm— ríe, —¿Ves por qué lo paso tan mal cuando me preguntas eso?
Ambos ríen.
—Mira Harry, hay cosas que dependen de un contexto. Un contexto... por ponértelo fácil, es la opinión que alguien tiene de algo. Por ejemplo, tu crees que el boxeo es el trabajo más genial del mundo, ¿verdad?
El menor asiente fervientemente, rizos rebotando por todos lado. —Si... ¡pero! Creo que el ser maestro se lleva la plata.
Lo tiene que admitir. Todo esto sería más sencillo si Louis cediera y aprendiera a comunicarse con referencias de deporte. Son las conversaciones más claras que puede sostener con el ojiverde.
—Bueno, pues yo creo que el trabajo más genial del mundo es ser... ¡arquitecto! Por decir un ejemplo, ¿sí?
El menor asiente. —Bueno, pues lo que ambos creemos vendría siendo nuestro contexto personal. Nuestra propia opinión. Entonces, cuando preguntas cosas como esta, la respuesta que yo te doy, y la que cualquiera probablemente te dará, será desde su contexto... desde su opinión.
Hay algo que Louis adora en secreto.
Y eso es ver como la cara de Harry se ilumina cuando entiende algo. Cuando realmente lo comprende. Puedes notarlo en sus ojos, su sonrisa y la manera en que levemente salta en su lugar. Casi puedes observar la información aferrándose a su memoria.
—¡Ya entiendo! — aplaude. —Entonces, cuando me respondes... me das tu opinión. ¡Oh! Dijiste que era un punto medio, ¿cómo funciona?
—Ah, me alegro que preguntes— Louis lo codea suavemente y el menor sonríe. —Eso quiere decir que trato de no darte mi opinión por completo. La respuesta que te doy es como, un grupo de muchas respuestas que yo conozco.
—¿Por qué? ¿Es malo dar tu opinión?
—Para nada. Sólo que tu eres un caso especial, Harry. Tu estas adquiriendo conocimientos, y estas comenzando a ser consciente de tus propias emociones, pensamientos y contextos.
—Entiendo...
Louis asiente. —Si yo comparto mi opinión con alguien más, se que ellos lo tomarán como mi punto de vista sobre la pregunta, y ya está. Pero yo soy tu maestro. Aún no llegamos a la parte en la que comienzas a cuestionar lo que te enseño. Todo lo que yo te diga, para ti es verdad.
—¿Y no es verdad?
Louis se detiene. Harry frena detrás de él y le ve con ojos grandes.
—¿Confías en mí?
Están en medio del parque.
No hay mucha gente alrededor. Una leve brisa helada les revuelve el cabello.
La respuesta llega antes de que los labios de Louis puedan cerrarse.
—Si.
Louis alza la barbilla, tiene un brillo juguetón en los ojos.
—No deberías.
Harry inhala audiblemente, aliento atascándose en su garganta. Louis se ríe.
—¿De verdad?
El ojiazul niega. —Lo sabrás cuando lo sepas.
El más alto frunce el ceño. —Hasta yo sé que eso no tiene sentido.
Louis le rueda los ojos. —Es un decir. Ambas cosas.
Harry le presiona. —¿Por qué no debo confiar? ¿No dices la verdad?
—No hay una versión de la verdad que no sea debatible.
El ojiverde aparta la mirada y la fija en un punto a la distancia. Su cuerpo se relaja visiblemente.
—Voy a pensar en eso toda la noche.
Louis se carcajea. —Sólo te molesto. Pero en serio, en algún momento tu te harás tus propias opiniones y te darás cuenta de lo que hablo.
Harry se rasca el cuello, la vista en el piso. —Supongo que tienes razón.
—Siempre la tengo.
El más alto hace una mueca incrédula. —Acabas de decir que nadie la tiene.
Louis le muestra la lengua y es el turno de Harry de poner la vista en blanco.
—Nunca contestaste mi pregunta— dice, empujando levemente el hombro de Louis.
—¿Cuál era? Ya ni me acuerdo- ¡Oye! — Harry lo empuja de nuevo, haciéndolo tambalear.
El menor le estabiliza tomándole de los hombros. Ambos son un desastre de risa.
—Pregunté si confiar demasiado es malo— murmura, viéndole a los ojos.
Hay algo muy poderoso en sostener la mirada de otra persona, Louis piensa.
Tal vez es por eso que nunca ha sido capaz de hacerlo con nadie, por más de 30 segundos.
—Oh, uhm. Depende de quién sea en quién decidas confiar— suelta Louis, viendo sus pies.
—¿Por qué?
—Confiar significa ser vulnerable. Estoy seguro de que sabes que significa, ¿no es así?
Siente, más que ve, a Harry asintiendo. No le ha soltado los hombros. —Significa que puede que te lastimes si no pones una defensa.
Louis lame sus labios. —Así es. Si confías demasiado en la persona equivocada, puedes salir muy lastimado. Muchísimo, Harry. Hay personas a las que lastiman tanto... que nunca pueden volver a confiar después. En nadie.
—Entiendo. ¿Y es malo ser vulnerable?
Louis ríe. —Lo estás haciendo de nuevo.
—Lo sé. Perdón— No suena para nada arrepentido.
El ojiazul niega y alza la vista. —No debería. Hay muchas personas que no les importa ser vulnerables y siempre confían. Y si les fallan, no les importa.
—¿Tu qué piensas?
—Qué nunca debes confiar demasiado en la gente. No vale la pena ser vulnerable sí los demás te ven como algo que pisar... Pero, ¿tú qué piensas, Harry?
Le sorprende como puede mantener contacto visual con el más alto.
Más que eso, le sorprende la seguridad con la que habla el menor.
—Creo si confías en la persona correcta, ser vulnerable no es malo. Si pones una defensa, ¿cómo sabrás que esa persona te quiere?
Louis ríe. Harry le parece tan inocente, tan joven. A pesar de que no hay mucha diferencia de edad, pareciera como si hubiese vivido veinte vidas más que Harry. Su espalda pesa con la carga de los años y las experiencias que él bien sabe no le correspondía enfrentar. Mientras que Harry estaba aquí, con un pasado posiblemente más tormentoso que el suyo y tenia la ligereza de los copos de nieve.
Su risa muere en su garganta cuando se da cuenta que llevan minutos sosteniéndose las miradas, en un parque casi desierto.
La brisa toma fuerza, sus dedos fríos envolviéndoles, instigándolos a acercarse.
El tacto en sus hombros parece tomar fuerza.
—Tienes mucha razón, Harry— susurra. —No seas como yo. No tengas miedo de mostrarte vulnerable ante las personas que quieres— le sonríe.
La mandíbula de Harry se tensa de repente. Sus ojos ya no tienen adoración en ellos.
—¿Qué pas-
—¿Quién fue?
—¿Cómo? — Louis baja la nariz.
—¿Quién te hizo sentir pisoteado? — ante el silencio de Louis, prosigue. —Dijiste que no valía la pena ser vulnerable si los demás te veían asi... ¿Quién fue?
Louis sonríe sin humor.
Mi padre. Toda la gente que me ve como un bicho raro. Mi clase social. Mis limitaciones. Mis problemas emocionales. ¿Golpearías a todos esos?
—No son importantes, Harry.
Harry se siente complacido con esa respuesta.
Le había llenado de rabia escuchar lo que había dicho el más bajo. La expresión en su rostro, su voz suave y sus ojos apagados. No quería ver eso nunca más.
Louis tiene razón. No son importantes. Que se pudran.
Louis ya tiene-
—Me tienes a mi ahora— dice, tirando de sus hombros y dándole un abrazo. —Puedes confiar de nuevo, Louis. No te lastimaré.
El ojiazul no puede reprimir el escalofrío que sacude su cuerpo.
No sabe si se debe al contacto del pecho cálido del menor con el suyo frio, o si sea el peso de esas palabras.
No tiene oportunidad de devolver el abrazo antes de que Harry se este alejando y le tome de la manga del suéter.
—Es tarde— dice, vista al piso. Tiene las mejillas rojas. —Hace frío, vámonos. El señor ese dijo que fuéramos por acá.
Louis se deja arrastrar por el más alto. Se alegra de que Harry le esté dando la espalda así no nota la sonrisa tonta en su rostro.
Este niño...
Las hojas secas alrededor se alzan a medida que pasan.
El otoño en Nueva York... traía la promesa de un nuevo amor, constantemente enredándose con el dolor.
Soñadores con las manos vacías, suspirando por tierras exóticas.
¿Qué depararía el futuro?
La puerta de la suite se cierra detrás de ellos. Ambos demasiado ocupados tratando de evitar la mirada avergonzada y mejillas rosadas del otro, fallan en ver a Liam parado en el marco del pasillo, bata mal amarrada y con una chancla en la mano.
—¡Qué bonito!
.
.
.
.
Subiendo esto con mucho miedo porque estoy oxidadisima
Les dije que actualizaría <3 +3153 palabras
Pd. A lx que me dijo "sure jan": fakiu :c
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