10. Achievement
achievement[uh-cheev-muh nt]
a thing done successfully, typically by effort, courage, or skill.
[una cosa hecha exitosamente, tipicamente por esfuerzo, coraje o habilidad].
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El tiempo parecía haberse congelado en un limbo incandescente.
Las voces alrededor del rizado hacían ecos lastimeros, como si sus dueños estuviesen a varios metros lejos de él.
El cuerpo inmóvil de su amigo yacía a sus pies. Un brillo enfermizo iluminaba su tez bronceada bajo la luz amarilla de las viejas lámparas del gimnasio. Sus ojos verdes no podían despegarse del pecho de este, asegurándose de que subiera y bajara, indicando vida.
Todo parecía ir en cámara lenta. Las manos no le respondían, y su cerebro parecía rehusarse a poner de su parte para mover las extremidades inservibles. Un fuerte empujón le hizo volver al espacio donde se encontraba, voces arremetiendo contra sus tímpanos como repentinas mareas altas en una costa tranquila.
—¡Harry! ¡¿Qué mierda te pasa?! — la voz de Louis retumba en sus oídos. El ojiazul lo observa como a un animal rabioso. De repente, el menor se siente demasiado avergonzado como para sostener su mirada.
—¡Llama al entrenador ahora mismo! — lloriquea Louis, tironeando del suéter de Zayn.
Todo lo que se puede oír es el trastabilleo de los pies de Zayn y la respiración agitada de Louis, que levanta los pies de Liam mientras Niall le abanica y tira agua sobre su cara.
Pronto una mini orquesta de puertas abriéndose y cerrándose hacen ruido alrededor del lugar y el entrenador se abre paso hasta el ring. Alumnos y entrenadores externos a lo ocurrido se apilan en pequeños grupos alrededor, tratando de captar aunque sea un poco del suceso.
—¿Qué pasó exactamente? — la voz del entrenador es calma. Y Harry sabe lo peligroso que eso es. La calma no significaba nada más que problemas, en lo que a su padre se refería.
Tres pares de ojos se posan en el cuerpo tembloroso del menor, y pronto el entrenador también le ve, sólo que su expresión guarda algo más que simple reproche. La piel de Harry se encoge de miedo y pareciera querer escurrirse lejos de sus huesos.
—Yo...yo...
Harry parece atascado en un carrusel, su lengua no parece poder conectar con su cerebro.
—Liam le estaba gritando— murmura Zayn, apareciendo de repente detrás del entrenador. —Llevaba varios minutos haciéndolo. No es todo culpa suya, señor.
Louis le da una mirada desconcertada, que pasa desapercibida por el entrenador, que se encuentra demasiado concentrado en el chico derrumbado en el suelo. Observa como poco a poco, Liam vuelve en sí.
El ojiazul decide no objetar contra Zayn, dejándolo para otro momento. Harry, por su parte, no levanta la vista de sus pies.
Hay pánico surcando dentro de él, recorriendo cada vena, cada poro. La ansiedad le trepa el cuerpo y le aprisiona como la más letal de las serpientes, silenciosamente, lentamente.
De pronto no puede respirar propiamente, el pecho se siente demasiado pesado. Hay una sensación de terror inminente que borbotea dentro de sus costillas, dándole escalofríos y borrándole la visión. Tiene miedo de las consecuencias que vienen.
Niall escucha los pequeños jadeos entrecortados proviniendo del chico más alto y se vuelve a verlo. Se topa con ojos atiborrados de lágrimas sin derramar, tez pálida y pequeños temblores sacudiendo su figura.
—Creo que esta conmocionado— murmura Niall, tocando disimuladamente al entrenador.
Liam comienza a quejarse de dolor al mismo tiempo en que el hombre intenta acercarse a Harry. El castaño ha recuperado totalmente la conciencia, por lo que la realidad de su estado le golpea como una tonelada de ladrillos.
Los jadeos se convierten en sollozos en menos de dos segundos. Harry quiere cavar un hoyo y morir dentro de él. ¡No sabe que le esta pasando! Todo lo que sabe es que se siente como si estuviese siendo perseguido por el más terrible de los monstruos. El miedo le sacude desde la raíz, como si se encontrara en grave peligro. Su mente se frustra, contrariada. Sabe que esta rodeado de gente, gente que le ve fijamente entre más solloza y llora. Es consciente de que la situación no es tan densa, pero eso no evita que su propio centro se agite y retumbe con angustia cruda. No deja de hacer que sude como si estuviera huyendo a máxima velocidad, no detiene a las lágrimas de seguir rodando por su cara y no es obstáculo para que su cuerpo se sacuda todo con cada hipo entre sollozos.
Nadie sabe qué hacer. Es demasiado para procesar.
Es como agua helada sobre sus cabezas. Harry llora inconsolable ante algo que no está muy claro, pero que con cada ola de miedo que sacude al menor, se siente progresivamente más real.
Todos retroceden, esto es una situación que se desenvolvió tan rápido que parece ridículo.
El entrenador aleja a todos de su hijo, al mismo tiempo en que vigila que Liam se siente sin lastimarse. Hace lo que puede, solo.
Louis siente que el corazón se le detiene con cada fuerte lamento que Harry deja salir. Él mismo esta temblando, presa del pánico. Pero sabe que no puede dejar que Harry continúe asi. Ha visto casos parecidos, la mayoría de la gente que se comportaba de esa forma daba cuenta a sufrir mucho estrés antes de alcanzar algo peor que el estado actual del menor.
Sabe que si no lo detiene ahora, la mente de Harry podría descarrilarse a algo más difícil de controlar.
Así que, reúne todo el valor y firmeza que le queda y avanza hasta Harry, ignorando el incremento en los gimoteos que este lanza una vez que le tiene enfrente.
—Harry— habla, casi es un susurro. Sabe que tiene que ser delicado, pero firme.
Él menor se estremece entre sollozos, no parece tomarle en cuenta.
—¡Harry! — grita uno de los chicos del gimnasio.
—¿Quieres callarte? — Louis se vuelve a verlo, colérico. —A gritos no conseguirás nada.
Bufa. No puedes pelear fuego con fuego.
Con renovada determinación, Louis vuelve a llamar al ojiverde.
—Harry.
Nada.
—Harry, mírame.
Los llantos bajan de volumen.
—Harry, cariño. Veme a los ojos— la voz de Louis asemeja a un ronroneo.
Los ojos esmeraldas encuentran la mirada del mayor, lenta y cautelosamente.
Louis le sonríe despacio. —Harry, nadie va a castigarte. No has hecho nada muy malo.
Ver los ojos llenos de miedo del menor le hace sentir una pena terrible.
—Repite después de mí: inhala— Louis toma una profunda inhalación. Harry lo imita lentamente.
—Exhala— despacio, Louis saca el aire dentro de su pecho. Temblando, el ojiverde le sigue el paso.
Repiten el proceso hasta que Harry deja de sollozar y su llanto se reduce a leves hipadas. Para entonces, Louis envolvió con sumo cuidado sus brazos alrededor del cuerpo del más alto. Su pequeña figura se ciñó contra el menor como si la vida dependiera de esto.
Sin hacer mucho ruido, Louis gira a Harry, haciendo que le de la espalda a quienes aún están presentes sobre el ring.
—Yo me quedaré con él— articula lo más quedamente que puede.
El entrenador le da una mirada cargada de admiración y gratitud antes de volverse a cargar a Liam, con ayuda de Niall y Zayn.
El par se queda solo, abrazados en el medio del ring.
—Harry— murmura Louis, luego de unos minutos.
El menor responde con un quejido.
El ojiazul ríe suavemente. —Vamos a casa. ¿Quieres?
Otro gimoteo.
—Anda. Vámonos, necesitas descansar. Este día ha sido demasiado largo.
El día, por si no fuera poco, desemboca en una tormenta de nieve.
El aire congelado se filtra por los resquicios más diminutos, sumergiendo al apartamento de Louis en un frio que cala en los huesos y hace que los dedos de los pies y la punta de la nariz te escuezan de dolor ante la temperatura.
Hay una película pasando por la tele en la sala, pero el sonido es apenas perceptible. Louis la mantiene encendida como una fuente de sonido blanco, para confortar un poco a Harry. Siente que la sopa caliente, los calcetines de lana y las mantas calientes sobre su cuerpo tendido sobre su cama, no son suficientes.
De alguna manera se siente culpable por lo que pasó.
Harry estaba aturdido y ha llegado gritándole en el rostro. Y el pobre chico entró en pánico.
Tal vez... que no estuviera tendido en el suelo, inconsciente, no significaba que no estuviese vulnerable.
Ahora mismo, Louis se encontraba en el diván frente a su cama. Nunca había tenido tiempo de apreciar realmente la belleza de su apartamento.
Aunque no era lo más lujoso, la iluminación era espectacular. La ventana del frente, la que contaba con su propio asiento y colcheta para tumbarte a ver el tráfico pasar, permitía que las luces del tumulto de edificios citadinos le irradiaran la sala y parte de la cocina, como un reflector privado.
En su habitación, la ventana a la calle que ocupaba casi toda la pared a la izquierda de su cama daba a una calle con una pequeña placita de luces amarillas que, mezclada con los focos de vialidad y la luna, arrojaban una luz casi mágica en todo el espacio. Sus libros, plantas y diversos cachivaches se abrían paso alrededor, destellando ocasionalmente, como pequeñas luciérnagas.
Ciñe sus piernas dobladas contra su cuerpo apoyado en el único reposabrazos, mientras balancea una humeante taza de té de granada. En este momento, particularmente, está disfrutando la luz que le rodea.
Su cama era grandísima, cabían tres personas en ella, por lo que Louis se estiraba a sus anchas cada noche. Ahora, un espacio era ocupado por Harry, que, suavemente, respiraba agitado, en sueños. Los rizos chocolate yacían esparcidos por las almohadas blancas y afelpadas, mientras su lechosa mejilla descansaba sobre una de sus manos.
Louis no entiende porque se siente de repente cómo si ver dormir a Harry fuera una rutina doméstica a la cual se ha acostumbrado, pero, no se siente ni un poco extraño. Es, a decir verdad, calmante.
Su cerebro no se esfuerza mucho en encontrar un significado adyacente a sus sentimientos. Se limita, simplemente, a apreciar la figura de Harry tumbado en su cama, hecho un ovillo entre sus sabanas crema y su manta de falso pelaje gris, mientras se remueve.
Saber que el menor descansa, después de cenar algo caliente y de tomar un largo baño en su bañera, le llena de tranquilidad. Supone que la satisfacción de ayudar a alguien en problemas tiene que ver con ello.
Además del crush que ya existía anteriormente.
Su entrecejo se arruga mientras se fija lo mucho que el ojiverde se revuelve al dormir.
Que molesto. Si él tuviese que dormir con una persona que hiciera tanto alboroto, no dudaría en meterle un buen golpe. No importa que tanto pudiera llegar a querer-
—Louis.
La voz de Harry resuena, ronca y amodorrada. Pareciera como si esto arrojase un nuevo panorama en el cuarto.
Ya no es el espacio celestial, brillando en luz blanca y amarilla mientras Louis disfruta de la quietud.
Ahora, es una habitación en el medio de la noche, con un cuerpo semidesnudo en su cama, mientras la vida nocturna aún mueve a la ciudad. Son parte de una utopía en donde su situación actual parece sacada de una novela que huele a amantes, noches oscura y sabanas manchadas de afecto.
Por alguna razón esto último no suena tan descabellado para él.
Harry deja salir a su voz quejumbrosa, como exigiendo atención.
Louis se aclara la garganta. —Estoy aquí, ¿necesitas algo? Son las dos de la mañana.
El menor da la vuelta lentamente, y Louis puede ver los músculos de su espalda estirándose y enrollándose sobre sus propios ligamentos mientras le encara.
Sus ojos permanecen cerrados por las meras pestañas, y sus labios rosados se abren, nunca perdiendo el fantasma del puchero que los acongoja.
—Ven a dormir.
Louis toma un largo sorbo de té, y no le importa lo mucho que duele su lengua cuando el agua caliente la quema.
Él y Harry han pasado muchas cosas. Pero aún asi, el interés carnal de Louis jamás se ha ido.
Por eso estaba fuera de la cama en primer lugar. Se había tumbado un momento a descansar junto al menor, después de haber limpiado un poco el apartamento.
Conclusión: se quedó dormido, Harry le abrazó mientras dormía y cuando una ráfaga de viento particularmente fuerte le despertó, Louis decidió que no. Su amor por los hombres no podía con esa clase de tortura.
—Looouis— la voz de Harry suena a queja y exigencia.
—Duérmete, mañana tenemos un día largo.
—Pero tengo frío.
Suena pequeño y desamparado.
—Estoy tomando té— murmura el profesor, inútilmente.
Harry abre un ojo y le observa.
El menor no es nada disimulado mientras estudia el pequeño cuerpo del ojiazul, enfundado en un suéter de cachemir negro y pantalones de dormir. Sus ojos se pierden particularmente en sus manos, que sostienen una taza con gracia.
Las manos de Louis son bonitas. Los dedos son cortos y delicados, y las venas prominentes.
—Apresura— concluye el ojiverde, dándose la vuelta otra vez.
Louis resopla indignado y sorprendido por la audacia de Harry, segundos antes de que un escalofrío le recorra el cuerpo. Cuando intenta moverse para disipar el tremor de sus músculos, sus cuerpo entero duele. Había permanecido tan quieto que se había olvidado del frío infernal que hacía.
Castañeando los dientes una vez que se puso de pie, le dio una mirada larga y tendida al cuerpo sobre su cama.
—Te enseño a hablar y asi me pagas.
Se da la vuelta en camino a la cocina, pensando que Harry ha vuelto a dormir. Pero el croar de su voz es tan repentino que casi lanza la taza con té por los aires cuando dice:
—Lo siento, hace frío.
—Y yo aquí pensando que el aire acondicionado estaba muy potente el día de hoy.
Harry suelta una carcajada ante el sarcasmo de Louis mientras este corre rápidamente hasta su habitación, metiéndose bajo las calientes cubiertas de su cama en un solo movimiento.
Harry se sonroja y gracias a Dios, Louis no puede verlo.
Toda la tarde se ha sentido entre nubes, con la atención del ojiazul cien por ciento sobre él. Pero ahora, dormir en la misma cama era como ser el dueño del cielo.
—Yo sólo... no quiero estar solo— aclara el menor.
Louis le sonríe brevemente mientras se apoya contra la cabecera de la cama y descansa sus manos sobre su regazo, permitiendo que sus dedos se enreden como verdes hiedras en busca de la luz del sol en un cálido día de verano.
Harry observa la forma en la que el ojiazul parece divagar. Sus ojos verdes brillan como un par de estrellas nuevas sobre el cielo oscurecido de tormenta mientras observa la figura del chico que, sin saberlo, le hace sentirse como la luna misma. Hay tanto silencio entre ambos que la nieve cayendo duramente contra el suelo puede ser escuchada sin problemas.
—Si necesitas hablar de lo que pasó, yo te escucharé. Ya te lo dije, hace unas horas mientras cenábamos. Pero quiero que no se te olvide.
La voz de Louis suena tan suave que ni siquiera puede contarse como una interrupción en el silencio, sino más bien, como una adición a la pequeña atmósfera que poco a poco los encierra en su propia órbita.
Harry se toma unos segundos para hablar. Louis observa atentamente los músculos en su cara moverse conforme junta sus pensamientos y organiza su basto vocabulario. Antes de que pueda evitarlo, una sonrisa se posa en sus labios finos.
Es entretenido de ver. A Harry expresarse, eso es.
—No me gusta ser asi— comienza la voz grave del menor. Su ceño se mantiene fruncido y sus ojos revelan el nivel de atención que esta poniendo en su hablar.
Su cerebro repasa entre lecciones con Louis, tratando de no distraerse ante el recuerdo de su voz mientras le explica, de sus manos mientras le muestra las letras y de sus ojos, posándose en su rostro, asegurándose de tener toda su atención mientras le instruía.
Es más difícil de lo que parece. Más de tres meses conviviendo día a día con la persona que te ha parecido preciosa desde la primera vez que le viste, e intentar que ello no afecte tu única oportunidad para triunfar en la única cosa que estas seguro de hacer bien, era la peor de las pruebas.
Él sabia que sentía algo por el joven profesor. Y que no tenía idea de como expresarlo. Era frustrante.
Imagina que encima de eso, Louis no note tu existencia, o tome en cuenta tu punto de vista.
Que no sea capaz de ver la belleza que tu ves todos los días.
—Hemos dado un paso hacía atrás— habla Louis, colocando una mano gélida sobre la tibia de Harry. —Hace unas semanas me decías cuando algo estaba mal. En el momento en que te molestaba. Y ahora... te lo embotellas todo.
Harry alza la vista hasta el rostro del mayor, sus ojos asemejan a un niño. Su corazón late tan fuerte ante el contacto que el frío en la habitación sale volando por la ventana de la indiferencia. No tiene frio cuando sangre caliente corre rápido dentro de él por obra de Louis.
Suspira.
Ante la duda, es mejor la honestidad. Eso piensa Harry. Es por eso que nunca duda en soltar lo que siente, y es por eso que Louis siempre siente que se ahoga en aire cuando las palabras salen de la boca del menor sin pasar por un filtro.
Pero, esta situación la ha estado guardando porque un presentimiento primitivo le indica que tal vez, la respuesta que Louis pueda tener no será muy agradable. Sin embargo, se da un abrazo mental antes de separar sus labios rellenos y decir:
—Niall me da celos. Es molesto. Él no es molesto, la situación me molesta.
Los ojos de Louis se despegan de los copos de nieve que caen fuera. Harry contempla ligeramente horrorizado el semblante del profesor.
—¿Cómo?
Harry se encoge ante el cambio de tono. No hay molestia, ni decepción, ni ningún dejo negativo. Sólo es diferente. Y eso le asusta.
Louis tira de la manta de piel falsa hasta que el pelaje de esta le hace cosquillas bajo la nariz. Su pulso se ha incrementado y se maldice a si mismo. Sus nervios se alteraban por la más mínima cosa, Cristo Jesús.
Harry se lame los labios. —Es que... es que...
—Oye— la mano de Louis vuela como la ala de una pequeña golondrina, y envuelve el cuerpo del chico a su lado entorno a la manta, aprisionándoles juntos. Hay una distancia del tamaño de un cojín, pero no lo detiene de sostener las manos del menor en las suyas. Ha notado como Harry parecía haberse marchitado. —No tengas miedo de contarme como te sientes. Sólo me ha sorprendido porque... bueno, tu no lo conoces como yo, pero Niall no mataría una mosca. Además, ya me lo habías dicho. Eso de que Niall te pone celoso.
—No, eso no refiero.
—A eso no me refiero.
Harry asiente. —Lo hablamos pero... no puedo. Es molesto. Me olvidas.
Louis alza las cejas levemente al tiempo en que inclina la cabeza apenas unos centímetros hacia un lado. Harry aumenta la fuerza en el agarre de sus manos unidas y una expresión desesperada lo rompe.
—Llega él y tu... olvidas... ¡Te olvidas de mí! ¡Si, eso!— sonríe, orgulloso de recordar la formulación de la oración.
Oh. Ahora entiende todo.
Harry observa el cambio en su expresión y su frustración crece.
—¡Qué te olvides me hace sentir...! Me hace sentir, como, como ..... ¡UGH!
Una de las manos del ojiazul vuela hasta su boca, cerniéndose sobre su boca mientras deja escapar pequeñas carcajadas. Trata de parar, realmente lo hace. Sabe que Harry podría malinterpretarlo—juzgando por su expresión de cachorrito pateado, ya lo ha hecho— pero, realmente, ese sonido ha sido jodidamente adorable.
—¿Te hace sentir como UGH? — repite Louis, observando al chico frente a él con renovado interés.
Los ojos del mayor resplandecen con un sentimiento confuso para Harry, que se mueve con cautela.
—No... no creo que eso sea gracioso, Louis.
La expresión del ojiazul se tambalea. —¡Oh, no! ¡No me estoy burlando de ti! Es que ese sonido... fue muy adorable.
Harry ladea la cabeza, confundido y Louis no resiste al impulso que le surca las venas, estirando los brazos y tirando de los hombros anchos y musculosos contra su propio cuerpo, en un abrazo.
El mayor le sostiene entre sus brazos, aún riendo y murmurando pequeños ''no me rio de ti, lo juro'', pero Harry sólo tiene una duda:
—¿Qué es adorable? — musita el menor, con la cara todavía presionada contra el suave pecho del joven profesor.
Louis le suelta inmediatamente después. —Es un adjetivo. Se usa cuando algo causa afecto, cariño o simpatía.
Harry lo ve con ojos grandes. —Oh.
—¿Te... causo afecto?
Louis baja la nariz, encontrando miradas con Harry que comienza a acurrucarse entre sus brazos y su pecho como un bebé acunado. Los dos se ven por un breve momento.
El dedo frío del profesor se alza y da un par de golpecitos sobre la nariz tibia del boxeador, y este siente mariposas desatar un refuego dentro de su estómago. —Si, lo haces. A veces.
Harry siente a los pequeños bichos petrificarse a medio aleteo. —¿A veces?
Louis suelta otra risa. —Si, cuando no te enojas o golpeas a la gente.
Ve como la luz se extingue de los ojos de Harry y se siente un poco mal, pero es necesario hablar de esto ahora que el menor se encuentra relajado.
Además, si lo tiene cautivo en sus brazos no puede huir a ningún sitio.
—Entonces, déjame ver si entiendo— Louis alza su mirada al techo de madera oscura, forzando a Harry a ponerle atención. —Te dan celos cuando no te pongo atención por pasarla con Niall. Entonces, lo has estado embotellando, y tu pequeña linda cabecita se ha atascado en ello, haciéndote frustrarte. ¿Hasta ahora voy bien? — la cara del ojiazul se gira, encarando repentinamente al menor que se sobresalta, descubierto mientras le veía con detenimiento.
—Si, vas bien— habla Harry. Louis le sonríe y continua.
—Ok. Te frustraste y... Liam estaba gritando, y lo golpeaste.
El de rizos se remueve incómodo. —No quería golpearlo.
—Escucha Harry, sé que tu ira y episodios provienen de tu frustración. Pero no puedes desquitarte con los demás, ¿sí? Deberás hablar con Liam, y el entrenador, y resolverlo. Y sobre Niall... bueno, creo que deberías darle una oportunidad. Es una linda persona, te lo aseguro.
El menor asiente ante cada palabra que el mayor dice, y este puede ver como los ojos verdes se hunden más y más con culpa.
—Perdón. Es que es frustrante... no saber.
Louis afianza sus manos contra su espalda, evitando que se aleje mucho. —Te frustra no saber cómo expresarte.
Harry asiente. —Lo odio.
El mayor lo ve con renovado interés. —¿Quién te enseñó esa palabra?
—Mi padre la dice siempre— ríe Harry. —Sé decir bendiciones.
Louis rompe a reír. —Maldiciones, Harry.
El menor se cubre la cara con las manos.
—Cada día mejoras más.
—Cállate.
—En poco tiempo extrañarás que te corrija, ya lo verás.
Harry ríe suavemente, sin abrir los ojos. Louis puede sentir como se vuelve más pesado conforme pasan los segundos. Poco a poco, el sueño lo reclama de nuevo. Sale del pequeño mundo que han construido conforme han hablado, volviendo los ojos a la ventana, y nota el furioso viento que sopla fuera.
Definitivamente mañana no van a dejar la casa.
La nieve cae y cae sin tregua, y Louis se siente mal por la gente y animales que vagan allí afuera, sin un techo que les resguarde.
Una brisa particularmente violenta sacude el mundo exterior, tambaleando el vidrio sobre las ventanas y dejando que dedos congelados soplen dentro del apartamento. Louis tiembla con un escalofrío y se ve frenado por el peso extra sobre su abdomen y piernas.
Se vuelve a ver a Harry, y ríe para sí mismo.
Si alguien interrumpiera en el pequeño momento, encontraría cierto compromiso en su posición. Pero después de meses hablando, comiendo—durmiendo en el sitio del otro— era algo asi como una costumbre. Y a Louis le gustaba, sinceramente. Más allá de cualquier tipo de atracción.
Siempre había disfrutado del contacto humano. Sostener una mano, masajear la piel extendida sobre los relieves de los huesos y las venas, abrazar a alguien. Sea con un amigo o con un amante, la seguridad del calor de un humano contra su propia piel, le brindaba cierta satisfacción. Sonaba raro, pero realmente no lo era.
Le recordaba que estaba vivo y ello traía consigo cierta serenidad.
Su atención vuelve y le da una buena mirada a Harry, que para esto está más que perdido en la tierra de los sueños. Respiraciones suaves se escapan de su boca.
Louis deja que sus dedos toquen la frente pálida de este, apartando las hebras chocolatosas de sus párpados.
—Buenas noches, monstruito.
A la mañana siguiente, la nieve sigue cayendo, y el cielo es oscuro a pesar de ser las nueve de la mañana.
—A ver, repite lo que dijiste.
El entrenador se vuelve a ver a Liam, sentado a unas sillas de distancia.
El grupo de hombres se reúne entorno al comedor de Louis, con un humeante desayuno descansando frente a ellos. Todos degustan la variedad de frutas, panqueques y jugo mientras charlan.
—No estoy molesto por lo que pasó— explica Liam, detrás de un bocado de melón.
Los presentes le ven como si se le hubiera zafado un tornillo.
—En serio. Si cabe mencionarlo, estoy orgulloso de tu derechazo, Harry.
—Creo que ese es el equivalente al ''Eres tan guapo que podrías pegarme y te daría las gracias'' — comenta Zayn, causando que todos rían.
—Entonces, ¿qué hacemos aquí? — dijo el entrenador. Harry le dedicó una mirada, de repente olvidándose del delicioso tocino enfrente de su nariz.
—Es lo que yo me pregunto— dice Louis, después de un largo sorbo de café. —Podría estar dormido, o preparando el examen.
—¿Qué examen? — dice Liam.
Harry se tensa en su lugar. Lo había olvidado por completo. Louis le aplicaría un examen en estos días.
Si lo aprobaba, podía partir a su primera competencia profesional. De no hacerlo, tendría que esperar hasta el próximo año.
—El de Mr. Puñetazos aquí presente— dijo el profesor. Los demás comenzaron a reír, pero Harry no. En su lugar, le dio una mirada que decía ''Jódete.'' Esto sólo hizo al ojiazul reír con más ganas.
La cháchara continuó hasta que la tormenta se calmó lo suficiente como para permitir a los tres hombres salir de allí sin ser atrapados en un frenesí congelado.
De ahí en más, la mañana se resumió en Harry encargándose de la cocina y los platos sucios mientras Louis le daba los toques finales a la prueba del menor.
Realmente no hubo mucho más que decir después de aclarar todo el drama ocurrido en el gimnasio. Liam había admitido haber gritado a Harry y el ojiverde había comentado (con ayuda de Louis) sobre su estrés y cómo este le había estado afectando por muchos días. Todo concluyó en el entrenador reprendiendo a ambos y haciéndolos jurar que aquello no volvería a ocurrir.
Antes de irse de casa de Louis, Harry tomó asiento en la mesa del comedor y realizó su examen.
A la mañana siguiente, el viento seguía soplando, pero la nieve había dejado de caer.
Niall había sustituido a Zayn esa mañana en la tarea de recoger a Louis. El personal del gimnasio estaba demasiado ocupado siendo anfitrión de una competencia de boxeo amateur. Incluso Harry estaba participando.
El par de amigos no se molestó en llegar muy temprano, y en cambio, acudieron a un desayunador cercano al gimnasio para ponerse al día.
—Entonces, ¿cómo te fue con Harry? Sólo supe que te lo llevaste a tu lugar y que pasó la noche allí.
Louis sonríe, sin alzar la vista del huevo estrellado que se encuentra cortando. Su respuesta son unos golpecitos de su dedo índice contra su nariz de botón. Niall rompe a reír.
—Ah, asi que no piensas decirme— su voz tiene un dejo alegre como los disimulados rayos de sol espiando entre las espesas nubes sobre el cielo. —Si que estás disfrutando todo esto de convivir con tu amor platónico, ¿no es asi?
Louis alza los ojos y los rueda. —Si, claro.
—Vamos, Louis. Sabes que no puedes mentirme.
—Sinceramente, al principio fue una pesadilla. Pero ahora... es en cierta forma, agradable. Poco a poco lo voy guiando hacía la luz de la decencia.
Niall vuelve a reír. —Supongo que el conocimiento si es poder.
Los dos ríen.
—Supongo que si eres un maestro frente a un grupo no eres capaz de notarlo, pero, siendo sólo Harry y yo, puedo ver como poco a poco su hambre de aprender va creciendo. Es muy bonito, y emocionante. Él no puede esperar a que le enseñe algo nuevo y yo siempre estoy emocionado por aprender algo nuevo que mostrarle.
Niall observa largo y tendido a Louis mientras este continua comiendo.
Es cierto, su mejor amigo ha cambiado. Pero para bien. A pesar de poseer un gran amor hacía su profesión, sabía que nunca, en todo el tiempo que le había conocido, poseía ese brillo que se le colaba en los ojos a la mera mención del deportista.
Le causaba muchísima gracia ver como el chico estallaba en celos cada vez que se le acercaba a Louis. Admitía haberlo hecho por entretenimiento propio, apenas lo había notado.
Harry era posesivo con el mayor, y Louis, a pesar de estar determinado en deshacerse de ese lado salvaje y grosero del ojiverde, le cumplía el gusto de ves en cuando. Inconscientemente al parecer, pero lo hacía.
Niall se preguntaba cuanto tiempo les llevaría descubrir que ambos estaban interesados en el otro. Sería todo un logro.
—¿En qué piensas, Ni?
El rubio se sacude de su estupor. —En tu amigo, Zayn. Es precioso.
—No sé si lance para nuestro equipo, pero es soltero. Así que... tu sabrás.
El irlandés negó. —No, es arriesgar demasiado. Las cosas están muy turbias ahora mismo. Podría terminar con un ojo morado.
Louis suspiró. —Un ojo morado es la menor de tus preocupaciones. Sabes que puede ser peor.
Un silencio solemne se instala entre los dos. De repente, el café es demasiado caliente, la comida demasiado blanda, el restaurante demasiado quieto. El recuerdo de que, antes solían ser tres en aquel pequeño grupo de amigos, es suficiente para atraer aquella aura sombría.
Mil novecientos setenta era una época tan progresista como retrograda. El amor no era precisamente libre, y eso era un hecho. Un doloroso, opresivo y discriminatorio hecho.
—No hay que hablar de esas cosas tan temprano en la mañana. Mejor dime, ¿qué tal le fue a Harry en el examen?
Louis ve agradecido al rubio teñido por el cambio de tema. Se vuelve rápidamente hacia su mochila y extrae una hoja medio arrugada, después se la tiende con expresión apesadumbrada.
Niall observa aquello con cuidado mientras el británico termina lo que queda de su desayuno.
—Esta toda arrugada porque él continuaba alzándola y bajándola por los nervios. Sus manos estaban sudadas y el papel comenzó a absorberlo— comenta Louis, viendo cómo la cara de su amigo se contrae a medida que avanza por las preguntas.
Niall alza la vista, incrédulo. Su voz es como un trueno que resuena ante los alrededores, haciéndose escuchar fuerte y claro.
—¿Pasó?
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Fun fact: esta historia nació gracias a mi clase de Historia en la preparatoria. Pancho Villa, un personaje importante en la revolución mexicana, no sabía leer ni escribir, por lo que, en la marcha, robaba profesores y los llevaba consigo y su tropa durante la guerra. Nadie tocaba al profesor, era tan resguardado como el mejor de los tesoros (hasta que el enemigo conseguía matarlos eso es, por eso hubo más de uno).
Acá concluye la primera parte de la fic. Trataré de no tardarme mucho con la 2da parte 😊 . Quiero armar la playlist y hacer correcciones antes de publicarla. Los quiero, esta fic es la más difícil de escribir debido a que quiero aumentar la calidad en mi escritura y a veces siento que no lo consigo.
Nos vemos pronto, y feliz víspera de 8vo aniversario de 1D x
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