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T E    Q U I E R O
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         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    El corazón de Koemi se llenó de sorpresa y emoción al enterarse de que Suho la había elegido a ella cuando Jukyung le pidió que escogiera entre ambas. La revelación la dejó sin palabras, y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar.

         Noches atrás se había mentalizado que de ahora en adelante seguiría sola junto a Misuk y a la señora Haneul. Le había dolido en parte tener que hacerse la idea de caminar en aquel horrible pasillo de oscuridad que era su vida.

          —¿Realmente me elegiste a mí?—preguntó Koemi, con una mezcla de alegría y asombro en su voz.

         Suho asintió con ternura, sosteniendo sus manos con suavidad.

          —Sí, Koemi. No puedo negar que nuestra amistad ha sido fundamental para mí, pero cuando Jukyung me pidió que eligiera, no fue una elección difícil. Si realmente hubiera querido que estuviera con ella, no habría puesto de ninguna manera en esa posición.

         Koemi se sintió abrumada por la sinceridad de las palabras de Suho y por el cariño que sentía por él. Su corazón latía con fuerza, y su mente se llenó de pensamientos y emociones encontradas.

         Siempre había sido la segunda opción. No estaba acostumbrada a aquello a pesar de que Suho y Seojun se lo repetían constantemente para que cambiara de parecer en cuanto se refería a ella. Una emoción casi desconocida brotaba de su pecho, un cariño tan grande que no pudo evitar expresárselo a su amigo.

          —No puedo creer que te hayas decidido por mí—susurró Koemi, sintiendo un nudo en la garganta—. Pensé que quizás habrías elegido a Jukyung, ya que están en una relación.

         Suho le acarició suavemente el rostro, secando las lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas.

         —Koemi, lo que siento por ti es diferente. Nuestra amistad es valiosa y única, pero lo que hay entre nosotros va más allá de eso. Siempre has sido especial para mí. Te quiero como una hermana.

         Koemi sonrió a través de sus lágrimas, sintiéndose amada y apreciada por Suho de aquella manera tan única. Se dio cuenta de que el cariño que compartían era genuino y profundo, y que había sido así desde el principio.

         Había estado sola por mucho tiempo, siendo sus únicas compañeras la ansiedad y la soledad. Sin familia y sin amigos a los cuales recurrir cuando su corazón era herido. Allí donde podría empezar la vida de cualquiera, es donde exactamente acababa la suya.

          —Yo también te quiero, Suho—admitió Koemi con voz suave. Porque ya no podía imaginar una vida donde el pelinegro no estuviera a su lado apoyándola.

         Los dos se abrazaron con fuerza, expresando su cariño y gratitud el uno al otro, porque no había más palabras del amor genuino que sentían entre ellos.

         ¿Un te quiero haría cambiar toda la historia?    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    Era un sábado por la tarde cuando salió de la academia. Se ha ido directo a su departamento para probar la deliciosa comida que le hacia la señora Haneul. Había olvidado como era que alguien la esperara en casa con la comida ya hecha.

         —¡La adora mucho, Ajumma!—exclama tras comer el primer bocado del estofado—Diosa y Buda bendiga tan geniales manos.

          La señora de hebras casi platinadas ríe avergonzada por los comentarios de la pelinegra que no deja de adular la comida.

         —¡Aigoo! ¡Esta niña!—carcajea Haneul—Mejor come antes de que Misuk despierte y quiera ver a su mamá.

          Un cálido sentir abraza su pecho cuando la señora Haneul le llama la mamá de Misuk. Es un titulo que no deja de emocionarla cuando lo escucha. Ese calorcito que la envuelve y se instala en su corazón es el motivo del cual hace que se levante todas las mañanas para cumplir sus obligaciones.

         El sonido del timbre se escucha en todo el departamento. Koemi no tiene la necesidad de pararse del comedor, ya que es la señora Haneul quien se acerca a la puerta para abrirla.

         —Es el joven Suho—avisa la mujer.

         —Esa copia barata parece que no tuviera hogar—reniega la chica, y aunque parece malhumorada, Haneul sabe que disfruta que aquel pelinegro la visite.

         Suho entra y saluda a Haneul con una pequeña reverencia antes de dar zancadas bien largas para llegar a Koemi.

          —Tengo chisme—y solo basta esta frase para que la pelinegra pida a su nana que sirviera un plato a Suho de comida, todo porque el chisme sabia mejor cuando se tenía algo que comer.

         Cuando Suho le contó a Koemi sobre la confesión de Soojin y cómo la había rechazado tratando de ser cuidadoso, sintió pena por su amiga. No conocía de años a Soojin, pero parecía ser muy buena y vivía un infierno en su casa. No era raro que simpatizara con ella.

         —Me alegra que hayas sido honesto con ella y que le hayas dejado en claro tus sentimientos—dijo Koemi, tratando de sonar tranquila para tapar la angustia que se hallaba en su pecho con respecto a Soojin.

         —Sinceramente, me preocupa un poco—dijo Suho con sinceridad mientras dejaba el plato vacío, donde antes se hallaba el delicioso estofado, a un lado.

         —¿Por qué?

         —No se veía muy bien—soltó junto a una mueca—. ¿Crees que los problemas en su casa hayan aumentado?

         Koemi suelta un suspiro. ¿Por qué era tan jodida la convivencia con los padres? ¿Es acaso que tenían algún programa instalado en el cerebro que decía "Generador de Traumas"?

         —Hablaré con ella para ver que está sucediendo—le dice la pelinegra—. No te preocupes.

         Es el turno de Suho de suspirar.

         —¿Es acaso que mi padre no es tan imbécil como los suyos?—cuestiona el chico con el entrecejo fruncido.

         —¡Joven Suho!—regaña Haneul desde la sala cuando oye como se expresa de sus padres, causando una carcajada en Koemi cuando ve el rostro sonrojado de su amigo.

         —Aigoo—rio nuevamente Koemi—. Nuestra Ajumma es una chismocita—se burló.

         —¡Yah! Soy mayor que ustedes, respétenme.

         Los tres volvieron a soltar carcajadas.

         —Koemi no sabe respetar, Ajumma. Acaso no ve como me insulta y me maltrata—se quejó Suho, aunque la sonrisa en su rostro jamás lo abandonó.

          —Ash—la pelinegra lo miró mal—. Vete de mi casa, ya no te quiero aquí.

         Eran esos pequeños momentos con aquellas personas que la hacían sentir especial donde dejaba de sentir aquel angustiante temor por el futuro y las responsabilidades que todo aquello conllevaba.

         Quería recoger cada uno de esos momentitos y guardarlos en una pequeña caja fuerte donde pudiera atesorar ese algo que se hacía sentir tan suyo. Porque ella no estaba siendo fuerte por ella, sino por las personas que la rodeaban.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    Koemi tuvo que dejar a Misuk en el suelo, rodeaba de gigantescas almohadas para que no llorara en caso su cabeza le pesara y se diera tremendo golpe en la frente, todo esto porque escuchó el timbre de su apartamento.

          Se le hizo extraño, porque pensó que era Haneul tras ir de compras al supermercado, pero rápidamente esa idea salió de su cabeza al recordar que Haneul ya sabía la contraseña para entrar al departamento. Fue cuando vio la imagen del interruptor cuando se dio cuenta que Soojin se encontraba afuera.

         Koemi recibió a Soojin en su casa con los brazos abiertos, notando de inmediato el dolor y la angustia en el rostro de su amiga. Sin hacer preguntas, la abrazó con cariño y la llevó a sentarse en el sofá.

         —Soojin—dijo Koemi, con voz suave y comprensiva—, cuéntame lo que está sucediendo. Estoy aquí para escucharte y apoyarte.

        Soojin se secó las lágrimas y comenzó a relatar la difícil situación en su hogar. Habló sobre el maltrato emocional que recibía de su padre, quien constantemente la presionaba para que estudiara medicina, a pesar de que ella no tenía interés en esa carrera.

         —Tengo miedo, Koemi. Mi padre no me escucha y siempre me critica. Dice que no soy buena en nada y que no lograré nada en la vida si no estudio medicina—dijo Soojin con voz temblorosa.

        Koemi tomó las manos de Soojin con ternura, tratando de transmitirle su apoyo.

         —Soojin, tú eres talentosa y capaz en muchas cosas. No dejes que las palabras de tu estúpido padre te hagan dudar de ti misma. Tienes que seguir tu corazón y perseguir tus sueños, no los de alguien más.

         Y era irónico. Porque ella estaba obligada a seguir los deseos de alguien más que lo suyos propios. Pero venía y soltaba ese tipo de consejo que la hacia querer darse una cachetada ella misma.

         Soojin asintió, sintiéndose reconfortada por las palabras de su amiga.

         —Pero es difícil, Koemi. No quiero defraudar a mi padre, pero tampoco quiero sacrificar mi felicidad.

         Koemi la abrazó nuevamente, dejándole claro que siempre estaría allí para apoyarla. Porque por mucho tiempo se sintió así.

         —Aigoo, Soojin, tu felicidad y bienestar son lo más importante. No puedes vivir tu vida para complacer a los demás. ¡Qué se jodan! Encuentra lo que te apasiona y persíguelo con determinación.

         Y todo iba bien, porque Kang asintió con las palabras de su amiga mientras reía por las palabrotas. Pero se sorprendió cuando oyó algunos balbuceos de bebé.

         —Koemi—dijo, pidiendo una explicación cuando sus ojos se toparon con una mini humana en el suelo, detrás del sillón. No cabe decir que su expresión era todo un poema.

         —Ella... es mi bebé—Kim se rascó la nuca con nerviosismo. Soojin era la primera persona a la que conocía que le presentaba a Misuk como su hija. Inspiró profundo para controlar sus nervios al no saber cómo iba a reaccionar su amiga.

         —¡Omo!—Soojin se sorprendió al escuchar que Misuk era la hija de Koemi. Miró a la pequeña bebé con asombro, admirando su dulce rostro y los pequeños dedos que se aferraban a la mano de su madre.

         —¿Ella es tu hija?—preguntó Soojin con voz suave, todavía tratando de asimilar la noticia.

         Koemi asintió con una sonrisa nerviosa, aunque dentro suyo haya un destello de orgullo.

         —Sí, ella es mi hija. Su nombre es Misuk y es lo mejor que me ha pasado en la vida.

         Soojin notó la calidez y el amor en los ojos de Koemi mientras miraba a su hija, y algo dentro de ella se conmovió. La imagen de su amiga sosteniendo a su pequeña hija en brazos era tierna y conmovedora.

         —¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nació?—preguntó Soojin, curiosa por conocer más sobre la vida de su amiga, porque pareciera que poco sabía de ella.

         —Misuk nació hace unos meses, según los doctores. Fue una bendición inesperada, pero no puedo imaginar mi vida sin ella ahora—respondió Koemi con cariño—. La encontré abandonada bajo una noche fría. Aún me sigue dando colera recordar como la dejaron desamparada en un callejón de mala muerte.

         Soojin miró apenada, tanto a la bebé como a Koemi que la cargaba en brazos. Supuso que había personas que no estaban en la capacidad de ser buenos padres y solo condenaban a personas inocentes a un infierno llamado hogar.

         Kang quiso borrar aquella expresión, así que sonrió, viendo la felicidad en los ojos de su amiga.

         —Debe ser increíble ser madre. Me alegro mucho por ti, Koemi.

         Koemi asintió, agradecida por el apoyo de Soojin. —Es una experiencia maravillosa, pero también viene con sus desafíos. Sin embargo, el amor que siento por Misuk hace que todo valga la pena.

         —¿Y como así lograste adoptarla?—preguntó mientras acariciaba la mejilla de la bebé, la cual reía ante el contacto—. Espera... no me digas que la tienes acá ilegalmente.

          Koemi soltó una risa nerviosa a la vez que pasaba a Misuk a los brazos de Soojin para que la cargara por primera vez. Cómo le decía a su amiga que hubo un tiempo donde tenía a la bebé en su posesión ilegalmente.

         —Está todo legalizado, Soojin. Mi padre me ayudó—sonrió forzadamente.

         —¿Tu padre? —Soojin levantó una ceja para mirar a Koemi.

         —Si... Increíble, ¿verdad?

         Quién creería que la presencia de la pequeña Misuk en la vida de Koemi iba hacer que su amistad con Soojin se fortaleciera aún más. Tal vez en un futuro, Soojin se sentiría atraída por el vínculo especial entre madre e hija y disfrutaría de cada momento que pasaría con ellas.

         Con el tiempo, Soojin también encontraría consuelo y apoyo en Koemi cuando decidiera enfrentar sus propios desafíos familiares. Koemi, a su vez, siempre estaría ahí para escuchar y apoyar a su amiga en cada paso del camino, porque sabía lo dificultoso que era salir de las garras de tu padre.

         Y queridos amigos, la amistad entre Soojin y Koemi continuará floreciendo, demostrando que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo y enriquecer la vida de ambos. Juntas, compartieran risas, lágrimas y sueños, creando recuerdos invaluables que atesorarían por siempre. Y a medida que Misuk crecería, lo haría rodeada del amor y la amistad de dos mujeres que siempre estarían allí para protegerla y guiarla en su camino por la vida. Y quien sabe, tal vez también junto a un chico que le estaría corrigiendo cuando soltara groserías.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Ya falta poco para el final :(

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Este capítulo está dedicado a Andy_779

Gracias por comentar y votar en mi historia, hermosa 💖

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