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C O N T R A T O
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         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    —Tendrás a Misuk con solo una firmar.

         ¿Cómo había llegado ahí?

         ¿Por qué estaba aceptando ser su títere?

         Pues déjame contarte como todo terminó ahí, sentada, lista para hacer un pacto con el diablo. Fue en el departamento de Koemi, donde el ambiente tenso y cargado llenaba el aire mientras su padre, Kim Jicheol, la esperaba con una expresión fría y calculadora en el rostro.

          Había estado todo el día en el hospital y Koemi no tuvo de otra que ingresar a la habitación al notar de inmediato la presencia intimidante de su padre.

         —Koemi, siéntate—dijo Jicheol en tono autoritario, señalando una silla frente a él—. Tenemos asuntos importantes que discutir.

         Fue ese tono que empleó que Koemi tuvo que sentarse con el corazón lleno de temor y confusión.

         —¡Misuk!

         Sus ojos se posaron en la pequeña bebé que estaba jugando en el corral cercano. Su corazón dio un brinco y se llenó de amor y preocupación por la niña, temiendo lo que su padre podría estar planeando como para traer de vuelta a su bebé.

         —¿Qué quiere, padre?—preguntó Koemi con voz temblorosa.

         Jicheol sonrió fríamente mientras desplegaba un contrato frente a ella.

         —Quiero que seas feliz, hija mía. Te daré a la bebé a cambio de una simple condición.

         Koemi entrecerró sus ojos.

         —¿Qué condición?

         —Tu libertad a cambio de la bebé.

         —¿Qué?

         —Quiero que firmes este contrato. En él, aceptarás hacer todo lo que yo te pida para que puedas tener a Misuk contigo. Será tuya por legalidad. Y me condición es mi forma de asegurarme de que cumplirás con el trato.

         Su libertad...

         Por Misuk...

         —Mi... Mi—llamó la pequeña bebé con los brazos extendidos hacia ella desde el corral.

         Koemi, llena de miedo y angustia, miró a su padre con lágrimas en los ojos mientras éste le presentaba un contrato. El corazón de Koemi se rompía al tener que tomar una decisión tan dolorosa.

         Quería a su bebé de vuelta. Era lo que noches enteras había deseado a la luna. Y ahí estaba. Casi al lado suyo, estirando sus manitas hacia ella para que la cargara. Pero tenía que dejar algo atrás para obtenerla, y eso le rompía.

         —Tendrás lo que tanto me rogabas hace una semana—dijo Jicheol con una mirada fría y despiadada—. Tendrás la familia que siempre has añorado. Serás feliz.

         Si tan solo estuviera Suho ahí. Si tan solo estuviera aquel pelinegro para que la detuviera en la estupidez que iba a cometer.

         La hoja de papel fue puesta frente a ella junto a un fino bolígrafo.

         —Solo tienes que firmar, hija. Y yo me encargaré de hacerte feliz.

         Las lágrimas de Koemi se intensificaron mientras agarraba el bolígrafo para firmar el contrato, sintiendo que su mundo se desmoronaba a su alrededor.

         Por Misuk...

         Después de firmar, Koemi bajó la mirada, luchando contra el dolor en su pecho.

         El mayor agarró el contrato para guardarlo en un folio. Ni siquiera hizo amago de despedirse de su hija. Solo se paró en la salida del departamento y pronunció: —Tu primer deber es alejarte de Han Seojun. No quiero que estés con él.

         La mirada de Koemi fue directo a los ojos fríos de su padre.

         —¿Qu- No. Papá, no-

         —No querrás que Misuk termine en un orfanato de mala muerte, ¿verdad?

         Con el corazón roto, supo que no tenía muchas opciones y que debía proteger a Misuk, pero sacrificar su relación con Seojun era una herida profunda en su corazón. No importaba que hace poco su relación acababa de empezar. Le dolía. Y mucho

         —Lo haré. Me alejaré de Seojun—soltó con voz entrecortada antes que su padre abandonara el departamento.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    Se le hacía extraño.

         No había ninguna llamada en su celular. No había venido a visitarlo a pesar de que en las noticias había salido que su padre se había retirado de la industria del entretenimiento.

         —¿Has hablado con Koemi?—le cuestiona a Seojun. El motociclista niega con la cabeza desde su cama.

         —Ni siquiera me contesta los mensajes.

         Suho sabe que algo anda mal. Lo sabe. Algo dentro suyo lo sabe.

         Se encontraba inquieto y ansioso en su habitación de hospital. Tenía una fuerte corazonada de que algo malo estaba sucediendo con Koemi, pero no podía hacer nada para comprobarlo. Sus heridas aún no habían sanado por completo, y los médicos le habían recomendado permanecer en reposo hasta que su pierna y sus otras lesiones estuvieran adecuadamente curadas.

         Esto me va a volver loco.

         A pesar de la advertencia médica, Suho no podía quedarse quieto. Cada segundo que pasaba, su preocupación por Koemi aumentaba, y sentía que el tiempo corría en su contra. Sabía que no podía dejarla sola en su momento de necesidad.

         Necesito salir de aquí.

         Sin embargo, cada vez que intentaba levantarse de la cama, las fuertes punzadas de dolor en su pierna y su cuerpo lo detenían. Se sentía atrapado y frustrado, incapaz de actuar y estar allí para la persona que más le importaba.

         Durante la noche, Suho observaba con impotencia la luna desde la ventana de su habitación. Quería correr a buscar a Koemi, asegurarse de que estuviera bien y protegerla, pero se encontraba atrapado en el hospital, separado de ella por las circunstancias.

         Finalmente, se rindió y se recostó en la cama, suspirando con resignación. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió suavemente, y allí estaba Han Seojun.

         —¿Qué estás haciendo despierto a esta hora?—preguntó Seojun con una sonrisa leve, acercándose a la cama de Suho.

         —No puedo quedarme aquí sin hacer nada—respondió Suho, sin poder ocultar su voz llena de preocupación—. Algo está mal, Seojun. Puedo sentirlo. Koemi necesita ayuda y no puedo estar aquí para ella.

         —Suho, entiendo que te preocupes por Koemi—suspiró—, pero creo que estás exagerando un poco—dijo Seojun, tratando de calmar la ansiedad de su amigo. No quería que le diera otro ataque de pánico como le había ocurrido hace unos días.

         Suho suspiró, mirando al techo.

         —Lo sé, quizás me estoy preocupando demasiado, pero no puedo evitarlo. Siento que algo anda mal, y me siento impotente sin poder estar allí para protegerla.

         Seojun asintió, pero en su interior también sentía la misma preocupación por Koemi. Sin embargo, decidió ocultar sus propias inquietudes para no agregar más preocupación a Suho. Sabía de la extraña relación que tenían ambos amigos, y no quería meter más sizaña al asunto.

         Sin embargo, la preocupación de Suho por Koemi nunca desapareció por completo. Se quedó casi toda la noche en vela, imaginando todos los escenarios posibles donde la protagonista era Koemi.

         Lo mismo pasaba con Seojun, pero en una menor intensidad. Se le hacia raro que no le contestara lo mensajes y que no le atendiera las llamadas. ¿Habrá ido a una nueva academia por órdenes de su padre? ¿Por eso no podía comunicarse? ¿Se le habrá perdido el celular?

         Ambos chicos no supieron en qué momento se acurrucaron en los brazos de Morfeo, solo se despertaron a la mañana siguiente por una de las enfermeras que traía su desayuno.

          Finalmente, casi después de que ambos dejaran sus charolas vacías, Seojun se encontró con Koemi parada en la puerta de la habitación, intentando actuar con normalidad. Sin embargo, pudo notar que algo no estaba bien con ella. Koemi parecía estar luchando contra algo, escondiendo sus verdaderos sentimientos detrás de una sonrisa forzada.

         —Koemi, ¿estás bien?—preguntó Suho, su preocupación escapando por un momento, antes de que si quiera Seojun abriera la boca para hacer la misma pregunta.

         Koemi asintió rápidamente, pero sus ojos reflejaban dolor y tristeza que a simple vista se observaba.

         —Sí, estoy bien. Solo estoy un poco cansada—mintió.

         Suho no le creyó y Seojun intentó creerlo.

         —Necesito hablar contigo, Seojun—el azabache la miró intrigado al mismo tiempo que se paraba de la cama para ir hacia ella.

         —En un rato volvemos—le dijo a Suho antes de que ambos salieran de la habitación.

         Caminaron unos minutos hasta llegar a la parte del jardín del hospital. Koemi empezó a mover los labios mientras Seojun escuchaba todo atentamente a la vez que con cada segundo que pasaba, el corazón del motociclista se rompía más.

         La noticia de que Koemi quería terminar su relación con Seojun cayó como un duro golpe para él. Se sintió confundido y devastado, sin entender qué había causado el cambio en los sentimientos de Koemi.

         —¿Por qué? ¿Qué ha cambiado?—preguntó el azabache, tratando de contener la emoción que amenazaba con salir a flote.

          Koemi evitó su mirada, sintiéndose culpable y afligida por la decisión que había tomado.

         —Es complicado, Seojun. No puedo explicarlo ahora mismo, pero necesitamos terminar.

         Seojun se levantó de su asiento, incapaz de mantenerse tranquilo.

         —¿Acaso hice algo mal? ¿Te he lastimado de alguna manera?

         —No, no es por ti—respondió Koemi con tristeza—. Es solo que... las cosas han cambiado y necesito estar sola por un tiempo.

         Seojun apretó los puños, sintiéndose herido y frustrado por la falta de explicación.

         —¿Cuánto tiempo? ¿Vas a volver?

         Koemi dudó por un momento antes de responder. Le dolía. ¿Ella iba a volver? Hace un día que había firmado el contrato con el mismísimo diablo. ¿Ella iba a volver?

         —No lo sé, Seojun. No puedo prometer nada en este momento.

         El corazón de Seojun se desgarró mientras veía a Koemi partir, sin poder hacer nada para evitarlo. Aunque no entendía completamente la razón detrás de la ruptura, sabía que tenía que respetar la decisión de Koemi, aunque le doliera profundamente.

         —Koemi...—soltó Suho cuando la vio entrar a la chica sola en la habitación—. ¿Qué sucede?

         La pelinegra negó mientras intentaba mantenerse a raya y evitar que las lágrimas de sus ojos descendieran.

         —Yo...—respiró profundo para modular su voz y no saliera entrecortada—, creo que acabo de cometer la mayor estupidez de mi vida.

         —¿Qué pasó?

         —Acabo de terminar con Seojun—la primera lágrima cayó—. No voy a poder a venir a visitarte, pero...—un sollozó se escapó de su boca sin que pudiera evitarlo—. Por favor, levanta el ánimo de Seojun si lo ves mal.

         La chica se dirigió nuevamente a la salida para irse.

         —Es tu padre, ¿verdad?—comentó Suho antes de que ella pudiera salir, haciendo que parara en seco y confirmara las sospechas que tenía.

         Su padre tenía que ver con todo. Con su sufrimiento, con sus traumas. Con todo. ¿Lo peor? Le había dado el control de su vida en una bandeja de oro.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    En los días que siguieron, Seojun se sintió perdido y abrumado por la tristeza de la separación. Trató de darle espacio a Koemi, esperando que quizás con el tiempo las cosas pudieran mejorar.

         Pero no fue así.

         A pesar de sus esfuerzos, Seojun no pudo evitar sentirse en una constante montaña rusa emocional. Se preguntaba qué había hecho mal, qué había cambiado en Koemi y si había alguna forma de arreglar las cosas.

         En su interior, Seojun sabía que algo no estaba bien. A pesar de que Koemi le había dicho que no era por él, no podía evitar sentir que había algo más detrás de la decisión de terminar la relación.

         Koemi se fue de la escuela. La habladuría de la escuela decía que se había cambiado de escuela a una que se encontraba en la capital, mencionando también la presencia del padre de Koemi y una situación complicada en su familia. Aunque no tenía información concreta, Seojun comenzó a sospechar que había algo más detrás de la decisión de Koemi.

         Decidió darle espacio a Koemi y esperar a que ella estuviera lista para hablar. Mientras tanto, se esforzó por enfocarse en su propio bienestar y mantenerse fuerte.

         A pesar del dolor y la incertidumbre, Seojun estaba decidido a respetar la decisión de Koemi y estar allí para ella si alguna vez necesitaba su apoyo. No importaba cuán difícil fuera, él estaba dispuesto a esperar y ser paciente, confiando en que, con el tiempo, las cosas se aclararían y podrían encontrar una forma de sanar sus corazones heridos.

         Pero que grave error.

         Si tan solo hubiera luchado. Si tan solo hubiera observado como Suho lo miraba, se hubiera dado cuenta que el pelinegro tenía intenciones de compartir un secreto que carcomía su alma. Uno donde la protagonista era Koemi.

          —Él me hacía sentir como si yo fuera suficiente, Suho.

         ¿El tiempo será suficiente para que ambos protagonistas se den cuenta que merecen luchar por su amor?

         Esperemos que sí. Porque si no el hilo rojo cambiaria de destinatario por completo.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚

Ay dios. Como friega el papá. Cadena de emojis para que el viejo infeliz le caiga un piano en la cabeza

Me da tanta pena Koemi y Seojun. Ay dios >.<

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Este capítulo está dedicado a madiso545

Gracias por comentar y votar en mi historia, hermosa 💖

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