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U N B E S O Y S U S
D I F I C U L T A D E S
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↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡ Sus lentes de sol se encontraban en el suelo, en el pasto bien recortado. Las manos de Seojun sujetaban sus mejillas con tanta delicadeza que de alguna manera la embriagada.
Sus rostros estaba tan cerca que no le hacía bien a su corazón, que por momentos pensaba que aquel órgano saldría disparado por tantas palpitaciones.
Estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban y se volvían uno. Ambos agradecían estar a solas en aquella parte del campo. Si algo iba a pasar, nadie más lo sabría.
Pero... ¿Cómo es que llegaron a esto?
Horas atrás Seojun no pudo arreglar el malentendido hasta que el autobús se estacionara en el campamento. Con un poco de esfuerzo pudo llevar a Koemi a un lugar un tanto alejado de los demás. Le había explicado que su intención jamás fue vestir a juego con Jukyung, pero Koemi solo soltaba "no necesito explicaciones" una y otra vez.
Cuando los dos retomaron nuevamente el silencio, Seojun cayó en cuenta de los lentes de sol, así que no dudo en preguntar por qué los tenía. Como Koemi lo había hecho antes, volvió a mentir diciendo que era a causa del dolor de cabeza y del sol.
—Aquí no hay sol—soltó Seojun mientras miraba los gigantescos árboles que tapaban los rayos de luz, uno que otro pasaba con esfuerzo por las hojas de los árboles.
—No me los quitaré de igual modo.
El entrecejo del motociclista se arrugó al oír la respuesta de la pelinegra. Fue por eso que invadió el espacio personal de Koemi para arrebatarle las gafas de sol.
—Tus ojos...
Los ojos de Koemi ya no se encontraba tan hinchados como en la mañana, pero se podía distinguir que la pelinegra había estado llorando.
Fue así que Seojun se atrevió a posar sus manos en las mejillas de Koemi, cortando a un más la distancia entre ambos.
Preocupado, pasó sus dedos de manera delicada por el contorno de los ojos de Koemi, quien cerró a gusto por el tacto de Seojun.
La preocupación y el sentimiento de ser descubierta pasaron a segundo plano cuando cayeron en cuenta de la cercanía en la que estaban. Ambos ni siquiera se alejaron al notarla. Sólo los lentes de sol resbalaron por los dedos de Seojun y cayeron al suelo. Pero ninguno de los dos se movieron para recoger el objeto.
Los dos pudieron sentir como el calor se hacía más intenso en sus mejillas, como sus labios se secaban, ocasionando que tuvieran que lamerlos mientras se observaban entre ellos. Sabían que sus cuerpos pedían un beso, pero no sabían si el otro estaba dispuesto a recibirlo.
Se quedaron ahí, por segundos que parecieron eternos.
Seojun fue quien empezó a aproximar su rostro hacia ella. Sólo faltaban centímetros —tal vez 5 o 4— para encajar sus labios en un perfecto beso.
Pero siempre había algo que interrumpía estos momentos. En este caso fueron los amigos de Seojun, quienes gritaban el nombre de su amigo buscándolo.
Se notaba que todavía estaban lejos de ellos, pero su momento ya fue interrumpido. Así que se separaron de un solo salto. Y mientras Seojun miraba hacia otro lado con el rostro caliente, Koemi se agachaba para recoger sus lentes.
—Iré con ellos—soltó con nerviosismo, y Koemi solo le limitó a asentir porque no encontraba su voz entre tantas cosas que sentía.
¿Habría correspondido el beso de Seojun si llegaba a pasar? Koemi no lo sabe. O tal vez si, pero se obliga a no responder esa pregunta que ronda por su cabeza.
Se queda ahí, en medio del campo hasta que su rostro vuelva a su temperatura normal, para después salir y buscar al profesor para que le diga en que cabaña iba a quedarse.
—Koemi—Soojin pronuncia su nombre, y Koemi sonríe al ver que le ha tocado compartir cabaña con Soojin—, me alegra que nos haya tocado juntas.
—¿Con quién más lo compartimos?
—Sooah y Jukyung—Koemi arruga su pequeña nariz al escuchar el nombre de la de cabellos cortos—. Sooah te caerá mejor una vez que la conozcas bien—suelte de inmediato Soojin al ver la mueca.
—Si tú lo dices—habla no tan convencida—. Por cierto, ¿Dónde están ellas?
—El profesor dijo que nos quería afuera, al parecer vamos hacer actividades.
Koemi vuelve hacer una mueca, sus hombros ligeramente se caen y suelta los siguiente a modo de berrinche:
—Mierda, y yo que quería dormir.
Soojin sonríe ante la grosería y niega a la vez.
—Vamos, deja tus cosas y quítate esos lentes de sol. De seguro las actividades van a ser actividades físicas.
—Dios o Buda me están castigando—se lamenta Koemi mientras es jalada por Soojin, ya para este entonces había dejado su maleta y sus lentes en la parte donde dormiría.
Ambas féminas caminaron por el sendero hasta llegar hacia el tumulto de estudiantes. Todos estaban reunidos en grupos entre 5 y 6 estudiantes.
—¡Koemi!—escuchó el llamado de Suho, quien levantaba su brazo para llamar su atención.
Teniendo a espaldas a Soojin, se acercó hasta donde se encontraba su amigo.
—Qué quieres, versión barata del Capitán América—Suho se le quedó observando con una mirada distante al mismo tiempo que bajaba su brazo—. Qué.
—Nada. Ya vete por donde apareciste.
Koemi soltó una sonrisa fingida por un segundo y se dio media vuelta para volver por donde vino, y así poder aunque sea dormir.
—No tan rápido—de la parte trasera de su polera, en la parte del cuello, Soojin la tenía sujetada impidiendo que diera un paso más—. Déjense de estupideces e integremosnos al grupo, que estoy segura que para eso Suho te ha llamado.
Koemi resopló mientras era jalada por su amiga—No soy bienvenida aquí, Soo. Además, quiero irme a dormir—lloriqueo.
—Participarás en las actividades y punto—dio por finalizada su charla. Soojin estaba segura que era la más cuerda entre esos dos retrasados.
Koemi al ver que Soojin prestaba atención a las reglas que decía el representante del juego, se volteó hacia Suho y se aseguró de que la mirara para levantar su dedo corazón hacia su dirección.
—Te arrancaré ese dedo—amenazó el pelinegro; sin embargo, eso no borró la sonrisa de Koemi.
La pelinegra no le tomó importancia a su amenaza, en cambio, pasó su mirada a su alrededor.
—¿De qué trata el juego? ¿Por qué todos están en grupos de cuatro?—cuestionó sin mirar a su grupo.
—No lo sabemos aún—respondió un chico, era el que complementaba a su grupo. Tanto Suho como Koemi no lo conocían.
—Hola Taejin—pero al parecer Soojin sí.
Koemi miró a ambos con sorpresa. Se acercó al oído de su amiga y susurró: —Admiro tus habilidades sociales, Soojin—levantó los dedos pulgares hacia arriba.
El siguiente juego consistía en doblar el periódico que les iban a dar, y pararse encima de él. Si lograban pararse en la cima durante cinco segundos, pasarían a la siguiente fase, la cual consistía en doblar el periódico y hacer el mismo procedimiento.
—¡Párense encima del periódico!—exclamó el presentador.
Mientras Koemi se paraba sobre aquel papel, con su mirada buscaba cierta cabellera azabache, la cual encontró a unos metros de su grupo.
En su grupo estaba Jukyung y dos compañeros de su clase de los cuales desconocía sus nombres.
—Será mejor que ganemos—amenazó Soojin—. Agárrense fuerte.
—Obviamente que ganaremos—el tono de superioridad se apoderó de Koemi.
La primera etapa estuvo demasiado fácil para Koemi. Para la segunda ronda sólo quedaron tres equipos. Ahora que el espacio era reducido a la mitad, se encontraban en aprietos.
—Se que dije que se doblará una sola vez el periódico—anunció el presentador mientras su rostro mostraba que iba hacer alguna travesura—, pero doblarán el periódico en una cuarta parte.
—Aigoo, ¿Y ahora que hacemos?—cuestionó Koemi a la vez que se giraba para mirar a su grupo; sin ser consciente de que estaban a punto de cargarla en brazos—Omo, omo, omo, ¿Qué está pasando? ¿Suho?
Pero Suho ni siquiera la estaba observando. Sin decir nada, siguió su mirada hasta toparse con algo que le hizo dar una molestia en el estómago. Seojun estaba cargando en brazos a Jukyung.
Apartó tan rápido la mirada como le fuera posible. Su entusiasmos por ganar aquel juego se terminó. Sólo quería regresar a la cabaña para agarrar sus audífonos y ponerse a escuchar música y no pensar en nada.
—¡Ganamos!—fue lo último que escuchó decir de Soojin, antes de que emprendiera marcha a la pequeña cabaña donde dormiría.
Podía plantearse muchas veces que cambiaría su forma de pensar. Pero siempre era difícil cuando la mayor parte de tu vida has sentido lo mismo una y otra vez.
Quiere dejar de sentir que es la segunda opción. Pero es tan difícil que Koemi teme que jamás pueda cambiar su manera de verse a sí misma.
Dios... como le gustaría tenerse amor propio.
Una risa irónica salió de sus labios, y expresó lo siguiente con una voz amargada: —Ni siquiera sé si soy una opción para Seojun.
Tantas chicas bonitas que lo rodeaban.
Quiere dejar de pensar así. En serio lo intenta. Pero se siente tan débil con esos tipos de pensamientos que no tiene la fuerza para contradecirlos.
Solo desea que algún día ya no tenga que preocuparse de esos pensamientos tóxicos. ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫
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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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MUCHAS PERSONAS LIDIAN CON ESE TIPO DE PENSAMIENTOS, PERO USTEDES PERSONITAS VALEN MUCHO COMO PARA SER LA SEGUNDA OPCIÓN DE ALGUIEN, ¿OKEY?
#YoValgoMucho
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ESTE CAPÍTULO ESTA DEDICADO A nose-porquenose
GRACIAS POR COMENTAR Y VOTAR EN MI HISTORIA, HERMOSA 💖
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● Kriss-sama
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