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D U E L E
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         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡   No puede decir que le está yendo mal con sus padres, pero tampoco puede decir que la está pasando fenomenal. Al menos ya han dejado hablar de sus notas, pero tampoco puede decir que la incomodidad a abandonado su cuerpo.

         En estos precisos momentos quiere que la tierra la trague y no la escupa nunca más. Y todo porque su padre le ha preguntado del supuesto novio que tiene, especialmente como le va al muchacho académica-mente.

         —No es mi novio, padre—responde mientras le da una leve mirada de molestia a su progenitora, quien está más que feliz que su esposo haya tocado ese tema—, es mi amigo y es todo un nerd.

         Su padre gira la cabeza hacia su madre y le hace un leve asentimiento de cabeza que deja a Koemi todavía más tensa.

         —Quiero conocerlo—dice el hombre mientras se levanta del sillón y se apresura a salir del departamento de su hija. Mientras tanto su esposa le dice que sabe donde queda la dirección del chico y su hija no para de negar que es una mala idea.

         —Él debe de estar en clases ahora mismo—trata de poner una excusa para que su madre no lo deje entrar en el taxi—. Y no podemos ir a la escuela—se apresura a decir.

         El señor Kim deja que el taxi se vaya sin problemas, y se gira hacia su única hija para analizar su comportamiento.

         Él no es el típico padre que se pone celoso o sobreprotector cuando su retoño empieza a tener sus romances. Tampoco es el típico padre que le interesa que su yerno tenga plata o sea guapo. Él es el padre que solo le importa tener como yerno a alguien a su altura, y no habla económicamente, habla de la inteligencia. Quiere alguien que pueda ayudar a su hija a seguir promoviendo la empresa de la familia.

         Por otro lado, Koemi se mueve incomoda en su sitio mientras trata de soportar la mirada severa que le dirige su padre.

         ¿Por qué tenía que nacer en esta familia?

         Se lamenta.

         La pelinegra trata de sacárselo de encima, así que le propone a su madre ir a comer algo, por lo que ella emocionada se dirige hacia su esposo y le implora ir a ese restaurante que hace una semana vio por Internet.

         Koemi suspira con alivio al ver que la atención de su padre se centra en su madre, que está a punto de hacer un berrinche si no la lleva a comer al restaurante que ella quiere.

         Por un pequeño momento se pregunta porqué su padre escogió estar para toda la vida con su madre. Pues viendo como es un progenitor, se da cuenta que su tipo ideal es alguien inteligente, y su madre no tiene mucha inteligencia que digamos.

         ¿Cómo es que acabaron juntos este par?

         Se pregunta cuando ve que su padre cumple con el capricho de su progenitora y llama un taxi para ir a ese lugar.

         Koemi se resigna y se acerca al auto cuando ve el llamado de su madre.

         En el momento de comer, la única que habla en la mesa es Heeyeon, que no le importa que su esposo ni su hija se dirijan la palabra.

         Y mientras la señora Park habla, la menor observa el lugar donde está comiendo. No lo va negar, el restaurante era bellísimo y la atención al cliente era espectacular. Pero ya estaba viendo todo el dinero que le va a costar solo por comer una pequeña porción de comida.

         A una mesa a su costado, se encuentra una familia de tres integrantes. Dos padres y un pequeño niño. Y sin querer se entristece cuando ve las diferencias de esa familia con la suya.

         Tenía dinero. Muchas veces se había dicho eso cuando veía que no tenía una muestra de afecto de sus padres. No tenía amor, pero tenía dinero. Y en vez que eso la alivie, la hacía sentir más miserable.

         Su familia no se sentía como una familia. Solo una bolsa de integrantes que beneficiarán a la empresa a su debido tiempo.

         Cuando termina de comer su humor está por los suelos. En vez que sienta que quiere llorar, solo quiere golpear a alguien. ¿Era normal sentir ira en vez de tristeza en esta situación?

         —Vamos al hotel—demanda su padre, aunque al parecer solo le habla a su esposa.

         —Pero quiero pasar por la ciudad, Jicheol—se apresura a hablar su madre, no teniendo intenciones de regresar a aquella habitación de hotel.

         —Tengo trabajo que hacer.

         Es lo único que debe de decir para que su madre obedezca la orden. Trabajo es trabajo.

         Lo triste de esta situación, es que ni siquiera sus padres son capas de quedarse en el departamento que le compraron para pasar más tiempo con ella. Sino que prefieren ir a sus hoteles de cinco estrellas para seguir trabajando.

         Koemi se ve decidida cuando se levanta para salir del restaurante lujoso, pues ahora ve que la única familia que tiene solo es Suho.   ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡   Koemi quiere maldecir a todo pulmón.

         Su "familia" está de pie frente a la puerta del departamento de Suho. A estado mandando mensajes sin parar a su amigo, pero el muy desgraciado ni siquiera los mira.

         Maldice el momento que su madre escuchó que Suho se iba a quedar a dormir en su departamento. Maldice que su madre se haya hecho amiga del padre de Suho. Maldice el momento en que Lee Joohun diera su consentimiento a sus padre para que vayan a visitar a su hijo. Maldice en el momento que su padre sintió curiosidad por Suho y acepto la idea de su madre para irlo a visitar.

         Koemi maldice muchos momentos, y sabe que puede ir al infierno por eso, pero en estos precisos momentos el infierno es el menor de sus problemas.

         —¿Si?—la puerta del departamento se abre, dejando ver en el interior a un muchacho guapo que aparenta haberse despertado recién después de una larga siesta.

         Los ojos de Suho a penas están abiertos. A las justas puede reconocer a Koemi, quien parece expresar que lo quiere matar.

         —Hola, Suho. Soy Park Heeyeon, la mamá de Koemi—canturrea la mayor mientras da un paso para ingresar al hogar del chico sin siquiera pedir permiso.

         El pelinegro despierta de golpe al escuchar las palabras de la señora Park. Abre los ojos a lo grande y sin saber que hacer, deja pasar a toda la familia Kim.

         Los dos adolescentes están sentados en el mismo sillón, mientras que el matrimonio Kim los observa desde otro.

         Tanto la espalda de Suho como la de Koemi están rectas como una tabla, se encuentran demasiada tensas que esta comenzando a doler.

         Heeyeon fantasea en su mundo, rebosando de felicidad al imaginarse los nietos tan guapos que tendrá en el futuro. La genética Kim, junto con la de Lee serían imparables. Serían seres inteligentes y bellos.

         Mientras tanto Jicheol solo se abstiene a observarlos con sus calculadores ojos, como si estuviera viendo la bolsa de valores de su ciudad.

         —En qué puesto estás, muchacho—pregunta la voz imponente y viril de Jicheol, dejando que una corriente de electricidad pase por la columna del pelinegro.

         Da miedo.

         Piensa Suho mientras trata de calmar sus nervios.

         —Estoy en el primer puesto, señor.

         Jicheol asiente con la cabeza y Heeyeon se pone a festejar.

         Con ese simple gesto ha dicho que acepta la relación amorosa que tiene su hija con aquel muchacho.

         Suho mira sin entender porque hoy es un día para festejar, mientras a la vez se paraba para sacar una botella de vino que la señora Park le ha pedido.

         Por otro lado, Koemi intuye por donde va el tema de la celebración, así que hace todo lo posible para dar a entender que Suho sólo es un amigo. Su mejor amigo.

         —Tiene mi bendición—suelta su padre después de oírla—, así que no me importaría si sales con él en el futuro.

         —Solo es un amigo, padre—suspira rendida.

         —Déjate de tonterías—regaña su madre—. Y apresúrate en hacerte su novia antes de que te gane alguien más.

         —Pero-

         —Kim Koemi, basta—suelta su padre con un tono hostil, así que calla abruptamente y agacha la mirada sin decir nada.

         A pesar que su padre no ha estado con ella siempre, tiene dominio sobre ella. Porque no es por respeto el que no le conteste de forma tosca, sino más bien miedo. Lo peor, es que no sabe que tipo miedo es.

         Suho vuelve a la sala, intentando ocultar el hecho de que haya escuchado el pequeño regañó que ha recibido su amiga. Deja con cuidado sobre la pequeña mesa de sala las cuatro copas y la botella de vino.

         Después de que brindaran, el pelinegro se sentó de nuevo juntos a Koemi, e intencionalmente rosó su rodilla contra la de ella, tratando de aunque sea transmitirle que él estaba allí con ella, queriendo que dejara aquella cara entristecida.

         El problema es que él no podría estar junto a ella cuando se suponía que debería estar solo ella con su familia. Así que no pudo hacer nada cuando vio salir a toda la familia Kim de su departamento.     ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

         ↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡   Sus pasos son iluminados por los faroles. Es de noche y hace un rato a dejado a sus padres en el hotel donde se están hospedando.

         Le duele que ni siquiera puedan quedarse estos días con ella en su departamento. Le duele tanto que no puede reprimir las lágrimas que descienden por sus mejillas.

         Mira el suelo para que nadie vea lo patética que se ve llorando. Solloza en silencio para que nadie se de cuenta de su dolor. Cierra los ojos con fuerza y se repite una y otra vez que sus padres no merecen sus lágrimas.

          Koemi está mal, pero no tiene ánimos de ir donde Suho para que la consuele, pues desde hace un tiempo siente una distancia que poco a poco se hace más grande con el pasar de los días.

         —Tengo que recordarme que merecía algo mucho mejor—se susurra para si misma.

         Un novio que jamás la engañara ni le oculatara cosas o información. Una amiga que jamás tuviera envidia tóxica hacia ella y que no la traicione. Una familia que jamás la dejara de lado solo para hacer más dinero.

         Ella merecía y merece mucho más.

         ¿Qué hice para tener mala suerte?

         Se pregunta y suelta una risa amarga ante el pensamiento. Ella recuerda que fue una niña buena y obediente. Era estudiosa y amable. Era bonita y humilde. ¿Por qué había tanta mierda alrededor de ella que no le permitía ser feliz?

         Y entonces, cuando los pensamientos tormentos vuelven a atacarla, aparece un rostro, que si no fuera porque siente tanto dolor, hubiera sonreído como una boba.

         —Seojun...

         Dice en un susurro que se pierde en el aire.

         Él pone sus manos en sus hombros, y Koemi se lamenta aún más cuando ve el rostro de preocupación del chico.

         —¿Qué sucede?

         Sucede de todo. La pelinegra quiere contarle todo, todo lo que le hace doler, todo lo que lamenta y todo lo que es. Pero no dice nada y solo se deja envolver en esos brazos cálidos que solo le sacan más lágrimas.

         Llora por varios minutos mientras es consolada por Seojun, que a pesar de que no sabe de qué está llorando, está ahí, con ella.

         —No me dejes—solloza, soltando esas tres palabras como puede.

         Esas palabras van para sus padres, para Suho y, aunque ella no quiera aceptarlo completamente, también para Seojun.

         —Nunca lo haré, Koemi.

         Ella está cansada de que la dejan, de que la dejen de lado como si no impotara nada, como si no tuviera sentimientos, como si no tuviera un corazón que siente.

         Ella solo quiere un respiro y estabilidad. Quiere ser libre y dejar ese miedo que la hace hundirse con cada pensamiento. Quiere dejar el temor de ser abandonada.

         Ella quiere muchas cosas, pero al parecer la mala suerte siempre está de su lado.    ۣۣ፝ۜ͜͡ஓீ†↫

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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KOEMI A SUFRIDO TANTO SOLA, QUE EN ALGÚN MOMENTO SE ROMPERÁ Y YA NO PODRÁ SER RECOMPUESTA

SUS PAPÁS SON TAAAAN... NO SE VIENEN INSULTOS A LA MENTE, PERO SON MALOS AL HACERLE ESO A KOEMI

YO SOLO PIDO QUE SEOJUN SEA LA PERSONA QUE LA AYUDE A ESTAR SANA EMOCIONALMENTE Y NO LE HAGA MÁS DAÑO

¡SEOJUN CONFÍO EN TI!

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ESTE CAPÍTULO ESTA DEDICADO A Lyracottie

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