042.
Yoongi corrió como nunca en su vida –literalmente, porque el no corría ni para salvar su pellejo–. En su pecho sentía una felicidad que era tan fuerte como cualquier sentimiento en el mundo. Tan fuerte e impaciente qué, en lugar de esperar el ascensor, corrió escaleras arriba hasta llegar a la tercera planta.
Al llegar se mareó al ver tanta gente cruzando un largo pasillo y detuvo a una de las enfermeras que estaban por allí para preguntar donde estaba su novia. Ella le indicó que, la habitación 214, estaba al final del pasillo. Yoongi asintió para luego adentrarse ahí.
Lo sombrío que era aquel lugar le dio un escalofrio. Enfermeros o médicos iban y venían con carritos, papeles y esas cosas de hospital. Yoongi caminó desorientado un largo tramo del pasillo, acercándose a la habitación número cien y luego a la doscientos. Para esa instancia ya miraba una a una todas las ventanas de las habitaciones, ansiando encontrar la cabellera castaña de Jennie una vez más. Con cada paso que daba, más cerca estaba de ella y su corazón bombeaba con muchísima más fuerza.
Finalmente Yoongi visualizó la habitación 214. Estaba a tan solo metros de él. Con fuerza tragó saliva y, a paso casi helado, se acercó hacia allí.
Solo no esperaba encontrarse con Taehyung sentado en una de las tantas butacas de hospital, lanzando una moneda al aire mientras movía impacientemente su pierna al ritmo de quién sabe que canción.
Cada músculo del cuerpo de Yoongi se tensó al verle. Sabía que él estaba en Nueva Zelanda y confirmó el porqué en cuanto vio una venda en su muñeca. El sí había donado sangre a Jennie.
Yoongi caminó hacia donde el peligris estaba y tuvo que contenerse de partirle la nariz en cuanto Taehyung volteó a verlo, atrapando la moneda que estaba en el aire y dedicándole una sonrisa tan absurda que causó su propia condena.
—¡Yoongi!—exclamó, como si estuviera feliz de verle—¿Viniste a ver a mi novia...?
No pudo seguir hablando. El blanquecino puño de Yoongi chocó de lleno con su barbilla.
Taehyung se hizo para atrás, tocando su cara y moviendo su mandíbula, como si quisiera volver a ponerla en su lugar. Enseguida río como el idiota que era.
—Auch—dijo sarcástico.
—Jennie es mi novia—escupió—¿Tanto te cuesta aceptar el rechazo? Mirate, por dios. Estas detrás de alguien que ya no te ama y eso es lo que no soportas, que tu juguete ya no éste detrás tuyo. Que no sea tuyo. Y todo por tu orgullo herido de no poder meterla.
—Callate—siguió sobando su mandíbula—No sabes nada. Ni una mierda.
—Creeme, lo sé todo. ¿Acaso no te diste cuenta que estas hablando con Min Yoongi?.
—Jennie es la única chica que he querido de verdad...—confesó Taehyung, dejando boquiabierto a Yoongi. Pero enseguida el volvió a poner su típica cara neutra.
—Tu no sabes querer, Taehyung.
—Debes quererte a ti mismo para querer a alguien más.
Esa tercera voz era de NamJoon, quién salió de la nada sosteniendo la mano de Rosé. También aparecieron el resto de los chicos, todos frente a la habitación 214 y presenciando la escena de Yoongi y Taehyung.
—Cierra el hocico, NamJoon.
—¿Tanto te duele la verdad? Ella no te ama, Kim—devolvió Yoongi.
Taehyung tragó saliva, sintiéndose acorralado. A lo largo de toda su vida jamás se había sentido así de vulnerable.
Claro, excepto en el momento que supo que estaba enamorado de Jennie. Ella se había ido y no podía negar que nunca volvió a encontrar a alguien como ella. Nadie jamás le había vuelto a preparar el desayuno, nadie le volvió a hacerle mimos en la cabeza para relajarle ni mucho menos ninguna chica le miraba de la forma en la que Jennie lo había hecho.
Pero se perdió absolutamente de todo por ser un imbécil. Y, después de tanto tiempo, lo asimiló para si mismo.
—Lo siento...—fue lo único que pudo decir, pasando una mano por su cabello. Por una vez en su vida estaba consiente del daño que había hecho, de lo que le provocó a quién supuestamente amaba y de que ella jamás regresaría a él. Debía dejar de ser caprichoso y aceptarlo, o Yoongi lo mataría en el proceso. El pelinegro podía ser bajito, pero Taehyung sabía que era astuto. Y que muy probablemente ya haya planeado como o donde enterrarle—Solo... no joderé más. Hasta luego.
A pesar de estar renunciando, Taehyung sintió que se sacaba un gran peso de encima.
—Taehyung—llamó Yoongi. El se dio la media vuelta.
—¿Qué?
—Si prometes no ser tan estúpido, capaz hay alguien en Seúl que pueda darte una oportunidad.
Yoongi hablaba de su mejor amiga Wendy, pero obviamente Taehyung no entendió la referencia. Solo siguió su camino, meditando las palabras del pelinegro.
Por alguna razón, Yoongi estaba seguro de que él jamás volvería a interferir en su noviazgo con Jennie. Suspiró dejando fluir toda la tensión, mirando a sus espaldas.
Todos sus amigos estaban allí. Jungkook, Jimin, Jin, NamJoon y por supuesto Rosé. Todos aguardando algo que al cabo de unos segundos Yoongi entendió que era.
Los cinco esperaban a que el primero entrara en aquella habitación de hospital, la 214. Querían darle su espacio y que el fuera el primero de ellos en ver a Jennie luego de largos meses de espera. Ellos podían esperar. Que Yoongi y Jennie se reencontraran era la prioridad de todos.
Entendiendo todo y sin mediar palabra con sus amigos, Yoongi volvió a suspirar y posó su pálida mano sobre el picaporte de la puerta. Quería prepararse mentalmente para lo que sea que encontrara tras la puerta.
Al cabo de unos segundos, cerró fuertemente sus ojos y abrió la puerta. Sus amigos observaron atentamente como él desaparecía por esta.
Yoongi dio un par de pasos sin abrir sus ojos, ya que no se sintió preparado como para abrirlos. El pitido de una máquina fue lo primero que percibió seguido de sus propios pasos. Y sin más abrió sus ojos.
La habitación era blanca, como todo en el hospital. Había un par de muebles, una televisión, un celular sobre una mesita de luz y una gran cama vacía.
Yoongi frunció si ceño, extrañado. Jennie no estaba allí.
Confundido comenzó a husmear por toda la habitación. Llegó hacia la ventana, la cama y hasta se fijó abajo de esta. Nada. Jennie no estaba por ningún lado.
Resignado se sentó en la cama que estaba allí. Estuvo a punto de salir y decirles a sus amigos que tal vez se habían equivocado de habitación, pero al mirar su derecha se encontró con un objeto familiar.
Reconoció el celular, era el de Jennie. Estaba en mal estado y con la pantalla rota. Confundido quiso tomarlo entre sus manos pero el suyo comenzó a vibrar mucho más, señal de que le llegaban muchos mensajes.
Yoongi sacó su propio celular de su bolsillo y en cuanto la lluvia de notificaciones ceso, se dio cuenta que se había conectado a la red de wifi del hospital y de que alguien le había mandado muchos mensajes.
Mejor dicho, respondido.
Jennie había respondido a todos sus mensajes el día anterior, pero como en el vuelo apenas usó su celular le llegaron en ese momento.
Yoongi quiso abrirlos todos y leerlos, pero un sonido le puso en alerta. Detrás de una puerta que él no había notado se escuchó el ruido de una cadena siendo jalada y posteriormente el sonido del agua.
Pocos segundos después, la puerta de aquel baño fue abierta. Y luego de unos largos meses, Yoongi por fin tuvo ante sus ojos a la dueña de sus sentimientos: Kim Jennie.
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