Final: Dos pájaros de un tiro...

—¿Hola? —habló Jeon una vez que su teléfono comenzó a sonar. 

—Soy yo. —susurró Yoongi. 

Jungkook sintió que la saliva que bajaba por su garganta, ardía. Ardía como el infierno mismo. 

¿Cómo contener sus lágrimas después de estar tanto tiempo sin tener el poder de escuchar la gruesa y calmada voz de Yoongi? 

Jamás lo sabría, pero de igual forma, se mantuvo sobrio en su lugar, respirando suave para poder desanudar sus apretadas cuerdas vocales. 

—¿Cómo estás? 

—Tengo un par de heridas y contusiones, pero estoy bien —respondió Yoongi—. Jungkook, ella mató a Sana. 

Jungkook cerró los ojos, sientiéndo el peso de aquellas palabras. Una vez más, sin querer, había perdido una pequeña batalla. No había logrado salvar a alguien que, definitivamente, no tenía la culpa de nada. 

—¿Dónde estás?  

—Ella dice que te ha dejado un regalo —musitó Yoongi, como si no deseara decir aquellas palabras—, si lo encuentras, será todo más fácil. 

—¿Qué significa eso? 

—Yo tampoco lo entiendo... —la voz de Yoongi cada vez era más plana. Por primera vez en mucho tiempo, aquellos ojos felinos, se llenaron de lágrimas, las cuales a su vez, denotaban muy pura impotencia—. ¡Jungkook, es una maldita trampa! 

Jihyo enterró y enredó sus dedos en los cabellos de Yoongi, jalándolo bruscamente hacia atrás, alejándolo del celular y así finalizar la llamada. 

  ◇ 

—Taehyung, busca el mapa de la zona en la que se encuentra el departamento de la asesina. —ordenó Namjoon, el cual se quedó mirando atentamente como Jin posicionaba el proyector hacia el gran pizarrón, donde rápidamente se pudo ver un gran mapa, marcando con un color rojo el lugar de Jihyo. 

—Si estamos en lo correcto, Jihyo quiere demostrarme que puede ser igual o superior a Yoongi —habló Jungkook—, por lo que, lo más probable, es que Jihyo rentara un departamento muy cercano al de Yoongi. 

El mapa marcó la dirección del edificio donde se encontraba Yoongi antes de ser secuestrado. 

—Tae, ¿puedes ver si Jihyo compró una habitación dentro de esta zona? —preguntó Jungkook luego de dibujar un círculo con plumón azul. 

Luego de varios tecleos, archivos abiertos y carpetas examinadas, Taehyung acomodó sus gafas y se acarició el puente de la nariz con molestia. Hoseok se había posicionado a sus espaldas y miraba con leve derrota. 

—No hay nada comprado en nombre de Jihyo.—sentenció Taehyung, sin despegar su mirada del monitor. 

—¿Y en nombre de Sana? —insistió un nervioso Jungkook. 

—No... —negó tanto Hoseok como Taehyung—, no hay nada a su nombre. 

—Busca en nombre de los padres de Jihyo. —habló Jimin desde el marco de la puerta con un café con más crema que líquido. 

Todos voltearon a verle, y de igual manera y coordinación, miraron a Taehyung, el cual escribió rápidamente, logrando abrir nuevos archivos. 

—Sus padres compraron un departamento extactamente junto al de Yoongi. 

  ◇  

En un par de automóviles que encandilaban con sus luces rojas y azules, agregando el sonido carácteristico de una patrulla, se encontraba dividida en dos equipos la brigada de analistas. 

Jungkook, Hoseok y Namjoon bajaron con rapidez y se dirigieron de manera inmediata a la entrada del edificio. Los tres apuntando con sus armas en distintas direcciones y con los ojos en total estado de sigilo. 

Jungkook se acercó al citófono de la entrada, pero antes de presionarlo, notó una caja de color crema puesta justo enfrente de la puerta principal. 

Miró a sus compañeros antes de tomarla entre sus manos. Miradas, disimuladamente asustadas, permanecían curiosas. 

—Ten cuidado, por favor. —susurró Jin, el cual guardó el arma en caso de que algo malo sucediera. 

Jungkook asintió antes de volver su mirada a la caja. Su mano derecha levantó la tapa y desde el interior vio un objeto negro. 

—¿Qué es eso? —preguntó Jimin, el cual había optado por relajar su postura. 

Alzó el objeto, pero este se deslizó con suavidad nuevamente al interior de la caja. 

—¿Una venda? —inquirió Namjoon. 

La mirada de Jungkook se volvió nostálgica a la vez que apretaba su mandíbula. No podía dejarse llevar por los sentimientos en ese momento. 

Quítate el chaleco antibalas y véndate los ojos. —habló una voz femenina a través del citófono.

Todo el equipo (y familia) de Jungkook lo observaron con desaprobación, deseando cada uno pedirle que dejara todo y le permitiera a la policia actuar como lo harían normalmente, pero no podían, y sabían que Jungkook tampoco podía permitirlo. 

Con torpeza, Jungkook quedó en su ligera y lisa camisa blanca. 

Miró por última vez a sus compañeros e hizo un gesto que creía podría ayudar a tranquilizarlos. 

Una vez que abrió la puerta, de manera inmediata se encontró con una escalera. 

Dudó. Dudó mucho. 

Sus pasos eran lentos, buscando la manera de sentirse seguro, ideando un plan que sólo en su mente podría funcionar. Al llegar al último escalón, Jihyo apareció desde la habitación que se encontraba al final de pasillo, armada y apuntando directamente su rostro. 

—Véndate. 

Sus manos inevitablemente temblaron, inseguro y temeroso de lo que sucedería una vez que sus ojos se cegaran por completo. Algo en él viajó a un pasado que no le agrada en absoluto, creando extrañables ganas de vomitar hasta la bilis. 

Sintió como una mano se posó en su espalda baja, guiándolo en alguna dirección, mientras que la punta fría de un arma se enterraba en su mejilla. 

De pronto, su cuerpo cayó en seco sobre una silla metálica. Fría y delgada. 

Respiró hondo, encontrándose con la extraña sensación de permanecer con más de una persona en la habitación. Aquella persona estaba lo suficientemente cerca. 

Yoongi, por su parte, respiraba extrañamente agitado, intentando con todas sus fuerzas no crear demasiado ruido en la acción. Esa postura lo hacía ver tan desesperado por querer ser libre y enfrascar las mejillas de Jungkook entre sus manos. Escuchar su voz de cerca, tanto como sentir su respiración por primera vez. 

—Hola. —habló Jungkook, casi seguro de que se encontraba frente a Yoongi, pero este no le respondió. 

Jihyo, la cual estando a espaldas de Jungkook, sonreía mientras deslizaba su mano por el interior de la camisa de Jungkook, desde su cuello hasta su pecho. 

—Estaba esperando que resolvieras el enigma, pero jamás creí que serías tan rápido. —habló, coqueta. Mirando a ratos a Yoongi, el cual se esforzaba por mantener su mirada en el rostro de Jungkook. 

—Si te soy sincero, estaba realmente distraído con la genuinidad de tu tesis —replicó Jungkook, utilizando un tono simpático e interesado. 

El rostro de Jihyo cambió radicalmente. 

—Tú... ¿leíste mi tesis? 

—Claro que sí, ¿por qué no lo haría? —respondió Jungkook, ladeando ligeramente el rostro. 

Jihyo colocó ambas manos en su frente, confundida. 

—Mira, los halagos no te sacarán de esto, así que detente. —sentenció Jihyo, apuntando la yugular de Jungkook.

—Ya he revisado tu caso, Jihyo. Estás a salvo si te detienes ahora. 

—La sociedad nunca pondría a salvo a personas como yo. 

—Sí, sí lo hace. El estado ha ayudado a personas que han hecho peores cosas que tú gracias a grandes cosas que han logrado para la humanidad completa —habló, más desesperado—. Si tu investigación es valiosa, todos aquí te ayudaremos, y te puedo asegurar que lo que tienes, vale oro. 

Jihyo alejó el arma.

—Sé que todas las personas que han sido importantes para ti, de un momento a otro, te abandonaron. Pero si tomas lo que te estoy diciendo, me gustaría que me dieras esta oportunidad. 

—¿Oportunidad de qué? —preguntó Jihyo, la cual tenía múltiples lágrimas cayendo por su rostro. 

—De estar a tu lado y jamás abandonarte. 

Jungkook tragó saliva al dejar salir aquellas palabras. Todo se sentía como como veneno saliendo por sus labios. 

—Demuéstralo. —pidió Jihyo. 

—Está bien, sólo dime cómo. 

—Repítelo —Jihyo arrancó la venda de sus ojos—. Es momento de que se lo digas a la cara. 

Los labios de Jungkook se separaron con suavidad al ver a Yoongi frente a él. Sus brazos delgados estaban atados en su espalda, y la postura erguida de su cuerpo denotaban que sentía algún tipo de dolor que Jungkook no podía detener, y aquello, estaba consumiéndolo. 

Yoongi buscó la mirada de Jungkook, ambos encontrándose con los ojos extremadamente brillantes, felices en algún grado. Tan llenos de amor. 

Jihyo lanzó a Jungkook más cerca de Yoongi, recordándole el propósito por el que se encontraba allí. 

Jungkook apretó sus labios. Sus cuerdas vocales parecían querer burlarse de él al verse imposibilitado de decir aquellas palabras, que en definitiva, no quería decir en ese momento, ni un día después, ni nunca. 

—Y-yo... no te quiero —dijo, con una sonrisa sarcástica, más para si mismo—, lo siento. 

Yoongi frunció el entrecejo, intentando pensar en cual era el plan de Jungkook, si es que había uno. Finalmente, asintió, permitiéndose no llorar. 

—Lo entiendo. —replicó, y por primera vez, Jungkook escuchó la voz de Yoongi, sin aparatos telefónicos de por medio. Todo tan real. 

Jihyo sonrió.

—Ya no lo necesito. —sentenció, caminando, decidida a matar a Yoongi. 

—Mátalo y no tendrá que vivir con el hecho de que eres más inteligente que él. Déjalo vivir y tendrá que vivir para aceptarlo. —habló Jungkook, encontrándose con la mirada algo confundida de Jihyo, pero esta de igual forma siguió sus palabras y se acercó lentamente a Yoongi para soltarle una de sus manos. Yoongi, por inercia intentó soltarse por completo, pero el arma apuntando su rostro lo mantuvo estático. 

—Primero quiero ver algo. —susurró Jihyo, acercándose con rapidez a Jungkook. 

Se acercó a Jungkook, posicionándose a su altura y acercó sus rostros. Ambos se miraron con conmoción. Jeon, por su parte, deseó no estar en aquella situación, donde sus labios se juntaron con dolor por lo repentino y brusco que este era. Jihyo cerró los ojos, pero Jungkook no. 

Yoongi, con la palma de su mano libre, secó las lágrimas que cayeron sin su permiso y desvió su mirada a otro lugar. Sus ojos se sentían inchados, quizá por estar reteniendo tanto llanto que él mismo se negaba a dejar salir. 

Toda la sitación triste y meláncolica se volvió un caos cuando Jihyo notó que Jungkook permanecía con los ojos abiertos. 

—Mentiroso... —Jihyo se alejó y apuntó a Jungkook—, ¡eres un mentiroso! 

Jungkook se puso de pie y tomó la muñeca de Jihyo, dejando el arma apuntando el techo en el momento exacto en el que una bala salió disparada.

Afuera del edificio, Hoseok fue el encargado de echar abajo la puerta principal para correr en busca de su compañero en compañía de los demás. 

Todos entraron de manera brusca, lo cual logró hacer que Jungkook comenzara a gritar súplicas para que se calmaran y no le dispararan a nadie. Entre la conmoción, un disparo fue a dar contra su brazo, dejando a Jungkook herido en el piso. 

Jihyo había tomado por el cuello a Yoongi y se alejaron de los policias mientras le apuntaba en la cabeza. 

—¡No lo hagas! —gritó Jungkook, poniéndose de pie a pesar de que Jimin intentaba impedir que se acercara a Yoongi. 

—¡Mentiste! ¡mentiste! —gritó de vuelta Jihyo, apretando con más fuerza a Yoongi—, ¡nunca me quisiste! 

—¡No lo hice! Te ofrecí un trato y aún puedes tomarlo. Yo por él, ¿lo recuerdas? 

—¿Serías capaz de hacer eso por él? —preguntó Jihyo, mirando con asco a Yoongi, el cual yacía con la mirada totalmente asustada mientras intentaba liberarse de los brazos de Jihyo.

Jungkook, con la respiración agitada, asintió repetidas veces.

—Sí.

Yoongi le miró con los ojos tan brillantes que Jungkook no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, la primera y última que Yoongi vería. 

—¡¿Te suicidarías por él?! —gritó una Jihyo extremadamente alterada, dolida, y quizá, cansada. 

—Sí, lo haría. —replicó Jungkook. 

Yoongi y Jungkook no dejaban ir sus miradas, pero Jungkook podía sentir el peso de la mirada de Yoongi, la cual le pedía a gritos que se marchara, que abandonara todo, que él no valía la pena para tomar una decisión como la que era suicidarse. 

—Thomas Merton —habló Yoongi de pronto, sintiendo como Jihyo lo agitaba en su agarre.

—¿Quién es Thomas Merton? —preguntó, frustrada.

—Thomas Merton... —susurró Jungkook, mirando con el ceño ligeramente fruncido. Estaba cayendo en aquello que llamaban desesperación. 

—¿Quién diablos es? —volvió a preguntar Jihyo.

—Es lo único que jamás podrás quitarnos. —replicó Yoongi, sonriendo en dirección a Jungkook. 

Jihyo miró como ambos se observaban. 

No hacía falta estar tan cerca ni demasiado lejos para notar aquella química burbujeante entre ambos. Una que ni siquiera en una situación de vida o muerte, se apagaría. 

—No. Sí puedo quitárselos. 

Jihyo aferró más a Yoongi a su cuerpo, y de un tan rápido, ligero y fácil disparo, cometió suicido y homicio en cosa de segundos. 

—¡ESPERA!

...

Jimin bajó el arma con el rostro totalmente sorprendido. Jin cerró los ojos antes de ver la escena, que quizá, pudo prevenir. Namjoon abrió los labios dejando pasar saliva con una enorme dificultad. Hoseok pestañeó, como deseando que aquello fuera parte de su gran imaginación.

Jungkook, abrió los ojos tanto como sus pupilas pudieran permitirle, sintiendo, a la vez, como su garganta se volvía el desierto más árido de la historia.

Un charco enorme se formaba bajo la cabeza de Yoongi y la asesina. 

Jungkook, frente a ambos, sentía como su cabello tenía un frenético vaíven por las constracciones que su cuerpo emitía al soltar un llanto tan desesperado. 

El cuerpo de Yoongi yacía tan vacío, tan inexistente. 

Como siempre. 

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