CAPÍTULO 18

Seguí corriendo, escaleras arriba, notando unos pinchazos en el corazón que dolían como si me estuviesen clavando mil puñales. No solo era por el esfuerzo físico, si no por la visión del cuerpo de Oscar inconsciente en el suelo hace unos segundos, que lo único que hacía era llevar a mi mente preocupaciones de lo que pudiese haberle ocurrido a Peter.

Llegué a la puerta del despacho del profesor y la encontré entreabierta. Temiéndome lo peor la empujé con sigilo, pero algo estaba bloqueándomela y me lo impidió.

—¡Peter! ¿Estás bien? —grité sin hacerle caso a mi instinto susurrándome que no hiciese demasiado ruido por si los agresores estaban al acecho.

Me quedé en silencio esperando una respuesta. Tras unos segundos, que parecieron horas, escuché un pequeño gemido procedente de la habitación. Cogí impulso, alejándome de la puerta, y la golpeé con fuerza, esperando poder quitar lo que fuese que me impedía abrirla.

—¡Ay! —escuché tras un golpe.

Era la voz de Peter. Podría reconocerla en cualquier sitio. Sintiendo como la opresión de mi pecho se iba haciendo cada vez más pequeña, mantuve la calma hasta que noté como la puerta se iba abriendo. Detrás de ella apareció el hechicero, con el pelo negro desordenado y la mano en la cabeza. Su camiseta estaba rota y podía ver una parte enrojecida de su tripa, lo que me hizo sentir una punzada de preocupación.

—¿Estás herido? —pregunté con preocupación.

Le abracé con fuerza, sin pensar en que podía hacerle daño. En ese momento, solo pensaba en que no le había pasado nada grave. Aunque todo esto pasó a un segundo plano cuando mi cuerpo notó que sus manos rodeaban mis hombros de forma tensa, como si devolverme el gesto fuese un compromiso. Me separé, despacio, y pude ver su semblante serio. En los ojos oscuros podía notar una especie de reproche que no me gustó y me hice ponerme a la defensiva. Así que me alejé de él mientras cruzaba mis brazos. Justo cuando parecía que una pequeña guerra fucsia y blanca iba a estallar entre nuestro silencio, llegaron Lily y Kevin.

—Carol está con su hermano, parece que notó que algo malo estaba pasando. Lo va a llevar a la enfermería. Tiene una conmoción, aunque ha recuperado la consciencia y dice que no es grave. —Lily paró de hablar, dándose cuenta de que algo raro estaba pasando entre nosotros—. ¿Qué ha sucedido, Peter?

—Lo que todos sabíamos que pasaría —respondió con voz ronca mientras entraba en el despacho—. Se han llevado a Sonia.

—¿Quién? —preguntó Kevin.

—¿Tú quién crees que ha sido, Black?

No estaba acostumbrada a escuchar ese tono de voz tan agresivo por parte de Peter y parece que sus amigos tampoco, por lo que pude ver en sus caras. Lily lo miró con reproche y Kevin parecía dolido al escuchar que le llamaba por su apellido. Pasamos los tres al despacho donde Peter estaba cogiendo el teléfono. Imaginaba que estaba llamando al profesor Sanderson, que no se encontraba en el despacho.

—¿Y mi padre? —dijo Lily, que pareció estar leyéndome la mente.

—No estaba aquí cuando llegamos al despacho —contestó Peter sin quitarse el teléfono de la oreja—. Puede que esté en clase. No me coge la llamada.

Tiró el móvil con fuerza a uno de los sillones, haciendo que rebotase y cayese al suelo. El ruido hizo que nos sobresaltáramos, pues ninguno esperaba esta reacción por su parte. Verlo comportarse de esa manera me enfureció un poco, pues aún no nos había contado lo que había pasado y esperaba que no pretendiese dejarnos de lado.

—Peter, ¿qué ha pasado? —Me acerqué hacia el sillón dónde se había sentado con las manos en la cabeza—. ¿Quién se ha llevado a Sonia?

—Lupin —respondió sin mirarme, fijándose en un punto cercando a la ventana—. Ha aparecido detrás de nosotros cuando entraba en el despacho. Una luz azul me ha golpeado, primero en el pecho y después en la cabeza. Ha sido mi culpa, estaba con la guardia bajada. Soy un idiota, sabía que intentaría algo de esto, no se que me pasa...

Las últimas palabras parecían dirigirse más a si mismo que ha nosotros. Me quedé en el sitio, sin saber que decir, mientras Lily se acercaba y colocaba su mano en el hombro de Peter, intentando reconfortarle.

—No es tu culpa, Peter. Es del que se la ha llevado —dijo Kevin con una seriedad nada propia en él—. Tenemos que ir a buscarla, quién sabe lo que le harán.

—¡Sí, es mi culpa, Kevin! —gritó Peter mientras se levantaba—. Stuart sabía que Sonia podía ver las luces, todos sabíamos que podía contárselo a mi padre en cualquier momento. Bueno, no todos.

Clavó su mirada en mí, haciendo que los otros dos también lo hiciesen. En ese momento sentí como una mezcla de vergüenza y rabia comenzaba a crecer desde las puntas de mis dedos. Tuve que concentrarme para evitar que mi Don llenara de blanco toda la habitación. Pues, como a todo el mundo nos ha pasado alguna vez, no estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer y mi cabeza ya estaba creando excusas para poder justificar a mi antiguo amigo y ex novio.

Era algo natural, y no solo por confiar en una persona que me había importado tanto durante muchos años, además creía que protegiéndole a él me estaba protegiendo a mí misma y evitando que todos me echasen la culpa por haber confiado en él y ocultado información.

—Sé lo que estás insinuando— dije poniendo la voz más calmada que pude—. Puede que, al final, fuese una ingenua por creer en Stuart, pero has dicho que fue Lupin quién te atacó. No sabemos si se lo ha contado él.

—Tiene razón, Peter— intervino Lily—. A lo mejor Sonia se lo ha contado a Kenneth en algún momento. Son muy amigos. Incluso haber escuchado alguna de nuestras conversaciones o de las de la rubia con otras personas...

—¡Basta!

Peter alzó la voz haciendo que nuestra amiga se encogiese. Eso me puso de un humor aún peor, pues no entendía por qué tenía que ser tan desagradable con ella. Era conmigo con quién parecía tener un problema, no con los demás.

—¡No le hables así! —grité haciendo que una mueca de incredulidad apareciese en el rostro de todos. No estaban acostumbrados a mis salidas de tono y me sorprendí a mi misma al no comenzar a llorar—. Tiene razón. Existen muchas maneras por las que Lupin pudo haberse enterado de que Sonia puede ver las luces y, aunque es una de las opciones, que Stu se lo haya contado no tiene por qué ser la cierta.

—Pensad lo que queráis. —Se levantó y fue directo hacia la puerta—. Voy a buscarlo, si es que no está escondido en algún sitio volviendo loca a esa chica para que se cumpla su querida profecía.

Dio un portazo que hizo que los tres nos estremeciéramos. Kevin me miró con pesar en los ojos y lo siguió con rapidez. No podía enfadarme con el rubio, pues sabía que Peter era su mejor amigo y querría apoyarlo. Además, es justo lo que yo estaba haciendo con Stu, aunque ya no sabía si era porque de verdad confiaba en él o por no admitir que me había equivocado.

—No se lo tengas en cuenta, Anna —dijo Lily mientras me acariciaba el brazo—. Todo lo que tenga que ver con su padre le afecta demasiado. Además, sabiendo que Stu es tu ex novio...

—Eso no tendría por qué importarle —respondí, dolida, escapando de su contacto—. No queda nada entre nosotros y con Peter... bueno, aún no se todavía lo que tenemos. Ni si, después de esto, llegaremos a algo...

Me abrazó con dulzura sin decir una palabra, lo que hizo que todas mis defensas se resquebrajaran. Las lagrimas recorrían mi rostro, silenciosas. Permanecimos así un tiempo hasta que conseguí recomponerme. Lily tomó el teléfono para intentar contactar con su padre y decidimos que se quedaría en el despacho por si volvía. No creíamos que nadie viniese a hacerle daño, pero, aún así, cambió el hechizo de la cerradura para que solo pudiese entrar su padre.

Cuando llegué a la calle revisé mi móvil, encontrando un mensaje de Carol en el que nos avisaba que su hermano estaba bien. Habían dicho en la enfermería que se había resbalado y lo enviaron a su habitación a hacer reposo. Me sentí un poco culpable, pues desde que lo había visto en el suelo no pensé en un solo momento en él. En mi cabeza solo estaba la imagen de Peter y que podía estar en peligro. Ese mensaje hizo que sintiese un poco de alivio.

Comencé a andar hacia la casa dónde vivía Stu, sabiendo que sería el primer lugar donde Peter buscaría. Tenía que poner fin a este duelo mexicano que nos habíamos montado, era hora de enfrentarnos y dejar las cosas claras. Además quería preguntarle, en persona, a Stuart si me había traicionado con lo de Sonia, pues mi confianza en él entraba más en duda a cada segundo que pasaba.

No estaba muy lejos, pero el camino se me hizo eterno. Cuando estaba en el pasillo del jardín que daba a la entrada comencé a ver destellos de color rojo y rosa que cruzaban por el ventanal. Respiré hondo y corrí todo lo que pude a empujar una puerta por segunda vez en esa mañana.

Solo esperaba poder controlar mi Don, porque, mientras entraba en la casa, estaba pensando en volver a hacer estallar todo con luces blancas.

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