17. El concierto
-Venga, apúrate para cambiarte, será divertido -Me insistió Álex, feliz por haber formado un nuevo grupo y tener la posibilidad de actuar, por fin había llegado el día del concierto-. Ya no habrá chicas que se entrometan, ni Sergios imbéciles y mujeriegos. Además, sé que tienes curiosidad por ver a Flavio tocando el bajo -sonrió perversamente.
-Cualquiera diría que quieres que salga con él, últimamente me insistes mucho -Me quejé sacándole la lengua.
-Tampoco es eso, pero si quiero que hagas lo correcto y te haga feliz, yo te apoyaré decidas lo que decidas -contestó dándome un beso en la mejilla.
-Pero ¡si no tengo nada que decidir!
Miré a Álex indignada, sus ojos marrones me observaban divertidos y una enorme sonrisa no se borraba de su cara. Se levantó para seguir preparando la guitarra, afinándola y comprobando que sonara bien, esas cosas que hacían los músicos antes de los conciertos.
-Bueno...tiempo al tiempo, Almi. Sé que Flavio se está acercando a ti y te hace sonreír mucho, cosa que me alegro -dijo guiñándome un ojo-. Un hombre de verdad se preocupa por hacer reír a una chica todos los días de su vida, no hacerla sufrir.
-Pero Daniel...-traté de defenderle.
-No tienes que decirme nada, Almi, no es necesario. Daniel no me cae mal pero creo que Flavio te hace bien, eso es todo -Me miró con cariño-. Tú eres libre y, como te dije, te apoyaré en todas tus decisiones, solo quiero darte mi opinión.
-Lo sé, hermanito. Siempre has hecho todo lo posible por verme bien.
-Eres una gran chica, cualquiera que tenga dos ojos en la cara lo sabe, no te imaginas lo que me alegra que hayas aparecido en mi vida, aunque fuera en esas circunstancias.
Fui corriendo a abrazarle, no sin antes apartar la guitarra a un lado para evitar riesgos. Álex era el mejor hermano que podía tener alguien, un chico bueno y protector que hacía todo lo posible por verte feliz, no solo a mí, a cualquier chica que se topase en su camino y se lo mereciera, era un verdadero privilegio tenerle.
Estuvimos así un par de minutos hasta que el timbre de la puerta nos hizo incorporarnos e ir a abrirla. Decidí ir yo para no molestarle mientras practicaba un poco antes del concierto, caminé hasta la puerta y giré el pomo, viendo tras ella a Flavio en camisa y pantalones vaqueros, le quedaba muy bien.
-Espero no haber llegado muy tarde -sonrió.
-Para nada, pasa, Álex está dentro.
Me hice a un lado para dejarle entrar y se acercó hasta donde estaba mi hermano para ensayar un rato, no sin antes echarme una última mirada. Para no molestarles opté por subir al piso de arriba y ver si Ana ya estaba lista, le vendría bien salir un poco, la pobre no lo hacía mucho.
Al abrir la puerta de la habitación dejé caer un grito al ver cómo estaba todo, era un completo caos. Había ropa tirada por todos lados, un poco más y no alcanzaba a ver a Ana escondida entre tantos vestidos y zapatos.
-¡¿Otra vez?!
-Almaaa -sollozó-. No sé qué ponerme.
-Madre mía, Ana, parece que han entrado a robar, esto es un desastre -Me quejé mientras me acercaba a su lado para ayudarla-. ¿Por qué tanta importancia?
-Es que...-sus mejillas comenzaron a sonrojarse-. Le he dicho a Mauro dónde íbamos y me dijo que se acercaría -su mirada se iluminó-. ¡Será nuestra segunda cita!
-Ay Ana...-suspiré-. Creces demasiado rápido.
Decidí seguir ayudándola a prepararse mientras los chicos terminaban. Cuando se acercaba la hora, nos dirigimos todos juntos al coche de Álex, Flavio iría en el suyo. Cuando estaba a punto de subirme, Flavio me detuvo tocándome el hombro. Me sobresalte, no me lo esperaba, al menos ya no me resultaba tan repulsivo el contacto con otros hombres, no después de ese beso...
-¿Quieres que te lleve? Así me alegrarías el camino -dijo sonriendo con picardía.
-Pero ella y Álex...
-Estarán bien, porfaaa -insistió poniendo morritos.
-Está bien, tú ganas -suspiré en señal de derrota.
-¡Genial! ¡Entra!
Miré a Ana antes de cerrar la puerta trasera del coche de Álex, había optado por mirar por su ventanilla pero eso no disimulaba su enfado, me daba la sensación que no le hacía mucha gracia Flavio.
Entré en su coche y enseguida el olor a vainilla llegó a mis fosas nasales, me sorprendió lo a gusto que me sentía. Le observé mientras arrancaba el motor y se ponía las gafas de sol, entre eso y la chaqueta de cuero que llevaba encima de la camisa estaba muy sexy.
-¿Quieres que ponga música?
Me sonrojé al ver que me había pillado analizándole de arriba abajo y asentí con la cabeza, disimulando haciendo que miraba por la ventanilla. Pude sentir como sonreía y al instante Starboy comenzó a sonar por el coche.
Al girar de nuevo la cabeza hacia él mordí el labio inferior, intentando no reírme, al ver como estaba moviendo la cabeza al son de la canción, incluso estaba cantándola por lo bajo, estaba muy mono.
-¿Te gusta The weekend?
-Tiene buenas canciones, sí.
-Me daba miedo poner una canción que te hiciera salir corriendo -sonrió divertido.
-Pues has acertado con la elección.
Vi como su sonrisa aumentó considerablemente de tamaño y su mano derecha me acarició ligeramente la pierna pero la apartó enseguida, revolviéndose en su asiento.
-Si no te importa voy a poner un rato el aire acondicionado, tengo un poco de calor.
Asentí de nuevo mientras me volvía a girar para contemplar el paisaje, o al menos intentarlo. Las palabras de Álex seguían resonando en mi interior, recordando la conversación previa a que Flavio llegara.
Suspiré para mis adentros, tenía miedo de mi falta de cariño. Aunque había mejorado bastante, en mi interior sabía que seguía teniendo miedo a la soledad y eso era lo peor que podía sentir alguien, pues es lo que te hace estar con alguien que ya no quieres, o soportar cosas que cualquier persona normal no haría.
En mi caso no me daba miedo por mí, sino por Daniel. Estaba segura de que le quería independientemente de si tenía dependencia emocional, mucho más que lo que llegué a querer a Sergio, pero temía que en algún momento no fuera capaz de esperarle más y flaqueara ante la atención de Flavio. Era un buen chico, sí, y encima se preocupaba por mí, era atento y cariñoso, además de...lo más importante: no me metía en peligros que ponían en riesgo mi vida, me aportaba calma y estabilidad. ¿Qué sentía exactamente por Flavio?
Preferí no pensar demasiado en todo eso y decidí centrarme en la música y en lo que íbamos a vivir dentro de poco. Álex tenía razón en que tenía curiosidad de ver actuar a Flavio, aunque había tocado la guitarra esa vez en su habitación nunca le había visto en directo con el bajo, seguro que lo hacía genial.
Avisé a Elena por whatsapp de que en poco llegaríamos al local y se fuera preparando, en un par de horas comenzarían a tocar y a darlo todo en el escenario. Sonreí al ver su respuesta mediante emoticonos, estaba segura de que llegaría al lado de Juan, se habían vuelto inseparables.
Cuando por fin consiguió encontrar sitio y aparcar, noté como tragaba saliva y exhalaba una gran cantidad de aire, parecía nervioso.
-Alma...
-¿Sí?
-U-una de las can-canciones del grupo...la...compus-se pa-para ti -sonrió nervioso mientras se rascaba el cabello.
-¿En serio? -pregunté sorprendida-. Vaya, gracias. Nunca habían hecho eso por mí, estaré atenta.
-Bueno...será mejor que salgamos del coche o la pequeña me matará.
Asentí riéndome, la verdad es que falta de razón no tenía, Ana podía ser muy protectora con cualquier tema relacionado con su hermano.
Entramos en el local seguidos por Álex, Sara y Ana, a los pocos minutos nos siguió el batería y los cantantes del grupo, una chica y un chico que no conocía de nada. El local me resultó muy bonito, con sofás donde poder sentarte y al fondo mesas de billar y dardos.
El escenario era grande, lo suficiente para que cupieran todos sin pisarse y chocar unos con otros. El grupo era bastante nuevo y para hacerse más conocidos estaban mezclando canciones propias con covers, intentaban sobresalir y hacerse notar en un mundo muy complicado.
Decidí sentarme al lado de Elena y de Ana, dado que Sara estaba un poco más alejada, las dos estaban muy guapas. Elena llevaba su pelo castaño ondulado al aire y sus ojos azules miraban el lugar con una alegría contagiosa, su piel blanquecina era parecida a la de Ana, la cual había decidido recoger su cabello en una coleta alta y llevaba un precioso vestido azul marino, sonreí levemente al notar su nerviosismo, esperaba con todas mis fuerzas que Mauro la cuidara, al menos la impresión que me había llevado la vez que le conocí resultó buena.
Al escuchar al grupo subirse al escenario me recoloqué para poder verles bien. No tardaron en comenzar y lo estaban haciendo bastante bien. La chica tenía una voz muy dulce que te hacía teletransportarte como si fuera magia y el chico la acompañaba con su voz grave.
No pude evitar fijarme en Flavio, parecía muy concentrado tocando el bajo, lo hacía muy bien, era sorprendente ver como sus dedos subían y bajaban por las cuerdas, intercambiando la posición de ellos a décimas de segundo como si fuera un bailarín deslizándose por la tarima. Hubo un momento que su azulada mirada conectó con la mía y mantuvo unos instantes sus ojos posados en los míos, provocando que me sonrojara. Cuando logré apartarlos, vi a Elena, la cual me observaba con una sonrisa socarrona.
-Si toca así el instrumento...imagínate como tocará otras cosas -dijo riéndose a carcajadas, levantando la ceja con diversión.
-Eres imposible Ele -contesté entornando los ojos.
-¡Vamos! Sabes lo que dicen de los músicos, saben moverse bien en todos los sentidos -Me guiñó un ojo y añadió-. Además solo hay que verlo, Flavio está que se muere por ti, no sé por qué no te has lanzado ya.
-No creo que se muera por mí, Ele.
-Pff que no -resopló-. No para de mirarte y en las clases le encanta juntarse contigo. Que por cierto, aún no me has dado las gracias por ignorarte con el juego del espejo, a mi lado Cupido es un simple bebé con alas.
-Eres imposible, así que fue a posta -Me reí-. Menos mal que Juan te quiere así.
-Siii, nunca me había alegrado tanto de apuntarme a clases de teatro -contestó antes de dar un sorbo a su bebida.
-Hmm...-Me quejé mirándola mal.
-Y también me alegro de haberte conocido a ti, tontita -dijo sacándome la lengua.
De repente la voz de la cantante me hizo girarme de golpe en dirección al escenario. Todos habían parado y estaba anunciando la siguiente canción.
-Bueno, esta canción es importante porque la ha compuesto nuestro bajista, Flavio. Espero que os guste y... ¡os quiero ver levantándoos de vuestros asientos y bailando! -Dijo levantando las manos-. ¡A ver esos valientes!
El batería comenzó a marcar el ritmo y la música empezó a sonar. La gente no tardó en hacer lo que la cantante había pedido y estaban todos animados bailando, la verdad es que la canción lo merecía.
"Ata bien tus zapatos, que quiero verte bailar porque esta noche cerramos el último bar.
No te quiero ver llorar, bebamos para olvidar, no te quiero ver llorar, quién sabe lo que vendrá.
Hay mil estrellas en el cielo y tantos peces en el mar, mil noches para estar despiertos y hoy...no te quiero ver llorar, noo, no te quiero ver llorar."
Me sonrojé al darme cuenta de que se trataba de la canción que Flavio había compuesto para mí, sobre todo me sonrojé al recordar la escena que habíamos vivido en el salón de su casa, "no te quiero ver llorar" esa era la frase que me había dicho cuando me había sincerado por completo.
-¿Qué pasa? Te has quedado quieta como una estatua.
-Esa canción...la compuso Flavio para mí, Ele -contesté emocionada.
-¡Hostia! -chilló, por suerte tapada por la música-. ¡Está enamorado perdido de ti! Un hombre solo compone una canción así si está enamorado de verdad -sonrió abiertamente-. Alma, tíaaaaaaa, ¡espabila o te lo quito yo!
La miré de soslayo levantando las cejas, eso de que me lo quitaba ella no se lo creía nadie, sabía que me lo decía para picarme pero parecía que todos querían verme con él.
-¿Estás segura de lo que dices, querida? -bromeé.
-Jo, no, pero aunque yo no te lo quite, otra seguro que lo hará, ese chico parece una verdadera joya.
-Es complicado Ele, yo...-suspiré-. Yo tengo algo pendiente con un chico.
-¿Perdón? -dijo soltando un grito agudo.
-Es una larga historia.
-¿Y por qué desde que te conozco no te he visto con nadie que no sea Álex o Flavio? -preguntó cruzando los brazos.
-Pues...es que está en la cárcel -musité.
-¡¿Que qué?! ¿Va en serio? ¿No es una broma?
-No, no es broma. Ya te lo contaré otro día -corté la conversación nerviosa al sentir la mirada de Flavio sobre mí-. Este no es lugar para hablar de eso.
-Está bien pero no me olvidaré, ehh, esta conversación es digna de entrevista de un programa del corazón. Imagínate: Alma y sus líos amorosos ¿Por quién se decidirá? A la vuelta de publicidad -dramatizó muerta de risa.
-Shh -contesté fulminándola con la mirada.
Volví a mirar a Flavio, en esta canción no me quitaba el ojo de encima, aunque tratara de disimularlo moviéndose por el escenario, observando por encima a los demás.
Al acabar el concierto se acercó hasta donde me encontraba y me dio un abrazo, no pude evitar respirar su perfume, olía muy bien. Al apartarse me miró con ternura y me acarició un mechón de pelo.
-¿Te ha gustado la canción?
-Es muy bonita, gracias.
-No te quiero volver a ver llorar, Alma, eres demasiado especial.
-Gracias -contesté avergonzada.
-¿Por qué no hacemos lo que dice mi canción?
-¿El qué?
-La noche es joven, vamos de fiesta a tomar algo y divertirnos, apenas has bailado -sonrió.
-¿Se te ha olvidado que no sé bailar?
-No te preocupes, tú solo déjate llevar y yo me encargo del resto, lo prometo -contestó ofreciéndome su mano para salir del lugar.
-Me rindo, como siempre -meneé la cabeza haciendo un mohín-. Espera que avise a Álex.
-Claro.
Me dirigí hasta Álex para contarle el plan, él accedió con la condición de que le avisara cada cierto tiempo de que estaba bien y no me trajera muy tarde a casa, se preocupaba demasiado a veces. Me fui de la sala con Flavio, sin ser consciente de lo que iba a suceder esa noche.
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Os dejo la canción original en el vídeo arriba, es de una cantante española llamada Bely Basarte, ¡espero que os guste!
Con amor,
Karlee D.
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