Capítulo 7

Parpadeé para abrir los ojos despacio, no había mucha claridad y podía percibir que no me encontraba en el parque. Escuché un ruido de motor, me incorporé lentamente y me llevé las manos a la cabeza, me dolía, seguramente del golpe al desmayarme en el banco.

Miré a mi alrededor, me encontraba en una furgoneta con poca luz y los cristales tintados. Miré hacia adelante, un cristal separaba la zona de atrás con la del conductor. Sentía miedo pero extrañamente me encontraba muy calmada, ¿me habrían drogado?

—¿Dónde estoy?

Me daba miedo quién podía contestar y recordé, como si se tratara de un fogonazo, la imagen del hombre que me perseguía. No quería acabar violada o incluso muerta, quería crecer, acabar la carrera, irme con Sergio... ¿Irme con Sergio? Aún no lo tenía muy claro pero de lo que estaba segura era que no podía creerme que esto me hubiera pasado a mí.

—Estás en una furgoneta.

«Genial, eso ya lo sabía Einstein» pensé.

—¿Qué quieres hacerme? ¿Me has tocado?

De manera inconsciente miré hacia abajo, estaba vestida y no me dolía nada, salvo la cabeza.

—¿Qué dices? No, no. A mí no me van esas cosas, yo solo estoy -hizo una pausa-. Haciendo un favor, nada más.

—¿Un favor? ¿A quién?

—Mira, me estás poniendo nervioso, a mí esto no se me da bien, yo solo quiero llegar ya y poder descansar.

—Yo sí que estoy nerviosa, ¡estoy en una furgoneta con un completo desconocido que me acaba de secuestrar! —chillé—. ¿Cómo lo has hecho? ¿No te vio nadie?

—Digamos que he tenido ayuda pero no voy a entrar en grandes explicaciones.

—¿Cómo te llamas? ¿Quién eres?

—Me llamo Cr... —dijo quedándose callado de repente—. Mira, no te lo puedo decir, yo no sé hacer estas cosas ¿vale? Si te digo mi nombre igual la lío, dejémoslo así.

Me dio por pensar en todo lo vivido, había salido de la facultad, estuve hablando con Daniel, me había encontrado con aquel hombre... «espera, espera». Abrí los ojos de golpe, parecía que mis neuronas habían formado una conexión, provocando un cortocircuito. «¡¡DANIEL!!»

—Oye, el favor no será para Daniel, ¿¿verdad?? —pregunté nerviosa.

No le veía bien a causa del cristal pero pude percibir como se removía en el asiento.

—Nn...Sí, ¿vale? Sí. Pero ya está, mejor piensa en otra cosa y come algo, tienes cosas para picar ahí atrás. Me dijeron que te habías desmayado porque tienes el estómago vacío, ¿eres anoréxica o algo así?

Aunque no podía verle la cara le fulminé con la mirada, no entendía que quería hacer Daniel conmigo, porque no me dejaba tranquila de una buena vez. Además de tener que aguantar estar encerrada en una furgoneta me llamaba anoréxica y me decía que pensara en otra cosa ¡claro! En los unicornios mismamente.

—No soy anoréxica, cuando estoy nerviosa se me cierra el estómago, como ahora —repliqué enfadada—. ¿Qué quiere hacer Daniel conmigo? ¿Dónde vamos?

—Mira, de verdad que Daniel no va a hacerte nada malo, si no no estaría ayudándolo, él solo quiere hacerte ver que ha cambiado.

—Joder, que forma más bonita de demostrármelo, ¿no podía dejarme unas flores y una nota en el buzón, como hacen todos?

—Él no es de eso.

—Joder que si no es de eso... —respondí enfadada.

—Y come, a este paso te vas a volver a marear —ordenó con voz autoritaria.

Resoplé, me estaba entrando mucho calor y sentía que el aire de la furgoneta estaba reduciéndose, empezaba a sentirme asfixiada.

—Creo que está dándome algo, no puedo...respirar...

—Mierda, a ver...eh... vale, sí, haz esto —dijo con voz temblorosa—. Inspira...expira...inspira...expira, tú piensa que estás de parto. Cierra los ojos y a respirar.

Pude apreciar desde el suelo como paraba la furgoneta, si no fuera porque me estaba dando algo de verdad aprovecharía para escapar. Sentí como se movía el cristal que separaba una zona con otra y se arrodillaba a mi lado. Intenté abrir los ojos para poder verle la cara pero me sentía tan mareada que no lo pude conseguir.

De repente noté un paño frío por mi frente, intentando rebajar el calor que sentía. También me estaba refrescando con una especie de spray con agua sobre el cuerpo y me dio una bolsa para que respirara con ella. Se estaba preocupando por mí y no entendía por qué, los secuestradores no hacen eso.

—De verdad, come algo —me rogó—. O al menos toma esto.

—¿Qué es? —pregunté con desconfianza.

—Es agua con azúcar, te sentará bien.

—No me fío de ti, no te conozco —susurré con desconfianza.

—Joder, vale, abre los ojos y mírame.

Parpadeé hasta que mis ojos se acostumbraron a la tenue luz de la furgoneta. Pude apreciar el moreno rostro del hombre y sus labios gruesos. No podía verle los ojos ni el cabello, pues se había tapado con unas gafas de sol y la capucha del medio día.

Me mostró la bebida y, después de hacerme una seña, bebió un poco, limpiándose después con la mano.

—¿Ves? Si tuviera algo no lo bebería, a ver quién conduciría si no.

Como me podía más la sed que la desconfianza cogí el vaso y me lo fui bebiendo, al principio a sorbitos y después del tirón, no me había dado cuenta de lo sedienta que estaba.

Parecía que el azúcar empezaba a hacer efecto porque me sentía con más energía y eso había abierto mi apetito.

—¿Qué hay para comer?

—Tienes kit-kat, bolsas de patatas y galletas en una bolsa que hay a tu espalda. Viendo que ya estás mejor yo vuelvo ya a conducir. Que tengas buen viaje.

Dicho eso pasó hacia adelante y volvió a mover el cristal de separación. Al poco rato comencé a sentir frío por la furgoneta, por lo visto había puesto el aire acondicionado.

Mientras comía galletas me puse a pensar. No podía ver a donde estábamos yendo por culpa de los cristales tintados pero supuse que iríamos a Barcelona, Daniel vivía allí. No entendía su fijación por mí, ni que pintaba yo en todo esto. Mi relación con él hace años había sido intensa pero escasa, podía haber seguido con su vida con cualquier otra chica que viviera por allí.

Busqué la forma de escapar. El hombre no podía verme pues estaba de espaldas a mí y con el cristal, así que aproveché para abrir la puerta de la furgoneta, sin éxito. El seguro estaba echado y no había forma de conseguirlo, parecía que el botón se encontraba en la zona del conductor. Sabía que era arriesgado pero no me importaba tirarme a la carretera si hacía falta, antes eso que quedarme atrapada con Daniel.

—¿Falta mucho? —pregunté nerviosa, me estaba quedando sin opciones.

—Sí, yo que tú me echaba una siesta.

Pensé en ese hombre, por su voz parecía de la edad de Daniel, quizás era su amigo. No sé qué habría hecho Daniel por él, pero intuía que era algo importante. De todas formas parecía, dentro de lo que cabía por parte de un secuestrador, un hombre bueno: No me había tocado y se había preocupado por mí. Quizá si insistía un poco igual me dejaba tranquila. Era la última opción que me quedaba.

—Oye.

—¿Sí?

—No me lleves con Daniel, por favor, tengo una carrera que acabar, un amigo que seguro que está preocupado y un novio que seguro que cuando sepa de mi desaparición tratará de encontrarme como sea. ¿Acaso no habéis pensado que me buscará la policía? Seguro que saldré en las noticias, la gente me reconocerá, os encarcelarán —dije desesperada.

—Uf...mira, si es por mí seguías con tu vida sin problemas, pero Daniel me pidió que le ayudara y se lo debo. Y respecto a lo otro, yo me lavo las manos, mi servicio de cartero acaba en cuanto deje al paquete en casa.

—Da igual lo que te diga, ¿verdad? —contesté bajando la cabeza automáticamente, estaba empezando a perder la fe.

—Sí, lo siento mucho...

Miré la furgoneta y recordé que llevaba mi móvil encima, me gustaba guardarlo en los bolsillos. Nerviosa, toqué el pantalón pero no encontré nada, busqué la chaqueta por donde me encontraba, hasta que la vi debajo de un asiento. Me arrastré hasta allí y rebusqué por todos lados, sin éxito. «Mierda, y ahora qué hago» pensé. Derrotada, me tumbé en los asientos y me puse a llorar, Daniel estaba esperándome y no había forma de evitarlo.

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¿Daniel? ¿DANIEL? ¿Quién será Daniel? :O

¿Y nuestro querido secuestrador? Capítulo impactante ¿verdad?

Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios y votos, me encantaría saber lo que pensáis <3 

¡Muchos besos!

Karlee D.

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