Capítulo 29

Me quedé helada mirando a esa chica, hablaba con rotundidad y además sabía quién era yo ¿por qué? ¿Tanto se notaba que era yo? ¿Daniel era tan ingenuo para correr ese riesgo? No sabía qué hacer, la situación se había torcido mucho últimamente y no sabía cómo salir de ahí.

Por suerte pronto llegamos al lugar del espectáculo, una plaza en mitad del inhóspito lugar donde se juntaban algunas personas, quizá todos los habitantes de este lugar. Ya era tarde, así que los edificios y la pista de skate empezaban a tener un aspecto algo tenebroso.

Daniel me miró con preocupación pero se fue con otros chicos al centro de la plaza, parecía que estaban organizando algo. Decidí sentarme en el bordillo de una acera y contemplé expectante lo que iba a suceder, la chica pelirroja no tardó en sentarse a mi lado.

—Creo que te gustará —dijo sonriendo tímidamente.

Asentí con la cabeza y vi cómo se ponían zapatos de... ¿patinaje? Mi boca se abrió de golpe ante la sorpresa de ver a Daniel subido a unos patines, no me lo esperaba lo más mínimo.

Una vez estaban todos preparados fue él el que decidió llevar la voz cantante y dirigirse al público con una amplia sonrisa en su rostro.

—¡Señoras y señores, jóvenes y niños, pequeños y mayores! tenemos el placer de deleitaros con una actuación, esperamos que os guste mucho —dijo mirando hacia mí y guiñándome el ojo.

Con una gran elegancia se desplazó con rapidez hasta el equipo de sonido que uno de los chicos había llevado y le dio al botón de encender. En seguida el sonido de una canción de rap española invadió el ambiente, haciendo que el público empezase a dar palmas, contagiándome a mí también.

Mientras que Daniel estaba saludando a sus espectadores, los chicos pusieron conos y pequeñas vallas haciendo un circuito. Estaba eufórica por saber qué iban a hacer, nunca había visto esa faceta de Daniel.

—¡¡Comenzamos!! —chilló Daniel como si fuera un grito de guerra.

En seguida todos comenzaron a salir desde lo que parecía la línea de salida, salteando conos a una gran velocidad y saltando vallas. No podía evitar admirar a Daniel, estaba fascinada viendo como saltaba y esquivaba los conos con gran elegancia, como si hubiera patinado durante toda su vida. Podía ver cómo sentía orgullo, su rostro delataba esas facciones que mostraba cuando se sentía feliz y poderoso, se sentía el amo en ese lugar y eso me hacía sonreír, le sentaba muy bien el control.

Aumentaron la dificultad poniendo vallas un poco más altas y luego unos bancos donde no sabía muy bien qué era lo que iban a hacer. Las canciones seguían, tenían un ritmo que hacía que se te metiera en el cuerpo y te dieran ganas de coger unos patines también y ponerte a realizar el espectáculo con ellos. «Parece que me voy a hacer fan del rap» pensé y le sonreí inconscientemente a Sara, la chica pelirroja, al ver que me miraba de forma sonriente.

—¿Quieres un trago? Cada vez se va a poner más interesante —Me informó.

—¿Qué es? —pregunté con recelo.

—Malibú con piña, no es fuerte tranquila, no me gusta emborracharme.

—Gracias —respondí dándole un trago a su vaso.

Con el dulce sabor aún en mi boca contemplé el espectáculo, Daniel y el resto de chicos saltaban las vallas sin problemas y al llegar a los bancos giraban, cambiando de dirección y poniéndose de cuclillas, ganándose aplausos del público y chillidos de miedo de algunas chicas cuando parecía que iban a chocar pero salían audaces.

—¡¡Gente!! ¿Os apetece aumentar la intensidad? —chilló de nuevo Daniel dando una pirueta.

—¡¡¡Síííííí!!! —replicó el público entre aplausos.

—Pues vamos a necesitar a tres personas, ¡¡tres!! ¿quién se anima?

Con miedo vi como sacaba a dos chicas y, al faltarle otra, se acercaba hasta mí y me miraba, como si esperase a que yo participase, pero para mi suerte vi cómo se alejaba y conseguía sacar a otra chica del público, guiñándome un ojo y mostrando una sonrisa torcida.

—¡Aquí tenemos a nuestras tres valientes! ¡Démosles un gran aplauso!

El sonido de la siguiente canción de rap comenzó a sonar y las chicas se colocaron echadas en el suelo, muy pegadas entre sí. A mí me costaba respirar, intuía en qué iba a consistir lo que iban a hacer y me daba miedo por las chicas, seguro que estaban sintiendo mucha adrenalina.

Antes de comenzar empezaron a aplaudir en alto, haciendo contagiar al público y llenando el espacio con el ritmo de las palmas a la par de la canción. Luego todo fue muy rápido, el grupo de chicos comenzó a salir disparado y se pusieron a saltar por encima de las chicas, escuchando unos sonidos ahogados por su parte. Se ganaron un gran aplauso al salir todas airosas sin un rasguño.

—¡Aumentamos el ritmo! ¡¡Necesitamos dos personas más!!

Esta vez fue otro chico el que consiguió sacar a dos más, las cuales casi se lanzan hacia él como locas. Una vez colocadas, se dispusieron a saltar de nuevo mientras seguían el ritmo de la canción de rap. Contuve la respiración, sabía que si eso seguía así en poco tendría que cerrar los ojos para no ver la peligrosa escena.

Los chicos comenzaron a salir corriendo y dieron un gran salto, consiguiendo todos llegar a la otra punta sin tocar a ninguna de las voluntarias. Los aplausos no se hicieron esperar, haciendo que los chicos sonrieran agradecidos ante el fervor que estaban contemplando.

—¿Aumentamos la intensidad chicas? —preguntó Daniel con una amplia sonrisa—. Hace mucho calor por aquí.

Todos empezaron a sacarse sus camisetas, obteniendo gritos de posibles hembras en celo, las cuales estaban a punto de salir de su zona de público e ir a atacarles y abalanzarse sobre ellos. Daniel estaba eufórico, parecía un dios mostrando ese cuerpo trabajado y ese imponente tatuaje del dragón.

Mi cuerpo se contrajo ante el deseo y tragué saliva al ver como su mirada chocaba con la mía y se humedecía sus labios mientras mostraba una sonrisa pícara, solo para mí. Pude descifrar que me preguntaba si estaba disfrutando de lo que veía y mis mejillas se sonrojaron en respuesta.

—Esto te va a encantar, lo que viene ahora es de lo mejorcito. Luego solo falta que Daniel haga algo que solo sabe hacer él —Me dijo sonriendo como una niña pequeña.

—¿Vienes mucho a verles?

—No suelen hacerlo muy seguido pero al ser del grupo les veo muchas veces, sí.

—¿Eres amiga de Daniel? —pregunté mirándola directamente a los ojos.

—No sabría qué decirte, creo que él nunca me ha considerado su amiga —susurró dolida.

Una punzada de celos me atizó el estómago al notar su tono de dolor y humillación, podía percibir que ella había estado o estaba pillada por él, seguramente Daniel la había rechazado, como siempre hacía con todas.

—¿Te acuestas con él?

—Me acostaba —admitió mientras daba otro sorbo a su bebida—. Pero ya no, tengo la sensación que cortó con todo eso al aparecer tú en su vida.

—¿Conoces a Melissa? —pregunté recordando la escena de la casa.

Su rostro se contrajo al escuchar ese nombre, tornándose con gesto serio y de odio.

—Sí, ten cuidado con ella, haría lo que fuera con tal de tener a Daniel en su cama.

Su advertencia hizo que me quedara helada, la escena anterior me hacía creer en sus palabras, no me había parecido una buena chica. Le pedí dar otro trago para tratar de ignorar mis pensamientos y volví a mirar hacia el espectáculo, centrando mi atención en ver como estaban echándose cuatro chicas más y pedían la colaboración de una quinta.

Daniel se acercó con agilidad hasta mi lado,esta vez con una enorme sonrisa, parecía que se le iba a salir de la cara.

—Creo que he encontrado a nuestra última voluntaria —dijo en tono burlón.

—Ni se te ocurra —siseé.

No sirvió de nada mi advertencia porque Daniel ya estaba tirando de mí, empujándome hasta el centro de la plaza. «Tierra trágame» pensé para mis adentros al ver a toda la gente mirándome fijamente mientras aplaudían divertidos. No quería montar una escena así que eché una mirada a Daniel llena de odio mientras me acomodaba al lado de la novena voluntaria, empecé a santiguarme para salir impune y no morirme aplastada por unos patines.

Mientras miraba al cielo estrellado escuché como los aplausos aumentaban de intensidad y alguien subía el volumen de la música, resonando el sonido por todo el lugar. Sentí como mi corazón se paraba al notar los patines moviéndose a toda velocidad y cerré los ojos al sentirlos encima de mí, a escasos centímetros de mi cuerpo.

Escuché los chillidos por parte del público y abrí un ojo al escuchar los aplausos a los pocos segundos. Con todo el miedo en el cuerpo y la adrenalina por los poros de mi piel abrí  el otro, respirando aliviada al ver que aún seguía entera.

Cuando Daniel me ayudó a levantarme las piernas me fallaron, me temblaban como si fuera un flan, qué experiencia....le miré con los ojos aún temerosos y él me dio un leve beso en la mejilla en respuesta.

—Ahora pasaremos a la escena final donde nuestro increíble compañero hará solo unas acrobacias, nosotros queremos seguir vivos —anunció uno de los chicos entre risas.

—Por favor, acercaos hasta la pista de skate —pidió Daniel.

Miré a Sara con nervios, ya había vivido mucho con la que, para mí, era la escena final, me daba pánico pensar que Daniel podía poner su vida en peligro por un espectáculo, por muy imbécil que era a veces no quería eso.

—¿Qué va a hacer?

—Ahhh... es secreto, ven y lo sabrás —dijo cogiéndome de la mano con fuerza.

Cuando ya todos nos habíamos acomodado cerca de la pista, Daniel se aproximó hasta un extremo y subió a la rampa, una vez allí se puso los patines de nuevo y miró decidido el otro lado, pudiendo ver como emitía un gran suspiro de concentración.

—Antes que nada —dijo dirigiéndose al público—. Quiero dedicarle mi espectáculo final a una preciosa chica que se encuentra entre vosotros.

Le miré sorprendida, estaba mirándome fijamente y sonreía de forma complaciente, con orgullo.

—Va por ti nena —tiró un beso al aire.

Acto seguido se dejó caer por la rampa haciendo una voltereta mortal al quedar suspendido en el aire, aliviada vi como seguía ileso y con esa cara de "me como el mundo entero".

Continuó haciendo más piruetas y volteretas en el aire, cada vez se esforzaba más en hacerlas más peligrosas y temerarias, esa noche se me paró el corazón en múltiples ocasiones. Al acabar el público estalló en aplausos y ovaciones hacia Daniel, el cual hacía reverencias enormemente agradecido.

Aprovechando que Daniel estaba ocupado hablando con las personas que se le acercaban para felicitarle, Sara me alejó un poco de la multitud para hablar conmigo en privado.

Nos metimos en una esquina de la plaza, donde había un parque infantil rodeado de árboles y edificios viejos. Nos sentamos en los columpios y bebí otro trago del malibú mientras barajaba qué preguntarle primero, miles de dudas aparecían por mi mente.

—Sara, ¿qué hablabas con Pietro antes?

—No te preocupes por ese chico, es un poco pesado con el tema del sexo pero es inofensivo. Le dije la primera excusa que se me ocurrió para que te dejara respirar.

—Gracias —contesté sincera—. ¿Y Melissa?

—Alma, no te fíes de Melissa. Vi cómo se alejaba de casa hecha una furia y decidí seguirla, no me daba buenas vibraciones —Me miró fijamente—. La encontré hablando por el móvil, no sé con quién, pero decía que había que actuar pronto y algo de Daniel que no escuché bien, algo como alejarlo.

—¿Tienes idea de qué puede hacer? —pregunté temerosa.

—No lo sé —suspiró—. Pero de ella me espero cualquier cosa, ten cuidado.

El sonido del aire meciendo a los árboles cercanos daba un ambiente tenebroso, oscuro y aterrador. No ayudaba a que mi cuerpo se serenase y pudiera pensar con claridad.

—¿Por qué debo confiar en ti? —pregunté recelosa—. ¿Cómo sé que tú no me harás daño?

Sara me miró fijamente a los ojos, apretó su labio con fuerza y susurró.

—Porque soy la novia de Álex.

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