Capítulo 28
Recorrimos un sendero que al parecer nos llevaba a la zona más comunitaria y comercial del lugar. Miré nerviosa a Daniel, con miedo por no saber a dónde estaríamos yendo. Él pareció entender mi nerviosismo y me cogió fuerte la mano, apretándola para sentir su calor.
—¿A dónde vamos?
—Quiero enseñarte todo de mí e ir abriéndome poco a poco a ti, así que me toca mostrarte uno de los sitios donde voy a evadirme, además de aumentar mi riqueza.
—¿Me llevas a un lugar de comercio de droga? —pregunté horrorizada.
—Nooo —sonrió—. Un sitio de reunión y apuestas, además a veces realizamos espectáculos callejeros.
—¿Espectáculos callejeros? —pregunté con curiosidad.
—Ahora verás.
Seguimos caminando hasta llegar a una casa blanca bastante amplia, rodeada por una valla metálica y frondosos árboles, también tenía estatuas y una fuente bastante imponente. El patio también parecía bastante grande, con sillas y mesas para sentarse.
Al entrar contemplé la entrada maravillada, estaba repleta de cuadros y tenía una larga alfombra roja que te invitaba a ir hasta la sala principal. En el salón había una mesa de cristal rodeada por negros sofás de cuero y un montón de gente sentada fumando y jugando a las cartas, al parecer con dinero.
Me sorprendí al ver el aspecto físico de las personas, sinceramente me esperaba a personas con aspecto demacrado por las drogas, o con un aspecto peligroso y de pocos amigos, pero todo lo contrario.
Los chicos de la sala iban con polos o camisetas de marca y pantalones vaqueros ajustados, mientras que las chicas llevaban vestidos, también de marca y distintos peinados seguramente hechos en una peluquería costosa. Me sentía un poco fuera de lugar, todos ellos desprendían por cada poro de su piel su estatus social, el cual parecía bastante alto.
Al dar un tímido repaso por la sala me fijé en que las chicas se comían a Daniel con la mirada, incluso una de ellas parecía dispuesta a acercarse a saludarle directamente, en vez de desde lejos como hicieron el resto de personas.
—¡¡Bombónnn!! Al final has venido —ronroneó mientras se contoneaba hasta su lado.
Daniel la miró un instante y después a mí, sonriente me movió hasta su lado y me dio un beso en la mejilla.
—Sí, quería presentaros a mi novia, es esta preciosidad que tengo aquí a mi lado, así que tratarla bien, en especial tú, Nerea.
La chica me miró con pocos amigos y torció la boca con desprecio, pero siguió con su intento de llamar la atención.
—¿Por qué no te sientas con nosotras? El sofá estaba muy vacío sin ti —Le invitó mirándole a los ojos fijamente.
—Y seguirá así otro rato más, prefiero sentarme con Pietro.
Los hombres de la sala miraban la escena con sonrisa socarrona, parecían muy entretenidos mientras escuchaban las evasivas de Daniel hacia la insistente chica. Sentí celos pero mi corazón se iba tranquilizando con cada palabra que escuchaba de la boca de Daniel. Tenía miedo de que tonteara con otra delante de mi cara y me quedase sin saber qué hacer, completamente bloqueada.
Nos acomodamos alrededor de los chicos y sentí la mirada penetrante del tal Pietro, un hombre de pelo negro y ojos grises que fumaba un cigarro mientras me repasaba todo el cuerpo, incluso percibí como humedecía sus labios con la lengua. Incómoda, me pegué más hacia Daniel y decidí mirar hacia otro lado, centrando mi vista en una chica pelirroja que me resultaba bastante conocida de... de... eché memoria, recordaba alguna escena en Oviedo...Álex se me venía a la mente...sí, definitivamente esa chica me sonaba, aunque no recordaba dónde la había visto exactamente, de todas formas ¿qué haría ella aquí? ¿Conocía a Daniel? Notaba como a veces me miraba de reojo, pero más que con celos era como si sintiera curiosidad, como si me conociera y quisiera decirme algo.
Daniel se unió a la partida apostando una cantidad considerable de dinero, se veía seguro de sí mismo.
—¿Dónde está el baño? —Le pregunté con discreción.
—Sal por la puerta de la derecha y sigue el pasillo todo recto, luego gira a la izquierda, pasa tres habitaciones y al final gira a la izquierda otra vez, ahí está el baño de invitados.
—Gracias —dije intentando memorizar las instrucciones.
Me levanté del sofá con timidez, sintiendo de nuevo la intensa mirada de Pietro a mi espalda. Por el pasillo me detuve a contemplar más cuadros y algún trofeo de boxeo, parecía que la casa pertenecía a alguno de los chicos que estaban reunidos.
Al pasar por las tres habitaciones descritas por Daniel, me detuve en el cartel de una de las puertas, era blanco y en él estaba escrito el nombre de Melissa con decoraciones florales. La voz de mi conciencia me invitaba a entrar allí sin saber muy bien por qué, pero al escuchar unos pasos cercanos me apresuré a ir hasta el baño, una vez allí cerré la puerta aliviada.
Me sorprendí al entrar y ver una chica morena pintándose los labios frente un enorme espejo, desde luego, me sonaba de mucho. Era la chica del bar, esa que había besado a Sergio delante de mis narices, ¿qué hacía ella ahí? ¿sería casualidad?
Al notar mi presencia se giró y esbozó una sonrisa perversa mientras movía sus labios para fijar el color.
—Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Me quedé mirándola fijamente, sus ojos desprendían odio hacia mí, como si le hubiera hecho algo en algún momento y no al revés.
—Sé quién eres y te diré algo —dijo acercándose hasta donde me encontraba—. Daniel es mío, no tuyo.
—¿No tienes bastante con Sergio?
—Sergio no es tan bueno en la cama como lo es Daniel, hace temblar a cualquiera —contestó relamiéndose los labios.
—Déjame en paz —Le advertí.
—Déjame tú en paz y aléjate de Daniel, si no lo vas a terminar lamentando —Me amenazó apretándome el brazo—. Además...
No pudo continuar la frase porque apareció Daniel en el baño abriendo la puerta de par en par. Al vernos frente a frente avanzó con cara de pocos amigos hasta nosotras y apartó a la chica de un empujón.
—¿Qué coño haces aquí, Melissa?
Abrí los ojos sorprendida ¿la conocía? Miré hacia Daniel buscando explicaciones pero él estaba muy concentrado mirándola con odio.
—Es mi casa, ¿recuerdas? —replicó molesta.
—Déjala en paz, Melissa.
—¿O qué? ¿Acaso sabe...?
—Cállate —chilló Daniel con ira—. Vete de una puta vez del baño antes de que pierda completamente la paciencia.
—Ya veo —sonrió satisfecha—. Así que no sabe nada. Bueno —dijo mirándome a mí directamente—. Ya lo sabrás tarde o temprano.
Se fue del baño haciendo un gesto con la mano para despedirse. Daniel y yo nos quedamos solos, mirándonos alrededor de un silencio sepulcral.
—¿Por qué estamos aquí? ¿De qué la conoces, Daniel?
—Es la casa de ella y de Santo, son hermanos. Venimos aquí mucho a apostar jugando a las cartas y charlas sobre cualquier cosa, Santo es socio mío.
—¿Sabes que ella es la chica con la que, al parecer, está Sergio?
Me miró unos instantes parpadeando y se aproximó hasta donde estaba para cogerme del rostro y acariciarme la mejilla.
—No, no lo sabía —suspiró—. No tengo mucho contacto con ella, así que no sé qué hace con su vida.
Analicé su rostro, parecía sincero pero había algo en él que no terminaba de convencerme, como si estuviera ocultándome algo.
—¿Qué debo de saber, Daniel? —crucé los brazos.
—Te lo diré pero este no es el mejor momento, Alma.
—Estoy cansada de secretos, cansada de estar entre gente que no conozco y esperar a averiguar cosas cuando a ti se te antoja, yendo donde tú te mueves. No es mi ambiente, mi lugar está en Asturias —dije molesta.
—Te diré todo, Alma, pero aquí no. Ya has comprobado que no es el mejor lugar.
—¿Y para qué me traes?
—Para que vieras donde suelo estar, lo que hago, lo que me gusta... para que me conozcas.
—No te conozco una mierda, Daniel —contesté con desconfianza.
—Confía en mí, por favor. Ven conmigo al espectáculo y luego hablaremos en privado sobre todo lo que necesites y quieras saber —imploró con la mirada.
—Está bien, vámonos —respondí molesta.
Nos alejamos de la casa con algunas personas cerca nuestro, entre ellas la chica pelirroja y Pietro, pero por suerte Melissa no se encontraba entre esas personas. El camino fue muy incómodo, seguía enfadada y dolida con Daniel, así que intentaba alejarme de él pero Pietro me lo impedía, pues se había acercado hasta donde estábamos y cada vez iba aproximándose más a mí.
La chica pelirroja se dio cuenta de cómo Pietro se encontraba cada vez más pegado a mí y se apresuró para susurrarle algo al oído. Él asintió con la mirada y se alejó para conversar con alguien detrás nuestro. La chica me miró y me preguntó si podía estar junto a mí, asentí en respuesta.
Al acercarse me tocó el hombro y me susurró —Me llamo Sara y creo que tenemos que hablar largo y tendido esta noche, presiento que tarde o temprano vas a estar en peligro, Alma.
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¡Mañana hace un mes Sombras Partidas! Gracias a vosotros está en el puesto 183 del ranking, ya cerquita de los dos dígitos :OO ¿Me ayudáis a que suba a las 5k visitas y entre en el top 100? <33
Agradezco todos vuestros votos y comentarios, ¡¡sois un amor!!
Besos,
Karlee D.
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