Capítulo 22
Siguieron pasando los días y cada vez notaba un mayor acercamiento hacia Daniel. Seguía con mis dudas sobre si me quería para algo serio de verdad o solo intentaba llevarme a la cama pero intentaba no pensarlo demasiado.
Miré con cariño el colgante que me había regalado recientemente, no me lo esperaba. Daniel había regresado contento ese día, parecía que en el trabajo le había ido bien. Además, Ana había terminado sexto de Primaria con muy buenas notas y eso generaba un mayor entusiasmo en el hogar. Daniel como premio le regaló tres libros pues Ana adoraba leer, incluso Brutus recibió un regalo en forma de galletas de vainilla para perros que devoraba felizmente.
Recordé el momento que se acercó a mí sonriéndome de esa forma que podía hacer que cualquier chica cayera rendida a sus pies, extendió el brazo mostrándome un pequeño regalo envuelto en papel violeta, mi color favorito. Encima llevaba una nota, desdoblé el papel y pude leer, escrito a mano:
Gracias por alegrarme los días, tú me haces ser mejor persona. PD: Felicidades por aguantar tres meses a mi lado. Daniel.
Dios...sonreí como una tonta con esa nota. Tres meses... quién me iba a decir que llevaría tres meses a su lado, que me quedaría en su casa descubriendo a su extraña familia.
Cuando abrí el paquete encontré varias cosas, entre ellas el colgante con un búho que tanto me encantaba, era mi animal favorito. Daniel me susurró en el oído que me diera la vuelta, apartó mi pelo con suavidad y deslizó el colgante por mi cuello hasta que lo cerró.
También había algo que no me esperaba para nada, una entrada para el concierto de DHITS que iba a hacerse en pocos días, aquí en Barcelona. Si con la nota y el colgante había conseguido una sonrisa tonta de mí, con esa entrada se me encogió el corazón. Era mi grupo favorito y temía perdérmelo por estar aquí, además hacía tanto que no podía manejar las redes sociales que prácticamente se me había olvidado que vendrían a Barcelona.
Le pregunté con sorpresa cómo había sabido que quería ver a ese grupo y él se encogió de hombros contestando que lo recordaba porque había estado cotilleando mi Facebook y hablaba mucho sobre ello. Me sonrojé, tenía que tener cuidado con el tema de compartir todo por internet.
Móvil... el pensar en todo eso me hizo recordar que habíamos acordado en que tendría más libertad, eso equivalía a recuperar mi codiciado tesoro.
Salí de la habitación, dispuesta a hablar con Daniel sobre la confianza en mí, y lo encontré muy concentrado, sentado en la cocina leyendo unos papeles. Piqué a la puerta para no asustarle y devolverle al mundo real, él levantó la cabeza y me invitó a pasar.
—¿Qué haces tan concentrado?
—Negocios —aclaró.
—Ah, vale. Mmm...Daniel
—¿Sí?
—Respecto a la conversación que tuvimos hace tiempo sobre darme libertad...creo que eso incluía darme mi móvil —Le miré con seriedad—. Creo que me lo merezco.
—Está bien pero escucha lo que tengo que decirte —suspiró—. Tengo que darte otro móvil, el tuyo seguramente ya lo han intentado localizar y si lo enciendes estamos perdidos, te encontrarán.
Me mordí el labio inferior, no había pensado en eso. Extendí la mano para que me diera el nuevo móvil pero él meneó la cabeza en forma de negación.
—Aún no he acabado. Puedes escuchar música, leer por Wattpad con una cuenta nueva o jugar en aplicaciones del móvil, pero —contestó remarcando el pero—. Nada de usar las redes sociales, hacerte fotografías o abrir alguna cosa que tengas a tu nombre. Eso podría hacer que nos descubrieran y me haría ir a la cárcel.
Le miré arrugando la frente, esta situación se estaba volviendo complicada.
—¿Y si hablo a Álex o a Sergio para decirles que estoy bien? ¿Qué solo me fui porque necesitaba un tiempo sabático y que no me busquen?
Daniel chasqueó la lengua en respuesta, desaprobando mi pregunta.
—¿Crees que la policía se lo creerá? ¿Qué no estarán rastreando tu llamada pensando que tu secuestrador te pidió que dijeras eso? Llevas tres meses desaparecida sin dar señales de vida, Alma, esto no es un juego.
Levanté el mentón, desafiándole con la mirada.
—Eso te lo podías aplicar a ti mismo, ¿cómo piensas que haré mi vida entonces? Algún día tendré que retomar mis estudios y recuperar mi identidad.
—Bueno... ya veremos como lo hacemos.
—Genial, Sherlock... —suspiré mientras me tocaba la frente, nerviosa.
Finalmente accedió a darme el móvil, uno que parecía bastante reciente en el mercado. Ya estaba preparado con todo instalado, parecía que Daniel llevaba tiempo pensando si dármelo o no.
Miré el icono del Play Store, el cual permitía descargarte más aplicaciones y dudé al contemplar la opción de descargar el Facebook. Quería ver como estaba todo, qué cosas habían sucedido en mi ausencia.
Tras unos minutos repiqueteando el móvil con mis dedos, debatiéndome entre hacerlo o no, decidí hacerlo. Creé una cuenta nueva usando otro nombre y busqué "Álex Ayuso", tras unos segundos de espera me llevé las manos a la boca al contemplar la cantidad de publicaciones que había escrito sobre mí, sobre mi búsqueda.
Álex Ayuso: Hola a todos. Necesito que me ayudéis a difundir esta fotografía sobre mi amiga y compañera de piso, Alma. Ha desaparecido. Estoy destrozado, temo lo que le pueda pasar y en qué condiciones estará. Muchas veces sueño que suena la puerta de casa y aparece ella como siempre, reluciente, con esa sonrisa tan bonita que tiene y me da un abrazo tranquilizándome con que no ha pasado nada, que todo ha sido una pesadilla. Pero la pesadilla llega al despertar y comprobar que no está. Por favor...ayudadme.
Álex Ayuso: No tengo ánimo ni para saludar, ha pasado un mes sin saber nada de Alma. No es posible que haya desaparecido de la faz de la Tierra, seguro que está en algún sitio llena de miedo, esperando ser rescatada. Alma, ¿dónde estás? Si por un casual consigues leer este mensaje, háblame.
Álex Ayuso: Aún no hay noticias de ella. El tiempo duele y mucho, pero no quiero perder la esperanza, nunca me rendiré, Alma.
Me negué a seguir leyendo, estaba avergonzada del revuelo que estaba causando y yo toda feliz, absorta del mundo, sin preocuparme por nada ni por nadie. Estaba siendo egoísta, Álex se veía muy envejecido y deprimido en las fotografías, no parecía él.
No podía esperar más, tenía que decirle que estaba bien, que no se preocupara por mí, tenía que conseguir que descansara y durmiera bien, me hundía el saber lo mal que lo estaba pasando por mi culpa, nunca me lo perdonaría.
Abrí el chat del Facebook y marqué el suyo, desplegando una pestaña donde podría comunicarme con él. Vi que estaba en línea, mi corazón se encogió en un puño y noté como me latía a mil por hora. «Oh Álex... mi querido hermanito, cómo te echo de menos»
Caperucita violeta: Álex, soy yo, Alma.
Repiqueteé nerviosa la pantalla del móvil al ver cómo el "escribiendo" aparecía y desaparecía continuamente.
Álex Ayuso: Si esto es una broma no tiene ninguna gracia.
Caperucita violeta: Noo. De verdad, no es una broma.
Envié rápidamente el mensaje, con miedo a que me bloqueara pensando que era una persona que se reía de él y perdiera mi oportunidad de tranquilizarle, de saber de él.
Caperucita violeta: ¿recuerdas el nombre de mi nick? La protagonista de la historia que nos inventamos hace años, esa tan rallante y psicodélica, tan nuestra.
Álex Ayuso: ¿Almi? ¿De verdad eres tú?
Caperucita violeta: Sí, pero por favor no digas a nadie que te estoy hablando, estoy bien.
Álex Ayuso: ¿Te están haciendo daño? ¿Estás sufriendo?
Me rasqué los ojos, estaban comenzando a picarme, avisándome de que iba a comenzar a llorar. Me moría de pena intuyendo todo lo que estaba sufriendo Álex, quería volver a abrazarle y consolarle pero no podía, no quería que Daniel terminase entre rejas, no me estaba haciendo nada malo. «Mierda, Alma, te has metido tanto en la boca del lobo que no sabes salir de ella» la voz de mi conciencia maldijo para sus adentros, cuánta razón tenía...
Caperucita violeta: No, de verdad. Estoy bien, pero prométeme que no le dirás a nadie, en cuanto pueda volveré y estaremos juntos de nuevo.
Álex Ayuso: ¿En dónde te has metido, Almi? Por favor, dime que no sufres el síndrome de Estocolmo.
Me mordí el labio, estaba empezando a pensar que sí, pero tenía que admitir que Daniel se estaba portando bien conmigo y estaba demostrándome que había cambiado de verdad, si exceptuamos el tema del secuestro.
Caperucita violeta: No...
Álex Ayuso: Estás con él ¿verdad?
Me mordí una uña, tenía el labio tan mordido por los nervios que me había salido un poco de sangre. Me sentía en una encrucijada, si contestaba que sí temía que fueran a por Daniel, que Álex avisara a la policía. Si decía que no estaría mintiéndole a Álex, nunca lo había hecho. No quise pensármelo mucho, si tardaba sería sospechoso.
Caperucita violeta: No.
Le di a enviar con rapidez, temerosa por lo que acababa de hacer, decidí borrar la aplicación, no sin antes despedirme de él.
Caperucita violeta: Cuídate.
Solté una bocanada de aire al apagar el móvil, ya no había marcha atrás. Me daba miedo que lo rastrearan como había dicho Daniel o que Álex intentara volver a hablarme y me hiciera decir más de la cuenta, siempre lo conseguía.
Maldije para mis adentros al darme cuenta de que no había mirado el Facebook de Sergio, me moría de curiosidad por saber si había publicado algo sobre mí, si estaba preocupado, si me buscaba también como Álex...
Decidida a averiguar más sin implicar a Daniel, descarté la opción de volver a encender el móvil, por si de verdad lo rastreaban. Opté por ir a una biblioteca que había cerca de casa, la encontré una vez que acompañé a Ana para hacer un trabajo del colegio.
Una vez allí, me senté en una de las sillas de los ordenadores que se encontraban escondidas, rodeadas entre varios estantes repletos de libros. La bibliotecaria era muy agradable, no me había pedido el carnet y me ofreció un colacao fresquito mientras me metía en mis quehaceres.
Me volví a meter en el Facebook pero censuré la opción del chat, debía evitar riesgos. Tecleé el nombre de "Sergio Valdés" y en seguida me apareció su perfil.
Arrugué mis cejas al apreciar que apenas había cosas sobre mí, solo compartía aquello que Álex ponía ¿en serio era eso lo que le importaba? Cogí aire profundamente, intentando no juzgarle antes de tiempo o tomar conclusiones precipitadas, Sergio nunca había sido hábil con las palabras.
Seguí investigando por su Facebook y una fotografía hizo que me diera un vuelco al corazón, aparecía agarrado de la cintura de la chica de día del concierto, muy sonriente por cierto. Crují los nudillos, parecía que estaba pasándoselo muy bien en mi ausencia.
Un montón de dudas surgieron en mi mente ¿estaría con ella? ¿Me habría olvidado? Desde luego que en esa fotografía no parecía muy preocupado o triste por mi desaparición.
No quería ser hipócrita, no cuando sabía que Daniel estaba empezando a ablandarme con sus hechos, pero pensaba que me esperaría o se involucraría más por mi causa. «Quizás solo son amigos» intentó calmarme la voz de mi conciencia, chasqueé la lengua en respuesta, «ojalá» pensé para mis adentros «ojalá...»
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