Una vampira y la vida ordinaria


Me adentré en el largo pasillo, evitando la luz que procedía a través de las ventanas. Aunque mi protector solar me permitía cierta tolerancia, no quería tentar a la suerte.

Continué caminando, pasando junto a varios alumnos. Detesto las multitudes, pero debía hacer lo posible para pasar desapercibida. El bullicio de los estudiantes era un constante recordatorio de la energía y el caos de la juventud, un contraste con mi existencia silenciosa y solitaria.

Unos minutos después, llegué al aula indicada. Miré el pedazo de papel donde estaba anotado mi número de aula y luego el número de esta para estar segura.

"3-A de la sección secundaria", murmuré para mí misma. Luego, esperé pacientemente a que el docente en el aula me llamara desde el interior de esta.

"Lily Kumari", dijo la voz de una mujer de no más de unos 32 años desde el interior del aula. Suspiré levemente al escuchar el nombre poco original que me había inventado para mi fachada. Sin embargo, me dirigí a la puerta del aula, la abrí y entré tranquilamente.

Mi mirada era bastante inexpresiva, aunque me hubiera gustado salir corriendo de ahí. "¿Por qué acepté esta fachada?", me pregunté internamente, pero rápidamente puse la mejor y más creíble sonrisa que pude.

La maestra mandó a hacer silencio, creando un ambiente expectante en el aula. "Humanos, no pueden comportarse a menos que se lo exijan", pensé antes de respirar hondo y presentarme. "Buenos días, soy Lily Kumari, tengo 18 años, espero llevarme bien con ustedes", dije con una sonrisa mientras internamente me regañaba y retorcía por haber decidido que esta era la mejor fachada para la era actual.

La maestra me miró con una sonrisa antes de decirme que tomara asiento junto a una tal Emma. Asentí con una sonrisa, aunque internamente tenía una mueca de incomodidad.

Me dirigí hacia el asiento designado, junto a la ventana. "Genial, lo que me faltaba", pensé con sarcasmo mientras disimuladamente alejaba la silla de la irradiación directa del sol. Con un suspiro de alivio, tomé asiento y me dispuse a prestar atención a la clase, aunque la incomodidad seguía palpable en el aire a mi alrededor.

A mi lado, Emma me lanzó una mirada curiosa. Era una chica de cabello castaño y ojos verdes brillantes, con una energía palpable que contrastaba con mi sereno exterior.

"Hola, soy Emma", susurró mientras la maestra comenzaba la lección. "Si necesitas algo, no dudes en preguntar".

"Gracias", respondí con una sonrisa. Sin embargo, mi mente seguía dividida entre el presente y los ecos del pasado. La clase transcurrió lentamente, llena de explicaciones sobre literatura moderna que no podía evitar comparar con los manuscritos originales que había leído siglos atrás.

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