2 de mayo de 1968

Tlatelolco CMX

Una chica corre por un callejón angosto sin mirar atrás, ella corre por su vida la cual pende de un hilo en esos instantes, corre descalza sin ver lo que deja atrás con cada presurosa zancada. No logra ver las miles de pancartas y propaganda regada por el húmedo suelo adoquinado, no siente más que el miedo agazapado dentro de su pecho, lugar en el cual no cabe ningún suspiro de alivio, solo el más puro terror y la asfixiante preocupación. No siente el suelo caliente del callejón, ni los muchos raspones que adornan las plantas de sus pies, no siente que sea necesario preocuparse por ello

La chica no oye las miles de voces que resuenan ferozmente en el aire, voces que claman por la igualdad y la libertad... ella solo oye sus frenéticos latidos de corazón, resonando como tambores al unísono de voces mucho más internas que no paran de hablar

¡Corre! Gritan sin cesar, mientras la guían por un camino seguro a su libertad... ¡Izquierda! ¡Derecha! La chica no oye más que esas voces... no es capaz de oír el primer disparo, ni el segundo... no logra oír los gritos de alarma y de dolor sembrados por todos lados... cuyo volumen aumenta conforme a los desgarradores disparos...

No es capaz de ver como un chico es asesinado justo a su lado por un tiro de francotirador.

No es capaz de sentir la sangre que salpica su rostro y mancha su impoluto vestido blanco

No es capaz de oír como la madre suelta un grito desgarrador mientras observa a su hijo inerte en el suelo

La chica no es capaz de vivir toda esa masacre... puesto que ella se halla discurriendo presurosa por un mundo monocromo y frío, corriendo por un callejón anguloso de sucias y resquebrajadas paredes grises... huyendo de algo indescriptible a la mente humana, de algo grotesco y a la vez hermoso, algo que le provoca querer salir corriendo, algo que monta a caballo velozmente y le da caza a través de los angostos callejones de una utópica ciudad de México

––¡Es aquí! ––Le grita aquella voz interna ––¡Entra ahora! Las cosas comienzan a tornarse horribles tanto adentro como afuera

Abrió abruptamente una puerta de madera podrida y se adentró corriendo por unas escaleras, sin pararse un segundo a reflexionar sobre a donde la podrían llevar, no obstante, la chica confiaba en su guía, la chica no confiaba en nadie mas

La chica ascendió por las escaleras sin mirar atrás, donde cuatro afiladas garras negras atravesaban la puerta, depositando dentro un feroz alarido, similar al de una persona al ser quemada con ácido o las mismas llamas, un lamento lleno de dolor y desesperación que desgarra dolorosamente la felicidad, la valentía o cualquier otro sentimiento capaz de hacerte entrar en un rincón seguro de tu propia consciencia... aquel grito invadía la propia mente, congelaba los sentidos con un gélido abrazo de inseguridad y perturbación, erizando hasta el último vello del cuerpo

La chica halló lo que iba a buscar. Halló el solitario espejo habitando una pared demacrada y húmeda, oyó el llamado a casa, el llamado emitido por el espejo al destellar serenamente con suaves matices relucientes, nacidos de sus grietas más marcadas... invitándola a su libertad

––Lo he logrado... ––exclamó, aun sin ser capaz de creer en su propia suerte–– ¡Lo he logrado!

––¿Qué estás esperando? ––Preguntó su guía bastante desesperada.

Los alaridos de su perseguidor, resonaron mucho más fuerte, la chica no se dio cuenta de que ya había logrado atravesar la débil puerta del edificio... se dio cuenta muy tarde, cuando no fue capaz de reaccionar a tiempo... y su guía se vio en la penosa necesidad de salvarla.

El mundo giro ciento ochenta grados de manera repentina. La chica no fue capaz de contener el dolor ni las arcadas de su estómago, vomitando una gran cantidad de sangre sobre el suelo

––¡Pero ¡qué haces! ––gritó furiosa a su guía mientras restregaba enérgicamente su boca con la manga del vestido

––¡Salvo tu vida! ––¡sal de aquí!

La chica, nuevamente, no fue capaz de darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, no advirtió a los hombres armados que irrumpieron en la habitación en que se hallaba... se hallaba tan frustrada que no fue capaz de percatarse hasta que uno de ellos la tomo bruscamente por el cabello y la levanto

––¡No! ––gritó mientras luchaba por soltarse–– ¡NO, NO, ¡NO!

Finalmente fue arrojada al suelo frio en una habitación contigua

––¡Cierra la boca o te la llenaré de plomo! ––la amenazó uno de los hombres.

El cuarto se hallaba lleno de adolescentes y adultos, algunos sanos, otros gravemente heridos y algunos incluso desnudos contra la pared. Los hombres que allí custodiaban eran sin lugar a dudas militares, o algo relacionado, pues contaban con armas y un equipo sencillo, pero que resultaría eficaz a la hora de detener a simples estudiantes y profesores desarmados

––¡Debo salir! ¡Tengo que salir! ¡Él me espera! ––gritó e intentó ponerse de pie, no obstante, uno de los hombres armados disparó al suelo cerca de sus pies. Ella cedió inmediatamente

––Si no haces caso la próxima va para tu cabeza

––¿Quieres calmarte? ––la reprendió su guía–– ¡Harás que te maten!

––Tengo que salir... ––comenzó a murmurar–– tengo que salir... tengo que salir...

––¿Pues no que ya habían agarrado a todos los del mitin? –preguntó un soldado a quien la había amenazado

––No los arrestaron, el comandante dijo que abriéramos fuego. Tirar a matar... estos weyes trataron de escapar por el departamento

––¿Y esta tipa?

Ambos hombres miraron a la chica desde arriba, ella temblaba y murmuraba por lo bajo mientras se mecía con las rodillas pegadas al pecho

––¿Y si es gringa? La veo muy palida...

––También había gringos en la plaza, no nos notificaron de alguna excepción

––Pues se queda aquí hasta nuevas ordenes

La chica continuó murmurando lo más bajo que pudo, no oyó los disparos que aun resonaban fuera, y tampoco se dio cuenta de que su murmullo era lo único que perturbaba el silencio de aquella habitación

––Hey, tú ––le llamó otro militar–– guarda silencio

Ella hizo caso omiso, y lo pagó con un fuerte golpe en la cara asestado por la culeta de un rifle. Cayó de lado con la cara pegada al suelo y el sabor metálico de la sangre en los labios... aun así, continuó murmurando

––Delirio... deseo... muerte...

El hombre le propinó una patada en el vientre, la cual la cegó por el dolor y dejó sin aire

––Dije que te calles, carajo

La chica desafió su autoridad, elevando un poco más el tono en que recitaba

––Desesperación... destrucción...

Como recompensa recibió tres golpes más en el estomago

––¡Destinó! ––gritó mientras recibía los golpes–– ¡Delirio!

––¡Ya haz que se calle! ––le ordeno un militar mas

El hombre, desesperado alzo a la chica por el cabello y comenzó a golpearla varias veces en el estómago, el vientre y el costado. Ella por su parte no cedió en lo más mínimo, continuó su especie de rezo a un volumen mucho más alto mientras era golpeada de manera salvaje por el hombre, desafiando su autoridad

––Delirio, ¡Deseo!...

Al hombre que la golpeaba se le sumó uno más, sus gritos parecían haber provocado un alboroto entre los allí retenidos, quienes también comenzaban a hacer escándalo. Ambos la sujetaron y le desgarraron el vestido, dejándola desnuda de la cintura hacia arriba

–¡Quietos! –gritaron varios militares a los estudiantes y maestros– ¡Si se mueven abriremos fuego!

Uno de los hombres que la sostenía comenzó a golpearla en la espalda con una especie de macana u objeto sólido. Los latigazos de dolor le hacían querer apretar los dientes y, sin embargo, continuó gritando con todas sus fuerzas.

El resto de los militares comenzaron a golpear a los hombres desnudos que se hallaban contra la pared, mientras otros amenazaban con disparar a quienes comenzaran un nuevo escándalo.

Un golpe en el estómago le hizo cerrar los ojos y apartar la mirada de aquella escena

––Es la última advertencia mocosa

La chica escupió sangre al piso e ignoró completamente al hombre que la amenazaba

––Muerte... ––susurró.

––Felicidades, ––le dijo su guía–– Ya estas muerta––

––Muerte... muerte... ¡Muerte! ¡Muerte

A su voz desafiante se sumó la de un estudiante, luego la de un profesor... al final todos en la habitación coreaban la palabra muerte mientras se agitaban y ponían en pie. Fue entonces que se desató el verdadero infierno.

Las balas llovieron por toda la habitación, uno a uno fueron cayendo los jóvenes y adultos, mientras ella era arrastrada hacia un ventanal pequeño

––Delirio, Deseo ––un joven fue acribillado por la espalda mientras intentaba desarmar por la fuerza a un militar–– Muerte, destrucción ––la cabeza de un adulto voló en pedazos con solo dos tiros–– Desesperación... Destino -–la chica fue sujetada y alzada por los dos hombres. El ventanal al que era llevada mostraba la figura de una virgen sosteniendo a un bebe Jesús...

Por unos segundos, entre el brutal sonido de la masacre, le pareció oír nuevamente el relincho de un caballo

––¡Sueño! ––gritó como ultima protesta

Ambos hombres la estamparon contra el cristal, rompiéndolo con su cuerpo y siendo cortada por numerosos fragmentos en el rostro y el pecho. Afuera el sol brillaba, hacia un calor agradable, tanto que las miles de inhertes sombras tendidas en el suelo de la enorme plaza situada frente al edificio parecían disfrutarlo, aquella era la calma más hermosa que había tenido en mucho tiempo...

Cayó hacia atrás al cabo de unos segundos, boca abajo y con las decenas de cortadas sangrando copiosamente.

Toda la habitación se había teñido de rojo tan rápido...

––No mencionen... ––dijo agitado uno de los asesinos–– lo que ha pasado aquí ¿entendido?

––¿Qué hacemos con ella?

No alcanzaba a observarlos, pero a juzgar por su silencio, supuso que le aguardaba algo peor

––Llévenla al cuarto de a lado con los detenidos... si no se desangra antes, me gustaría hacerle unas preguntas

Uno de los soldados tomó a la chica por el pie y comenzó a arrastrarla hacia la habitación contigua, por donde había entrado... hacia el espejo

––Delirio... muerte... ––susurró de una forma menos audible–– desesperación...

––¿Crees que esté loca? ––preguntó el militar que la arrastraba

––Hoy todos han perdido el juicio... yo creo que...

Nadie supo que era lo que creía, la chica había apuñalado en la pierna al militar con un pedazo de vidrió. Debía correr rápido, solo tres metros y seria libre solo eso, un corto tramo por el que había pagado muy caro ella, y por el cual habían muerto varios inocentes... todo valia la pena al final, volvería con él, con su único amo y señor

Sin embargo, la chica no vio que aquellos hombres iban armados, no sintió el peligro que yacía a su espalda, y no oyó el disparo que le perforó el pecho a escasos cien centímetros del espejo.

Su rostro se estampó contra la pared, pero su mano logró acariciar la dulce y amarga libertad, dejando una huella sangrienta en el cristal fracturado por la misma bala que le había arrebatado dicha esperanza. Se deslizó lentamente hasta quedar tendida en el suelo boca arriba, ahogándose con su propia sangre, y enfriándose mucho más rápido de lo que esperaba

––Sueño... ––fue quien le tendió la mano y la libró del dolor

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