19


Su día comenzó con un baño frío (ya que era la única manera efectiva de despertarlo) seguido de un desayuno ligero en la cafetería junto con Jon y los otros perdedores, como siempre, el principal tema de conversación fue el sexo, cuantas veces lo habían hecho, quien la tenía más grande, y demás cosas vulgares y estúpidamente pretenciosas... En aquel aspecto Damián se sentía orgulloso de seguir intacto, aunque en muy buenas ocasiones se le presentaron oportunidades de estrenarse con varias chicas, aunque no muy agraciadas, esa era la razón principal por la cual negaba rotundamente los ofrecimientos indecentes de aquellas féminas... eso claro y también Karlee. El solo pensar en aquella chica le ponía los vellos de punta, era por así decirlo su obsesión personal, aunque sabía controlar muy bien dicha obsesión. Claro era que ambos desarrollaban un trato amistoso, las veces que se reunían a escondidas detrás del gimnasio para fumar o inclusive en el propio gimnasio para los partidos de baloncesto, sin embargo, había algo en ella que lo hacía estremecerse con el solo pronunciar su nombre, quizá su belleza natural, su cabello corto rizado y pelirrojo... natural, no artificial como el que usaría cualquier chica plástica. Karlee provenía de Irlanda, un país con alta cantidad de personas pelirrojas, y como en toda pelirroja irlandesa, no podían faltar las pecas en mejillas y nariz... quizá era ese el detalle que lo hacía querer manosearse cada ciertas noches... pues bien sabía él mismo que su fetiche por las chicas pecosas lo devoraba al momento de sucumbir dentro de pensamientos o fantasías lujuriosas, y en las cuales por lo general siempre se hallaba Karlee como protagonista

«¡Dios! si eres misericordioso otórgame más sueños lucidos

Terminó de desayunar y se dirigió al gimnasio con la esperanza de hallarlo vacío. Le gustaba practicar su tiro de espaldas sin gente la cual pudiera burlarse de su nada certera puntería, Solo esperaba no ser así en la cama

Llegó y para su fortuna (o desgracia) se hallaba solo, o no del todo

—Vienes a fallar tu tiro de la mañana —dijo Karlee en las gradas con su voz suave, y ese acento irlandés que al igual que sus pecas lo volvía loco

Le sonrió como siempre lo hacía, para demostrar que era un amigo, un socio, no alguien loco por ella

—¿Me darás algo lindo si atino en la cesta? —preguntó cogiendo un balón del estante

Como era habitual en Karlee, vestía de forma bastante "floja". Una blusa de tirantes negra bajo una camisa de franela roja, jeans azules rotos por las rodillas, Adidas blancos y su gorro para invierno color azul... ¡y sus ojos! quizá fuera la tercera cosa que lo volvía loco, Karlee no acostumbraba llevar maquillaje, simplemente delineaba sus ojos azules con delineador negro... ¡Era tan perfecta! que incluso algunas veces llegaba a preguntarse si no sería más que una ilusión, y si llegara a serlo, le daría igual pues era una ilusión bastante real, tan real que incluso podía tocarla...

—Oye... ¿sigues ahí, cuadritos?

Salió del trance al ver a la chica agitando su mano

—Sí, sí, claro —respondió mientras hacía rebotar el balón de una mano a otra— ¿y tú? ¿por qué estás aquí sola... y no atrás comiendo un taco de cáncer?

—¿Es que no puedo disfrutar un simple momento de paz conmigo misma?

—Claro que puedes... si

La chica le sonrió mostrando sus dientes blancos, algo que le extrañaba ya que solía fumar como chimenea.

Camino hasta estar a diez metros de la canasta, se giró y trato de preparar su tiro mentalmente.

—¿Crees que al fin encestaras, niño? —preguntó la chica desde las gradas

—Puede que sí, puede que no.. y no me digas niño..

—Pero lo eres ¿no?

—No, solo soy un año menor que tú..

Y era cierto. Karlee estaba por cumplir los quince el próximo mes, mientras que él los cumpliría un mes después, pese a eso Damián era un tanto más alto que Karlee

Karlee soltó una risilla infantil apenas audible, eso era buena señal.

—Si encestas a la primera yo... —la joven quedó pensativa un rato, miró al techo, tratando de dar con una idea que se escapaba de su mente a toda velocidad— mmm... yo, me acostare contigo —soltó sin más ni preocupación.

Damián soltó el balón.

—¿Qué? —preguntó incrédulo y con una gran sonrisa

Karlee... esa chica pelirroja y pecosa de ojos azules, protagonista de sus más lujuriosas fantasías le sonrió de una manera tan picara que le hizo cosquillas en el estomago

—Lo que oíste niño... ¡solo si encestas a la primera!

—¿y si no lo logro?

Karlee se encogió de hombros e hizo un gesto de resignación

—Lastima... —sonrió

La oferta era tentadora ¡qué va! ella era tentadora, y no podía dejar pasar una oportunidad como esa, no, debía dar su mejor esfuerzo. Rebotó el balón tres veces para concentrarse aún más.

—¿Lo harás hoy? —preguntó Karlee

Finalmente, cuando creyó que estaba listo, lanzó el balón... y cerró los ojos. El tiempo pareció ralentizarse, alargando aquel segundo en miles, millones ¿Que sucedió? ¿lo logró? ¿o no? El sonido del balón golpeando el aro de la canasta y rosando la red no llegaba, así como tampoco el sonido del balón rebotando contra el suelo... ¡Qué era lo que sucedía! ¿Qué sonido llegaría primero? ya no aguantaba más así que abrió los ojos... e inmediatamente lo asaltó el primer sonido.

Aquel sonido fue bastante dulce

Se giró y aun alcanzó a ver como el balón se deslizaba entre la red... y también vio a Karlee quien observaba al balón rebotar con los ojos bien abiertos y casi aguantando la respiración

—En....cestaste —dijo aun sin poder creérselo.

Aunque claro estaba que, él tampoco se lo creía

—Sip —dijo con una sonrisa burlona dibujada en su rostro

—Tú... nunca encestas... —dijo aun sin creérselo

Y tenía razón. Nunca encestaba a la primera por lo que el milagro ocurrido hacía unos pocos segundos solo podía ser eso, un milagro

«Dios me oyó»

—Creo que me debes algo..

La chica bajó de las gradas casi apresurada. Una vez abajo se dirigió con paso firme hasta estar plantada frente a él. Lo miró a los ojos, lo miró con ojos entrecerrados y un gesto analítico dibujado en su rostro

—...hiciste trampa

Aquello fue una autentica patada en la entrepierna

—¿Perdón?

—Nunca atinas a la primera... hiciste trampa

—¡Pero si tú misma lo viste!

—Yo no vi nada —dijo arqueando los ojos y esbozando una sonrisa burlona

—¡Eso si es hacer trampa!

—Nop...

—Que si

—Que no

—¡Que sí!

Karlee comenzó a retroceder más y más mientras reía, lo que fuera una oportunidad de oro se le estaba yendo de las manos

—¿Adónde vas? —preguntó a la chica, quien ya casi llegaba a la salida

Karlee solo rio

—Nos vemos luego, tramposo

Y se escurrió de sus manos


.


Aún seguía sin creerse que Dam hubiese encestado ¡era una locura! todos en el lugar sabían muy bien lo malo, no, lo pésimo que era para encestar, incluso en los mismos partidos no hacía mucha gala de su puntería. Nunca antes en las veces que lo observó sentada en las gradas logró encestar un solo tiro a la primera, era algo imposible, por eso dijo lo que dijo

«¿En que estaba pensando?»

Cierto era que Karlee Hoster no era una chica que pensara mucho antes de actuar, además de tener por costumbre el ser bastante extrovertida en algunas ocasiones, ya fuera por simple gana o por divertirse un rato al ver la reacción de chicos como Damián.

Estaban por cumplirse seis años desde que pisó por primera vez el orfanato, y a la vez tres años de haber conocido a Damián. Pese a ser alguien bastante conocida entre los chicos, Damián era el único de ellos con quien podía charlar sobre temas normales y no tan "vulgares" como era el caso con el resto de los jóvenes

«Y también esta Rogers claro»

Karlee siempre vio en Rogers a la figura paterna que nunca tuvo y a la vez a un profesor bastante especial. Fue él quien la llevó al orfanato a sus nueve años, por ese entonces todo el mundo le resultaba un misterio, incluso el suyo propio. No fue hasta un año después que conocería lo que la llevaría a ser la chica que es ahora: La perversión. Una simple palabra de diez letras, una palabra que logró simpatizarle por el simple hecho de como sonaba.

Desde muy temprana edad mostró un gran interés por el mundo de la perversión, el marqués de Sade se convirtió en su primer autor leído, y de allí llegaron muchos otros, tantos que al final el mismo demonio de la perversidad fue apoderándose de ella poco a poco.

Pensando en todo aquello ahora hallaba más sentido a la locura de hacia un rato ¿algo adentro de ella habría sabido de antemano el hecho de que Damián encestaría? No, era absurdo, sin embargo había algo que no lo era: su proposición. Era indecente claro está, y algo cruel al ilusionar a un pobre chico, no obstante a todo lo anterior mencionado... lo hizo, le propuso acostarse con él sabiendo que era algo indecente, poco ético... y lo peor era que...

—Encesto...

Y aun no podía creerlo

Caminó por un rato sin rumbo por el patio central. Las clases no comenzarían hasta las ocho, por lo que aún le quedaba tiempo para rondar por allí un rato.

—Oye... ¿a dónde con tanta prisa muñeca? —preguntó Peter Jackson una mole británica caucásico y rubio con cara de idiota

—A ningún lugar que te importe —respondió con una falsa sonrisa

—Claro que me importa, —siempre le causaba gracia el acento británico que se cargaba aquel idiota— ¿por qué no vamos a dar una vuelta?

El idiota se le acercó más de lo que habría querido, eso la irritaba, pero no tanto como el hecho de que pusiese su enorme mano en su trasero.

Le gustaba lo perverso e indecente, aunque no Peter Jackson, ya lo había intentado por no ser algo que cualquier chica haría... y no fue de su agrado. Para colmo, el tipo no era nada atractivo para ella, demasiado rudo. Necesitaba algo con que huir, una paloma sobre la estatua de Vicente no servía, tampoco el árbol de cerezo de al lado... la niña de cabello negro y despeinado... quizá

—No tengo muchas ganas de pasear en estos momentos...

—Entonces podríamos pasar el rato en mí...

—¡Jeyne! —Gritó a la niña pelinegra que cruzaba por su lado— ¡Allí estas!

la chica quien iba con una mochila en la espalda y una hoja de papel en las manos quedó confundida al instante, pero sirvió de distracción para que Karlee pudiera zafarse del agarre de Peter

—Lo siento Pet, pero ya había quedado de verme con Jeyne ¿no?

La niña la observó aún más confundida

—Emm..

—¿Lo ves? tendrá que ser en otra ocasión, ¡Bye!

Acto seguido, cruzó el patio arrastrando a la niña. Ya lo suficientemente lejos rompió el silencio

—¿Cuál es tu nombre nena? —preguntó

—¿...Jeyne?

Rio

—.. ya estamos lejos

—Mmm... Lucia

—¿Lucia? lindo nombre

—Gr-gracias...

—¿Qué es eso? —no aguardo la respuesta sino que le arrebató el papel de las manos— ¿Un mapa?

—Eee..

—¡Aa ya! eres nueva ¿cierto?

—Emm.. si

—Ya veo, bastante... interesante el mapa que te dieron —dijo analizando la hoja detenidamente

—¿Hay.. algo mal?

—Supongo, si lo que quieres es recibir educación física en el edificio AA —Regresó la hoja a la niña— se quemó en 1955

—Creí que antes solo había un edificio...

—Pues creíste mal. Antes del Director Rogers solo habían dos edificios, el A y el AA. El edificio AA se quemó, era el gimnasio en aquel entonces..

—Y.. ¿Por qué aun figura en el mapa?

—Eso si es un misterio, pero por algo ha de ser, por cierto me llamo Karlee

—Es... un gusto

—¡Vamos! quita esa cara, —apretó una de las mejillas de la niña, para su sorpresa la niña se dejó hostigar— Sabes, eres una cosita de lo más linda, ¿cuál es tu edad?

—...trece

Le soltó la mejilla de inmediato

—¡Trece años!

La niña asintió

—¿Estás segura?

—¿Por qué habría de mentir? —dijo mientras se frotaba la mejilla

—No te ofendas... pero te ves de once... o menos

—Sí, ya me lo han dicho

—Aun así, sigues siendo de lo más linda, y este lugar puede llegar a ser hostil para los que no conocen su significado... —suspiró— te daré un consejo, y no lo eches por la borda —se acercó lo suficiente, hasta estar cara a cara— Devorarlos, o te devoraran.. ¿Ok?

—....ok..

—¡Bien! fue un placer conocerte Lucia, espero volver a vernos pronto

—Yo... si, igual

—Bueno, ahora si me disculpas necesito un cigarrillo, hasta pronto

—Adiós... Karlee...

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