18
Cortó su piel por tercera vez con el cuchillo
—Siento —se dijo— pero nada de tacto
La sangre negra se deslizó por su muñeca hasta llegar a la punta de sus dedos, de allí goteó sobre la planta de su pie izquierdo. La herida no tardó en cerrarse con un cosquilleo
«Soy un arma —pensó— un arma no debe sentir»
Caminó hacia el espejo de su celda y contempló en él su cuerpo desnudo y monocromo, el cuerpo de un arma
—Jack —llamó un hombre alto, vestido con un traje militar pesado, cubre bocas y una piel igual de monocroma que la suya— Do'rian quiere verte, ahora
—Voy enseguida —contestó
Se vistió con un atuendo militar ligero de color rojo, salió y caminó por el estrecho pasillo del sótano hasta llegar a una escalera larga y obscura. Subió y se topó con una puerta de roble barnizada
Llamó golpeando.
—Adelante —dijo Do'rian al otro lado
Entró y cerró la puerta tras de si, Do'rian se hallaba de pie detrás de su enorme escritorio de cahoba, contemplando la vista hacia el coliseo
—Me llamó
—Si —dijo— ¿recuerdas el plan A?
—Por supuesto
—Pues se fue al carajo, pasaremos al plan B
Eso la sorprendió.
—¿Como dice?
—Minos y Virgilio acompañan a Dante, así no habrá quien pueda sacarla de allí
«Nombres clave»
—Creí que Virgilio estaría fuera de todo esto
—Y debería, debería estar siguiendo mis pasos, buscándome, pero no es así. Íncubos me lo dijo
—¿Que tan de fiable es esa niña?
—Lo suficiente como para creer en lo que dice
—Bueno, si ya no piensa sacarla de allí ¿cómo piensa llegar hasta ella?
Do'rian rio.
—Acabas de responder tu propia pregunta —dijo— prepara tus cosas, entraremos a la boca del lobo
Jack tuvo que contener una risa histérica.
«Ese era el plan C»
El diario había regresado como por arte de magia a la puerta de su habitación.
«No, —pensó— no, no. no» A grandes zancadas cruzó la habitación y abrió la ventana con violencia.
Ana ya no se hallaba en los columpios.
*Eso responde nuestra duda*
—¿En verdad fue ella?
Aun no lo sabía muy bien.
Cogió el diario del suelo y se sentó en la cama. Alguien había dejado una nota en la primera hoja
"Es un lindo diario, pero
peligroso, No lo muestras
a nadie, ni siquiera a
Rogers, o Merari, tampoco
A mí. este diario ahora es
Tuyo y de nadie más.
Abre el limbo para poder leerlo"
Atte.: Nieve
«Ana» pensó Lucia
PD: Rogers te llama
*¿Aun piensas mostrárselo?*
Lucia carraspeo
—No...
*Pues... ¿qué esperas? léelo*
—Tengo una cena pendiente ¿lo olvidaste?
*A... sí, claro*
Puso el diario bajo la almohada y salió.
ya quedaban muy pocos chicos transitando por el corredor, y los pocos que había le dedicaban miradas analíticas. No sabría decir exactamente que era lo que contemplaban tan atentamente en ella.
Realizó el trayecto en silencio, al llegar a la puerta estuvo a punto de tocar, sin embargo recordó que llevaba consigo la llave y entonces cruzó por su mente entrar sin avisar.
La puerta se abrió y Rogers apareció, alto, elegante y con varios moretones en la cara.
—¿Piensas quedarte allí toda la noche? vamos, entra.
Lo hizo.
La oficina había vuelto a estar ordenada y limpia. Al centro se hallaba una mesa circular con dos platos de comida y copas de agua.
Rogers cerró la puerta y se dirigió a su escritorio.
—Sabes, algo interesante sobre la limbiosis es que, una vez dominada la gente es capaz de ver o sentir la presencia de las demás personas a través de las paredes.
Aquello explicaba lo de la puerta.
—¿Usted me vio al otro lado? –preguntó
—Por supuesto —respondió— tengo cámaras
—Usted...¿no puede ver el limbo?
Rogers se dirigió esta vez hacia el balcón pequeño de la oficina y salió
—Lamentablemente no —dijo su voz— pero algunas veces lo siento... no sabría cómo explicarlo
Al cabo de un rato, volvió a entrar con un objeto grande y cubierto por una manta negra
—Olvide decírtelo —continuó— pero tendremos un acompañante
Colocó el objeto en su escritorio y retiró la manta de un tirón, revelando algo que dejo realmente fascinada a Lucia
—Eso... es...
—Un cuervo —completó Rogers— albino... o cuervo blanco
El animal en efecto era totalmente blanco de pies a cabeza, además de grande
«Cuervos blancos» recordó vagamente a los asesinos que Rogers mencionó durante su sesión de respuestas
—¿Por qué me muestra esto?
Rogers le indicó que tomara asiento en la mesa mientras él lo hacía
—Los cuervos blancos —comenzó mientras cortaba el filete en su plato— son en su mayoría comidos por su madre a los pocos días de nacidos. No son tan raros como uno puede llegar a creer, simplemente no llegan a ser adultos, los cuervos blancos con leucismo no tienen melanina en su cuerpo, muy pocos llegan a convertirse en adultos, y cuando lo hacen son abusados por cuervos negros debido a que son diferentes, tampoco pueden aparearse por que no son atractivos para los o las demás... están solos, por el resto de su vida
Algo en aquella historia le recordó indudablemente a Ana
—Ana... ¿Cómo llegó aquí? —preguntó mientras cortaba la carne en trozos
—Su padre... —se llevó un trozo de carne a la boca— abusaba de ella cuando era niña, la golpeaba y mantenía en cautiverio por ser albina..
—Eso es horrible...
—Sí, aunque ella no "recuerda" mucho de ello hoy en día
—Entonces... ¿esos traumas.. fueron los que ocasionaron su... personalidad?
—¿Su desequilibrio mental? Mm.. quizá, aunque hoy en día no estoy muy seguro
—Entiendo...
—Pero vamos, el propósito de esta cena es conocernos, no conocer a los demás. Para eso ya habrá tiempo
—De acuerdo
—Antes que nada, de seguro te preguntas ¿qué carajos significa la D en mi apellido? y por qué Merari tiene un apellido diferente
Rogers le había leído la mente
—Antes que nada —continuó— un poco de historia.
»Nací en mil novecientos setenta y dos en Inglaterra. Mi padre, Sir Strafford Doneyld Washington era un banquero acaudalado y popular, dueño del banco internacional de bienes y menesteres ingleses —comió otro trozo de carne— mi madre sin embargo no nació en territorio inglés, aunque vaya que en sus venas corría la sangre inglesa y una muy conocida. La de los Doneyld.
—¿Sus padres se apellidaban igual?
—Claro —contestó— eran hermanos
Lucia casi se ahogó con un pedazo de brócoli... Abrió sus verdes ojos como platos, totalmente incredula
—¿Hermanos de sangre? –le cuestionó
—Sí, Merari y yo somos fruto de un incesto —dijo de la manera más despreocupada que Lucia había oido en su vida— pasé la mitad de mi infancia en Londres. Recibí clases particulares hasta los cinco años, luego ingrese en un instituto privado de witchaple donde entablé amistad con Gregor Peter Ellis, un chico bastante... especial. Nos volvimos inseparables hasta los dieciocho. En mil novecientos ochenta y seis nació Merari, yo tenía quince años entonces. Mi madre murió en el parto y mi padre no soportó una vida sin ella a su lado así que se suicidó un año después. Afortunadamente se acordó un matrimonio antes de su muerte por lo que, a los dieciocho me convertí en dueño absoluto del banco y la fortuna Doneyld, me casé con María Fernández, hija de una dramaturga española bastante rica y famosa
—¿Y cómo llegó al orfanato?
—Esa es la parte interesante. Fue... durante una crisis. Dejé el banco en manos de un socio ya que deseaba continuar con mis estudios en psicología, sin embargo en aquellos momentos, no había mucha demanda en Londres por lo que, al finalizar mis estudios abandonamos Londres y partimos en un viaje por todo el mundo, o casi todo el mundo. Al final terminamos en un pequeño pueblo en las montañas lleno de prados verdes y un orfanato adentrado en una arboleda colina arriba.
Lo compre por un precio justo, amplíe las instalaciones y reabrí el lugar. Desde un principio se me ofreció el puesto como director pero yo fui hasta allí buscando trabajo como psicólogo. Subí por la escalinata hasta donde me hallo ahora
Lucia se quedó sin habla mientras sostenia un pedazo de zanahoria a medio camino de la boca.
—¿Qué edad tiene?
—Cuarenta y cinco —respondió— pero aparento mas
—Entonces... cogió el apellido de su padre
—Cambie de nombre en el dos mil, para ti soy Charles Rogers Doneyld Washington... para mis padres, era Edgar Paul Doneyld Doneyld
—¿Y Merari?
—Ella cambió su apellido solamente, Merari Reyes de León
—¿Por qué?
—Eso es historia para otra ocasión, ahora come, o se va a enfriar
.
La entrada por el callejón solo era iluminada por una tenue luz parpadeante, la puerta metálica oxidada se hallaba entreabierta y la lluvia mojaba todo el lugar levantando un olor a humedad en el aire.
A la lejanía podía escucharse una ambulancia, junto con el sonido de autos y la ciudad nocturna.
Se decidió finalmente y caminó con largas zancadas hasta la puerta oxidada, la empujó con la mano y adentro se halló con una puerta más pequeña y un grupo de borrachos bebiendo en una esquina.
—Linda jovencita... ¿por qué no vienes a sentarte un rato?
Ella no les prestó atención, se dirigió hacia la puerta pequeña y la cruzó a rastras por un túnel que se volvía cada vez más estrecho.
Al llegar al final apareció frente a una taquilla con un taquillero alto y delgaducho de tez pálida y bigote exagerado dentro de ella.
—¿Entrada? —dijo con marcado acento ruso mientras estiraba la mano.
—No tengo entrada —contestó
—Lastima nenita, sin entrada no entras
—Pero...
—¡Sin entrada no entras! —gritó
La taquilla retrocedió y dos puertas metálicas en forma de carita sonriente la ocultaron con un sonido metálico bastante sonoro
Ella quería entrar.
Fue entonces que recordó el callejón húmedo por el que entró, quizá podría colarse por alguna puerta trasera.
Decidida regresó a través de la pequeña puerta por la que entró, ya no se hallaban los borrachos en la esquina.
Afuera era frío aunque había dejado de llover.
—Lindo gatito, lindo gatito, juega conmigo un ratito —canturreo una vieja y encorvada vagabunda mientras empujaba un carrito de supermercado.
Llegó hasta otra puerta igual de oxidada en el rincón más húmedo y obscuro del callejón.
La abrió e ingresó a un pasillo largo, iluminado simplemente con una luz al final de éste.
De nuevo caminó con largos pasos todo el trayecto. Al llegar al final, se encontró dentro de un gran salón de eventos donde niños y niñas gritaban y corrían desnudos por entre las mesas, donde varios adultos se hallaban atados con cadenas y expresiones moribundas dibujadas en el rostro.
Un gran escenario se alzaba frente a ellos donde una especie de comediante realizaba su acto, era alto y delgado, vestido con un traje color rojo y el cabello teñido de color purpura.
El único camino hacia su destino era a través de un suelo hecho con madera podrida y por el cual varias llamaradas salían despedidas por tubos debajo del suelo
—Un hombre se hallaba en la sala de espera de un hospital —contó el comediante— esperando con ansia noticias sobre el parto de su querida esposa —algo en aquel comediante le resultaba familiar. Su rostro era totalmente blanco, dos pozos sin párpados paseaban la mirada de allá para acá, no tenía nariz y su boca se hallaba cortada para formar una gran sonrisa de dientes blancos— un largo rato transcurrió antes de que el doctor le informara... "¡felicidades!" le dijo el doctor "ha tenido un varón fuerte y saludable" Emocionado, el hombre fue corriendo a los cuneros en busca de su hijo, al no hallar su nombre por ninguna parte, regresó corriendo con el doctor quien se rio en su cara y le apuntó con el dedo "¡Día de tontos! Hahaha ¡tu esposa murió y el bebe nació deforme!" Hahahahahahaha!!!!
El público de adultos encadenados estalló en carcajadas, ella estuvo a punto de hacerlo pero se contuvo y continuó su camino, escabulléndose en la obscuridad del escenario.
Al llegar al otro lado los niños comenzaron a arrojarse lanzas, cuchillos y demás objetos afilados entre si ,corrió por entre la trayectoria agachando la cabeza.
Ningún arma la tocó
—Busco a la guía —dijo a un grupo de adultos encadenados a un locker.
No respondieron como se temió, sin embargo un sollozo de mujer podia oírse dentro del locker.
Empujada por la curiosidad abrió la puerta y se encontró a una mujer desnuda, sin rostro y con un bebe en el regazo.
Antes de siquiera preguntarle por su guía, una lanza se le clavó en el vientre.
No sintió dolor alguno, solo la sangre caliente brotar y bajar por sus piernas
Entonces Ana despertó
Aquella última parte del sueño la sintió muy real. Miró a su alrededor para cerciorarse de haber despertado del todo, la luna brillaba a través de la ventana, el reloj marcaba las 10:20pm, todo parecía en orden excepto...
—¿Qué es esto?
Justo sobre la manta, una mancha negra crecía más y más.
Retiró la manta y entonces cayó en cuenta, la sangre salía de entre sus piernas
—Qué asco... —dijo mientras se ponía en pie con la sangre aun brotando.
Retiró la manta, la arrugo y la lanzó a la esquina de la habitación.
Luego se dirigió al baño para limpiarse. Mientras lo hacía rememoró aquel extraño sueño que le había tocado experimentar esa noche, el comediante y su chiste le resultaron bastante familiares
«Su esposa murió —pensó— y el bebé nació deforme»
Aún seguía causándole gracia.
Terminó de limpiar su parte intima, sin embargo, no reconciliaría el sueño esa noche por lo que decidió tomar una larga ducha para despejarse. Al terminar salió desnuda y sin secarse
Se respiraba un aire frío en la habitación debido a que la ventana se hallaba abierta, afuera la noche era parcialmente nublada además de gelida.
Se colocó la ropa interior. A pesar de ser mujer Ana acostumbraba usar ropa interior de chico, unos boxers azules escogió en esa ocasión. Luego se sentó en la cama aun sin vestirse
«Mañana comenzaran las clases —pensó— pero ya no serán aburridas»
Lucia era una chica que le había caído bastante bien, se preguntaba qué tan aburridas serían las clases ahora con ella. Damián iba un curso más arriba que ella por lo que solo podían verse a la hora del descanso.
Si las cosas marchaban bien tal vez podría ganarse una nueva amiga...
Una ráfaga especialmente fría entro por la ventana y le provocó un escalofrío en la espalda.
«¿Ya es hora?»
Se puso en pie y se acercó de nuevo a la ventana, la luz de la luna la abrazó mientras inhalaba hondo el aire frío y cerraba los ojos
«Doscientos tres...» soltó el aire y abrió de nuevo los ojos, la esclera se volvió negra al igual que las venas alrededor, sin embargo el iris no adoptó un color purpura brillante sino uno rojo vivo.
En su cabeza oyó varios chasquidos, subió los pies al marco de la ventana y acto seguido, salió a la noche fría aun sin vestirse
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