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la sensación de incomodidad se apodero de lucia de inmediato, si había algo que nunca se le había dado bien eso era el deporte, cualquier clase de deporte sin excepción, con anterioridad había logrado salvarse de los partidos recreativos de fútbol que realizaba san Gabriel los domingos por la mañana con la escusa de sentirse enferma, aunque claro se notaba con obviedad el poco deseo de la chica por participar y al no ser de suma importancia uno que otro profesor le seguía la corriente. sin embargo ahora no había como escapar de esa, la tenían prácticamente contra la pared y ninguna excusa ingeniosa cruzaba por su cabeza en esos momentos
—Yo.. no soy.. muy buena en esto del deporte —rio

Merari se acomodo los lentes, al parecer esperaba esa respuesta por parte de lucia
—Esto no es un deporte —dijo con voz firme— el deporte lo practicas por diversión, por ganar algo y demostrar que eres mejor que los demás en algunas ocasiones —el tono de Merari se elevó a uno mas serio— esto lo practicas por la necesidad de defenderte, por ganar un poco mas de tiempo en tu vida y por ser mejor y mas fuerte que la persona a la que enfrentes y que sin duda te querrá muerta ¿entiendes?

Lucia quedo sin habla al oír las palabras de Merari en ningún momento creyó que pudiera dar tanto miedo

—Lucia, entiende —dijo rogers— hay personas que te quieren muerta —hizo una pausa— nosotros obviamente no permitiremos que eso ocurra.. pero aun así. Si llegásemos a fallar en nuestra tarea necesitamos que tu misma puedas garantizar tu seguridad

—Pero.. yo muy apenas puedo.. levantar un mueble pequeño —dijo nerviosa— ¿que les hace creer que podre ser mas fuerte que esa.. gente?

—Todo es posible si te lo propones —contesto Rogers

—Si quieres vivir podrás aprender. Mejorar y aprender rápido —añadió Merari

Lucia sabia muy bien que las palabras de Merari eran ciertas, si de verdad quería sobrevivir tendría que aprender rápido, sin embargo aun sentía algo de miedo
—Y.. ¿ustedes serán mis entrenadores? —pregunto

—Algo así —contesto Merari

—Debido a la gran diferencia en tamaño creímos que seria mejor que alguien de tus mismas proporciones fuese quien te entrenara —dijo Rogers— nosotros solo Supervisaremos las sesiones

Lucia quedo confundida
—¿Entonces quien sera mi entrenador?

—¡Yooop! —grito una voz familiar al otro lado del dojo,

Lucia volteo y vio a una figura femenina sin duda muy familiar
—¿Ana? —pregunto confundida

—¡Presente! —grito con animo

—Ana es cinta negra tanto en kung fu como en judo y karate —dijo Merari mientras observaba como Ana jugaba realizando poses de pelea exageradas— aunque.. no lo parezca

—Bueno, bueno no me considero una maestra —dijo Ana tratando de no mostrarse muy autoritaria— pero.. Rogers y Merari insistieron mucho en esto

—Estas en buenas manos —dijo Rogers— nosotros Supervisaremos los entrenamientos y asistiremos a Ana si lo necesita

—Nuestra prioridad es que aprendas a defenderte lo antes posible, así estaremos mas tranquilos —añadió Merari

Lucia dio un largo suspiro
—No me queda de otra ¿cierto? —Rogers y Merari negaron con la cabeza, Ana solo sonrió— bien, y.. ¿como se supone que debe ponerse esto? —dijo observando el kimono

—Yo te diré —contesto Ana— vamos

Ana tomo a Lucia del brazo y ambas se dirigieron al fondo del dojo hasta desaparecer tras una puerta que ponía en letras azules “vestidores"

Rogers tomó aire y se sentó en un pequeño banco
—Esto... ¿en verdad crees que resulte? —pregunto

Merari acomodo sus gafas y se cruzó de brazos
—¿que edad tenia cuando comenzaste a entrenarme?

Rogers suspiró
—Diez —sonrió

—Esto no sera difícil, puedo ver algo de potencial en esa pequeña ¿que edad dijiste que tenia?

—Trece —arqueo una ceja— pero viéndola bien, aparenta menos

.

5:45am, los rayos de luz solar comienzan a entrar por las ventanas de los dormitorios, inundando de luz la obscuridad de las habitaciones.
Allí, dentro de la habitación marcada con el número 195 Karen, una niña con poca buena suerte, comienza a abrir los ojos a un día mas, uno que probablemente sea igual al resto y lo sabe.
Con poca motivación echó la cobija azul a un lado, el aire fresco de la mañana recorrió todo su cuerpo. Aun tenia sus ojos cerrados, le costaba hacerse a la idea de que su día sería pésimo, lo sabía incluso antes de comenzar con el.
Puso sus pies descalzos en el suelo, estaba frío pero no lo suficiente para molestarle, aun medio dormida tallo sus ojos y se puso de pie. Camino hasta el espejo de su habitación el cual se hallaba en la puerta.
Allí delante vio reflejada a la niña con mas mala suerte, ella, una niña de estatura baja, cabello castaño largo y una piel pálida y fina.
A pesar de sus trece años, muchos la seguían viendo como una niña pequeña, y es que en parte, el rostro de mirada inocente, labios finos y mejillas ligeramente rosadas, ayudaban mucho en eso, además si a eso se le suma una estatura baja y personalidad tímida, el resultado es una niña de once en el cuerpo de una chica de trece
«¿por que eres así?»

Paso su mano por el despeinado cabello castaño, este le llegaba casi a la cintura.
Fijo su mirada en el reflejo y se examinó una vez mas, desde sus pies descalzos hasta subir por el pantalón de dormir, su blusa de manga corta color rosa y terminar en sus ojos verdes, brillantes.
Pasaron unos segundos y esos mismos ojos verdes se obscurecieron, adoptaron un color diferente, el azul, un azul familiar, Karen había abierto el limbo, sus venas se resaltaron y cambiaron de color igual que con lucia.
Suspiro mientras observaba el reflejo monocromo de su habitación, un reflejo sin vida. Fijo ahora su mirada en el armario reflejado, sus ojos azules emitieron un destello y el reflejo al igual que el armario mismo, abrieron sus puertas de par en par.
Karen sonrió

.

—¿Ya estas lista? —pregunto Ana impaciente

—Si... creo —contestó Lucia

—Sal, deja verte

La puerta del vestidor se abrió, Lucia ya tenía puesto el pantalón de seda color negro y el kimono de color blanco
—¿Y como se supone que se ata esto? —pregunto sosteniendo la cinta de color blanco

—Yo lo hago —contesto Ana

—¿Eh?

—Que yo... —tomo la cinta— lo hago

Ana se acercó a lucia y paso un extremo de la cinta por la cintura, casi abrazándola.
Lucia no supo como reaccionar, aquella niña se hallaba muy cerca de ella, sentía su respiración, luego las imágenes de “la otra Ana" llegaron. Aparto su mirada para no verla a los ojos.
Ana volvió a pasar la cinta una vez mas y luego finalmente la ató

—Ya está —dijo retrocediendo

Lucia la miro
—Gracias.. —dijo con una falsa sonrisa— ¿Ya.. es todo?

Ana negó con la cabeza y le apunto a los pies
—Los calcetines

Lucia vio sus pies, no se había quitado sus calcetines blancos
—¿No puedo.. ir así?

Ana negó nuevamente con la cabeza
—El piso es de madera, además esta barnizado, con la tela te resbalaras

Lucia frunció el ceño
—Esta bien —se apoyó en la puerta del vestidor y retiro sus calcetines, primero el derecho, luego el izquierdo, los enrolló y coloco en la mochila con el resto de su ropa— ¿ya?

Ana la miro curiosa
—¿Es una cicatriz? —señalo el pie derecho

Lucia soltó un suspiro
—¿Se nota mucho?
En su pie derecho una cicatriz de quemadura se alzaba desde el comienzo de la planta hasta subir un par de centímetros por el lado izquierdo

—Algo —contestó— ¿como te la hiciste?

Lucia comenzó a recordar
—Fue.. cuando tenía diez, por accidente pisé un pedazo de carbón encendido

—¿Y te dolió?

«Obvio»
—Si

—Vaya —dijo impresionada

—No me agrada como se ve

—¿Y eso porque? —pregunto Ana

Lucia alzo un poco su pie para ver mejor la cicatriz
—Pues.. es muy fea

Ana rió
—Todas las cicatrices son feas

—Eso ya lo se —suspiró— al menos no es tan notoria como la de... Mérari

Ana se llevo la mano al cabello
—Cierto

—Dijiste que Mérari era una mujer linda y amigable... ¿que le ocurrió?

Ana quedo pensativa por un rato
—Bueno, tengo prohibido hablar de eso —contesto

—¿Por que?

—Porque si —sonrió

Lucia la miro algo confundida, quizá Merari le había pedido que no dijera nada a nadie, pero aun así, ella lo averiguaría tarde o temprano

.

Cerró la puerta de su habitación, ya vestida con su típico suéter verde y falda a cuadros, su cabello se hallaba suelto pero mas peinado

—Oye —llamó una chica que pasaba por el pasillo— buena suerte

La chica continuó caminando después de burlarse. Karen agachó la mirada y suspiro, eso era lo mismo de todos los días. Como parte de su mala suerte, casi todos los chicos y chicas del orfanato acostumbraban burlarse de ella, aunque claro ella no les daba mucha importancia.

Comenzó a caminar por el pasillo hacia el ascensor, allí presionó el botón para llamarlo y aguardo

—Hey —llamó esta vez un chico.

Karen volteó esperando recibir una burla mas, sin embargo el chico grande y corpulento que vio caminar hacia ella le resulto familiar

—¿Manuel?

—El mismo —contesto el chico.
Un chico grande y de apariencia algo tosca, con una cabellera corta de color negro y unas cejas ligeramente pobladas las cuales daban un aspecto varonil y algo atractivo a su manera

—Emm.. hola

El chico soltó una risa sonora
—Creciste mucho

—¿Tu crees?

—Si, aun recuerdo cuando llegaste aquí, tenias.. ocho años y tu hermano trece

Karen sonrió
—¿Lo recuerdas tan bien?

—¡Pues claro! —rió— no olvido nada, yo tenía doce años entonces

Karen lo pensó un poco
—Entonces... ¿tienes diecisiete?

—Y tu trece ¿no?

Karen asintió, Manuel sonrió, le coloco su enorme mano en la cabeza y soltó una risa
—Sabes, en realidad te sigues viendo de once

«Lo se»
—¿Enserio? 

—¡Si! en cierta manera te envidio, eso de que los años no pasen por ti... a mi me encantaría verme de mi edad —Manuel se llevo su mano restante a la barba que comenzaba a crecer en su rostro— tengo diecisiete y parezco alguien mayor

—Yo... Supongo que tienes razón

Las puertas del ascensor se abrieron, Manuel le dio unas palmadas en la cabeza a Karen y sonrió
—Bueno, hasta luego

—Cl..claro...

—Y...ve con cuidado —sonrió

Karen suspiró e igual le sonrió
—Si... lo intentare

.

—¿Lista? —pregunto Ana con impaciencia

—Creo... —contesto lucia algo preocupada

Ambas ya se hallaban de pie en el dojo, Rogers de lado izquierdo y Merari de pie al fondo

—Ana sabe muy bien lo que hace —comento Rogers— confía en ella

«Lo intentare»
*En realidad no lo harás*
—Claro

Rogers le indico a Ana que podía comenzar, ella se acerco mas a lucia y le sonrió
—Golpeame —dijo

—¿Que?

—Que me golpees —dijo. coloco la mejilla izquierda para recibir el golpe

—Pero... ¿por que?

—Quiero ver que tanta fuerza tienes, vamos

—¿Y si te lastimo?

—Estaré bien —sonrió

Lucia dudo un poco, aunque luego lo pensó mejor, Ana era alguien con entrenamiento y ella una simple niña. Realmente no le haría mucho daño.
Con eso en mente apretó su puño derecho y tomó algo de impulso. Ana seguía con la mejilla puesta, sonriendo y con los ojos cerrados.
Concentro toda su fuerza en el brazo, quería dar su mejor muestra de fuerza, así que cerro los ojos y envió el puño lo mas veloz que pudo contra la cara de Ana.
Sintió como el puño impactaba el rostro, hundiéndose en la piel hasta sentir los huesos del pómulo, todo fue en cámara lenta al principió, luego un latigazo de movimientos. Ana cayó al suelo y recorrió casi todo el dojo hasta llegar a donde se hallaba parada Merari.
Lucia abrió los ojos y contempló impresionada lo que había hecho.
Miro el puño que aun se hallaba cerrado, en sus nudillos se observaba un leve tono azul el cual se veía cada vez más fuerte.
Al parecer ella poseía mas fuerza de la que creía     

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