1
Desde su fundación en 1970, el orfanato San Gabriel ha albergado a aquellos niños desamparados cuyos padres –mayormente– terminan envueltos en dilemas judiciales, políticos o cuya naturaleza les priva legalmente de su capacidad para criar niña o niño alguno. Sus instalaciones ubicadas en las cercanías de Saltillo Coahuila México han permitido a través de sus cuatro décadas, ganarse una reputación "Honorable" y una que otra mención en revistas sociales al ser su director, Marco Ortega Andrade, una de las figuras más ricas e influyentes en la sociedad progresista del siglo XXI, gracias principalmente a sus incontables campañas y obras de caridad, así como a sus constante intentos –fallidos– de entrar en el terreno de la política.
Esa mañana en especial era nublada y gris, cubriéndolo todo con un manto de tonos monocromos.
Lucia. niña de recién cumplidos 13 años comenzó a despertarse con un peso sobre el pecho, un peso que sin embargo no se hallaba allí, y eso era lo que le parecía más extraño, sentía ese peso oprimiéndole el pecho. Sin embargo, tarde se dio cuenta de que dicho peso no le presionaba a ella, al menos no físicamente.
//Y... esos fueron los éxitos mas sonados de la semana –anunció el locutor de radio– siganos en sintonía para estar al pendiente de mas éxitos...//
Se incorporó con pesadez mientras bajaba un poco el volumen a su pequeño radio el cual, como de costumbre, adornaba su solitaria y pequeña mesa de noche.
//...Hoy por la tarde se ha registrado un multiple homicidio a la altura de la colonia Lomas de Lourdes... –aquello no le interesaba, por lo que optó por apagar el aparato y concentrarse en despertar del todo. Su vista era borrosa como todas las mañanas, solo capaz de distinguir formas y bultos antropomorfos a todo su alrededor.
Madrugar no era para nada su actividad favorita, y menos cuando solo había dormido unas pocas horas, ésto debido a una fuerte reprimenda por parte del director la noche anterior, reprimenda la cual le había costado su estadía en ese orfanato y ocasionada debido a sus constantes intentos por "escapar" de las instalaciones
–¡Cuántas veces tenemos que decirle lo mismo señorita! –exclamo el estricto director del instituto –este lugar no es una prisión, por el amor de dios, este orfanato es su hogar o lo más cercano que tendrá
Lucia ya se sabía todo aquel sermón de antemano, era el mismo sermón que recibía en cada orfanato que pisaba, "que ganarás con huir de aquí" "esta es tu casa" "la calle no te cuidará como nosotros" aquellas frases ya eran bien conocidas por Lucia y resonaban en su cabeza cada vez con más frecuencia llevándola a preguntarse... ¿que ganará con huir de allí?, ¿esa era su casa?, ¿la calle la cuidará como lo han hecho ellos? preguntas cuya respuesta rayaba en lo más obvio y sin embargo, Lucia no podía encontrarlas aun
–Señorita –hizo una pausa y se quitó unas gruesas gafas–, ¿por qué? –Lucia ya esperaba esa pregunta– ¿por qué? ¿Cuál es la razón? ¿Para querer huir de aquí?, cuando en este lugar lo tiene todo, una educación, un techo, gente que se preocupa por usted día a día
Lucia también se preguntaba exactamente lo mismo
–¡Conteste! –exigió el director
Solo el silencio se hacía presente en aquel cuarto, Lucia medito un poco la respuesta que daría, pero finalmente optó por algo más sencillo y sin dar tanto rodeo
–Yo... no lo sé –suave y despreocupada la voz de Lucia hizo eco en la habitación. Al director no le fascinó para nada su respuesta
–perdón, ¿cómo dijo? –preguntó el director, reealizando el ademán de no escuchar
–dije... que no lo sé –ahora el tono de Lucia era más el de una niña asustada
–Eso creí... –abrió uno de los cajones que se encontraban en su escritorio con exagerada teatralidad. Sacó lo que parecía ser una carpeta con papelería –este lugar fue construido para albergar a jóvenes en busca de una familia... –lentamente se puso de pie con los documentos en mano– y si alguien rechaza el apoyo que se le brinda bajo nuestra protección... Puede ir a buscar un lugar donde si la quieran –con un ruido seco el director azotó los documentos delante del escritorio entregándoselos a Lucia– he tratado con niños problemáticos antes, pero usted... la verdad, no sé si su forma de pensar sea la de una niña... tal vez puedan educarla mejor en otras instalaciones
Después de toda esa reprimenda Lucia tomó los documentos y subió hacia su habitación a pasar la que sería probablemente su última noche en el orfanato. Noche la cual se acortó demasiado, el estrés por el que estaba pasando no la había dejado conciliar muy bien el sueño y ahora se encontraba allí, sentada en su cama después de una poco relajante noche
–Con este... es el ¡quinto! –la autoestima de Lucia en esos momentos estaba por el suelo, se podía notar en su tono de voz –¿ y ahora a donde me llevaran? –era su principal duda– ¡Hagan sus apuestas damas y caballeros! ¿Qué lugar vale lo mismo que un intento de saltar los muros de las inmediaciones, tratar de pasar inadvertida dentro de la cajuela del coche del director e intentar fingir tu muerte?
Se puso de pie con poca motivación, dejando su propia pregunta en el aire y se acercó al enorme espejo que había en su pequeña y desordenada habitación. Pasó la mano por su largo y despeinado cabello negro mientras miraba fijamente a sus ojos verdes y adornados con unas marcadas ojeras las cuales resaltaban mucho en contraste con su piel pálida
–«¿Cuándo acabara todo esto? –pensó
Unos nudillos tocando a la puerta sacaron a Lucia de sus propios pensamientos.
Se giró hacia la puerta con la incertidumbre asomando en cada gesto de su rostro
–¡Quien es!
–Lucia –dijo una voz extrañamente familiar–, el director quiere que lo veas en su oficina de inmediato
« ¿Tan temprano?»
–Eh... sí, claro... iré cuando me vista «llegó la hora»
Cruzando el amplio pasillo que daba acceso a los dormitorios y bajando una larga escalera en zigzag se encontraba la sala principal y al fondo de ella una puerta de madera adornada con una placa metálica donde grabado se leía...
MARCO ORTEGA
DIRECTOR
–Me pones en una difícil situación Rogers –el director se encontraba de pie, mirando por la gran ventana de su oficina, preocupado
–Créeme, no entiendo porque lo dices –dijo un hombre de aproximadamente 30 a 40 años con un porte que rezumaba una masculina elegancia española, llevaba puesto un traje de oficina color negro y camisa blanca. De rostro cuadrado, una cautivadora y serena mirada de ojos marrones, tez blanca y un cabello largo y ondulado cayendo sobre sus hombros, las canas se hacían presentes en algunas partes de él
–Esa niña, no es como las demás –hizo una pausa– su forma de ver el mundo es muy... –debía elegir bien sus palabras– abstracta
–Por favor Marco, hablamos de una niña con... ¿cuántos? ¿12 años?
–13 –añadió el director– nuestros mejores psicólogos han trabajado en ella durante dos meses, intentando determinar su perfil psicológico, pero simplemente no hay arreglo, no han descubierto algo que justifique sus acciones... o lo que las motiva
–Eso es ridículo –dijo
–Hablo enserio Rogers –cambio su tono a uno más serio– no hemos descubierto la razón de por qué es tan... diferente
–Entonces allí tienes una razón más para dejarla ir con nosotros, te aseguro que sabremos como... "guiarla por el buen camino" –sonrió
–¡Ja!, no dudo de tus capacidades para educar amigo. Pero simplemente aun no me entra la suficiente confianza como para dejar a una niña tan problemática en un orfanato tan prestigioso como el tuyo
–¡bah!, pero que tonterías –dijo. Dio un trago a una taza de té– sabes muy bien que puedes confiar plenamente en nosotros, te aseguro que esa niña problema ya no será... una problemática –sonrió
–hablas como si ya la conocieras muy bien –el director soltó una pequeña risa– ni siquiera te he dicho aun cuál es su nombre
El hombre conocido hasta ahora como Rogers guardo silencio unos segundos, tomó un poco de té y habló
–Su nombre... –caviló un poco– es Lucia, sin apellidos registrados o conocidos, su historia es un total misterio para todos los orfanatos que ha pisado, apareció en las puertas de la iglesia San Jerónimo hace aproximadamente siete años... sin documentos, ni memoria de su vida antes de pisar la iglesia, todos los orfanatos a los que ingresa terminan trasladándola a otros más estrictos. La razón es la misma en cada uno de ellos, su constante deseo por "escapar"
El director se quedó sin habla por unos segundos y al momento reconoció que Rogers traía algo entre manos
–Como siempre, sabes más de lo que aparentas, ¿por qué tanto empeño en tenerla bajo tu cargo?
–Es solo... instinto paternal
A un piso de allí en la habitación numero 36 Lucia ya se encontraba despejada y vestida, su cabello seguía despeinado y sus ojeras aún seguían resaltando, pero al menos ahora se encontraba más presentable, de su poca ropa eligió una blusa holgada de mangas largas color gris, un pantalón deportivo largo color azul obscuro y unos tenis blancos
–¿A dónde me llevaran esta vez? –el miedo se comenzó a manifestarse muy lentamente, a pesar de saber muy bien las consecuencias de sus actos, Lucia continuaba desafiando a sus autoridades con la esperanza de que la dejaran libre a su suerte, sin embargo, siempre era todo lo contrario y a Lucia no le agradaba la idea de tener que echar raíz en sitios desconocidos
–«Mejor tarde... que nunca»
Ya decidida Lucia se puso en marcha hacia la puerta, la abrió y emprendió su camino hacia la oficina del director.
El pasillo era amplio y muy elegante, con pinturas abstractas colgadas en las paredes de madera y candelabros en el techo, aquel pasillo parecía más el de una mansión que el de un orfanato, pero solamente el pasillo ya que tanto fuera como por el resto del lugar hacía falta un poco más de "belleza estética".
Caminó con paso perezoso hacia la oficina, Su mente comenzaba a divagar, a llenarse de recuerdos viejos y empolvados en los rincones menos explorados de su memoria. Recuerdos creados en ese mismo pasillo por donde discurría, fue allí donde tuvo lugar su primer intento por escapar, fue por medio de la ventana que se hallaba al final y que daba hacia un enorme árbol del jardín izquierdo. El único resultado positivo ese día fue no realizar actividad física por un mes gracias a un tobillo torcido.
Allí también fue donde por primera vez un chico le dirigió la palabra, su nombre era Antonio y éste le había preguntado si tenía la hora, ese recuerdo hacía que Lucía se sintiese avergonzada de sí misma por el hecho de que los demás la considerasen un bicho raro... o un fantasma
.
–Rogers –dijo el director con la mayor serenidad que le permitió su refinado sentido de la cordialidad– como siempre, sale a relucir tu don para convencer a la gente
–No se trata de ningún don, Marco, créeme solo se necesita escoger bien tus palabras
El director se desperezó educadamente mientras volvía a tomar asiento en la silla tras su escritorio de madera tallada
–Y dime –bostezó– ¿qué tal ha ido, todo por allá?–preguntó
–De maravilla –contestó Rogers, con un muy bien disimulado recelo en sus palabras– todo se vuelve mejor a cada segundo, los niños han mejorado su convivencia... y "los niños" ya saben controlarse mucho mejor
–Esos "niños" acabaran matándote –rio y bebió un poco de te
Rogers rio igual
–Tal vez, pero al menos me iré feliz de este lugar sabiendo que les di una segunda oportunidad
El sonido de unos nudillos tocando la puerta interrumpieron la conversación
–¡Adelante! –grito el director desde su asiento–
La puerta se abrió y tras ella entró Lucia
–¿Quería... –la seguridad con que formuló el comienzo de su pregunta se vio terriblemente diezmada al percatarse del hombre elegantemente vestido que acompañaba a Ortega–...verme, señor? –terminó con recelo
–Por supuesto, pasa, toma asiento
Lucia hizo caso a lo que el director le ordenó, tras cerrar la puerta se volvió hacia la silla de madera que tenía en frente y tomó asiento
–Lucia –comenzó Marco–, ya sabes porqué estás aquí ¿no?
–Tal vez –Lucia se encogió de hombros
–Tras revisar por tercera vez tu historial médico y de conducta y ver todas tus... faltas a las normas y reglas, y no solo dentro de estas instalaciones –suspiro con cansancio, como si lo que estuviera a punto de hacer resultara mucho más extenuante que sus fracasos en la política– bueno... tomé la decisión en un principio de darte lo que querías y dejarte en libertad como un pajarillo –Lucia miró al director confundida, no sabía si sentirse feliz o preocupada– sin embargo eso iría contra mis principios y seria mal visto ante los ojos de la sociedad, por lo tanto –hizo una pausa– he llegado a un acuerdo, que... nos beneficia a todos... hija, te presento a Charles Rogers, director del orfanato "prado del sueño" y tu nuevo tutor
–¡Mi... qué!
La inseguridad se hizo presente en Lucia. Una sensación agobiante que le hacia temblar las piernas tan rápido como un fosforo adopta una llama después de una fricción, sin embargo esta vez no sentía el típico nerviosismo que en sus anteriores traslados atenazaba su estommago y le ataba las palabras a medio camino de la garganta, sino más bien una sensación de hartazgo
–Rogers es un viejo colega mío y se ha ofrecido amablemente para ser tu tutor
–Es un autentico placer, conocerte finalmente Lucia –el hombre extendió la mano para estrechar la de Lucia, ella respondió de la misma manera, estrecharon sus manos y al hacerlo un escalofrío recorrió toda su espalda, a la vez, una extraña sensación engullía su indiferencia por un húmedo y obscuro túnel de recuerdos monótonos y sin sentido alguno ‹‹pero... que caraj...››– Marco me... ha hablado mucho de ti
–Rogers, te llevará a su orfanato, donde vivirás bajo su tutela
las palabras del director eran apenas audibles para Lucia, la sensación extraña que le había provocado aquel repentino escalofrío se hacía cada vez más extensa, era como estar concentrando sus cinco sentidos a la vez, su cuerpo se hacía pesado y su visión se volvía monocroma poco a poco, mientras oía susurros lejanos que al parecer generaban las paredes
"nada es perfecto"
–¿Qué? –preguntó confundida
–Dije, que vivirás junto a demás niños y adolecentes dentro de su orfanato... –respondió el director
Los susurros se volvían cada vez más audibles
"todo estará bien"
–Todo... ¿bien? –volvió a preguntar confundida
Todas aquellas sensaciones mezcladas a la vez le causaron un fuerte mareo
–Hija... ¿te sientes bien?
Al final no pudo soportarlo más y se desmayó
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top