Consuelo. Sangre. Amor
«Te heriré por esto. Todavía no sé cómo, pero dame tiempo. Sabrás que la deuda estará paga».
George R. R. Martin
Lunes, 23 de diciembre de 2024
En la oficina principal del palacio, Ethan revisaba expedientes de posibles candidatos para convertirse en esposo de Viktor. Necesitaba acabar lo más pronto con ese asunto, ese omega con ojos de serpiente ya había estado demasiado tiempo en el palacio. Poco más de una semana se sentía como un año entero, sobre todo porque Viktor se había convertido en la sombra de Alek y lo peor, Alek no parecía molestarle su compañía, todo lo contrario.
Ethan había estado bastante ocupado en esos días, las relaciones con las otras mafias eran bastante tensas luego de lo que había pasado en Corea, ocuparse de los conflictos aún con la ayuda de los Boss de las ramas era complicado. Alek había querido ayudar, pero, aunque Ethan apreciaba sus consejos, no podía delegarle ese tipo de funciones por completo, aún no era nadie en la organización, no hasta que se casaran. El consejo no aceptaría las órdenes de Alek hasta que fuese nombrado como Boss y heredero.
Así que por todo aquello, Ethan y Alek no se habían visto mucho en esos días. Convivían en las horas de comer, pero incluso en varios de esos momentos Viktor estaba presente, siempre alegre y cercano con ambos, pero Ethan podía notar la hipocresía de sus sonrisas hacia él. Elisa, su padre y sus hermanos ya se habían marchado, así que se sentía algo solo.
-¿Has considerado a Baran? -preguntó Yarine, la joven había estado ayudándole a evaluar los pros y contras de los posibles esposos para la serpiente-. Es mejor que Luka y tiene las mismas ventajas para los Sokolov.
-Ya que se me presentó esta molesta oportunidad, la voy a aprovechar. Quiero reforzar mi relación con los Sokolov. Debemos casar a Viktor con alguien fiel a mí -dijo caminando hacia la ventana mientras se estiraba, había estado mucho tiempo sentado. «Y si puedo enviarlo lo más lejos posible, mejor».
-Ningún safir, entonces -concluyó la joven, descartando los expedientes de todos los de esa rama en su tablet-. ¿Quieres un receso?
-No, pero dejemos por hoy la búsqueda. Mejor infórmame sobre los nuevos Orlov. ¿Ya se les asignó misiones?
-A la mayoría sí, pero es difícil encontrarles algo que hacer a los rubin, son diecinueve jóvenes que han hecho el juramento en esa rama durante las celebraciones de tu cumpleaños, no hay suficientes misiones en su territorio y los puestos ya están ocupados por los antiguos miembros.
-El problema es que los rubin son muchos, esa rama es demasiado grande. Son ciento cincuenta juramentados y alrededor de doscientos menores de quince años que harán el juramento en los años siguientes -alegó Ethan, meditando en las implicaciones-. Hay que reducirlos, dividirlos.
-¿Cómo?
-Comunica que, por orden mía, los rubin más capacitados serán reclutados para trabajar encubiertos en los principales ejércitos del país. Necesitamos gente dentro.
-Por supuesto, buena idea, en territorio enemigo los Orlov tienen prohibido tener hijos por el riesgo de mezclar la sangre de la familia con enemigos -concordó Yarine.
Sonaba un poco duro, pero era necesario para controlar a una rama que abiertamente se había puesto en contra del Boss bossov de los Orlov. Ya habían crecido demasiado. En otros tiempos, Ethan los hubiese seleccionado, pero para su inmediata muerte.
-De paso apliquemos la misma medida con la rama Izumrud y, para que no parezca una especie de venganza, los nefrit también -ordenó Ethan, así reduciría a las ramas más grades de los Orlov-. De los rubin selecciona a veinticinco, de los otros solo a diez, alfas y betas en edades de dieciocho a veintiocho, que no tengan hijos. Estarán un mínimo de diez años en el lugar que se les asigne, deberán ascender a puestos altos, necesito buenos espías con información importante.
» Rellenen las vacantes que dejen con los nuevos juramentados.
-Será como dices -acató Yarine anotando todas las indicaciones en su tablet-. ¿Crees que sea suficiente?
-No, pero tengo una idea -dijo Ethan sonriendo con altivez-. Es hora de expandirnos a Canadá.
-A la 'Ndrangheta no le va a gustar...
-Los rubin sabrán resolverlo, han querido hacerlo desde hace tiempo. Programa una reunión virtual mañana con el Boss Edik, le daré luz verde, solo que no autorizaré todos los recursos que me quiere, deberá arreglárselas por su cuenta.
-Habrá bajas.
-Siempre las hay -dijo sin más, perdiéndose del tema al mirar por la ventana.
La oficina de Ethan tenía ventana a un pequeño patio interior del palacio, con una fuente en medio. Alek estaba paseando en ese lugar junto a la serpiente, parecían muy animados. Eso hizo que las venas de la frente de Ethan saltasen por el estrés que le producía verlos juntos caminando por el mismo palacio que recorrían juntos cuando estaban comprometidos. Sergei había podido averiguar el pasado de ellos dos, confirmando lo que Ethan temía:
» Viktor había pasado el primer celo de Alek en su cama. Algo arreglado por los padres de ambos cuando Alek tenía catorce años y Viktor quince. No se había vuelto a repetir, pero había pasado y desde entonces se habían vuelto cercanos, tanto que Viktor lo había visitado cada semana el poco tiempo que Alek vivió en el palacio antes de desertar.
-Deberías tomarte un descanso -sugirió Yarine, al mirar lo que a Ethan parecía obsesionarlo-. Ve con el Boss Alek, pasa la tarde con él.
-Tengo cita médica en media hora-refutó Ethan.
-Puede acompañarte.
-No, mejor no.
Estaba tomando un tratamiento de feromonas, con la esperanza de despertar de alguna forma a su lobo, lo había tomado una vez cada quince días desde hacía unos meses y cuando comenzó a dar resultados incrementaron las dosis de los medicamentos. Ahora habían decidido que sería semanal. Sin embargo, aún no lograban mucho, sus feromonas se incrementaban, pero los análisis indicaban que no estaban sanas y no había señal de vida de su lobo interior. Ese tratamiento lo agotaba, lo mareaba y en raras ocasiones aumentaban su lívido. Prefería evitar que Alek lo viese en mal estado.
Salió de su oficina y se dirigió hacia la clínica del palacio, se sorprendió de no ver a Sergei en su escolta acostumbrada. Había estado ausente, intuía la razón, sobre todo porque Nikolay había seguido el mismo patrón de comportamiento, según palabras de Alek.
-¿Qué pasa con ustedes? -preguntó a Yarine, sinceramente interesado en esa complicada relación-. Sergei... Nikolay... tú... He estado ocupado, pero oigo los rumores. Y veo que ustedes dos casi no se hablan últimamente.
-La noche del baile de máscaras... -comenzó Yarine, un poco insegura, normalmente habría rehusado hablar de eso con su jefe, pero Ethan era su único amigo en ese momento y ya estaba muy cansada-. Sergei me besó -confesó sonrojada, Ethan tuvo que detener su andar por la sorpresa.
-¿De verdad? -exclamó entre alegre y preocupado.
-Nikolay nos vio.
-No... -dijo tapando su boca, sentía que era una conversación de adolescentes como las que tenía en el bachillerato o con sus amigos de la universidad.
-¿Sabes lo que hizo Sergei? -preguntó ella, pero no esperaba respuesta-. Fue tras él. Corrió dejándome sola. -Estaba indignada, le dolía que la persona a quien amaba hubiese preferido a otro.
-Yarine, lo siento mucho... ¿Qué puedo hacer?, ¿lo castigo?
-No... -dijo la joven riendo ante lo tierno que se veía Ethan queriendo defenderla-. Tranquilo, no hace falta hacer nada. Ya obtuvo lo que merece. Nikolay tampoco le habla, no lo va a perdonar.
-Espero que no, Sergei es un gran amigo y protector, pero es un imbécil con las relaciones. Si sigue así, deberé intervenir, está perturbando la paz de dos de mis empleados más valiosos, pero sobre todo de mi amiga. -Ethan la abrazó, algo que no recordaba haber hecho nunca, pero sintió que debería hacerlo y dejar de poner una barrera con ella.
-Gracias, Ethan. -Continuaron rumbo a la clínica.
-Nikolay debe estar peor que yo, en realidad. Yo al menos puedo empezar a olvidarlo.
-No entiendo esa relación... Creí que solo era sexo, pero es mucho más complicado que eso.
-Sí...
Llegaron a la clínica, donde el médico de cabecera de Ethan lo examinó como era rutina, preguntó sus síntomas, inyecto medicamento en sus brazos y en su glándula omega, lo más doloroso de ese tratamiento. El médico advirtió que debían aumentar la dosis dado que no se han presentado cambios. Salió de ahí desilusionado y cansado, como casi siempre que iba. No veía la hora de recuperarse, de ser como Alek, un hijo de la Luna de ojos rojos, un humano completo otra vez. Pero ese día cada vez se sentía más y más lejano.
Perdido en sus pensamientos caminó escoltado por sus guardias y Yarine, iba a su habitación, no planeaba descansar esa tarde, pero la dosis de esa ocasión había sido muy fuerte y ya empezaba a sentir los efectos, estaba mareado.
-Di a Alek que no cenaré con él esta noche -ordenó a su amiga. Iba a ir a dormir en su cama toda la tarde y la noche hasta el día siguiente, si lograba llegar.
La clínica estaba en un lugar discreto del palacio, lo que era conveniente, pero también estaba algo lejos de las habitaciones. Transitaba por los pasillos concentrado en poner un pie frente al otro para no caer, nadie hubiese notado que estaba mal de no ser porque chocó contra alguien.
-¿Ethan? -consultó Alek, notando la turbación en el rostro de su prometido. Lo sujetó de los hombros para mantenerlo en equilibrio-. ¿Estás bien? -preguntó examinando su cara, estaba pálido y sus pupilas dilatadas.
-Bien, todo muy bien -contestó Ethan, intentando recomponerse, nunca se permitiría mostrar debilidad ante Viktor. Se alejó un poco de Alek, no quería que lo tratase como alguien frágil frente a la serpiente.
-Boss bossov -saludó Viktor reverenciando a Ethan-. Lo buscábamos, Alek quería que nos acompañase en una partida de billar, usted y su guardia pueden hacer equipo en nuestra contra...
-Suena divertido, pero hoy estoy muy ocupado -negó Ethan, rogando que ambos desaparecieran de su vista antes de desmayarse-. En otra ocasión, pero diviértanse, Nikolay y Peter pueden jugar con ustedes -dijo mirando a los dos guardias, siempre alertas detrás de Alek, como el resto de su escolta-. Ahora, si me permiten...
-Claro -dijo Viktor abriendo paso, pero Alek no se quitó del frente de Ethan.
-Viktor jugaremos otro día, ayudaré a nuestro Boss bossov esta tarde -decretó Alek, Ethan no pudo decirle que no, no podía decir nada en realidad-. Nikolay, Peter, lleven a Viktor a su habitación. -La serpiente quiso refutar, pero la mirada severa de Alek no le dio opción-. Que le lleven la cena a su habitación también, esta tarde cenaré con mi prometido a solas.
-A sus órdenes, Boss Alek -acataron ambos guardias y se llevaron a Viktor, cuando este desapareció, Ethan al fin pudo relajar el cuerpo, causando que casi se desplomara. Alek lo sujetó de la cintura.
-¿Qué sucede? -exigió saber a Yarine.
-Es por el tratamiento de feromonas -respondió ella, contradecir a Alek le aterraba e Ethan tampoco le había ordenado explícitamente mantener el tratamiento en secreto.
El alfa cargó a Ethan con algo de esfuerzo, notando que había subido de peso, lo recordaba más delgado. Al hacerlo pudo notar un pequeño punto de sangre en su cuello, señal de la inyección, imaginaba lo doloroso que eso sería.
-Te llevaré a tu habitación.
-No me cargues... -quejó Ethan, como un niño pequeño-. Es infantil.
-No lo haría, si pudieses caminar. Lo siento, pero tu salud va antes que tu orgullo -reclamó Alek, caminando con él en brazos.
Llegaron a la habitación de Ethan, lo colocó en la cama con suavidad, donde pudo mirar con más detenimiento su rostro, seguía muy pálido, su piel al tacto era fría, sus ojos estaban nublados. Esa imagen lo asustó.
-¿Qué le inyectaron? -preguntó con aversión.
-Son medicinas experimentales, se busca que Ethan vuelva a la normalidad -dijo Yarine, no podía decir mucho en realidad-. ¿Desea que lo ayude a cambiarse para que pueda dormir más cómodo? -había aprendido a que con Alek, ahora, tenía que pedir permiso cuando de tocar a Ethan se trataba.
-No, lo haré yo. Retírate, por favor -ordenó sin dejar de mirar los ojos turbios de Ethan-. Debiste decirme que harías eso hoy y que era tan fuerte como para dejarte así.
-No es nada, estoy bien -aseguró Ethan, sujetando con delicadeza la mano de Alek que acariciaba su mejilla-. Es que hoy aumentaron la dosis.
-¿Está funcionando? -Ethan negó con pena-. Entonces ¿por qué?...
-Es la única esperanza que tengo. Nunca dejaré de intentar recuperar a mi lobo.
-Bien, pero déjame estar contigo en ese proceso -pidió besando la frente de Ethan como gesto protector.
-Lo prometo -aceptó mirando los ojos preocupados de Alek.
Era reconfortante para él tener a alguien que se preocupase así por su bienestar, en esos pequeños momentos se dejaba ser vulnerable, aunque quisiese hacerse el fuerte, Alek revelaba su naturaleza dócil, con él no tenía que ser siempre el Boss bossov de los Orlov, podía ser un omega y dejar que un alfa lo cuidase, su alfa.
-Debes dormir, te ayudaré a cambiarte. -Alek sacó el pijama de Ethan de una gaveta.
Le ayudó a retirarse la chaqueta y luego le quitó los zapatos. Ethan trató de desabotonar su camisa por cuenta propia, pero no pudo ni con el primer botón, el mareo a penas le dejaba estar sentado, le estaba dando nauseas. Despacio y con cuidado Alek le ayudó a quitársela, podía sentir el cuerpo de Ethan tensarse con el roce de sus dedos sobre la piel, pero no lo apartó. Le colocó la parte superior del pijama con rapidez, Ethan estaba muy frio, aunque no temblaba.
Alek sintió una punzada de duda, se preguntaba si debió haber dejado que Yarine lo ayudase en su lugar, pero era su prometido, si no podía hacer lo más básico: cuidar a su pareja, ¿qué clase de alfa era?, ¿servía de algo en ese palacio?, además de ser un simple seguro para evitar una guerra interna.
Con movimientos precisos, Alek desabrochó los pantalones de Ethan, sintiendo la tensión en el cuerpo de su querida Luna. Sabía que cada gesto era una prueba de confianza mutua, y se esforzaba por no hacer nada que pudiera incomodarlo.
-Voy a bajarte los pantalones ahora -avisó en voz baja, buscando el consentimiento en los ojos nublados de Ethan.
Quien asintió levemente, Alek podía ver un deje de miedo en su mirada, pero le sonrió, como si le dijera: «Está bien, eres tú». Procedió con cuidado, deslizando los pantalones con suavidad. Era un acto sencillo, pero cargado de significado. Le puso los pantalones del pijama con la misma delicadeza, tratando de ser lo menos invasivo posible. Una vez que terminó, lo arropó con la manta, asegurándose de que estuviera cómodo y abrigado. Se sentó al borde de la cama, sus dedos acariciando el cabello de Ethan con ternura.
-¿Estás bien? -preguntó angustiado.
Odiaba mucho verlo así de mal, su lobo alfa estaba inquieto, buscando desesperadamente conectar con el lobo de Ethan para examinar sus sentimientos y asegurarse de que estuviese bien. Eso era algo que no pasaría ese día, tal vez jamás.
-Tengo sueño -dijo Ethan, esforzándose por no cerrar los ojos.
-Duerme -instó Alek, pero la mirada de Ethan le hizo comprender su temor-. No me iré, me quedaré contigo, me verás al despertar -prometió atreviéndose a besar los labios de Ethan, un beso casto solo para transmitirle su afecto y protección-. Duerme... -susurró e Ethan obedeció.
Pasaron varias horas e Ethan continuaba en un sueño profundo, estaba descansando de maravilla, a Alek le preocupaba que tuviese pesadillas como en varias ocasiones que habían compartido habitación, pero no fue así, su sueño era tranquilo. Tuvo que despertarlo porque Yarine había insistido en la importancia de que cenase.
Al despertar, Ethan tenía cara de querer asesinar al loco que había osado perturbar su descanso, pero el loco era Alek y tenía un plato de pasta con albóndigas en la mano, no podía molestarse con eso. Comió feliz, estaba hambriento, Alek estaba fascinado viéndolo comer.
-¿Por qué me ves así? -quiso saber Ethan, ruborizado, de pronto le dio pena que lo viese comer.
-Es solo que pocas veces te he visto comer así. -Ethan lo miró confundido-. Como si disfrutaras la comida de verdad. Siempre juegas con la comida y terminas comiendo como pajarito. Me gusta verte así.
-Antes de... -dijo la frase a medias, pero Alek supo a lo que se refería-. Yo comía bien, no tanto como tú, pero era bastante.
-Un hijo de la Luna come bastante. Estás recuperándote, vas por buen camino.
-¿Crees que sea por los medicamentos?, ¿estarán funcionando? -Alek no hablaba de su estado físico, más bien se refería al mental, pero no insistió.
-No lo sé, espero que sí -deseó-. Pero si te hacen sentir tan mal... no sé qué tan buenos sean.
-Hay que esperar para ver -dijo Ethan encogiéndose de hombros, continuó comiendo para evitar que se enfríe su comida. Alek también comió del plato que le habían traído para él, que era un tercio más grande que el de Ethan y se acabó sin problemas, incluso con algo de hambre aún. Ethan no entendía cómo alguien podía comer tanto como él.
-Voy a autorizar la expansión a Canadá -reveló, Alek debía saber todos sus planes de su propia boca-. Mañana hablaré con el Boss Edik.
-¿No es algo pronto? -preguntó el alfa, dejando los platos de comida de ambos con cuidado en una mesa-. La organización apenas está volviendo a la normalidad.
-Justo por eso, los rubin se pusieron en mi contra, esto los mantendrá ocupados, dado que ellos serán los encargados de esta misión.
-Puede que tengas razón, enfocar su atención hacia un objetivo los hará comprometerse más con toda la familia. Y es algo que los rubin siempre han querido, es peligroso, pero si lo logran, te respetarán y recordarán como el líder que logró lo que soñaban los tres anteriores: tu tío, tu madre y tu abuelo.
-Sería así si pudiese recuperar Altharwa -objetó Ethan, hablar de su patria le provocaba un dolor en el pecho-. Nunca fue realmente nuestro territorio, pero al menos teníamos algo de control en Evimeria cuando Elías y yo vivíamos ahí. Por mi culpa tuvimos que abandonarla.
-No fue tu culpa -refutó Alek, enérgico, nunca permitiría que se culpase por todo lo que le pasó en ese país-. Un día recuperaremos Evimeria y no solo eso. Te juro que yo mismo te entregaré el poder de toda Altharwa -declaró solemne.
No hablaba a la ligera, el país en el que Ethan había nacido debía ser territorio Orlov, sus habitantes debían reconocerlo como su líder, su dueño. Alek odiaba Altharwa, le había quitado mucho: primero a su mentora Bela, luego la posibilidad de conocer a Ethan en su infancia y por último la conexión que su lobo anhelaba con el espíritu de Ethan. Pero sobre todo odiaba ese país por ser la cuna de los monstruos que habían violado a su prometido.
Por todo aquello, Alek no tendría piedad con ese país, se lo entregaría a Ethan aunque para eso tuviese que quemarlo hasta sus cimientos. Aunque solo quedase una isla desierta o una triste piedra sobre el mar, sería de los Orlov, sería de Ethan.
Ethan lo miró conmovido por la promesa que acababa de hacerle, sabía que hablaba en serio y su juramento resonó profundamente en su corazón. Alek le devolvería todo lo que le habían quitado, lo creía con toda el alma.
-Elegí bien a mi esposo -dijo observando con admiración y orgullo el anillo de compromiso.
-Así es -dijo Alek, con una pequeña risita, para besar su mano con el anillo y luego entrelazar sus dedos.
-¿Esto se convertirá en una costumbre entre los dos? -No había pasado mucho tiempo desde la última vez que habían dicho esas palabras, pero se sentía como si hubiesen pasado años. Ya todo era diferente ahora.
-Espero que sí, siempre -respondió el alfa, sin poder evitar dedicar una súplica a la Luna, rogando que lo dejase estar siempre junto a Ethan, especialmente cuando en sus pocos momentos de debilidad para protegerlo, ser su fortaleza, su escudo. También pedía vivir lo suficiente para vengarse del soulmate de Ethan, odiaba que no hubiese tenido el mismo castigo que los otros.
-Quédate esta noche -pidió Ethan, ya se sentía mucho mejor, pero no quería estar solo.
-No me iría aunque me lo pidieras, si me sacases de la habitación, dormiría en la puerta -bromeó Alek-. Voy a mi habitación a cambiarme.
-Puedes pedir a los empleados que traigan tu ropa de dormir de tu habitación... -sugirió Ethan, pero luego recordó que no era posible.
Poco después del cumpleaños de Ethan, habían reforzado la seguridad de la habitación de Alek, ahora solo se podía abrir con reconocimiento de iris, reconocimiento facial o un código de seguridad, las huellas digitales no eran una opción, era muy fácil cortarle el dedo a alguien. Solo Alek e Ethan podían acceder a esa habitación. En la de Ethan habían hecho lo mismo.
-Puedes usar mi ropa, eres solo un poco más grande que yo, te quedará.
-También dejé mi celular ahí, mamá estaba llamando, no quería contestar así que lo dejé ahí y salí. Ahora debe pensar que morí, debo escribirle que todo está bien.
-¿Ya lo sabe? -preguntó Ethan, algo inquieto, no conocía a la mujer, pero si afectaba tanto a Alek, debía ser asunto de cuidado.
-Solo que terminé con Evelyn -contestó el alfa-. Está furiosa, le agradaba mucho.
-No es algo que deberías decirle a tu prometido, sobre todo cuando voy a conocerla en año nuevo. -Ethan ya estaba lo bastante nervioso como para enterarse que la futura suegra quería más a la antigua novia.
-Lo siento, nos preocuparemos de ella cuando debamos hacerlo. Ahora dame unos minutos, vuelvo enseguida.
Alek se marchó, no aceptó que lo escoltaran porque no iba a tardar. Yarine y Sergei no estaban de guardia esa noche por lo que nadie se atrevió a contradecirlo. Fue rápido a su habitación, no quería demorarse nada, entró dejando la puerta abierta, iba a salir enseguida. Tomó su celular y le envió un breve mensaje a su madre en contestación a los casi treinta de la mujer, diciendo que está bien y le explicaría todo en Año Nuevo. Se cambió de ropa y se aseó un poco, fueron unos minutos en el baño nada más, pero fueron suficientes para que un intruso invadiese su espacio.
Lo percibió incluso antes de que cruzase la puerta de la habitación, pero fue tarde cuando llegó a la puerta. Viktor había entrado, invadiendo con sus feromonas empalagosas todo el lugar. El omega se encontraba en estado de celo.
-¡Alek! -exclamó avanzando hacia él con pasos decididos, pero eso no ocultaba que su cuerpo temblaba, ni su respiración rápida y errática.
-Viktor no deberías estar aquí -reprendió Alek. Estaba asustado, pasmado, no sabía cómo actuar para salir bien librado de esa situación. Su lobo no ayudaba tampoco, solo pensaba en que tendría que darse un buen baño antes de volver con Ethan para quitarse esas feromonas de su cuerpo.
-Es... es mi celo -admitió Viktor, su voz temblando mientras trataba de acercarse para tocar a Alek, mirando con desesperación que el alfa daba pasos hacia atrás ansioso de correr lejos-. Ha comenzado de repente y no puedo... no puedo controlarlo.
-Viktor, necesitas alejarte y descansar -instó Alek, tragando grueso cuando quedó contra una pared con el omega casi sobre él-. Llamaré a los médicos, te ayudarán, pero debes volver a tu habitación.
Pero Viktor no parecía escuchar. Su mirada se había vuelto más fija, casi predatoria, y antes de que Alek pudiera reaccionar, Viktor se lanzó hacia él, sujetándolo con fuerza por los hombros para acercarlo.
-¡Necesito tu ayuda, Alek! -suplicó Viktor, su voz quebrada por la desesperación-. ¡No puedo soportarlo más!
Alek luchaba por mantener la calma, pero la intensidad de las feromonas de Viktor le dificultaba pensar con claridad. Su instinto como alfa quería proteger y calmar al omega, pero nada más que eso, el celo de Viktor no lo tentaban en absoluto, solo quería ayudarlo. Pero hacerlo y mostrarse amable, sería como si aceptase pasar el celo con él. Debía alejarlo, pero tampoco quería lastimarlo.
-¡Viktor, esto no está bien! -exclamó Alek, tratando de zafarse del agarre del omega-. Debes controlarte.
Viktor, en su estado de desesperación, no parecía capaz de razonar. Alek sabía que tenía que ser firme. Usando un poco de su fuerza, empujó a Viktor hacia atrás, lo suficiente para crear un espacio entre ellos. Pero eso no detuvo al omega, volvió a abalanzarse sobre Alek e intentó besarlo. Alek tomó la decisión de usar más fuerza, pero cuando iba a empujar a Viktor, la puerta se abrió de golpe.
-¡Qué demonios está pasando! -gritó Ethan con los ojos desorbitados, Alek vio cómo sus ojos pasaban de la confusión a la rabia.
Se había preocupado por la demora de Alek, así que había decidido ir a buscarlo, además le gustaba más dormir juntos en la habitación del alfa que en la suya.
-Ethan... esto no es lo que crees... -intentó explicar Alek, liberándose de Viktor con más brusquedad de la necesaria, cayó al suelo.
Aun así, Ethan no estuvo dispuesto a escuchar, solo lo miró con asco y decepción, mirada que le rompió el corazón, luego salió a toda prisa de la habitación. Había sido acompañado por sus guardias betas y por los alfas de Alek, pero fuera de la habitación solo estaban los betas. Los escolta alfas se habían quedado alejados porque el olor a omega en celo les había llegado desde el pasillo. Sin parar de caminar un segundo, ordenó que los betas se quedaran en la escena y solo lo siguieron los alfas.
Alek quiso correr detrás de él enseguida, pero Viktor se aferró a su cintura, cuando los betas se lo quitaron de encima, salió a toda prisa a la habitación de Ethan, encontrándose con la puerta bloqueada desde dentro. En ese momento llegaron Nikolay y Peter agitados.
-¿No les dije que lo vigilaran? -reclamó a los dos guardias, que se suponía que deberían haber estado custodiando a Viktor-. ¿Cómo llegó a mi habitación en celo?, ustedes debían avisarnos.
-No nos dimos cuenta, Boss Alek -explicó Peter, encubriendo a Nikolay, a quien le había tocado la primera guardia, pero se había ausentado por un mensaje de Sergei.
Sí le había avisado a Peter, pero no había esperado a que este llegase a reemplazarlo antes de irse corriendo. Esos escasos minutos habían bastado para que Viktor se escapase de la habitación. Los chicos no se habían dado cuenta de que había entrado en celo o claro que lo hubiesen notificado.
-Tan pronto como notamos que había escapado, vinimos a avisarles, nos dijeron que usted estaba aquí con nuestro Boss bossov -siguió Peter, Nikolay no se atrevía ni a levantar la cabeza.
-Vayan con Yarine y Sergei, que se ocupen de Viktor -ordenó Alek.
-Sergei... ya está haciendo eso ahora -dijo Nikolay, habían estado juntos cuando los intercomunicadores dieron la alarma de lo sucedido.
-Nos disculpamos y aceptaremos cualquier castigo -dijo Peter, colocándose de rodillas, Nikolay hizo lo mismo, para rogar el perdón de su jefe.
-Calma -suspiró Alek-. No serán castigados esta vez, pero fuera de mi vista, no quiero verlos ahora. Vayan a ver en que ayudan -demandó y los dos guardias se retiraron, quedando solo los otros escoltas de Alek repartidos por el pasillo, los de Ethan aún no regresaban.
Tocó la puerta y llamó a Ethan muchas veces, pero este no respondió. Con cada golpe que daba a la madera sentía crecer su desesperación y su culpa. La mirada de Ethan, llena de desprecio y rabia, aún permanecía en su cabeza, agobiándole tanto que estaba a punto de las lágrimas.
-Ethan por favor... -suplicó dando un último golpe-. Escúchame...
No quería darse por vencido, no podría dormir sin solucionarlo, pero no podía hacer nada si Ethan no quería hablar. Dejó de tocar, pensando en que quizás sería mejor darle su espacio y esperar hasta la mañana, pero en eso la puerta se abrió. Ethan apareció en el umbral, sus ojos brillando por el coraje provocaron en Alek querer arrodillarse a pedirle perdón, a pesar de no haber cometido una falta.
-¿Qué quieres? -preguntó Ethan con la voz que usaba cuando quería ocultar sus sentimientos, la voz del príncipe de la mafia, fría, indiferente, sin vida.
-Déjame explicarte... -pidió Alek e Ethan le dejó entrar, no iba a discutir frente a los empleados en el pasillo-. Viktor entró a mi habitación, fue mi error, la dejé abierta. Él está en celo y no podía controlarse.
Esa explicación solo provocaba más la inseguridad y la furia en Ethan, parecía que Alek estuviese justificando a la serpiente, para que no le aplaste la cabeza. Le hizo preguntarse si estaba ahí para explicarse o para defender a Viktor.
-Pero no pasó nada, yo ni siquiera pensaría en tocarlo -continuó Alek, ante el silencio helado-. Te juro que nada...
-No me debes explicaciones -interrumpió Ethan-. Está bien, puedes hacer lo que quieras con Viktor.
-¿Qué estás diciendo?
-Lo que oíste... Nuestro compromiso es un contrato, una mentira conveniente. Haz lo que quieras con Viktor o con cualquiera, al fin y al cabo tú y yo no somos nada -dijo con tal desapego que hirió el corazón de Alek, su mente sabía que hablaba así por el enojo, pero su alma se sintió.
-No es una mentira para mí -afirmó, intentando acercarse, pero Ethan solo retrocedía-. Lamento lo que viste, pero debes creerme, yo nunca haría nada para faltarte a ti o a nuestro compromiso, porque lo que siento por ti es real. Yo te...
-Eso es solo un instinto, una atracción causada por ser hijos de la Luna, no tenemos que dejarnos llevar por eso.
Alek quedó mudo, no tenía respuesta a eso, no porque creyese que era cierto, no lo hacía. Estaba consciente que sus sentimientos por Ethan iban más allá que el mero instinto. ¿Pero para Ethan era así?, ¿lo querría simplemente por ser puros?
-Ahora vete -ordenó Ethan-. Ve a ayudar a tu querido Viktor.
-No haré eso -aseguró Alek.
-¿Por qué no? No es como si fuese la primera vez, ¿cierto? -El alfa quiso alegar, pero Ethan no dejó que continuase-. Haz lo que quieras, pero vete. Quiero dormir.
Rodeó a Alek, para abrirle la puerta, invitándolo a salir. Alek no supo más que obedecer mirando como la puerta se cerraba y sintiendo una gran barrera volver a instalarse entre los dos, como si hubiesen retrocedido mil pasos. Hacía unos minutos compartían confianza, comodidad y cariño, y ahora todo era como antes o peor.
Ethan quiso retractarse, volver a abrir la puerta, decirle que lo que había dicho solo eran palabras de enojo, que no las sentía. Pero la imagen de Viktor sobre Alek volvió, quería creerle a su prometido y en el fondo lo hacía. Sin embargo, había sido muy duro verlos, sabiendo que Viktor podría darle muchas cosas a Alek que él no. Viktor al menos sí era un omega, estaba completo.
Sintió la presencia de Alek marcharse y lo dejó irse, mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos, preso del desconsuelo, queriendo correr tras él para que lo abrazase y durmiesen juntos. Mas, se dejó caer al suelo, apoyado a la madera del suelo. Lo detuvo el hecho de saber que no soportaría percibir el aroma dulzón a miel y vainilla de Viktor sobre Alek. Ese espantoso aroma lo había sorprendido de mala y buena manera al mismo tiempo, porque antes no podía percibir el aroma de las feromonas por mucho que estas fuesen muy fuertes y ahora por fin lo había logrado, incluso antes que los alfas que lo habían acompañado a la habitación de Alek. Quizás el tratamiento sí estaba dando resultados, pero haberlo probado en semejantes circunstancias le era repugnante.
No volvería a entrar a la habitación de Alek, pues había estado repleta de ese aroma, ese omega se había encargado de marcar el territorio como suyo, igual que a Alek. Aunque la fumigasen ese olor seguiría ahí, al menos en la mente de Ethan. Pensar en eso le provocó náuseas y tuvo que correr al baño a devolver la cena que había comido. Tumbado en el frio suelo del baño, temblando, abrazó sus rodillas, intentando procesar la ola de emociones que sentía. Había hablado con dureza, pero cada palabra que había dicho le había dolido, quizás más que al mismo Alek.
Para Alek, cada paso alejándose de la puerta cerrada era doloroso de dar, como si se añadiese un peso sobre su pecho. No pudo ir a su habitación, no soportaría entrar ahí con el aroma de Viktor y el recordatorio de ese infortunado momento. Quería tomar aire, despejarse fuera del palacio, pero estaban en pleno invierno, como humano no soportaría ni diez minutos en medio de la nieve y el viento helado. Así que hizo lo que casi nunca hacía: se transformó en lobo.
No dejaría el perímetro del palacio, solo quiso correr un poco por el pequeño bosque antes de llegar a la cerca eléctrica que rodeaba el territorio Orlov. Era refrescante volver a su naturaleza, sentirse tan libre en su forma más primitiva, en su hábitat.
«Un hijo de la Luna está hecho para la nieve», pensó sintiendo más tristeza al recordar que Ethan jamás había hecho eso, nunca había corrido por su territorio como el lobo que era. El pensamiento de que nunca vería su hermoso lobo, de pelaje tan claro como la nieve, correr a su lado como debería ser, le llenó de amargura y resentimiento.
La Luna estaba en su cenit, cuarto menguante, que simbolizaba el final de un ciclo, pero también el inicio de otra etapa. Alek al fin había decidido dejar toda su vida atrás para iniciar algo nuevo con Ethan, no se arrepentiría jamás, pero estaba muy consciente de lo difícil que sería.
«Madre Luna, si realmente somos tus hijos, ayúdanos», suplicó volviendo sus ojos rojos como la sangre. «No dejes que Ethan siga sufriendo por lo que le hicieron sus enemigos, devuélvele a su lobo».
El primer aullido heló los huesos de todos quienes estaban despiertos en el palacio y sus alrededores. Resonó en la silenciosa noche. «Mal augurio», murmuraban los empleados más viejos, dada la creencia antigua de que se aullaba a la Luna menguante para pedir sangre y venganza.
En parte era así, Alek se obsesionaba cada vez más con la idea de desgarrar con sus propios colmillos el cuello del soulmate de Ethan. Eso ya lo había llevado a indagar un poco sobre la identidad de ese individuo, dándose cuenta de que era información bastante bien guardada, un secreto que pocos conocían. Por lo que sabía, aparte de Ethan y Elías, solo Elisa, Yarine, Sergei y Kenny lo sabían. Y ninguno se lo diría. Quizás si lograba encontrar a alguien que lo hubiese conocido antes de ser parte de los Orlov en Evimeria, tendría más pistas. Sin embargo, era imposible investigar sin que Ethan lo supiese.
El segundo aullido fue para pedirle a la Luna venganza en su nombre. Cuarto menguante, disminuye el poder del enemigo. Alek maldijo a Selim Aslan sin saber si quiera su nombre, le deseó desgracia y dolor, sin saber que su desgracia también sería la suya, que su dolor resonaría en su propio corazón, entrelazando sus destinos en una espiral de sufrimiento.
El tercer aullido fue el más desgarrador, pues fue el ruego de un alfa por el perdón de su omega, la angustia y la preocupación se transmitieron por el aire hasta Ethan, la única persona que sabía qué loco aullaba a media noche. Le dolió oírlo tan abatido, pero no pudo hacer demasiado, él no podía convertirse en lobo e ir tras él. Enviar a sus guardias a buscarlo tampoco era buena idea, quizás Alek lo pudiese interpretar como una invasión.
El canto a la Luna siguió toda la noche pidiendo, rogando, rezando por:
«Consuelo. Venganza. Amor».
«Esperanza. Sangre. Perdón».
«Consuelo. Venganza. Amor».
Y la Luna siempre atendía las plegarias de sus hijos de ojos rojos. «Consuelo. Venganza. Amor», se los daría. «Esperanza. Sangre. Perdón», los sufrirían.
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