Celos
«Los celos son los hermanos del amor, como el diablo es hermano de los ángeles».
Stanislas de Boufflers
Sábado, 14 de diciembre de 2024
Los celos son una mezcla de emociones terriblemente dolorosas e increíblemente dulces. Te recuerdan la fragilidad de los lazos formados e instala una sombra de desconfianza en el corazón. Cada gesto de atención ajena, cada mirada amable, encienden un fuego en el alma que consume la confianza y aviva el orgullo. Convierten al amor en una danza peligrosa entre el éxtasis y la desesperación. Los celos son una pasión peligrosa que se desata como las tormentas en el mar, capaces de hundir cualquier barco.
Los celos llegaron a la vida de Ethan para mostrarle que un anillo y una promesa no eran garantía de nada en absoluto, tampoco la pasión loca que había nacido con la intensidad de un beso. No había nada que le garantizara la fidelidad de Alek, ni nada que se lo exigiera tampoco.
En el pasado nunca había sentido la inseguridad que los celos conllevaban, Selim Aslan era su soulmate, estaban destinados a quererse, si había algo seguro en la vida, eso era el amor inagotable de las almas unidas por el instinto.
Pero con Alek las cosas eran muy diferentes, el instinto no había puesto sus garras en el amor que los hijos de la Luna comenzaban a sentir el uno por el otro. ¿Cómo podría intervenir el instinto si Ethan ya no era un lobo?
—¿Qué es lo que buscas? —preguntó Ethan, con su peculiar tono de desdén muy bien reconocido por todo aquel que lo aburriese con sinsentidos—. ¿Crees que una promesa de hace años debe cumplirse por encima de mi compromiso?
Luego de la repentina aparición de Viktor en el jardín secreto, que interrumpió un momento demasiado importante, los tres volvieron al palacio ya que la serpiente quería hablar con los dos. Ahora estaban en una pequeña sala de estar, Ethan y Alek sentados juntos, frente a Viktor, quien había dado a entender que su antiguo compromiso con Alek aún tenía alguna validez.
—Estaba consciente de la ambición de los Sokolov, pero no que eran tan descarados —comentó, riendo con ironía.
—Boss bossov, no pretendo que Alek deje de casarse con usted para honrar el compromiso que tiene conmigo. Sé que eso no sería posible —alegó Viktor, una casi imperceptible turbación en su voz delataba su dolor por ese hecho.
—Nuestro compromiso terminó cuando renuncié a los Orlov y me fui del palacio —intervino Alek—. Nunca me disculpé contigo o con tu familia por eso, lo siento mucho.
—Lo sé, como dije, no vengo con la intensión de reclamar nada —aclaró el omega mirando a Ethan intentando apaciguar el desprecio que desprendía de los ojos del Boss bossov, consiguiendo lo contrario—. Ahora que ya no hay esperanzas contigo, mi padre busca casarme con otro Orlov. En nombre de todo lo que vivimos —dijo causando en Ethan un terrible vacío en el estómago, una sensación de vértigo terrible—, Alek te pido que me ayudes, si no es contigo no quiero casarme con nadie —suplicó con mirada de cachorro herido.
—No pueden casarte en contra de tu voluntad —razonó Alek.
—Tantos años lejos te han hecho olvidar cómo son nuestras familias con los omegas...
—Puede que eso haya sido antes, pero ahora ningún omega de mi familia puede ser obligado a unirse a un alfa o casarse —contradijo Ethan, orgulloso.
—¿Ah sí?... ¿Y Yura Orlov? —señaló Viktor, con mirada maliciosa. Ethan quedó mudo por el remordimiento que sentía por su amigo—. Escuché que no se casó precisamente por amor. Pobre de él, me aterra sufrir ese mismo destino.
—Yura se casó porque él lo quiso así y tuvo un feliz matrimonio —contó Alek—. Lo que pasó después fue una tragedia causada por guerras internas de los coreanos.
—Así es —reafirmó Ethan—. Entiendo tu preocupación por casarte con cualquier desconocido, pero ni Alek ni yo podemos hacer algo. Tú no eres un Orlov, no eres parte de mi familia y no tengo el derecho de meterme en las decisiones de los Sokolov y menos contradecir a tu padre.
—Por favor... Alek ayúdame —rogó Viktor, llorando e ignorando a Ethan, osadía que no pasaría inadvertida por este—. No quiero casarme con nadie más...
—Ethan... —Alek lo miró con súplica, sentía mucha pena por el omega, tanto que se sentó a su lado para acariciarle la espalda con el fin de consolarlo y que dejase de llorar—. ¿Hay algo que?...
—Alek sabes que no tengo una buena relación con los Sokolov ahora mismo, acabo de quitarle el trono a su niño hijo de la Luna, tu sobrino. ¿Lo olvidas?
—Es cierto, mi prima estaba furiosa porque su bebé no sería nombrado heredero y a mi padre no le gustó mucho —contó Viktor—. Por eso quiere casarme con Luka Orlov.
—¿Qué? —exclamó Ethan.
—¿Mi hermano? —preguntó Alek y Viktor asintió.
—Él no me gusta... lo conozco, los rumores de sus amoríos brutales y su promiscuidad incluso me llegaron cuando yo estaba en el internado en Suiza. Dicen que es cruel y egoísta. —El chico en realidad parecía desesperado, Ethan sabía que Luka sería la peor persona para casarse, casi se había casado con él. Despertó un ápice de compasión y empatía.
—Bien, intentaré ayudar —aceptó por fin—. Pero no te prometo mucho, quizás pueda evitar que te cases con Luka, pero no creo que pueda evitar que te comprometan con otra persona.
—Pero yo no quiero casarme con nadie...
—Si no fueses un Sokolov podría hacer más, pero no puedo enemistarme con nuestra familia aliada, no ahora que las cosas se están calmando. Lo siento —se excusó Ethan poniéndose de pie para salir—. Hasta que encuentre una solución te quedarás en el palacio, arreglaré para ti una estadía más larga.
—Muchas gracias, Boss bossov —expresó Viktor, pero no parecía muy sincero.
—Qamri —habló Alek, se había puesto de pie para alcanzarlo—. ¿A dónde vas?, creo que deberíamos hablar... Dejamos algo pendiente.
—Tengo trabajo, la fiesta continuará hasta mañana. No te preocupes, nos veremos en el banquete del medio día. Creo que con quien deberías hablar es con Viktor —alegó Ethan con una sonrisa forzada.
—¿Estás bien con eso? —consultó el alfa.
—¿Por qué no habría de estarlo? —respondió con más frialdad de la que pretendía—. Nos vemos luego. —Salió sin darle tiempo a nada más.
—Nuestro Boss bossov es temperamental —notó Viktor.
—No tienes idea... Pero es así como tiene que ser.
—No pareces muy contento con eso... ¿Es así de frio contigo todo el tiempo? Debe ser triste, te vas a casar con él...
—No, no es así. Él es maravilloso cuando estamos solos.
—Pero cuando están con más personas debe ser el líder frio y duro que todos conocemos. Sus hazañas sangrientas se saben por todo el mundo. Un sádico que marca a las víctimas de su venganza como bueyes —comentó la serpiente intentando esparcir su veneno—. ¿Estás bien con eso?
—Por supuesto, soy un Orlov, un ditya luny. Yo haría cosas peores si tuviese que hacerlo —afirmó pensando en todo lo que deseaba hacerles a los malditos que habían violado a Ethan, especialmente a su soulmate.
—Siempre soñé con esto, verte decir orgulloso que eres un Orlov. Acepté que nuestro compromiso se acabase porque sabía de tu deseo de ser una persona normal. Yo... quería irme contigo —reveló el omega de ojos grises, nostálgico—, pero soy el hijo del líder de los Sokolov, su único hijo omega, solo puedo casarme con un Orlov y tú ya no lo eras.
» No tuve el valor para dejar a mi familia, no te seguí y no volvimos a vernos. Pero siempre tuve la esperanza de que volvieses a tu familia, imaginaba que hacías el juramento Orlov y volverías a mí.
» Te convertiste en un Orlov, justo como soñé, pero no fue por mí.
—Viktor yo nunca te prometí nada, cuando me fui juré que sería para siempre.
—Lo sé, por eso no te odio. Pero Alek, yo fui el primero en tu vida, tu primer omega y para mí tú eres el único alfa. ¿Lo que pasó entre nosotros no significa nada para ti?
—Éramos tan jóvenes... Fue algo que no debió haber sucedido —declaró Alek, rompiendo el corazón del omega.
—Tan sincero como siempre...
—Lo siento.
—¿Qué ves en él? —preguntó y solo en ese momento Ethan Orlov quitó la oreja de la puerta porque le dio miedo escuchar a Alek responder a esa pregunta. Se marchó a su oficina.
—Quiero que vigilen a esa serpiente —pidió a Yarine y Sergei, quienes estaban intrigados por el hijo de los Sokolov—. Averigüen si es venenosa.
—Como ordenes —aceptaron ambos.
—Pregunten por la historia que tuvo con Alek, en el palacio deben quedar algunos empleados antiguos que sepan esa historia.
—Casi ninguno —contestó Yarine—. Elías cambió a la mayoría cuando tú y él se mudaron aquí, pero averiguaremos.
—¿No sería más fácil preguntarle a tu prometido? —sugirió Sergei.
—Sí, es cierto —aceptó Ethan—. Tú eres su amigo, pregúntaselo.
—Me refería a que se lo preguntaras tú —aclaró Sergei—. El joven Alek...
—Boss Alek —corrigió Ethan—. Es así como quiero que todos, incluidos los Orlov, se refieran a él de ahora en adelante.
—El Boss Alek —compuso Sergei—, y yo hemos tenido nuestras diferencias en estos meses... Ya no somos cercanos.
—Perfecta ocasión para hacer las paces. ¿O sigues en contra de esta unión?
—No, ya no. El Boss Alek se ha ganado el lugar que le estás dando. Estoy tranquilo porque él te hace bien —alegó Sergei, con una sonrisa aliviada—. Los apoyaré a ambos y los protegeré de lo que sea.
—Gracias —dijo Ethan, complacido, muy feliz de que había podido reconciliar a Sergei con la idea de tener a Alek como su esposo—. Así que espero un informe completo luego de que hables con él, quiero saber todo lo que pasó con esa serpiente a más tardar esta noche.
—Ethan... —intentó objetar, pero era inútil.
—¿Quieres que cite al Boss Sokolov? —preguntó Yarine—. Entre antes hables con él será mejor. Además, se irá después del banquete.
—Hazlo, terminemos con eso rápido.
Una mirada dura y tranquila, con la vieja esencia de Eduard Orlov, padre de la gran Bela Orlov. Elías aún se estremecía al recordar los ojos de Ryuu Himura y la puntería perfecta con la que había "fallado" en la práctica de tiro, atinando cada disparo en el mismo punto en la pared. ¿Por qué había fingido fallar?, ¿por qué de esa manera?, si en serio no quería que descubriesen su gran habilidad, ¿por qué hacerlo tan obvio?, ¿le querría decir algo?
No se había podido sacar a ese chico de la cabeza, lo detestaba, era la razón principal de la muerte de Bela, pero le intrigaba demasiado. ¿Cómo podía ver en Ryuu el rostro de su padre?, algo que no había visto ni en Bela, ni en Ethan, ni en él mismo, los descendientes directos. Esa curiosidad lo había orillado a seguir al chico, luego de verlo paseando solo por los pasillos del palacio.
—¡Qué carajos! —exclamó luego de escuchar la conversación de Ryuu con alguien al teléfono—. ¿Cómo demonios metiste esto al palacio? —interrogó quitándole por sorpresa el celular al joven.
Ryuu intentó luchar para tomar su celular de vuelta, pero Elías fue más ágil, lo sujetó del brazo doblándolo contra su espalda e inmovilizándolo.
—¿Quién demonios eres? —exigió saber doblando más el brazo para causar dolor y presionar al chico—. ¿Con quién hablabas?, ¿acaso estás traicionando a tu hermano?
—Nunca haría algo que le hiciera daño a Ethan —aseguró Ryuu, forcejeando para soltarse sin conseguirlo—. No soy como tú.
—No digas estupideces, mocoso. Confiesa ante mí o te llevaré ante el Boss bossov —amenazó impaciente—. Ethan podrá ser tu hermano, pero no tiene piedad con los traidores.
—Bien, te lo diré, pero suéltame —aceptó el joven y Elías lo liberó de un empujón que lo tiró al suelo—. Si quieres saber, solo debes volver a llamar —señaló el celular que Elías aún tenía en sus manos.
—¿Con quién hablabas?
—Llegó la hora de que sepas todo, Elías. Solo marca, te sorprenderá —insistió Ryuu, con una tétrica sonrisa, mientras se ponía de pie.
Un frio hizo a Elías estremecerse, el miedo lo invadió por unos segundos, tenía un presentimiento nada bueno. Fueron eternos los segundos en los que esperaba que alguien desconocido contestase la llamada. Una parte de él deseaba que nadie lo hiciese.
—Ryuu, ¿por qué llamas de nuevo? —La voz que oyó logró que su lobo se volviese pequeño en su interior y gimiese de miedo.
—Mara —pudo decir y un silencio abrumador se instaló por lo que pareció una eternidad, pero en realidad solo fueron unos segundos.
—Hijo... —contestó la madre de Elías.
—Maldita seas —expresó sacando su pistola para apuntar directo a la cabeza de Ryuu, le quitó el seguro—. Enviaste a este mocoso como espía a mi palacio...
—No le hagas daño, te arrepentirás —pidió Mara, serena, sabía que Elías no dispararía.
—¿Abuela?, ¿le dijiste abuela a esa asquerosa traidora? —interrogó al chico, puso el altavoz para escuchar a Mara—, te escuché... ¿ahora se hace llamar así?
—Le dije abuela porque eso es —respondió Ryuu, sin asustarse o inquietarse.
—Elías escucha... —pidió la mujer.
—¿Me van a decir que la serpiente de tu madre es hermana mía?, ¿o que el imbécil de Itachi lo es? —se burló, pero su risa estaba cargada de nervios.
—Ni lo uno ni lo otro —dijo Ryuu, pasó de estar desinteresado a un estado de inquietud e incomodidad, a la vez que sus ojos estaban expectantes como si esperase una buena reacción de Elías—. Mara es mi abuela porque tú eres mi padre.
Aquella revelación fue la cosa más impactante que había vivido Elías en toda su existencia, ni la muerte de su familia, ni la violación de Ethan, habían causado tantos estragos en su alma. Estaba acostumbrado a la muerte, a la violencia y a las bajezas humanas, todo Orlov estaba preparado para lidiar con lo bajo y lo sórdido desde niños. Pero esto era algo muy distinto, nada lo hubiese podido preparar.
Elías Orlov tenía un hijo de sangre, no tenía idea de cómo era posible, pero los ojos de ese niño le decían que era cierto. «Los ojos de mi padre», pensó guardando su pistola. No pudo hablar por mucho tiempo, Ryuu y Mara respetaron su silencio, dejaron que asimilara la noticia, preparados para responder todas las preguntas que hiciese después. Sin embargo, Elías solo hizo una:
—¿Por qué usaste a mi hijo para destruir a mi hermana? —Cuestionamiento dirigido a Mara, repleto de confusión, rabia y dolor, ni siquiera era una pregunta en realidad. Tampoco esperó respuesta, Elías solo salió de ahí lo más rápido que sus pies se lo permitieron.
—¿Abuela, qué hago ahora? —pidió saber Ryuu, en busca de dirección, estaba perdido, eso no era parte del plan, no sabía cómo continuar luego de eso.
Había creído estar preparado para lo que sea que sucediese cuando revelara esa gran verdad a Elías, pero en el fondo era un niño que anhelaba el aprecio de su verdadero padre, un gesto de cariño o aceptación, aunque eso fuese ridículo. Elías Orlov era la representación de la verdad de su vida, porque vivía en una mentira total con Itachi Himura, a quien amaba y respetaba mucho. Había llorado por horas al saber que el padre de sus hermanos no era su padre en realidad, tenía solo siete años cuando le arrancaron espiritualmente de su familia, cuando le revelaron la razón por la que había entrenado desde los tres años como si fuese un niño de la mafia, a escondidas de Itachi.
Ryuu era el legítimo heredero de los Orlov.
—Devuelve el celular a Alek Orlov —ordenó la mujer como si nada hubiese pasado—. No arruines eso también. —Colgó dejando a su nieto sin apoyo, solo, como siempre había estado.
Elías caminó por el palacio sin rumbo, su cabeza no paraba de dar vueltas, recordando, pensando en cómo era posible tener un hijo y ni siquiera recordar a la madre. Se había embriagado muchas veces, pero ni así olvidaría la cara de Irina, le resultaba odiosa.
Irina... ¿cuándo había visto a Irina por primera vez?, ¿no había sido luego de la muerte de su hermana?, ¿no fue cuando Kenny le había mostrado la fotografía de la amante de Itachi y asesina de Bela?
—¿Cómo? —susurró al suelo, como si este tuviese la capacidad de desbloquear sus recuerdos. Sujetó su frente con frustración, no podía recordar nada.
—¿Estás bien, tío? —preguntó Ethan, se habían topado en un pasillo—. No te ves bien.
Verlo confundió más la mente de Elías, Ethan era su hijo, el hijo que vio crecer, al que protegía de la manera que creía la mejor. Y ahora tenía un hijo de sangre al que no conocía y que representaba un peligro para los Orlov, sobre todo para Ethan.
—¿Tío? —insistió Ethan.
—Cómo puedo estar bien si... —se detuvo, no podía decirle nada aún—. Si tú te vistes como un omega desesperado por la atención de los alfas... —dijo con desprecio, criticándolo por su camisa casi transparente.
—Eso me gano por preguntar —murmuró Ethan—. Yo soy un omega, te lo repito porque parece que siempre se te olvida. No estoy desesperado por la atención de nadie y me visto como a mí me gusta —respondió lo más calmado que podía. Quiso irse, pero Elías lo detuvo del brazo.
—¿Estás seguro de lo que haces? —quiso saber—. Alejarme así como así de tu vida por Alek Orlov.
—Creo que Alek lo dejó muy en claro.
—Y yo te dije que me las iban a pagar los dos.
—¿Me amenazarás de nuevo con mi hijo? No sabes dónde está, no puedes hacerme nada.
—Yo no estaría tan seguro, Ethan. Los enemigos más peligrosos...
—Son los que antes eran tus amigos —completó Ethan—. Aprendí muy bien todo lo que me enseñaste, padre. —Pocas veces lo llamaba de esa forma e incluso menos últimamente, pero eso era a pesar de todo.
Elías se acercó sin previo aviso, Ethan creyó que lo golpearía, pero eso no pasó. Por el contrario, lo abrazó como hacía tiempo no lo hacía, con verdadero cariño, no pudo no corresponderle.
—Espero que lo que haces sea lo mejor —deseó Elías de todo corazón, luego de unos segundos lo soltó y se marchó sin decirle nada más. Ethan quedó impactado.
El banquete de medio día iba a dar inicio, antes de ello, Ethan había hablado con el Boss de los Sokolov sobre Viktor. Esa conversación no había salido nada bien. El padre de Viktor estaba fúrico, era claro que le tenía mucha rabia a Ethan, pero terminó aceptando que Viktor se quedase en el palacio hasta concertarle un matrimonio más conveniente que el que tendría con Luka Orlov. Tarea que ahora le correspondía a Ethan y debía hacerlo en un plazo de un mes. Luego de esa incómoda situación, Ethan se dirigió a su habitación, momento donde se encontró con su tío y tuvieron esa conversación tan rara.
—Quieres que averigüe... —sugirió Sergei. Él y Yarine lo acompañaban como siempre.
—No, déjalo, tenemos otros problemas.
Fue a su habitación a refrescarse un poco, arreglarse para aparecer de nuevo frente a todos. Al menos muchos de los invitados dejarían el palacio luego del banquete, eso traería algo de paz. Estaba agotado y no había podido volver a ver a Alek desde que lo había dejado con la serpiente. Ese omega le provocaba mucha rabia, no lo soportaba y menos cerca de Alek, quería prohibirle a su prometido que estuviese a solas con Viktor, pero no tenía ningún derecho para hacerlo.
Su matrimonio era un contrato y nada más, sí, eran amigos ahora, sí, se habían dado un beso, el beso más intenso, maravilloso y reconfortante de toda su vida, pero no dejaba de ser un contrato. No eran verdaderos prometidos, ni siquiera llegaban a la categoría de novios. Así que Alek era totalmente libre de estar con Viktor o con cualquier otro, mientras nadie en la mafia se enterase. Eso lo aterraba al punto de desear que Viktor se hubiese conformado con su destino junto al asqueroso y cruel de Luka, para que no les molestase.
Estaba perdido en sus pensamientos cuando alguien tocó la puerta, instruyó que podían pasar y era Alek, solo, para alivio de Ethan.
—Qamri —dijo el alfa, admirando toda la belleza de Ethan—. Vine para ir juntos al banquete. ¿Estás listo?
—Sí, dame un momento. —Estaba terminando de colocarse el collar de lapislázuli, que pronto pasaría a ser usado por Alek, luego de la boda.
—Podemos llegar un poco tarde —sugirió en un tono sugestivo—. Continuar con lo que dejamos pendiente...
—Más tarde —lo cortó—. El consejo quiere vernos juntos antes de irse. Luego de que pasaras todo el día con tu ex, es mejor que nos vean como una pareja unida.
—¿Estás molesto?
«Celoso», comentó el alfa de Alek, complacido.
—Claro que no, ¿por qué lo estaría? —habló con desinterés total—. Solo no quiero que se creen rumores con ese omega. Por eso le buscaré un esposo pronto y este lo tendrá que aceptar o se lo devolveré a su padre para que haga lo que se le dé la gana con él —amenazó con una frialdad impresionante.
—Gracias, Ethan, por ayudarlo. Espero que esto no te traiga problemas.
—Vamos —apuró porque estaba muy molesto, no quería terminar de desquitarse con Alek, su fastidio no era contra él directamente, pero no podía evitarlo.
El banquete fue aburrido, algo tenso por el mal humor de Ethan, aunque se fue relajando poco a poco, Alek siempre tenía ese efecto tranquilizador y ayudaba que Viktor estuviese en la mesa más lejana junto a todos los Sokolov.
Por fin Alek pudo conocer, como se debía, al padre biológico de Ethan, presentarse como el prometido de su hijo y convivir con los hermanos Ryuu y Satoru.
—Este es tu celular, ¿cierto? Tiene la foto de mi hermano como fondo de pantalla —dijo Satoru, extendiendo el teléfono móvil de Alek—. Ayer lo encontré en el suelo, luego de que le pidieras matrimonio a nuestro hermano de forma tan romántica y dramática —habló divertido—. No pude devolverlo antes, no es fácil verlos a ustedes en este palacio.
—Gracias, lo estuve buscando, no me di cuenta —dijo Alek, feliz de recuperarlo, ese aparato era la única forma de alguna vez volver a comunicarse con Evelyn.
Ethan le quitó el aparato de las manos para ver la foto que Satoru había mencionado, Alek quiso evitarlo, pero era tarde.
—Creí que te había pedido que la borraras —recriminó Ethan, pero no estaba molesto en absoluto. Era la primera fotografía que Alek le había tomado sin que se diese cuenta, mirando a la Luna, retrataba la belleza de la más terrible tristeza.
—Guardé una copia, lo siento —se disculpó avergonzado—. Es que es demasiado hermosa para perderla —declaró sonrojándose—. Eres demasiado hermoso —susurró seductor al oído de Ethan para que solo él lo oyese, causándole un estremecimiento y una sonrisita tímida.
—Boss bossov —interrumpió Arman Orlov al acercarse a la mesa principal—. El banquete estuvo delicioso, pero es momento de que nos retiremos. —Casi todos los invitados habían terminado de comer hacía poco, esperaban a que Ethan diese la indicación para retirarse, pero la impaciencia del Boss de los Safir los apresuró a todos.
—Por supuesto, permítame un segundo.
Ethan se puso de pie, agradeció por la compañía de todos los presentes e invitó a todos los jóvenes Orlov y Sokolov a disfrutar de las actividades del palacio planeadas para el resto de la tarde y anunció la gran fiesta de máscaras que sería llevada a cabo en la noche.
—En cuanto a los que ya se retiran, les agradezco por haber celebrado mi cumpleaños y quiero que sepan que todos están invitados a nuestra boda —comunicó y todos aplaudieron y aclamaron lanzando bendiciones a los novios—. Pueden retirarse.
—Deseo para usted otro año de prosperidad como Boss bossov —deseó Arman como cortesía—. Con su permiso, los safir nos retiramos.
—Los jóvenes de su rama, incluidos sus hijos, están invitados a quedarse hasta mañana —intercedió Ethan—. Sé que nuestra relación nunca ha sido muy buena, pero ya es hora de que los safir se integren con los lazurit. Enterremos la rivalidad de siglos de una vez —sugirió, pero era más bien una orden.
—Baran —llamó Arman a su segundo hijo y este se acercó—. Anuncia que todos los jóvenes safir que se quieran quedar tienen el permiso del Boss bossov y el mío.
—Sí, padre —acató Baran notablemente emocionado por poder quedarse más en el palacio.
—Me despido.
—Adiós, padre —se despidió Alek.
—Nos veremos en la boda —dijo Ethan.
—Ah... sobre eso... Olvidé decírtelo, Alek. Pero tu madre quiere verte pronto. Organizaré una cena para que los dos le den la gran noticia, creo que es mejor en persona.
—Pero...
—Pero nada, Alek. Ya haces lo que se te da la gana, al menos haz esto por tu madre y afronta como un verdadero alfa las consecuencias de tus actos —exigió el padre—. Tan grande y le sigue teniendo miedo a una mujer tan pequeña como ella —murmuró mientras se retiraba del salón, luego de hacer una pequeña reverencia ante Ethan y ante todos los ocupantes de la mesa principal.
—Pero si él le tiene más miedo que yo —refunfuñó Alek.
—Supongo que no tenemos opción. Conoceré a tu madre —dijo Ethan, él también estaba nervioso, sabía bien que si Arman había odiado la idea de tenerlo como yerno, la madre pegaría el grito en el cielo.
—Te va a amar —aseguró Alek—. Hasta que sepa quien eres.
—Al menos eres sincero.
—Tranquilo, yo estaré contigo, no dejaré que nadie te trate mal, ni siquiera mi madre —aseguró el alfa, besando la frente de Ethan con ternura.
—Boss bossov —llamó Sasha, primo de Yura y nuevo Boss de los Topaz—. Quiero agradecerle y avisarle que me retiro, viajo hoy mismo a Corea.
—Me gustaría que te quedaras, Sasha —dijo Ethan. Había llegado a apreciar bastante al joven alfa.
—Quisiera hacerlo, pero...
—Tienes obligaciones —concluyó Alek—. Eres y serás siempre un gran líder. Ve tranquilo —dijo palmando su hombro como signo de confianza.
El chico se despidió y él y todos los topaz se fueron del palacio, lo que había pasado en su rama aún era reciente, no dejaba muchas ganas de festejar nada, ni para los jóvenes. De por sí habían asistido muy pocos a la gran celebración. Los topaz ahora eran una rama débil, que se recuperaba rápido, pero aún estaba muy herida.
—¡Alek! —gritó Viktor corriendo hacia la mesa—. ¡Alek! —chillaba tomando de la mano al mencionado—. Vamos a...
—¿Cómo se atreve un hijo de los Sokolov a ser tan insolente? —reclamó Elías, ya se estaba levantando de la mesa, había estado tan callado que su presencia casi había pasado inadvertida—. ¿No sabes ante quiénes te encuentras, niño?
—Es cierto, Viktor —concordó Alek—. Haz el favor de comportarte.
—Lo siento, es que no estoy acostumbrado a los modales del palacio —se excusó el omega—. Lamento molestarlos, Boss Elías, Boss bossov, Alek y al resto de presentes —dijo reverenciándolos.
—A él lo llamarás Boss Alek —exigió Elías con desdén, sabía bien que el omega había sido prometido de Alek en el pasado—. Que hayan sido cercanos no quita la posición que tiene él ahora. Es el futuro esposo del Boss bossov de los Orlov. —Ethan sonreía por ver a su tío defender la posición de Alek y por el hecho de que Elías parecía más celoso que él mismo.
—No seas tan duro con el chico —intervino Elisa—. Parece ser amigo de Alek.
—Muy amigos —dijo Ethan con notable ironía.
—Éramos muy cercanos en el pasado —contó Viktor—. No nos han presentado, soy Viktor, hijo del Boss Sokolov. Es un gusto conocerlos a todos —dijo extendiendo la mano a Elisa.
—Ella es mi hermana Elisa, hija de Bela Orlov —presentó Ethan—. Mi padre y mis hermanos: Ryuu y Satoru. —La serpiente había sentido mucha curiosidad por la familia de Ethan sobre todo porque nunca dejaban de usar esas máscaras que cubrían la mitad de su rostro.
Todos se saludaron. Aprovechando eso, Elías se marchó, no sin antes pasarle discretamente una nota a Ryuu, la colocó en uno de sus bolsillos, lo citaba en el mismo lugar de antes a media noche para hablar.
Luego de conversar un momento, Viktor insistió en querer participar de las actividades que se habían preparado en el palacio y llevar a Alek con él, pero esta vez Ethan no los iba a dejar solos. Así que fueron todos juntos, menos Itachi que prefirió ir a su habitación.
Había muchas actividades que hacer por todo el palacio, para todos los gustos, así los invitados se entretenían con juegos de azar, perdían millonadas en apuestas, algunos iban al spa, se relajaban en la piscina, o disfrutaban de las degustaciones de todo tipo de licores y comidas exóticas. Pero lo que más llamaba la atención eran las competencias. Un torneo de cacería estaba iniciando a los alrededores del palacio, solo los más fuertes y atrevidos se habían apuntado, era muy dura por el invierno cubierto de nieve, a pesar de que el pelaje de los lobos Orlov era especial para el frío.
—Deberías participar, Alek. Cuando tenías doce años lo hiciste genial —sugirió Viktor, a todo momento buscaba resaltar que él conocía a Alek desde hace muchos años—. Recuerdo que el clima estaba peor que ahora, seguro ganarías.
—Puedes ir si quieres —incitó Ethan, sabía que a Alek le encantaba correr en su forma de lobo por la nieve, no quería impedirle nada.
—¿Nosotros también podemos? —pidió Ryuu, ilusionado por correr por las tierras de su familia de sangre, donde sus antepasados habían corrido como lobos libres.
—De ninguna manera —negó Ethan y Elisa coincidió—. Es muy peligroso, solo alguien con entrenamiento puede hacerlo. —Ryuu se entristeció, pero tampoco podía decirle que él sí tenía entrenamiento de sobra.
—Haremos esto —intervino Alek—. Cuando la gran celebración pase, los llevaré al bosque y podrán correr bajo la supervisión de su hermano y mía. Ahora es mejor buscar otra cosa que hacer.
—¿Seguro? —consultó Ethan—. Si quieres puedes...
—Solo quiero estar contigo en tu cumpleaños —insistió Alek, tomando su mano y entrelazando los dedos.
—Está bien...
—¡Alek, mira! —exclamó Viktor, sujetándolo del brazo para arrastrarlo lejos de Ethan—. ¡Están luchando! —En el patio se realizaba un torneo de peleas mano a mano, sin muchas reglas, bastante sangriento, el público gritaba animando a los participantes.
—Ethan, ese tal Viktor es una molestia —comentó Elisa, apartando a su hermano un poco—. ¿Qué hace con nosotros?, ¿por qué no se despega de Alek?, parece que se conocen bien.
—Es el ex prometido de Alek —informó Ethan, con fastidio—. Qué rabia... y Alek le sigue el juego, tengo muchas ganas de irme y dejarlo con su querido Viktor.
—Ni se te ocurra. Eso es lo que quiere ese omega. No puedes dejarlo solo, además Alek está siendo amable, nada más.
—Pero no lo soporto...
—Cálmate, eres más listo y más atractivo que él —alegó Ryuu—. Ese es un simple omega de baja categoría.
—Sí, además es un completo descarado —continuó Satoru—. Me dan nauseas por las feromonas que está soltando.
—Asqueroso —concordó Ryuu.
Eso hizo que Ethan hirviera de rabia. ¿Cómo se atrevía ese omega a derramar feromonas para seducir al prometido del Boss bossov de los Orlov? Pero también lo hizo sentir mal, él no tenía feromonas para competir, si alguien sentía su aroma era por puro milagro.
Ryuu vio la turbación en la bonita cara de su hermano, así que actuó, casi que arrastró a Viktor a una competencia de ajedrez en la que pasaría bastante tiempo, así que Ethan pudo alejarse con Alek un momento.
—Dejemos que se diviertan un poco, mis hermanos se ocuparán de Viktor. Mientras podemos ir por algo para beber —propuso Ethan y Alek aceptó encantado. Viktor tuvo que ver cómo se escapaban sin poder hacer nada.
Fueron a la sala de degustación donde Ethan probó un tequila ultra raro que le fascinó por completo, con sus 42 grados de alcohol, ordenó que le llevasen una botella entera a su habitación. Pudieron pasar tiempo de calidad juntos, charlar un poco, divertirse probando casi todo lo que había. Alek fue por los vinos, le encantaban, una imagen algo retorcida le vino a la mente luego de probar un vino exquisito: «¿Su sangre será tan exquisita?», se preguntó mirando el cuello descubierto de Ethan, tan blanco, seductor, indefenso...
«Seguro sabe mucho mejor», dijo su lobo alfa.
—¿En qué piensas? —preguntó Ethan, algo sonrojado por haber bebido varios shots de diferentes tequilas.
—Pienso que me encantaría besarte justo ahora... —dijo sujetando a Ethan de la cintura para acercarlo un poco—. ¿Me dejas? —consultó casi sin poder resistirse.
Ethan le rodeó el cuello lentamente, acariciando su cabello, jugando con él, coqueto y seductor, lo estaba provocando. Buscaba avivar más el deseo del alfa, quería ver fuego en sus ojos, ansiaba demasiado verlos cambiar al color de la pasión, saber que él lo ponía así le complacía demasiado. En ese momento no les importaba las personas a su alrededor, quienes los observaban "discretamente" sin perderse un solo detalle.
—¿Qué tanto deseas eso? —preguntó rozando sus labios con los de Alek, tentándolo. El alfa estaba impaciente, pero le seguiría el juego.
—Demasiado... —susurró en su oído, ahora era él quien provocaba a Ethan.
—Si lo deseas tanto así...
Estuvieron a punto de besarse, pero la serpiente volvió a interrumpir. Ryuu no había podido detenerlo tanto, el omega era tan malo en ajedrez que prácticamente perdía solo, o esa era su intención. Ninguno de los hermanos de Ethan, ni siquiera Elisa, lo habían podido detener.
—¡Alek! —entró al salón gritando—. ¡Por fin te encontré! —Tenía la intención de prenderse de su brazo hasta que vio los colmillos de Alek, amenazándolo si se acercaba demás, no a él sino a Ethan, a quien aún tenía sujetado de la cintura—. Habrá una competencia de tiro... —hablo con duda—, me preguntaba si quieres que participemos, no soy tan bueno como tú, pero...
—Oh sí, la competencia de tiro —recordó Ethan, sin hacer el mínimo intento por alejarse de Alek—. Quiero participar... —le pidió al alfa cual niño pequeño, con la mirada de cachorro a la que Alek nunca podría resistirse.
—Lo que tú quieras, qamri —aceptó Alek, besando su mano con total reverencia. Ethan miró al omega con una sonrisa de superioridad y algo de burla.
—Vamos shamsi.
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