05

5.- Inocencia perdida en las sombras ( Primera Parte I ). Akiyama Derek.

.

.

.

.

.

.

.

[ ... ]

Su historia inicia con un golpe sobre su espalda, una varilla siendo azotada sobre él, sus manos están apoyadas en la pared para evitar caerse por el dolor, en su mente cuenta el número de golpes, dos más para finalizar. Espera unos segundos por el siguiente golpe, pero no llega a ser lastimado, levanta su cabeza para buscar a su verdugo y preguntar con la mirada ¿Por qué se ha detenido? El hombre seguía con la mirada al chico, inspeccionaba su apariencia, a su mente llegó el recuerdo de un niño de trece años, pequeño e inocente, ahora podía ver a un joven de quince años, un poco más alto que hace dos años, cabello ligeramente más largo. Yona se estaba asegurando de crear un joven útil para sus planes, un chico que siguiera órdenes al pie de la letra, perfecto a la hora de trabajar, desalmado, avaricioso; en conclusión, el hombre quería formar un asesino digno de temer y difícil de atrapar, arrastraría al chico a la más profunda oscuridad, incluso si debía hacerlo y deshacerlo de mil formas distintas para lograr su cometido.

Sujetó del cabello al chico y lo arrastró con él hasta una silla, él tomó asiento mientras dejaba de pie al chico, quien estaba temblando en su lugar por lo debilitado que estaba, observo cada herida que tenía, había hecho un caos con el cuerpo del menor, ¿Cómo es que tenía fuerzas para seguir? Tal vez la voluntad, el odio sembrado, la idea de que algún día él rompería su cadena que lo ataba a su maestro y lo mataría, lo haría sufrir lo mismo que a él. Yona terminó de mirar al chico y con voz tranquila se dirigió a él.

—Quiero formar de ti todo un caos, voy a romperte en mil pedazos y te reconstruiré de forma que seas el asesino perfecto, me ayudaras a subir los escalones de la política deshaciéndote de mis rivales, tu vas a mancharte las manos de sangre por mí, Derek vas a ser mi títere favorito—el  hombre sujetó al chico de la cintura, tocando la piel con marcas de golpes, importándole poco si le incomodaba al contrario— Derek, ¿Estás dispuesto a ayudarme? Quiero que seas mi pequeño niño consentido, voy a darte una vida digna y linda si tu cumples con tu trabajo... ¿No estás cansado del daño? Además, yo soy tu única familia... Tu abuela ni siquiera se ha tomado la molestia de preguntar por ti en estos dos años, nadie en tu familia te recuerda...

El chico se mantenía en silencio, era verdad lo que decía, siempre fue así...

Desde las sombras, él siempre veía a los demás correr libres por el lugar... Derek se mantenía oculto entre las sombras, observando la vida normal de los niños que vivía junto a él, que envidia sentía al verlos jugar, sentía celos de sus propios familiares, sus primos que tenían una edad casi cercana a la suya, podían disfrutar de la libertad y tener una infancia sin responsabilidades, él tenía que quedarse a soportar por ellos la vida real, él tenía que comportarse como un adulto con sólo cinco años de edad, siempre siendo perfecto en todo, no había descanso para él, no había un momento de juegos, risas o convivencia con niños de su edad, pero él era feliz cumpliendo órdenes ¿No?

Quiero cumplir sus expectativas... Es lo único que me interesa, esto ya no se trata de cómo me siento o si me gusta, quiero priorizar primero a mi familia antes que a mi mismo, por que yo no soy egoísta y todo es por la felicidad de mi abuela, todo es por ella, por qué me importa cumplir expectativas, no me importan mis propias decisiones, quiero cargar con todo el peso de la familia

La mano de una mujer pellizco la mejilla de un niño castaño, le sonrió con orgullo.

Derek, hoy decidí que debes comenzar a estudiar para exorcista, tienes seis años y es más que perfecto para que continúes el linaje de la familia, después vas a dedicarte a ayudar a la gente de la residencia y cuando cumplas veintiún años, serás el encargado y dedicarás toda tu vida al templo, olvídate de tus sueños, que ya tienes el camino frente a ti... Tu vida está planeada y resuelta, ¿Entendiste?

el menor asintió, miró con nerviosismo a su abuela para preguntar suavemente—  ¿Y si... Yo quiero hacer otra cosa?

—No—contestó con fuerza exaltando al contrario, suavizó su expresión— No pequeño, déjame elegir a mi, te haré un bien, ya verás...

Siempre fue así, él siempre dejaba que eligieran por él, que envidia tenía a sus primos que podían hacer todo lo que él deseaba hacer sin necesidad de tener a un adulto atrás suyo tomando decisiones por él.

Yona se levantó cargando al chico, lo sujetaba con firmeza de los muslos mientras el menor enredaba sus piernas en la cintura del mayor, caminó con algo de rapidez hasta el escritorio de la habitación, lo dejó caer sobre el mueble de metal haciéndolo rechinar por el impacto del cuerpo del menor.

—Una pregunta antes de iniciar... ¿Estas dispuesto a morir por mi?

—Sí... Sí lo haría—contestó sin apartar su mirada café de los ojos oscuros— Yo moriría por ti

—Que fácil... Solo respondes pero no me aseguras nada... Pero... ¿Tu te mantendrías con vida por mí?

—Te jure darte mi vida, moriría y viviría por ti...

El mayor lo observó, bajó su mirada hasta los labios pálidos del menor, fácilmente podía notarse la baja condición del castaño, los golpes, la mala alimentación, todo era un caos, que bella imagen pensó.

—Cuidado donde te estas metiendo, no estas pensando y no me gusta eso... Piénsalo bien, tu te entregaste una vez a mí, pero fue por palabra, una vez que entregues tu cuerpo... Ya no habrá retorno y el deseo crecerá en ti... ¿Deseas continuar?

—Sí

—Pídelo

—Por favor... Por favor yo lo deseo

El hombre lo tomó del rostro con cuidado, examino sus ojos, podía ver como el chico aún cargaba con un poco de inocencia, "que repugnante" pensó. El chico sintió un escalofrío en su columna, Yona se había atrevido a morderlo del cuello.

—Serás un buen niño...

Fue sujetado del cuello, la mano libre de su maestro comenzaba a recorrer su cuerpo con suaves caricias, la deslizaba sobre su piel, debajo de la ropa que comenzaba a desordenar. Que sucio se estaba sintiendo, pero él lo había deseado.

"No creía en la magia... Pero cuando te conocí, ahora eso es todo lo que siento y veo. El amor que tengo por ti es ciego, te amo, eres mi salvación de la oscuridad donde vivo, mi corazón confía en ti, me entrego completamente a ti sin pensarlo dos veces, Suyen, te deseo más que mi libertad".

Esas palabras cruzaron en su mente en ese momento, algo que  hace noches había leído en el diario que le fue entregado, Derek no tenía otro deseo más que el de conocer a su destinado, una sola palabra quería escuchar en su vida "Te amo", no importa como fuera ella o él, aceptaría a su destinado sin importarle nada, confiaría ciegamente como el autor al momento de conocer al amor de su vida, sí, el autor describía a esa mujer de nombre Suyen, como el amor de su vida, el amor que le toco vivir en esa vida. Que patético pensar en eso, ahora le entregaba su vida a una persona que solo iba a utilizarlo y aún sabiendo eso, no dudaba en serle fiel hasta la muerte. 

Jadeó de la nada, algo que jamás pensó que llegaría a hacer y sobre todo a gustarle.

—Silencio... No quiero ruidos... Vas a obedecerme en todo ¿Recuerdas? Tu prometiste darme tu vida, así que comenzaré a grabar estas palabras en tu mente, no quiero que pienses en otra cosa que no sean estas palabras, quiero que cuando me veas recuerdes esta noche...—llevó su boca al cuello del chico, rozando sus labios en este y dando suaves besos de vez en cuando— Al darme tu vida, me estas jurando lealtad... Al darme tu vida me estas diciendo que morirás en mi lugar, todo tu me perteneces, cuerpo, alma, emociones, Derek... Si tu desobedeces tendrás un castigo, recuerda que tu vida es condicionada, tarde o temprano morirás y tu dijiste que no quieres morir, pero morirías por mi... Entonces al no tener un propósito, me has dado la libertad de decidir tu destino...

El chico abrió los ojos al sentir como los labios del adulto besaban su cuello con cierta euforia. Luego de unos segundos, fue liberado de ese beso, Derek no se movió de la mesa, solo llevó sus manos a su boca, retuvo lágrimas lo mejor que pudo, se limitó a observar como Yona daba vuelta al escritorio y abría un cajón, buscando algo.

—Iniciaremos a trazar tu destino...—hizo una pausa, caminó hasta quedar a un lado del chico— ¿Alguna vez te dije lo que soy? No, no lo dije, pero tu no eres estúpido, ya sabes que entre humanos existen criaturas, buenas y malas... Tú también eres una hermosa criatura, un ser que me pertenece...—se acercó al oído contrario para hablar— nosotros tenemos habilidades que otras personas jamás se imaginarían, hoy vas a conocer lo que soy y darás gracias por ser lo que eres...

Se apartó de él y caminó hasta el interruptor de luz, apagó todo dejando la habitación en una completa oscuridad, solo la respiración agitada de Derek por el miedo y los nervios era lo más perceptible a escuchar; una luz blanca golpeó su vista, había una lámpara que solo lo iluminaba a él, jamás había estado en un hospital o un consultorio -nunca lo necesitó por que creía que no merecía ser atendido, después de todo él era quien debía cuidar de los demás- pero esa luz le recordaba esos dos lugares.

A veces tenía que sujetarse a las paredes de la residencia para caminar, trabajaba de noche con exorcistas y de día tenía que atender sus estudios, era una rutina insoportable, lo agotaba física y emocionalmente, ¿Pensó en el suicidio? Sí, si lo pensó, pero siempre se repetía "es mi obligación, es mi obligación, estoy obligado por mí mismo" había escuchado historias de la gente mayor del lugar, que los antiguos encargados llevaban un gran peso y que era normal que siempre terminaran agotados, pero la recompensa era ver como todos se encontraban bien y en armonía.

Ojalá se hubiera dado cuenta de esa mentira.

Escupió sangre, su visión era borrosa y la luz blanca no le ayudaba en nada, realmente Yona se tomó enserio lo de hacer y deshacer todo de él, el ambiente de lujuria que se estaba formando, se rompió en cuanto sintió la fría hoja de una cuchilla atravesarle la mitad del abdomen. Sus parpados comenzaban a pesarle, trataba de no cerrar los ojos. 

—¿Has escuchado de la leyenda de las aves? Aquel cuento que es realidad... La verdad oculta con mentiras, tu leíste en el diario de Minamoto Masaru como sufría cada vez que asumía su papel en el templo, destinado a una muerte temprana pero salvado por el amor de su esposa, asesinado por las personas a las que llamó familia... Tu también ibas a morir así... ¿No te gustaría pagarles con la misma moneda?

No comprendía las palabras del hombre, probablemente por la perdida de sangre o por qué su corazón no quería aceptar lo que decía, como si Yona leyera sus pensamientos, recorrió con el cuchillo -el mismo que había clavado en el abdomen contrario- hasta el corazón, fue apuñalado, el hombre reventó el órgano vital sin piedad alguna.

—Me alegra saber que tu morirías por mí... Pero creo que no te avise que yo sería quien te mate

El hombre observaba con suma atención como había destrozado aquel pequeño cuerpo, la sangre que escurría por el escritorio manchó el suelo. Yona pensaba que el color rojo de la sangre del chico, era el color más bonito en aquel lugar de tonos grises, que bella obra de arte creó.

La vida sería cada vez peor para él, pero todo estaba bien... ¿No? En "vida" prefería mil veces más tener que sufrir a ver a la gente sufrir y no hacer nada, después de todo, para lo único que él servía, era para servir a los demás.

...

Burbujas, el agua tenía burbujas y de la nada, salió la cabeza de un chico castaño, tocía desesperadamente, buscaba aire para sus pulmones, había estado hundido en el agua al menos tres minutos; una vez recuperó el aire, se quedó observando a la nada, sacó sus manos del agua, estaban pálidas y sus uñas ya estaban en un tono morado, temblaba de frío, sus labios en un tono azul delataban la baja temperatura de su cuerpo, vaya pesadilla la que vivió.

La puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos, Yona ingresó al cuarto donde él tomaba un baño de agua fría.

—¿Disfrutaste el baño?—dijo a la vez que se colocaba en el respaldo de la bañera, justo atrás del chico, se puso en cuclillas— Sabes, es interesante como el cerebro salva tu vida sin siquiera pedirlo... Diste un brinco en la cama, sentiste que ibas a caer ¿Cierto? Tu cuerpo dejó de funcionar y tu cerebro te dio un choque eléctrico para hacerte despertar... ¿Tuviste una pesadilla?

—Se sintió tan real... No creo que haya despertado, aún veo a un monstruo... ¿Estas feliz ahora que soy tuyo?

—Que bello niño, tu siempre me haces feliz... Tan perfecto, ansío verte complacer a los demás y saber que solo me perteneces a mí...

El menor comenzó a reír suavemente y se tensó al sentir las manos del mayor deslizarse hacía al frente, justo en su pecho desnudo, las caricias ya no le provocaban asco, era más una diversión enferma la que sentía.

—Yona...—soltó una risita antes de seguir hablando— tu habilidad para crear pesadillas me enferma... Aunque también siento curiosidad que tan lejos puedes llegar...

El mayor colocó su cabeza entre el cuello y hombro contrario, seguía deslizando sus manos por el pecho y de vez en cuando las sumergía en el agua para acariciar los costados del chico.

—¿Qué te hacía en sueños?

—Iniciaste dándome el amor que me hace falta, el amor que deseo... Para despertarme con la realidad de mi vida... Me matabas

—¿Enserio?—preguntó con sarcasmo—.

El menor hizo un puchero exagerado ante tal pregunta, se apartó del mayor. El agua escurrió dentro de la bañera, Derek se había levantado de su lugar y dandole la espalda al hombre se giro para quedar frente a él, sin importarle estar desnudo frente al mayor, volvió a sentarse en la bañera y se recargó en el respaldo, estiró su pierna y con los dedos de su pie acarició de forma delicada a su maestro.

—Yona...—se río por un momento— Quiero algo

El mayor pasó sus manos por la pierna del menor, acariciándola con delicadeza, besó el dorso del pie.

—Dime pequeño—comentó mientras se acomodaba al lado de la bañera y poder besar la pierna del chico—.

—Hazme tuyo, lo estabas haciendo en mis sueños mientras te juraba darte mi vida, te daré todo de mi, incluso mi cuerpo, por favor...

El agua cayó al suelo, con mucho cuidado el mayor cargaba al chico para no resbalar por los pequeños charcos que se formaron al sacar al castaño de la bañera; el menor enredó sus piernas alrededor de la cintura del mayor, sus manos sujetaban el rostro del hombre mientras lo besaba desesperadamente, movía torpemente su cadera, buscando apegarse más a su maestro. 

Quien diría que el niño que llegó llorando, ahora lloraba de placer en la cama, gemía sin poder contenerse, si le pidieran que guardara silencio solo se atrevería sin vergüenza alguna a hacer más escandaloso el momento de placer que estaba teniendo, desde que salió de la bañera su cuerpo -que helado estaba por el agua- ahora ardía; gritó de placer al sentir los dedos del adulto moverse dentro de él, dos dedos se movían en vaivén, hacían una pausa y luego retomaba su juego, podía escucharse el sonido obsceno en la habitación.

—Quien diría que a un niño de quince años se divierte de está forma con su maestro, gritando de placer y pidiendo más...—detuvo el movimiento de sus dedos para ver al chico hecho un desastre— Dime que quieres

—A ti... Por favor

—Vaya... Hasta aprendiste modales... Ayúdame—solo bastó dirigir su mirada a su propia entrepierna para hacerle entender lo que quería—.

El menor se levanto y se sentó sobre sus rodillas, acomodó su cabello detrás de su oreja, desabotonó y bajó el zipper del pantalón de vestir del mayor, podía notar el bulto que se formaba sobre la prenda interior, sonrió y traviesamente rozó sus labios sobre el bulto, el mayor sonrió por tal acción.

El mayor empujaba la cabeza del chico, no le permitía ni un segundo de descanso, jalaba de vez en cuando el cabello castaño y suspiraba de placer por la jueguetona lengua del chico en su miembro. No tardo mucho para separar la boca del chico de él y jalarlo para acomodarlo, sin duda iba a disfrutar del pequeño cuerpo.

Cuenta una leyenda... Que tiempo atrás, cuando los yokai aún no estaban del todo "dómesticados" y su naturaleza de matar aún era fuerte... Comerse entre ellos era muy normal, la ley del más fuerte se aplicaba en su reino y uno de ellos destacaba por devorar a yokai más débiles, pero al no saciar su hambre con solo yokais, comenzó a devorar espíritus.

—¡Más! ¡Más! Mi Dios, dame más—gritaba un chico entre risas y gemidos, era un completo desastre para ese punto—.

El placer combiando con el extasis, el pecado de la lujuria, él disfrutaba de lo incorrecto, era divertido. Yona tenía al chico montado sobre él, moviéndolo rítmicamente, sujetando con fuerza sus caderas hasta dejarle las marcas de sus dedos, devoraba de una forma sexual al chico.

Gritó como loco al sentir el líquido llenarlo, araño la espalda contraria sobre la tela de la camisa y dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor, pegando su frente en aquella zona, tratando de regular su respiración. Yona le acarició la espalda.

—Derek...—murmuró el mayor— ¿Otra vez estas soñando?

....

Abrió sus ojos de golpe, vio la oscura habitación y al moverse, su cuerpo dolía, era un dolor insoportable. Sentado el frío piso, observaba todo a su alrededor, poco a poco comenzó a escuchar risas a su alrededor, llevó sus manos a sus oídos para poder silenciar las insoportables risas, el eco resonaba en su cabeza.

—¡Cállate maldita sea! ¡Ya entendí que te pertenesco! ¡Cállate! ¡Cállate ahora!

En toda la habitación resonó la voz de su maestro, tan molesta, un tono de burla que le martirizaba junto a las risas.

—Pequeña ave, tu dijiste que ibas a servirme, que yo eligiría tu destino... Ya viste dos de tus finales y ninguno es feliz, haré que vivas diferentes escenarios, manipulare tu destino de forma que se me antoje, has entrado a un círculo del que jamás vas a salir, cuando más cerca estes de la libertad, tirare del hilo de tu destino, lo cortaré y formaré un nuevo hilo con mis propias palabras, hare que vivas y mueras de muchas formas, cuando tu alma crea que al fin encontró la paz, volverá a caer a la realidad que debe vivir, volverá a sufrir de forma que le corresponde, moriras y viviras, moriras y no tendrás paz, jamás vas a salir de mi juego pequeña ave...

—¡Haré lo que me pidas! ¡Pero para ya por favor!...

Las risas comenzaron a atacarlo más, de forma que deseaba quedarse sordo, incluso si debía tomar una de las varillas del suelo y encajarsela en la cabeza.

—¡Abuela ayudame!—gritó a la nada y todo quedó en silencio— Por favor... Quiero ir a casa... Yo... Yo no sirvo para esto, no quiero ser encargado, lo odio, lo odio ¡Lo odio! ¡Siempre lo odie! ¡Siempre odie ser el niño perfecto! ¡Soy un desastre! Jamás he logrado nada, soy tan inútil pero deseo ser reconocido por mi familia, quiero dejar de sentirme inútil e inservible y demostrar que tengo un valor... Aunque sea un mínimo valor en está vida...

Un niño regresaba corriendo de la escuela, en su mano llevaba una hoja y se le veía feliz, saludó a todos al ingresar y en cuanto se encontró con un hombre de cabello negro y ojos del mismo tono, extendió la hoja y sonrió como nunca.

—Tuve la mejor nota

El mayor tomó el papel, observo un momento y luego miró al menor.

—Es tu obligación ¿De que te enorgulleces?

Dolor, un pequeño dolor en su garganta se sembró.

—Pensé... Pensé que te gustaría saber que saque la nota máxima—expresó viendo al suelo—.

—¿Gustarme? Una calificación tan ... Común en ti no me enorgullese en lo absoluto... Tu vas a la escuela para estudiar y sacar buenas notas, el día en que hagas algo que nadie más haya hecho, entonces tal vez... Tal vez pueda verte como alguien normal y no como una vergüenza para la familia... Derek, tu no eres capas de hacerme sentir orgulloso... Tus notas en la escuela son tu simple obligación y nada más

....

Derek arrastraba sus pies por toda la casa, el sonido de una cadena en su pie era el único ruido en el pasillo, su nueva rutina era fácil: despertar, saludar a su maestro y estudiar las nuevas formas de derrocar a políticos que le estorbaran en el camino, leer ese viejo libro de Minamoto Masaru, hacer algúno que otro mandado y con suerte dormir dos o cuatro horas.

Abrió la puerta de la habitación y se dejó ver.

—Pasa, es hora de que entres a este negocio llamado "Mataré a quien me órdene"—comentó con burla lo último—.

—Ya, pero yo no he matado gente nunca...

—¿Qué hay de Ophelia? Derek, deja de hacerte el tonto, ya te demostré yo mi habilidad, es hora de que tu me muestres la tuya...

—Creación... Y Destrucción, ni si quiera la se usar por que nunca lo he hecho...

Yona suspiró, entendía perfectamente la razón, pero esa sería una historia para después.

—Derek... Hoy iniciaras tu primer lección de como aprovechar esa habilidad tuya...

Hubo silencio, jamás había pensado en aprender a usar su habilidad -y viniendo de Yona, seguro sería algo malo- iba a ser una nueva forma de morir.

—Recuerda que cualquier futuro, tu me juras lealtad y entregas tu vida—canturreó la última palabra—.

—Has lo que quieras—respondió de forma cortante—.

El mayor tomó del brazo al chico y en el antebrazo, trazó con su dedo una línea, conformé avanzaba el trazo se podía ver como sangraba, abriendose una herida no muy profunda.

—Ahora concetra tu energía... Tu mente en blanco

Derek acató la órden, cuabdo era más niño, recordaba las lecciones en el templo, si cultivas tu energía, puedes usarla sin gastarte, sin embargo, debes mantener tu cuerpo en un punto medio, de forma que estes concentrado y la vez relajado, conectando el cuerpo con la naturaleza.

Creación y Destrucción... Crea todo lo que te permita tus capacidades, tu imaginación es el único limite, sin embargo, podrás Destruir todo lo que desees, sin embargo, hay condiciones para ambas habilidades.

Cada que creas algo, tu energía se gasta y tu tiempo de vida se acorta.

Cada que destruyas algo, destruyes tu humanidad, llegaras a un punto en el que olvidaras quien eres en realidad.

El castaño veía como su brazo se había sanado luego de aquella herida, miró al mayor.

—Vez, es fácil... Es tu propia familia la que te detenía a hacer cosas sorprendentes... Pero ahora soy yo quien te ayudará a ver el verdadero valor que tienes

Derek sonrió ante eso, tal vez... Sí, era mejor aceptar su vida ahora, si Yona le juro manipular su destino y ya había vivido dos finales, no podía ser peor...

[ .... ]

Una taza de cristal se rompió, un hombre de unos treinta y siete o cuarenta años rompió la punta de su pluma de escribir, salpicando de tinta la hoja en la que escribía.

—¿El ave nos traicionó?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top