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3.- Muerta entre las sombras. Aoi Minamoto.

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Las hojas anaranjadas cubrían en un manto el suelo de la residencia Minamoto, en una finca especial, a través de una venta, se podía ver una joven de cabellera castaña oscura recargada en la ventana de la casa, veía como el atardecer caía sobre el lugar... Al igual que unas lágrimas.

—Sabes, hace mucho soñaba con dejar mis responsabilidades... Cerrar el templo y dedicarme al arte del Ikebana, las flores de glicinia siempre han sido mis favoritas, pensaba cultivarlas junto a mi nuera Sumire, ¿Sabías que ella desciende del clan Murasaki? Cuenta la leyenda de aquella familia, que su residencia está repleta de flores, todos los tipos y colores, su símbolo se representa con la glicinia, se cree que la familia desciende de los altos samurai desde el siglo doce... Oye, Yukio... ¿Hubieras sido feliz si te decía esta información? Sobre que la pequeña Sumire tenía un hogar antes de llagar a tus brazos... Yukio tú has sido un excelente padre para los niños del templo... Aun no comprendo qué te impulsó a suicidarte, pero encontraré al verdadero responsable y lo castigaré con mis propias manos...

Una joven temblaban, no podía entender qué estaba pasando, las doncellas estaban aterradas por lo que había ocurrido... 

"Padre, ¿Por qué permitiste que Yukio-... Yukio solo quería ser tu hijo y mi hermano, ¿Por qué no lo dejaste entrar a la casa? ¿Realmente amas a tus hijos como tanto presumes? Yukio ¿Por qué te suicidaste? Pensé que querías ayudarme a hacer una nueva vida lejos del distrito ¿Fue una mentira? Soy egoísta por pensar en una vida lejos de casa, pero gracias a esos pensamientos los dos pudimos habernos ido lejos y formar una nueva familia, tú conocerías a la chica de tus sueños y formarías una linda familia junto a esas pequeñas flores que recogiste de la tempestad, por mi parte, yo escaparía junto a Aki, cuidaríamos a los niños todos juntos formando una familia lejos del peligro..." pensó Aoi mientras veía como doncellas ingresaban a la habitación.

La joven se acercó a un lado de la puerta de la habitación de su "hermano" -la relación que tenían, era de hermanastros, el padre de ambos, le había sido infiel a su primer mujer con una sirvienta, de ese romance nació un varón, el cual, tuvo que vivir alejado- Aoi se encontraba en un estado de shock, pues las doncellas salían cargando con cuidado una camilla con una sábana blanca, está cubría el cuerpo inerte de su hermanastro. Daba pequeños gimoteos sin llegar al llanto, pero al ver salir a la segunda persona más cerca a ella siendo escoltado por dos sacerdotisas, el tiempo se detuvo para ella, ¿Qué hacía él ahí? 

Aoi se apartaba de la ventana al ver como la noche se sembraba en el lugar, los faroles del jardín comenzaban a iluminar el lugar y algunas luciérnagas se hacían presente, se dirigió con sumo cuidado hacía una habitación de la misma finca, aquel lugar estaba apartado de la casa principal, debido a que disgustaba de cierta persona que vivía ahí y no pensaba compartir la misma casa; llegó hasta la otra habitación en total silencio, deslizó la puerta corrediza para seguido ingresar y saludar a un hombre. 

Akiyama Aki, un hombre de tal vez treinta años, cabello negro ébano al igual que sus ojos, su piel blanca hacía resaltar su cabellera azabache, usualmente se le veía vestir de yukatas color blancas o tonos claros, de esta forma se le identificaba al encargado de la casa. Minamoto Aoi era nada más y nada menos que su esposa, una joven de cabellos castaños oscuros, ojos de la misma tonalidad y siempre usaba un kimono a color de juego con el de su esposo, ambos habían comenzado a dirigir la residencia, luego de la muerte del padre de la chica -el hombre antes de morir, se aseguró de casar a su hija con alguien digno, Aki, era un joven muy especial- quien tenía mayor poder sobre las decisiones, era la joven, más no siempre era tomada en cuenta, la creían una chica sin experiencia y como si eso no fuera suficiente, existía un extraño consejero de nombre Akiyama Yona, un hombre que estuvo al lado de su padre, siempre atento a lo que ocurría e incluso en situaciones que solo correspondían a la familia, Aoi y Yona se detestaban.

Aoi saludó al hombre como de costumbre, un abrazo cálido y una sonrisa, el contrario correspondió dando pequeñas palmadas en la espalda de la joven.

—Me alegra ver que has salido de tu habitación, me tienes preocupado desde que murió Yukio, sabes, ha pasado un largo tiempo desde su muerte, creo que es hora de que vuelvas a enfocarte en tus responsabilidades, no podemos dejar que el templo decaiga por más tiempo, además, tu ausencia le está dando mucha ventaja al consejero, no ha perdido oportunidad en ningún momento, se beneficia de los ingresos que hay, si sigue así, las doncellas se verán reducidas en sus pagos 

La joven se apartó del hombre, no iba a negar que tenía razón, sin embargo, ella no había ido con él para hablar del templo, un tema más importante estaba sobre ellos.

—Aki, ¿Tú eres un espíritu bueno o malo?

El nombrado se apartó con cierto disgusto por la pregunta, caminó hasta la mesa de centro de la habitación, la mirada atenta de la castaña no le provocaba ningún sentimiento, a fin de cuentas, él no era un humano; tiempo atrás, durante el periodo Heian, los humanos creían en seres sobrenaturales de nombre yokais, criaturas con partes animales, partes humanas o partes de los dos, generalmente más poderosos que los seres humanos y, debido a esto, actúan con mayor arrogancia sobre los mortales, no era para sorprenderse que su esposa le preguntará si el era "bueno" o "malo", era una pregunta que ya había esperado desde hace mucho. En sus manos llevaba un pedazo de pergamino, lo extendió a la mujer.

—El bien y el mal siempre será interpretado de muchas formas, el bien como una acción buena que ayude al progreso del hombre y el mal, será lo opuesto a las acciones correctas, Aoi ¿Soy mala persona? ¿Alguna vez he hecho algo contra ti?—vio a la mujer negar con seguridad— ¿Ahora lo entiendes? A pesar de ser considerado una criatura de maldad, he hecho cosas buenas por ustedes los humanos, he estado presente en muchas etapas de la historia de la humanidad y en todas, puedo ver como los mismos mortales se destruyen entre sí por una misma causa, ¿Sabes cuál es?—la mujer permanecía callada, Aki continuó— Poder y riqueza, el mundo para los humanos gira alrededor de "soy más poderoso que tú y por lo consiguiente, tengo más fuerza, más derechos sobre ti" Aoi tú pregunta para nada me ha ofendido, pero los dos sabemos que hay algo detrás de todo esto, ¿Cierto? Yukio Minamoto no murió cometiendo un simple suicidio, mi hermano, Tomoki, no fue quien lo impulsó a suicidarse, él solo estuvo en el escenario incorrecto a la hora correcta, si mis predicciones no fallan, Tomoki, siendo el amigo más cercano a Yukio, iba a tomar el té como de costumbre, a las cuatro de la tarde, la muerte del joven maestro ocurrió minutos antes de que mi hermano ingresara al cuarto ¿Sabes por qué? Por qué Yukio terminaba de dar clases en aquel salón y según la morgue, ya había ocurrido quince minutos desde su deceso...

La mujer castaña estuvo callada analizando las palabras, la mirada de Aki se posó sobre la mujer, continuó hablando.

—Mi nombre es William Akiyama, un nombre muy extraño para alguien de "origen" japonés, ¿Recuerdas a la familia Akiyama?

—¿La familia que murió a causa de los yokai y la guerra?

—Ningún miembro tuvo descendencia...—hablaron hombre y mujer al mismo tiempo—.

Un jarrón de porcelana se quebró, el hombre tomó la mano de la mujer con fuerza, la sacó de la habitación, comenzando a correr por los pasillos de la oscura finca, las luces del jardín se habían extinguido de la nada, no había lucero que alumbrara su camino. El sudor frío de los nervios y la desesperación por huir caía por sus frentes, sus pasos al correr resonaban sobre el suelo de madera, en las paredes se podía ver una sombra deslizándose como víbora con rapidez tras la pareja, esa misma sombra que los atormentaba desde hace tiempo.

Minamoto Aoi, hija de Minamoto Isao, un maestro en el arte de la espada, creció sola junto a su padre, su madre, una concubina de alto prestigio, murió por una enfermedad respiratoria, cuando la pequeña Aoi tenía apenas 12 años, su padre tenía un romance en secreto con una sirvienta de la casa, con la cual había tenido un hijo dos años después de que Aoi naciera, el segundo hijo de Isao, creció dentro del distrito pero alejado de su padre, sin conocer a su hermana y mucho menos la verdad de quien descendía.

El tiempo pasó, en la residencia había un hombre no muy grande de edad, se le conocía por ser "El salvador del templo" una persona de tal vez 27 años que había traído a la familia a un chico especial, "William Akiyama" la deidad Tengu reencarnada del folclor japonés, una deidad que se veneraba en la residencia desde tiempo atrás, la cual reencarnaba dentro del distrito Minamoto, sin embargo, en aquella época, la deidad había reencarnado fuera de la casa, su búsqueda era la principal misión de la familia.

Akiyama Yona, el nombre de aquella persona que trajo a la deidad, fue bien recibido por el encargado de aquel entonces, esto por órdenes del Gran Consejo del Templo, pronto, Yona escaló entre todos los miembros de la familia hasta posicionarse como el consejero de los encargados, su mente perspicaz e inteligencia, le dieron buen reconocimiento, no había persona que pudiera negarse a las palabras del hombre, él sabía convencer a la gente.

La joven Aoi que pronto tomaría mando del templo, fue comprometida con la deidad Tengu, esto como "consejo" de Yona, sin embargo, la inquietud de aquella idea siempre estuvo presente en ella, ¿Por qué comprometerse con alguien a quien no amaba? Pero tal vez esa no era su mayor preocupación, sino, ¿Por qué obedecer a un hombre que no conocen del todo? Entregaron la confianza a dos "extraños" alguien que no tenía antecedentes, su información estaba en blanco, como si no hubiera familia o descendencia tras él y el chico que se presentó como deidad, ¿Por qué estaba lejos de la residencia? Si el mismo Dios había jurado reencarnar siempre dentro del distrito Minamoto.

La mente de la joven Aoi se llenaba de dudas, fue entonces, que la noche de su "Luna de Miel" vio a aquella sombra, esa sombra que se deslizaba por su habitación, el miedo se concentraba en ella cada vez que veía esa sombra pasar.

Minamoto Yukio, el joven que nunca estuvo presente con su verdadera familia, fue un segundo caso extraño para ella, inesperadamente el chico se había vuelto muy cercano a dos personas importantes del lugar: Minamoto Tomoki y Akiyama Yona. La primer persona era una segunda deidad registrada, "hermano" de Tengu, aquel hombre no necesitaba reencarnar para permanecer, siempre estaba presente en cada época de la familia, incluso cuando nació la primer ave del distrito. Él no tenía un rol importante dentro de la casa, solo se aseguraba de que el orden entre humanos y espíritus estuviera tranquilo, sin embargo, en ese momento tenía una alteración en los movimientos del templo, más nunca reveló sus intenciones, creando sospechas entre algunos miembros de la familia.

Yukio era un maestro del distrito, encargado de educar a niños y niñas que no tenían familia, muy cercano a este hombre, incluso se les veía tomar el té muy seguido; Aoi, siendo su hermana mayor, jamás hizo a un lado a su hermanastro al saber la verdad, de hecho, podían asegurarse una convivencia tranquila entre ambos, llegando a tener interacciones de hermandad en muchas ocasiones, sobre todo, cuando ocurrió la muerte de su padre.

Cuando ambos jóvenes quedaron solos, nuevamente la sombra que atormentaba a Aoi se hacía presente, ¿Por qué? Era una mala señal, una señal de peligro, ¿Qué peligro era? La constante aparición de esta energía oscura no dejaba la casa, cada vez se hacía más presente, el mal estaba sembrado en aquella casa y no había pista de cómo surgió.

Fue entonces que sucedió, la separación de ambos hermanos ocurrió de la nada, como si de la noche a la mañana se hubiera sembrado un odio mutuo. Yona estaba atrás de Yukio.

—Yona... ¿Alguna vez te has preguntado qué es esa sombra?

Preguntó un joven de cabello rubio y largo, atado en un moño, vestía siempre con yukata en tonalidad azul o verde, contrastando con el color pálido de su piel y sus ojos azul como el cielo en verano; el maestro del templo tenía encuentros con el consejero.

—¿De qué sombra hablas?

Respondió con otra pregunta el hombre, aquella persona que le doblaba la edad al joven y que últimamente se encontraba con él.

—Aoi... Ha estado cada día más preocupada desde que dejamos de hablarnos, exactamente un mes desde la muerte de Isao-san... Dime, ¿Hice algo malo al alejarme de ella?

—Yukio, yo te aconseje alejarte de ella para que tome tiempo en sus decisiones, la joven lleva un mes sin tomar responsabilidad como encargada, necesita pensar con claridad, sin embargo, esto también te beneficia a ti...

—¿A mi? ¿Cómo puedo beneficiarme? Si mi hermana puede estar pasando por un momento difícil y yo no hago nada por ayudarla, probablemente necesita de mi, se que tiene a su esposo e hijos, sin embargo, algo no me deja estar tranquilo, si pudiera saber que es, enserio buscaría la forma de detener ese malestar y ayudarla, es por eso que te pregunté ¿Qué es esa sombra? Últimamente veo figuras hechas de sombras en las paredes, figuras oscuras que me hacen preocuparme e incluso me dan un mal sabor de boca, la cabeza me duele de solo tenerlas presente... Como consejero de la familia, ayudame...

El hombre se acercó al chico, lo tomó del rostro con ambas manos, su pulgar derecho comenzó a dar pequeñas caricias en la mejilla del menor, deslizó este mismo dedo hasta los labios contrarios, abriendo ligeramente la boca del chico.

—Pero Yukio, tú no eres de la familia

Escupió con burla al contrario, quien abrió los ojos con sorpresa y cierta molestia por lo declarado.

—Eres inocente para verlo, Aoi está más que bien, mira... Yo no puedo aconsejarte por que solo eres el hijo de una mujer trepadora, una mujer que se metió con tu padre por diversión, ¿Por qué crees que ella aceptó el dinero con tal de alejarte de tu padre? Yukio, tú jamás serás de la familia principal, mucho menos ahora que Aoi tiene hijos, dos hijos que que le darán nietos y esos nietos tendrán el poder que tú jamás podrás tener, ¿Por qué? Por qué no eres de la familia y mucho menos podrás heredar... Si quieres un consejo, puedo dartelo, pero quiero algo a cambio...

Hubo un silencio, sabía que el chico no podría objeción y prosiguió.

—Yo soy el consejero principal de esta familia, tengo casi el mismo poder que el encargado, si tú me ayudas a revelar que eres hijo de Isao, podremos quitar a tu hermana de la línea, tú heredarás el puesto de encargado ¿Y yo que obtengo? Tu felicidad, pero no me es suficiente...

—¿Qué más quieres?

Habló anonadó el joven, como si no entendiera lo que sucedía, aunque en su interior, sospechaba de las intenciones del hombre.

—Se mi esposo... Por favor

Nadie sabe cómo es que el joven maestro aceptó tal propuesta, el amorío entre el chico y el mayor era toda una manipulación de sentimientos, Yona siempre buscaba sembrar duda en Yukio, solo así obtendría el poder y control total del templo, a él no le importaba que el chico tuviera problemas, él solo quería sacar provecho de la situación; Probablemente Yukio no entendía lo que ocurría, su mente estaba hecha un caos, no pensaba con claridad sus acciones, solo se dejaba llevar por la voz de su pareja.

Respiraba el humo del tabaco, sus pulmones se llenaban de aquel aire contaminado, no le importaba en absoluto la condición en la que se encontraba, su mente estaba en total calma, su vista borrosa y su cuerpo en total calma.

Suspiró suavemente al sentir una boca ajena besar su cuello, levantó su rostro para darle acceso a que continuara besando y marcando, reía atontadamente, estaba en una especie de ilusión, sus cinco sentidos no estaban del todo despiertos, la razón lógica de su estado actual, era por qué se encontraba drogado; Yona comenzó a drogar al joven Yukio cuando vio los beneficios que podía sacar de él, sin embargo, el deseo carnal por poseer al menor también era fuerte, era como una energía que necesitaba de él.

Las manos grandes y ásperas del hombre se paseaban sobre las pálidas piernas del chico, acariciando con lentitud, su boca besaba con fogosidad el torso desnudo del menor, dejando marcas a su paso y gozando del momento ardiente.
Jadeaba cada vez más fuerte, su respiración agitada marcaba la intensidad del momento, rápido y luego una pausa, un gimoteo antes de seguir respirando con dificultad, su boca se entreabría buscando regular su respiración con bocanadas grandes de aire, sin embargo, de esta solo salían más gemidos. 

La habitación se inundó de ruidos obscenos por las acciones que ocurrían, sin duda, Yona era digno del título de "bestia" al querer aprovecharse del inocente Yukio, solo así podría escalar para tomar el poder deseado.

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Dolor, su corazón albergaba dolor, sufrimiento y desamor. Yukio podía estar en un estado de desconcierto, como si solo fuera un muerto viviente que veía lo que ocurría a su alrededor, más no lo podía sentir, percibía emociones, el miedo le invadía, energías negativas y los sentimientos más amargos eran los únicos que podía tener con él

—¡Si solo ibas a usarme, me hubieras matado! ¡Preferiría morir a tener que seguir con esto!

Gritaba el joven de cabello rubio a su "pareja", sus piernas temblaban y lágrimas caían por su rostro.

—¡Por favor matame! Termina con mi dolor, ya no quiero vivir... Jamás seré aceptado en está casa, jamás tendré una familia, ¡Jamás seré feliz!

Un par de horas después, se anunciaba la muerte del joven maestro, sin embargo, ¿Dónde estaba su pareja cuándo murió? ¿Por qué su amigo estaba ahí en el momento de la muerte del joven? ¿Cómo es que se quitó la vida? La respuesta era tan sencilla y a la vez tan extraña.

Yukio se había suicidado. 

El aire golpeaba su rostro, ella solo podía ver la espalda de su esposo mientras corrían agarrados de la mano, sus pies pisaban ramas y hojas del suelo, provocando pequeños ruidos, pero en esta persecución no importaba que tan silenciosos intentarán ser, de igual forma iban a ser encontrados, no podían huir del destino que les esperaba. Poco a poco fueron abandonando el jardín de la residencia, adentrándose al bosque que rodeaba el gran distrito, los árboles comenzaban a verse más de cerca, tenían que ser más cuidadosos para evitar algún accidente, sobre todo por la nula luz que había, la densidad de las cúpulas de los árboles impedían que la luz de la luna se filtrara, haciendo más difícil la visión para ambos.

Aoi por un momento soltó la mano de su marido, el contrario al ver la repentina acción tuvo que detenerse para voltear a verla. La mujer veía al suelo, sus manos se cerraron en puños, el silencio le daba ansiedad al mayor.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué tenemos que huir así? De cualquier forma vamos a morir y no habremos resuelto nada, Yukio está muerto y él está tomando control de todo—habló desesperada la mujer mientras caían lágrimas de sus ojos— ¡Ni siquiera pensamos como solucionar todo! ¡Nuestros hijos y nietos quedarán en un lugar donde habita un monstruo! 

La mujer sujetó su cabeza con fuerza, el miedo, la desesperación y la ansiedad por sobre pensar en todos los escenarios futuros le estaban comenzando a afectar, estas ideas se albergaban en su cabeza desde tiempo atrás, sin embargo, no era capaz de compartirlos con alguien más por que creía que sus problemas eran mínimos al lado de los demás, ella quería resolver todo por su cuenta, no quería molestar a nadie, se consideraba alguien que no necesitaba ayuda.

—Aki, yo no quiero que nada de esto suceda, sin embargo, no se que más hacer... Se que no hice mucho, solo me la pase investigando que era esa cosa, no sirvo de nada, nunca he tenido la capacidad de lograrlo, tal vez debí cederle el lugar a Yukio y aunque ese maldito de Yona fuera a tener más poder sobre nosotros, tal vez nada de esto hubiera ocurrido, si tan solo...

Su esposo habló de la nada acercándose a ella e interrumpiendo las palabras de lamentación, no podía creer que su compañera de vida se estuviera rindiendo en estos momentos.

—¡Cállate! ¡Aún podemos hacer algo! Siempre hay una solución, incluso en las tempestades, pero no quiero que te rindas ahora, vamos a escapar, avisaremos a los demás templos y si es necesario...

Grito de vuelta la mujer castaña, ya no existían esperanzas en ella.

—¡No harán nada! Si involucramos más gente solo habrá heridos, tú y yo sabemos que esos monstruos están aquí por el secreto de...

Sangre, la sangre de su esposa había salpicado y manchado por completo parte de su ropa y rostro, sus manos por automático habían atrapado la cabeza contraria, los ojos abiertos y sin vida de la castaña tenían sus pupilas viendo por el rabillo de la cuenca, si lo analizaba, mientras hablaba la castaña debió haber visto por el rabillo a su enemigo acercándose y antes de hacer o poder decir algo, su cabeza ya había caído en manos de su esposo. El grito de terror no se hizo esperar, él había sido testigo de la muerte de su esposa y no había hecho nada, sus manos temblaban y aunque lo lógico era tirar la cabeza al suelo, él se aferró a ella como si su vida dependiera de ello, en parte sí dependía de la mujer, ella era su luz y motivo de vida, el cual fue extinto en un par de segundos. 

Cayó de rodillas sujetando la cabeza, con delicadeza la dejó en el suelo, sus dedos se posaron en los párpados de ella para bajarlos y sus ojos quedaran cerrados, de esta forma su flor descansaría. Llevó sus manos ensangrentadas a su propio rostro, cerrando los ojos y conteniendo las ganas de seguir llorando y fue solo un par de segundos para que frente a él apareciera el responsable de la muerte de su amada.

—Descuida amor mío, yo cuidaré el templo por ti

Habló aquella sombra oscura a la vez que tomaba la apariencia de la joven que asesinó.

Lo segundo que pasó, fue al hombre caer inerte al suelo, justo al lado de la cabeza del amor de su vida. 

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Su largo cabello castaño se movía de un lado a otro, estaba feliz, al fin había logrado matar a la encargada del templo y su esposo, luego de haberlos seguido durante muchas lunas, al fin había cumplido su cometido, se emocionó más al ver a cierto hombre sentado tomando té, se acercó a él llena de alegría.

—¡Ya está muerta! Te dije que mataría a la niña antes de que lograra escapar, hermano...

El hombre dejó su taza de té a un lado, asintió a lo dicho y luego vio por una de las ventanas la luna.

—Ella está muerta, sin embargo, el juego aún no está por acabar—hizo una pausa pensando en sus próximas palabras— Ingresaré a la política—sacó un pedazo de un periódico del interior de su abrigo— Tachibana, al fin encontré a la familia que resguarda al zodiaco chino... Ahora solo hay que estar de lado y será más sencillo

La mujer hizo una mueca, se cruzó de brazos ante la idea.

—Yona, tu arreglate con eso, yo no quiero estar en esas cosas...—llevó sus manos a su rostro, habló como si de una joven enamorada se tratara, imaginando varios escenarios en su mente— Solo quiero conocer a quien será la nueva ave de la familia Minamoto, lo quiero para mí, todo de él, tenerlo entre mis brazos, ver como crece y claro, cuando llegue el momento, todo su ser me pertenecera, lo haré mío por completo

El hombre hizo una mueca por el comentario, él no era del todo inocente, había abusado de su pareja para tratar de conseguir el poder del templo, pero al ver que no funcionó optó por la idea de la castaña -por esa razón, su "hermana", tuvo que matar a la pareja- sus planes debían continuar y sin errores.

—Haz lo que quieras, solo déjame al zodiaco

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Una mujer de cabello castaño se paseaba por un templo, tarareaba alegremente mientras observaba a su alrededor, se detuvo al ver a un chico castaño, se acercó a él para abrazarlo por la espalda.

—Derek-kun, no sabes lo lindo que te vez, has crecido mucho en estos años y más me alegra el tenerte en casa

El castaño se volteó a ver a la mujer, correspondió el abrazo, acurrucó su cabeza sobre el hombro de la mujer, sin verla a los ojos habló.

—Abuela Aoi, la extrañé demasiado, no sabe cuánto deseaba poder abrazarla de nuevo...

La mujer correspondió con fuerza el abrazo, pasando su mano sobre los suaves cabellos del chico.

—Pero solo Yona me decía Derek-kun...

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