Capítulo Final Alternativo: El Encanto del Abismo
Enamoramiento Oscuro
A medida que el tiempo pasaba en el inframundo, algo dentro de Seiya comenzó a cambiar. Lo que en un principio fue odio y resistencia hacia Hades, lentamente se transformó en una sensación más ambigua. No entendía cómo, pero había empezado a sentir una atracción inexplicable hacia el dios del inframundo. Cada mirada, cada palabra de Hades despertaba en él emociones que nunca antes había experimentado.
Hades, con una sonrisa calculadora, lo notó. Era parte de su plan desde el principio: no solo quebrar el cuerpo y la voluntad de Seiya, sino también adueñarse de su corazón. Con movimientos suaves y gestos sutiles, Hades se acercaba a él cada vez más, empujándolo hacia una relación en la que el poder, la manipulación y la seducción se entrelazaban.
Una noche, después de un intenso enfrentamiento entre ellos, Seiya cayó al suelo, agotado y cubierto de sudor y sangre. Hades se acercó a él, pero en lugar de continuar con las torturas físicas, se agachó frente a él, levantando su rostro con una mano fría pero suave.
-Te has vuelto más resistente, Pegaso -dijo Hades con una voz seductora, sus ojos oscuros brillando con una intensidad que Seiya no podía ignorar-. Pero también más interesante.
Seiya respiraba con dificultad, intentando encontrar el odio que había sentido hacia Hades al principio. Pero ahora, había algo diferente. No podía evitar sentir un extraño calor en su pecho cada vez que lo miraba. Era como si una parte de él empezara a buscar el consuelo en esos ojos tan oscuros como el abismo mismo.
-No... puedo... odiarte... -susurró Seiya, incapaz de sostener su propia convicción.
Hades sonrió, acercándose aún más, hasta que sus labios rozaron los de Seiya. Fue un beso suave al principio, como si Hades estuviera probando los límites de lo que Seiya podía soportar, pero rápidamente se volvió más profundo, más exigente. Seiya, sorprendido por la intensidad de lo que sentía, no se apartó. En lugar de eso, respondió, dejándose llevar por el caos de emociones que lo consumía.
-Eso es, Seiya -murmuró Hades contra sus labios-. Entrega tu alma a la oscuridad. Déjame mostrarte lo que es el verdadero poder y el amor inmortal.
Seiya temblaba bajo el toque de Hades. Sabía que esto estaba mal, que estaba traicionando todo lo que representaba, pero al mismo tiempo, había algo innegablemente adictivo en la forma en que Hades lo hacía sentir. Era como si la oscuridad lo estuviera envolviendo, no solo para consumirlo, sino también para protegerlo de un mundo que siempre había sido cruel con él.
Esa noche, Seiya no luchó. En los brazos de Hades, encontró un tipo de paz retorcida, una calma en medio de la tormenta. Por primera vez en mucho tiempo, no se sentía solo. Aunque el precio de esa compañía era su propia libertad, Seiya se permitió caer en la tentación, al menos por un momento.
Con el paso de los días, la relación entre Hades y Seiya se profundizó. Hades lo envolvía en promesas de poder, inmortalidad, y un amor eterno que superaba cualquier cosa que la vida en la Tierra pudiera ofrecer. Aunque Seiya seguía luchando con sus sentimientos, una parte de él se rendía cada vez más a la seducción oscura del dios.
Las noches que antes estaban llenas de dolor y tortura, ahora estaban llenas de caricias y besos robados en la oscuridad. Hades le mostraba el lado suave de la oscuridad, uno que Seiya nunca había conocido, uno que lo hacía sentir querido, incluso si esa sensación estaba teñida de peligro.
Un día, mientras descansaban juntos en los aposentos privados de Hades, Seiya se atrevió a preguntar:
-¿Por qué yo? De todos los seres que podrías tener bajo tu dominio, ¿por qué me elegiste a mí?
Hades lo miró fijamente, acariciando su rostro con una ternura que contrastaba con su reputación como el dios del inframundo.
-Porque tú eres el único que ha resistido tanto la luz como la oscuridad. Eres fuerte, Seiya, y esa fortaleza me intriga. Quiero tenerla a mi lado... para siempre.
Las palabras de Hades tenían un peso aplastante. Seiya sabía que "para siempre" en boca de un dios no era solo una expresión, sino una promesa eterna. A pesar de ello, no podía negar la atracción magnética que lo unía a Hades, una conexión que iba más allá de lo físico, más allá de lo mental. Era como si sus almas estuvieran destinadas a encontrarse en medio de la batalla más oscura de todas.
La Última Decisión
Los Caballeros de Bronce finalmente encontraron a Seiya, gracias a la guía de Atena, quien se había adentrado en los confines más profundos del inframundo. Pero lo que encontraron los dejó sin palabras. Seiya no era el mismo. Estaba junto a Hades, su cosmos estaba teñido de oscuridad, y sus ojos reflejaban una mezcla de amor y resignación hacia el dios.
-Seiya... -susurró Saori, su voz temblando-. ¿Qué te ha hecho?
Shun, Hyoga, Shiryu e Ikki estaban paralizados, incapaces de comprender la escena frente a ellos. Seiya, su amigo, su hermano de armas, estaba al lado de su enemigo más mortal, y lo peor de todo, no parecía querer ser salvado.
-No me ha hecho nada que yo no haya aceptado -respondió Seiya, con una calma perturbadora-. Hades me ha mostrado un camino diferente. Uno que, tal vez, es donde realmente pertenezco.
Ikki, furioso, dio un paso adelante, dispuesto a luchar para recuperar a su amigo.
-¡Esto no es real, Seiya! Estás bajo el control de Hades. ¡Tú no eres así!
Seiya lo miró, con una expresión que mezclaba tristeza y comprensión.
-Ikki... No entiendes. La lucha ha terminado para mí. Aquí, con él, he encontrado algo... diferente. Paz. Amor. Algo que nunca tuve mientras luchábamos por la luz.
Los ojos de Saori se llenaron de lágrimas al escuchar esas palabras. Sabía que Hades había hecho un trabajo devastador en el alma de Seiya. No solo lo había quebrado, sino que había logrado que aceptara su oscuridad, y tal vez incluso que la abrazara.
-Seiya... -rogó Saori, dando un paso hacia él-. Por favor, regresa con nosotros. Regresa conmigo. Todavía hay esperanza.
Seiya dudó por un momento, mirando a Saori, a sus amigos, y luego a Hades, quien lo observaba con una mirada tranquila pero posesiva. Finalmente, tomó una decisión. Una que cambiaría el curso de su destino para siempre.
-Lo siento, Saori... -dijo, dando un paso hacia Hades-. Pero mi lugar está aquí, con él.
Hades, satisfecho, envolvió a Seiya en sus brazos, sellando su decisión con un beso en la frente. Mientras lo hacía, los Caballeros sintieron cómo el cosmos de Seiya se fundía con la oscuridad del inframundo, volviéndose una parte inseparable de la esencia de Hades.
-Seiya de Pegaso -anunció Hades-, ha elegido su destino. Y desde este día en adelante, será mi consorte en la eternidad.
Saori, destrozada, solo pudo observar cómo la oscuridad se cerraba alrededor de Seiya, llevándoselo de vuelta al inframundo junto a Hades. Sus amigos, derrotados, entendieron que habían perdido a su hermano no por la fuerza, sino por el poder sutil de la seducción y el amor prohibido.
La Luz y la Oscuridad en Conflicto
Después de la desaparición de Seiya, el templo de Atena quedó sumido en un silencio inquietante. Saori, destrozada por la pérdida de su caballero más fiel, se aisló en su santuario, buscando desesperadamente una manera de traerlo de vuelta. Shun, Hyoga, Shiryu e Ikki, incapaces de aceptar la realidad, se lanzaron a entrenar más duro que nunca, con la esperanza de algún día enfrentarse de nuevo a Hades y liberar a su amigo de la oscuridad.
Pero el tiempo pasó, y la conexión con Seiya se fue desvaneciendo poco a poco. Cada vez que intentaban sentir su cosmos, lo único que percibían era una fría sombra, como si Seiya ya no fuera el mismo.
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En el inframundo, la relación entre Hades y Seiya seguía evolucionando. Lo que empezó como una combinación de violencia y atracción se había convertido en una dependencia mutua. Seiya, aunque aún conservaba un atisbo de su antigua identidad, estaba completamente bajo el hechizo de Hades. La oscuridad lo había cambiado, pero en lugar de consumirlo por completo, lo había moldeado en algo nuevo.
Seiya ya no era el caballero de Atena. Ahora, era el consorte de Hades, un ser cuya alma estaba atrapada entre la luz y la oscuridad. Pero lo más inquietante era que no deseaba escapar. Había encontrado una especie de paz en la ambigüedad de su nueva existencia.
Una noche, mientras estaban en la cámara más profunda del inframundo, Seiya se encontraba sentado junto a Hades, observando las sombras danzar a su alrededor. La oscuridad ya no le asustaba; en cambio, le proporcionaba un extraño consuelo. Hades, siempre observador, se inclinó hacia él y lo tomó de la mano.
-Te veo más tranquilo últimamente -comentó Hades con una sonrisa suave-. Parece que finalmente has aceptado tu lugar aquí.
Seiya miró la mano de Hades sobre la suya y asintió, aunque había una tristeza en sus ojos que Hades no pudo ignorar.
-He encontrado la paz -respondió Seiya en voz baja-, pero todavía hay una parte de mí que no puede olvidar lo que fui. A veces, siento que estoy traicionando a mis amigos, a Saori...
Hades lo miró fijamente, con una mezcla de comprensión y posesión en sus ojos oscuros. Se inclinó hacia adelante y rozó los labios de Seiya con los suyos, un gesto que mezclaba tanto el cariño como la dominación.
-Tus lazos con el pasado ya no importan, Seiya. Eres mío ahora. Aquí, en el inframundo, no hay pasado ni futuro. Solo hay el presente, y yo soy el único que puede darte lo que realmente necesitas.
Seiya cerró los ojos, dejándose llevar por la fría calidez del toque de Hades. Aunque parte de él aún anhelaba la luz, se daba cuenta de que la oscuridad lo había envuelto por completo. Y en los brazos de Hades, había encontrado una nueva identidad, una que lo liberaba de las expectativas y la lucha interminable que había definido su vida en la Tierra.
-Tienes razón -susurró Seiya, mientras descansaba su cabeza en el hombro de Hades-. Tal vez este sea mi lugar después de todo.
Hades sonrió con satisfacción y lo abrazó más fuerte, sabiendo que había ganado. No solo había capturado el cuerpo y la mente de Seiya, sino también su corazón.
Fin
Espero les guste
14brendale
ScorpioNoAntares
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