Capítulo 6

Yami logró herir al líder de Ojo de la Noche Blanca.

El silencio que hubo después de eso dejó claro que nadie se lo esperaba, aunque fuera uno de los capitanes de escuadrones más fuerte (y recién estaba dando por sentado eso). Pero Licht... Me bastaba con verlo desde donde estaba escondida para admitir que era un oponente poderoso y con un poder mágico superior o casi igual al de Yami, a menos que otros capitanes se enfrentaran a él también, eso cambiaría favorablemente el resultado final.

Una sola señal de Licht bastó para que el hombre con líneas verticales en las mejillas se detuviera. Quería ayudarlo, pero este no se lo permitió. De pronto, el combate se reinició y Yami fue lo suficientemente rápido como para alcanzar a protegerse con su katana, que estaba cubierta con su magia de oscuridad.

Fascinante.

Yami se encontraba mucho más al centro y hablaba con Asta sobre algo, pero no escuchaba el qué. Asta asentía y noté cómo cerraba sus ojos e intentaba detener los ataques del mago enemigo de magia espacial. Yami lo corregía y Asta asentía nuevamente. Le estaba enseñando algo y el muchacho de cabello rubio ceniza respondía como si fuera un espíritu lleno de entusiasmo. No existía el miedo en su mirada o el temor en su cuerpo; él ansiaba este momento y enfrentarse a un enemigo poderoso. Ambos caballeros mágicos se enfrentaban con gráciles movimientos a Ojo de la Noche Blanca. Heridas superficiales cubrían el rostro de Yami y sus brazos descubiertos. Me debatí internamente en sí ayudarlo, pero ¿y si resulto ser un estorbo? Ser profesora no me prepara lo suficiente como para enfrentarme a alguien como lo haría un caballero mágico y además...

Yami no se equivocaba cuando me dijo lo de mis emociones reprimidas. Mi magia de ilusión no estaba del todo desarrollada debido a eso. Podría estropearlo. Podría distraerlos. Podría... No, tengo que ser valiente, si no, ¿por qué no me devolví entonces con Finral cuando tuve la oportunidad de hacerlo? Muy en el fondo sentía esa adrenalina queriendo escapar de mis venas, de liberarse. Así que...

Un estruendo me alertó. Licht había caído de nuevo, sin embargo, tres personas aparecieron de repente frente a su líder, protegiéndolo. Licht se encontraba tendido boca arriba, semi inconsciente.

Dos de ellos eran humanos, una chica con cabello rosa y mirada azul claro; el otro con una marca roja sobre su mejilla izquierda, cabello ligeramente largo y que bostezaba como si lo hubiesen despertado de una siesta, y el último, un hombre cubierto de vello corporal rubio. Sonreía con dientes afilados y puntiagudos, prometiendo sangre. Todos y cada uno de ellos vestían batas blancas.

—Todos ellos son el Tercer Ojo —comenzó a explicar Licht mientras se elevaba hacia arriba envuelto en una llama de fuego—. Los tres más fuertes de Ojo de la Noche Blanca, a la hora de pelear, me superan incluso a mí. Ellos son Rhya, la perfidia; Vetto la desesperación y Fana el odio.

Me sobresalté cuando de repente Finral reapareció muy cerca de mí.

—Tiene que ser una broma —se lamentó cuando vio a los nuevos contrincantes.

—Finral —lo llamé.

—¡Señorita Beatrice! ¿Aún sigue aquí?

Finral imitó mi acción y se quedó escondido junto conmigo.

—Deberías ayudarlos Finral.

Finral tiene magia espacial, debería ser igual de poderoso.

El muchacho pelicastaño se tocó la nuca nervioso.

—Verá... aún no tengo el suficiente maná en estos momentos —confesó avergonzado.

—En... entiendo.

¿Qué podría decirle? No lo conocía lo suficiente como para darle ánimos o hacer una broma para destensar un poco el ambiente, así que opté por estar en silencio.

Cuando dirigí mi vista nuevamente a Yami, ya no se encontraba. En cambio, una enorme esfera oscura cubierta de su magia estaba en el centro, muchos pasos más adelante. Iba a pasar algo muy grande, podía sentirlo...

De pronto, alguien me tomó del brazo y a Finral del manto.

—Suéltame, ¿qué haces?

No respondió. Nos puso a ambos dentro de esa esfera negra en la que también se encontraba Asta.

—No estorben, les prohíbo salirse de la esfera.

—Pero Capitán Yami, yo también quiero superar mis límites.

Yami tomó a Asta de la cabeza, presionándosela.

—Observa y aprende, mocoso.

Iba a reclamarle por tomarme de forma tan brusca y porque yo no era uno de sus caballeros mágicos como para hacerle caso, no obstante, me lanzó una mirada tan firme, que opté por no decir nada.

Yami salió de la esfera que nos protegía con su magia de oscuridad y se preparó para el ataque que vendría de los tres magos enemigos que llegaron en el último momento. Rhya estaba a punto de lanzar un hechizo de oscuridad, como el de Yami; Vetto preparaba un hechizo de magia de bestia y Fana, quien tenía un dragón rojo en su hombro derecho, estaba lista para lanzar un hechizo con fuego. Me preocupé por Yami. Estas personas... eran despiadadas. Había algo inhumano dentro de ellos, algo que no alcanzaba a comprender, pero lo que más terror me dio, fue el odio y la sed de venganza reflejados en sus ojos. Di un paso adelante y atacaron. Energía amarilla, negra y naranja se aproximaba con mucha potencia hacia Yami. Estaba solo y nosotros detrás de él, sin poder hacer nada. De ninguna manera; no dejaría que muriera así. Salí de la esfera para ponerme delante del capitán cuando, en unos segundos, una luz cegadora llenó el lugar. Me cubrí con el antebrazo. Todos observaban estupefactos la intervención tan sorpresiva.

—¿Qué fue eso?

Yami cayó sobre su trasero al suelo.

Veo que te estás divirtiendo tú solo, Yami.

Contemplé atónita a los capitanes: Jack de las Mantis Verde, Nozel de las Águilas Plateadas y Charlotte de las Rosas Azules.

Apoyado sobre una roca, Yami dijo con una mirada apática:

Iba a despertar una fuerza en mi interior, estorbos. ¿Por qué vienen a entrometerse en este momento?

Es increíble que te atrevas a decir una cosa así mientras estás tirado, en condiciones lamentables. Pero tranquilo, yo mismo te ejecutaré un día, solo espéralo —dijo el capitán Nozel.

Por cierto, Nozel, tienes un peinado ridículo.

No debería sorprenderme la forma en la que Yami se dirige a todos ellos, pero lo hacía. No puede evitar inquietarme ante la presencia de Nozel, nuestras edades eran casi similares, lo había visto en varias ocasiones cuando vivía rodeada de la nobleza. Si se acordaba de mí, esperaba que no mencionara nada.

Qué vergüenza. Es lamentable que tengamos que intervenir —le dijo la capitana Charlotte, sin voltearlo a ver.

Tu siempre tan estricta.

—Increíble —murmuró Finral a mi lado.

Magia de mercurio, de espinas y de corte se unieron en uno solo para atacar al Tercer Ojo. Movimientos veloces y mortales chocaban y provocan estruendos y ruidos altos dentro de la montaña. Mientras los capitanes se enfrentaban al Tercer Ojo, Yami aprovechó para levantarse.

—¿Ya tienes suficiente maná? —le preguntó a Finral.

—E... eso creo.

—Bien. Asta, ¿querías enfrentarte al líder, verdad?

—¡Sí! —respondió entusiasmado.

En cuanto la mirada de Yami se posó sobre mí, mis mejillas se tiñeron de rosa. Claramente, no debería estar en este lugar y mi sola presencia sobraba. Sin embargo, me mantuve firme, como estaba acostumbrada a hacer.

—Cúbrete —me dijo.

Cúbrete. Finral me sonrió amablemente y no me quedó de otra que quedarme en mi lugar. De cualquier modo, no podía irme. Sin que los demás se dieran cuenta, Yami desapareció junto con Asta mientras Finral les abría un portal. Mis ojos se dirigieron a todos lados, buscando el punto exacto en el que reaparecerían, hasta que lo comprendí. El objetivo era Licht, el líder de Ojo de la Noche Blanca. Inconscientemente, me puse a rezar para que todo saliera bien, para que no murieran. La perplejidad reflejada en el rostro de Licht fue suficiente para que se desatara una furia interior dentro de él. Gritó por encima de todo algo acerca de la espada y el grimorio de Asta.

—Finral...

—Lo sé, les abriré otro portal —dijo.

El poder mágico de Licht -su maná- había aumentado considerablemente en unos segundos. Una energía potente lo rodeaba y la montaña comenzaba a temblar. El suelo debajo de mis pies se movió y tuve que afirmarme para no caerme. El Tercer Ojo dejó de pelear contra los capitanes y se dirigieron preocupados donde su líder.

—¡Vamos a sellarlo! ¡Aguanta Licht!

¿Sellarlo? ¿Por qué harían tal cosa?

Asta, Yami y los capitanes ya no estaban en peligro. El Tercer Ojo estaba únicamente concentrado en su líder. La montaña comenzó a moverse mucho más, como si cobrara vida propia. Finral abrió un portal para sus compañeros y reaparecieron junto a los capitanes. De pronto, levanté mi mirada hacia arriba, justo cuando un trozo grande de roca iba a aplastarme. Y como ante cualquier situación de alto riesgo, me quedé inmóvil.

Al parecer grité, no estoy segura.

Un enorme cuerpo chocó contra el mío cubriéndome. Me di un fuerte golpe en la cabeza y en la espalda. Quise burlarme de mí misma.

El segundo golpe que me doy durante el día, vaya suerte la mía.

¿Qué...?

Yami había cubierto mi cuerpo con el suyo, protegiéndome. Lo tenía encima de mí, respirando aceleradamente.

Estoy sorprendida.

Estoy asustada.

No sé qué estoy sintiendo.

Desde este ángulo, podía observar detalladamente su rostro: las líneas de expresión marcadas, la barba incipiente de varios días y sus ojos grises que parecían penetrar todo mi interior. Sentí su respiración entremezclarse con la mía mientras yo...

—Te ordené que te protegieras.

Me quedé muda. Intenté articular palabras, pero ninguna salía de mis labios. Era muy consciente del peso de su gran cuerpo sobre el mío y a la vez de lo cauteloso que estaba siendo para no aplastarme. Su mirada se detuvo en mis labios. Sentí el extraño palpitar de su corazón, ¿o era el mío? Todo lo demás se desvaneció, como si solo existiéramos él y yo en ese momento.

Repentinamente, su mano se posó delicadamente sobre mi mejilla izquierda y con sus dedos callosos trazó líneas imaginarias. Cerré los ojos, aun sintiendo el ardor persistente del golpe que madre me dio.

—¿Quién te hizo esto?

Cielo santo, su voz...

Mientras él solo intentaba protegerme, yo me estaba imaginando que... detente.

—Me golpeé contra un mueble —susurré.

—¿Contra un mueble? —alzó una ceja.

Su tacto estaba tibio y no me molestó que se sintiera áspero. Me calmó.

Necesito reaccionar.

—Era un mueble muy molesto —dije, sin retirar aún su mano de mi mejilla. Instintivamente, quise hacer lo mismo con las heridas que cubrían su rostro, no obstante, mantuve mis manos quietas cerca de mi cuerpo.

Y ninguno de los dos hacía el intento de levantarse del suelo, mientras los demás estaban pendiente de cómo estaba desapareciendo Ojo de la Noche Blanca.

—Por ahora, hemos perdido —gritó Vetto—, pero venceremos la próxima vez.

Tragué saliva nerviosa.

—Acepto, capitán Yami.

—¿Aceptas?

Asentí lentamente y me relamí los labios resecos. Él siguió cada uno de mis movimientos.

—Te pagaré para que me enseñes a sentir esa energía de la que hablabas, como me ofreciste.

No estaba sorprendido, era como si se esperara mi respuesta.

—Bien —dijo.

—Bien —dije.

Una voz interrumpió el extraño momento que estábamos teniendo.

—No es momento de darse una siesta —gruñó el capitán Nozel.

Me puse de pie de un salto, apartando a Yami a un lado. Sentía el rubor de la vergüenza mientras todos los capitanes nos observaban. Empecé a sacudirme la tierra, intentando distraerme y ocupar mis manos en algo más.

Cielos, el cuerpo me dolía. Me costaría levantarme de la cama por la mañana. ¿Qué hora era?

—Licht fue el responsable de la desaparición de Fuegoleon — afirmó Nozel.

—Sí —respondió Yami.

Estaba extrañamente cerca de mí. Miré hacia cualquier lado para despejarme, sin embargo, mis ojos se encontraron con los de la capitana Charlotte. Su mirada... ¿Por qué me observaba como si le hubiese hecho algo malo?

—Nosotros nos marchamos —habló Nozel, listo para salir de este lugar. Una mirada rápida me confirmó lo que sospechaba: él me recordaba. El aire de mis pulmones se evaporó al darme cuenta y esperé a que no comentara nada.

No lo hizo.

Respiré de nuevo.

También era hora de marcharme; ya era tarde y me sentía exhausta. Mi cuerpo dolía por la caída de antes. Había sido una noche llena de acontecimientos y necesitaba poner en orden mis pensamientos. Esperaba recordar cómo llegar a la salida mientras caminaba por los bordes de la cueva.

—¿A dónde vas?

La voz de Yami me detuvo.

—Busco la salida —respondí.

—Tú vienes con nosotros.

No fue una pregunta, sino que más bien una orden. En otra ocasión le hubiese respondido, que no podía exigirme nada ni usar ese tono de voz conmigo, pero estoy tan cansada y... me salvó de un accidente. No, me salvó de una muerte rápida.Y ahora estaba en deuda con ese hombre.

Me dirigí hacia ellos, Finral me sonreía amistosamente. Yami entró detrás de mí y en unos segundos aparecimos cerca de la Parroquia de la Hermana Theresa. Aquí estaba Gauche y Noelle esperando.

Comenzaron a ponerse al día con los sucesos acontecidos y yo simplemente les agradecí por el viaje y caminé hacia el hotel, evitando cojear al mismo tiempo.

—¿Quieres que te llevemos con un médico? Te golpeaste fuerte la cabeza —me dijo Yami. Me detuve nuevamente. Me dio escalofríos el hecho de que estuviera preocupado por mí. Él, el capitán de los Toros Negros.

—No hace falta, me pondré hielo.

Por dentro me moría de los nervios.

Calma.

—Ven mañana por la tarde a nuestra base, comenzaré a enseñarte el uso del Ki.

Ki.

Me sentía intrigada por muchas cosas. ¿Qué era el Ki? ¿Quién era Ojo de la Noche Blanca? ¿Por qué la capitana de las Rosas Azules me miró así?

—Gracias —por salvarme.

Y desaparecí de su vista una cuadra más abajo.

Dado los acontecimientos, era sensato cancelar las clases de mañana. Perder a un hijo, aunque sea por unos minutos, no era algo fácil de digerir. Mañana visitaría a los padres de mis alumnos para ayudarlos en lo que necesitaran. Y además, tendría que encontrarme con Yami. Aún podía sentir el contacto de su cuerpo contra el mío y...

Al parecer, el golpe en la cabeza me había afectado.


Jelou my beautiful readers 🫂

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