Capítulo 2 Noche de Discoteca


Harper me miraba con desespero, ya no soportaba escuchar las vagas palabras de la Señora Marshall sobre la economía Norteamericana, era estúpida tener que escuchar esas palabras que no nos servían de nada. Harper me ha agarrado del brazo y me llevo al baño de mujeres, a ella no le importaba y a mí tampoco, y eran ya las 6:37 pm, no había un alma por los pasillos del Weston College.

—Eric, ya no aguanto tanta palabrería —me dijo con tantas ansias de salir—. Ven, agarra tu mochila, nos vamos.

No me dejó ni siquiera tomar la mochila, ella misma la tomó y me la ha lanzado al hombro. Quizás Harper andaba así porque es viernes y quiere salir, yo también quiero salir, aunque sinceramente me da igual si salgo o no. Pero este viernes se notaba raro, pareciera que todos estuviesen preparados para salir y dejar todo el estrés que cargan encima. Yo estaba estresado. Harper estaba estresada, bueno, ella siempre anda estresada, por todo. Hasta Leo andaba estresado, y él nunca se estresa, él vive la vida demasiado a la ligera, ojalá yo pudiera tomarme aunque sea un día a la ligera y no hacer absolutamente nada. Tampoco es que mi vida sea un constante ajetreo pero en estos últimos días lo ha sido y no entiendo por qué, espero que esta noche sea divertida.

—Eric, camina más rápido —apresuró mientras tomó de mi delgada muñeca.

—Pero, Harper, ¿A dónde vamos?

—Nos están esperando en la entrada, Leo y sus guapos amigos del equipo de Baloncesto.

—Harper, por favor, yo no quiero andar con ellos —protesté fingiendo un sollozo.

—Venga, no seas llorón, nos dejaran en nuestras casas y después —me detuvo en medio del pasillo— Eric, ellos quieren salir conmigo, tenemos mucho tiempo que no salimos, yo les dije que te llevaría y ellos dijeron que no había problema ¿Quieres ir?

Por más que se encogiera de hombros no iría con esos cavernícolas con mierda en el cerebro y cuerpos esbeltos.

­—No, no quiero que me vuelvas a preguntar, no iré.

—Bueno, como usted diga, ven para que nos lleven de igual forma.

Estaban vestidos con el estúpido traje de baloncesto, casi enseñando sus cuerpos. Amontonados en el convertible deportivo de Patrick. Patrick iba al volante. En los asientos traseros estaban Leo, Alexander y Daniel. Leo me hizo seña de que me sentara en sus piernas, pero por más que sea juego no le seguía la corriente.

—¿A qué juegas, primate?

—Venga, no seas así conmigo, sé que lo quieres sentir —dijo con su picardía que tanto me gustaba y a la vez me hacía dudar de su heterosexualidad.

Harper se sentó en el copiloto y sacó un vaso con Coca-Cola y me lo paso. Daniel subió a la maleta y me dejó espacio; eran totalmente insoportables. Sin excepciones. Harper enciende un Marlboro Light, ellos empezaron a protestar pero ella hizo caso omiso y disfrutaba su cigarrillo. Yo tan sólo veía como su labial rojo se pintaba el filtro del cigarrillo. Sus pálidos dedos tomaban el cigarrillo con mucha delicadeza pero a la vez fuerte para que las corrientes de vientos y la velocidad del coche no lo hicieran volar.

Al fin llegamos a mi casa. Harper salió del coche y se despidió aun con su cigarrillo en la mano. Por un descuido casi quema su falda negra, pero por nada del mundo soltaba el cigarrillo.

—Te escribo al llegar, cuídate feo.

—Está bien —le dedique una sonrisa.

No tenía ánimos de comer, así que fui directo a mi habitación, coloqué mi bolso en el escritorio y me recosté un rato en la cama a pensar en lo estúpido e insignificante que estuvo el día. Blue se acercó a mí, se metió en mi entrepierna, quizá para sentir algo caliente. Lo tomé y empecé a hacerle caricias en la cabeza y en el dorso, trataba de morderme suavemente la mano y jugaba conmigo.

Todo era diferente en ese momento. Mi madre todavía seguía en su trabajo, la editorial le exigía terminar todo para que así mañana saliese el periódico con las noticias. Ella estaba orgullosa de su trabajo, igual yo por ella. Todas las mañanas se levantaba iba por una tostada con queso crema, luego un café acompañado de un cigarro. Si yo despertaba y no tenía esos olores en mis fosas nasales significaba que mi madre aún no se había levantado. Algunas veces ella salía caminando a su trabajo, decía que le hacía sentir bien caminar en las mañanas, yo no entendía porque, si ella tiene un pequeño coche, pero si le hacía bien, yo no tenía por qué protestar.

BEEP

Mensaje de Harper.

Eric Reeves, le exijo que me acompañe y me cuide de esos primates como los llamas, vamos, necesito descargar este estrés a tu lado.

Esta niña en serio está loca. Muy loca. Iré pero sólo porque voy a cuidarla.

¿A qué hora pasas por mí?

A las nueve, te amo tonto.

Apenas eran las 6. Mi madre debe estar por llegar.

BEEP

¿Ahora que querrá?

Mensaje de desconocido.

Hola, señorito ¿Cómo le ha ido en el día?

Hola, ¿señor? —pregunté, si él me llamaba "Señorito" pues yo le llamaría "Señor" —. Muy bien ¿y usted?

Tranquilo, puede llamarme señor si gustas, para mí ha sido un día cansado.

Mmm bueno...

¿Puedo llamarlo?

Me puso nervioso ese mensaje, no sabía que responder, o mejor, no sabía si responderle. Veo la pantalla y está llamando.

Contesto, me quedo sin habla, no puedo pronunciar ni una sola palabra.

—¿Hola?

—¿Sí-sí? —pregunto con la voz entrecortada.

—¿Te ocurre algo? —su voz ronca me pone los pelos de punta, es tan excitante una voz ronca.

—No, nada —miento tratando de calmarme.

—Está bien, no me digas ¿Qué haces?

—Acostado —no quiero darle mucha información a alguien que no conozco.

—Vale, hablamos por texto, gracias por contestar.

—Okay —Solamente pude decir eso, tenía tantas preguntas por hacer, pero su voz me nublo.

Me incorporé al baño. El agua estaba helada, sentía como mi cuerpo se despertaba, pase un largo rato dejando que mi cuerpo cambia a baja temperatura, mis labios se ponen morados e hinchados. Empiezo a recordar su voz y siento un escalofrío en la parte baja de mi columna. Era fría como un glacial, y a la vez era sexy. Era una voz muy peculiar. Justo en este momento mi entrepierna empieza a ponerse duro y dejo de pensar esa voz para calmar un poco la excitación.

8:37 PM

Me coloco una camiseta negra, encima de ella una chaqueta de jean. Unas converses y un blue jean. Salgo a la cocina y veo tres raciones de pizza que mamá dejó para mí. Vacilo entre comerlas o guardarlas, pero decido en comerlas, de tal modo que tenga algo en el estómago y el alcohol no caiga de una y quiera destruirme.

9:06 PM

Falta la última ración. La guardo en el microondas y su lado una nota.

Es mía y sólo mía.

Escucho el coche llegar. Ya estacionó.

—Eric, muñeco, venga que ya vamos —gritó desde el auto.

Salgo deprisa y diviso a Harper con su cabello más rojizo de lo normal. Con botas negras, faldas negras y otro suéter negro.

—La dama de negro se ha retocado el rojo en sus cabellos —exclamo vanagloriándola.

—Venga, siéntate a mi lado, esta noche cuidare de ti —expuso Leo muy serio. Era una broma, pero no entendía como podían jugarse así.

—Deja de joderme la vida, ¿quieres? —le dije al moreno para que bajara de la nube.

—Está noche no hay peleas, Eric, sólo quiero que lo disfrutes... y en grande —declaró la pelirroja con su autoridad.

Leo saco la primera botella de Vodka. A Harper los ojos se le tornaron vidriosos, ese brillo era único, al parecer tenía tiempo sin beber, la tomó y ha hecho un trago en seco.

—Ah.

No frunció la boca. Dio unos pequeños respiros pasando el alcohol por su boca.

—Yo sólo quiero Coca-Cola.

—Eric, por el amor de Dios, solamente toma un trago de Vodka —reclamó Harper, seguido me paso un vaso con Vodka y Sprite.

Realmente estaba bien y eso era malo. Sabía que si me gustaba podía embriagarme, quizá debería hacerlo, si es lo que quiere Harper... dejemos que la noche surja.

Esta mezcla entre Vodka y Sprite me encantaba, ya tenía un vaso sólo para mí. Sentía como la lengua se me dormía por unos pocos segundos y luego mi estómago caliente, quemando todo tipo de estupidez que podía sentir por alguien.

La fila en la entrada a la disco era demasiado larga, pero como íbamos con los primates del equipo de baloncesto pasamos sin tantos preámbulos.

Entramos. Todo estaba oscuro. Los cuerpos vagaban sin dirección, guiándose por el ritmo musical. De repente el juego de luces empezó a hacer de las suyas, jugando con mi mente. Harper me tomó del brazo y me llevó a una mesa donde estaban nuestras bebidas. Se colocó a mi lado y me dio un beso en la frente.

—Gracias.

Se sumergió en esa bola de gente. Ella era buena en eso, yo prefería quedarme sentado tomando mis vasos, quizá cuando el alcohol haga efecto me motive a bailar, de menos me mantendré sentado.

El DJ buscaba los mejores ritmos musicales. La gente iba a enloquecer. Saltaban al escuchar el cambio de canción, es como si él leyera sus mentes. Mi parte favorita era cuando cambiaba de canción; todo quedaba en silencio y las luces se apagaban por una milésima de segundo.

1:03 AM

Continúo tomando mis vasos, esta vez con más Vodka que Sprite. Mis labios estaban adormecidos, pero podía hablar, me daba miedo levantarme y que el alcohol subiera a mi cabeza y cayera al suelo.

Patrick y Harper bailaban. Él la tocaba mucho, su modo de mirarla era raro, no sé si era excitación o maldad. Ella estaba borracha y a mí me daba miedo levantarme. Se perdieron nuevamente en la masa danzante.

Tomé las fuerzas necesarias en un respiro y trago de Vodka seco, me levanté y sentí como iba cayendo... Leo me agarra de las manos y me hace bailar, no sé qué quiso hacer en ese momento. De momentos me abrazaba por detrás, yo me dejaba, no quería pelear más con él. Colocaba sus manos en mi abdomen y frotaba suavemente. Yo trataba de quitarlas, pero sus grandes antebrazos nunca dejarían que estos debiluchos brazos hicieran algo. Me daba miedo pensar que él me quisiese hacer algo malo, sólo quería disfrutar el momento. Bailar con Leo, era lo último que me esperaba en esta vida.

La música sonaba muy alto. Todos gritaban. Todos bailaban. Hasta yo.

Se acabó. Todo acabó en ese instante. Percibí el miembro de Leo, erecto y tibio en mi espalda baja. Me tomó de la cintura y me pegó a él. Voltee muy rápido, él me miraba, tratando de decirme algo, yo me quedé inmóvil, no sabía qué hacer. Me beso. Fue muy rápido, y a la vez lento. Mis labios dormidos pudieron sentir sus fríos labios. Las luces se habían apagado completamente, se escuchaba el bullicio reclamando la otra canción, y yo solamente podía ver su silueta como se acercaba a mí. Pasó su mano por mi cuello, se sentía fría y pesada, volvió a besarme, pero esta vez duró más tiempo.

Arrancó la canción. Despegué a Leo de mí, vi sus ojos verdes como destellaban con el juego de luces. Salí a buscar a Harper. Tenía la vista nublada, veía las masas de colores, como se ligaban y creaban otras tonalidades, todo era extraño y confuso, no creo que sea sólo efecto del alcohol.

Intenté marcarle al teléfono, era imposible escuchar un repique de teléfono en ese lugar.

—¿Qué pasó? —preguntó Leo tomando mi mano.

—Leo, déjame, por favor, no quiero volver a verte en toda la noche —protesté sin siquiera mirarle a la cara.

—Harper... está afuera —murmuró cabizbajo, desalentado.

Me frustraba estar así por alguien, me confundió. Quizás él no estaba ebrio o bueno, no sé. Estaba a punto de irme a mi casa, lástima que la discoteca quedará muy lejos.

Un chico chocó contra mi pecho y derramó toda su cerveza en mi chaqueta. Lo que faltaba. Respiro profundo y antes de decirle algo, él me calla.

—Tranquilo, tengo más cerveza. Cedric, un placer.

—Yo no tengo más chaquetas, Cedric.

Vi sus grandes ojos azules, eran azules como el cielo en la mañana, brillaban. Ese azul calmó toda mi rabia. Me quedé sólo mirándolo.

—Ten, aquí tienes una cerveza, discúlpame.

No encontraba qué hacer. Tomé la cerveza y di un trago largo. Pude notar a duras penas que la deje por la mitad de la botella.

—Venga, anda con calma, y cuidado si andas solo —dijo el pelinegro dedicando una sonrisa. Sus hoyuelos en la cara eran la cosa más hermosa que había visto en mi vida.

—Descuida... Cedric —respondí algo torpe.

3:47 AM

Divise a Harper, Patrick la tenía recostada a una pared de ladrillos afuera, tocándole la pierna y hablando al oído, vi como subía su mano por dentro de la falda. Me enfurecí. Ya esto se acabó, de verdad. Nos vamos.

—Harper, ¿Qué ocurre? —pregunte tratando de dominar la situación—. Patrick, suéltala, y anda, enciende el coche que nos vamos.

—Pero, Eric, no jodas tanto, ve a conseguirte un tío —dijo con su patético acento español que me sacaba de mis lugares.

Harper no me respondía, no sé qué le pasaba. Tomé su cara con mis manos y le pedí que nos fuéramos, me sentía mal y ella entendió. Se puso a pensar en todo, y sí, era momento de irnos.

Patrick solamente nos llevó a los dos, no sé qué se hicieron los demás chicos, y en realidad no me interesan. Nos quedamos en casa de Harper.

—Mi rojita, mi fresita, ¿no me darás un beso de buenas noches? —Fue tan estúpido cuando pronunció esas palabras.

—Púdrete, "tío".    


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top