Capítulo 15 El Rolling
Lunes, 25 de septiembre
El verano ya terminó y a su vez nos dio paso al otoño. Las clases en el Weston College ya han comenzado, justo hoy, lunes, pero ¿Quién va el primer día de clases al instituto? Nadie, bueno yo no iré; todo está pasando muy pronto, se me están escapando de las manos cosas que ya debí haber hecho. Robert se desapareció, lo último que supo de él fue que se iba de viaje a España, tengo una conversación pendiente con él y no sé porque siento que de una u otra forma la está evitando, aunque mi amor por él siga siendo el mismo. Me inquieta saber cómo mi padre fue su empleado.
Harper viajó con su padre a Miami, me contó que quería aprovechar muy bien el verano y Miami le había prometido mucho por hacer, de seguro tendrá miles de historias que contar y yo sólo escucharé porque no hice nada extraordinario en el tiempo que ella no estuvo aquí. Sólo vi a la muerte dos veces, ¡Qué increíble! Nunca imagine un verano tan triste como este.
A Edward se le ha pasado su rabia contra mamá y yo, estamos siendo la misma familia de siempre; mamá va a trabajar de lunes a sábado; sale y llega a la misma hora; Edward sigue fumando y consumiendo drogas; yo sigo siendo yo, el mismísimo, aunque he dejado un poco de fumar, y no siento esas ansias de fumar como antes, no, ahora suelo leer como lo hacía antes y dedicarme a cosas que en verdad me importan.
***
La campana ha sonado, y el profesor Hopkins enfadado porque no pude terminar la clase de Raciocinio como él quería. Yo soy uno de los primeros en salir victoriosos del auditórium.
—¡Eh, Reeves!
Escucho mi apellido y volteo a confirmar. Era Leo. Venía sonriendo de oreja a oreja. Leonard estudiaba metafísica, siempre andaba dándonos charlas sobre porqué esto, porqué aquello. Harper y yo lo escuchábamos, nos pedía opiniones pero no sabíamos que responder, desde aquel beso Leo fue considerado un amigo de verdad, y ya no se le veía con los primates más a menudo, solía estar en la biblioteca o laboratorios, y demás.
—¿Es cierto que Harper se ha ido de viaje? —preguntó al cabo de llegar.
—Sí, está en Miami con su padre, llegará la semana próxima.
—Se le debe estar pasando en grande —dijo conmocionado—, ¿A dónde irás?
—A mi casa, ya he salido y pues...
—Venga, vamos al Rolling.
El Rolling es una cafetería donde no vendían café, era más bien un bar a "escondidas" del instituto vendían cigarrillos y cervezas; hacían apuestas; juegos de azar; mesas de billar; y de hecho vendían cosas que estaban prohibidas. El magistrado del instituto estaba al tanto de todo esto, pero se tapaban los ojos, apuesto lo que sea que ellos también contribuyen a las ventas ilegales del Rolling.
Yo no frecuentaba este lugar, recuerdo que Harper tenía un novio que vendía anfetamina. Harper y yo lo espiamos hasta el momento en el que vimos que entró al Rolling. Entramos. Recuerdo su nombre, James. Él entró a una habitación al final, en el marco de la puerta había un letrero con una inscripción: "Compra y sal feliz, de menos también salga" Harper me miró con intriga, yo voltee desviando la mirada de ella, no tenía respuesta. Al frente otra habitación con otro letrero: "SEXY SERVICIO" salimos despavoridos de ese lugar, esa fue mi última vez ahí.
En ese momento entrando al Rolling con Leo, traté de actuar normal. Había poca gente en el recinto, fuimos a una mesa escondida, llego una mesera. Era una chica, una estudiante del mismo instituto. El Rolling tenía ciertas reglas las que por nada del mundo se podían romper, una de ellas es que sus empleados sean los mismos estudiantes.
—Dos cervezas negras, por favor —pidió levantando su mirada a la chica con melena rubia amarrada en una coleta.
La muchacha fue al bar por las dos cervezas, yo miraba al final del pasillo, esta era mi oportunidad de ver bien todo lo que ocurría en ese sitio.
—Parece que ya has venido antes ¿eh?
—Desde luego —respondí con seguridad.
—Es obvio, no has quitada la vista del pasillo.
Leo se acercó para susurrarme algo.
—Se ha visto entrar varias veces al profesor Hopkins a la habitación sexy, pero ya sabes...
—Sí, sí, está prohibido decir algo —interrumpí terminado la oración.
La chica sirvió las dos cervezas y fue por otro cliente.
Di un gran sorbo, tenía mucho tiempo sin probar aquello.
—Se rumora muchas cosas... —susurró Leo acercándose a mí— según el dueño está en grandes aprietos y no haya que hacer con la tienda.
—¿Y quién es el dueño?
—¡Quien coño va a saber! —exclamó irónicamente.
—Bueno ya, pensé que sabías —dije calmando
Salió un señor alto, pelo rubio, sólo divisé su espalda y llevaba gafas de sol, juraría que tiene el mismo cuerpo que Robert, pero no puede ser posible. Robert está de viaje y si estuviera aquí no andaría en todos lados menos en este.
James corrió tras el señor. Yo seguí disfrutando mi cerveza. Mira se desvió al ver el cuerpo de James entrando con una caja de cartón, era obvio lo que había en su interior.
—Sémás discreto –masculló Leo terminando su cerveza.
Pero no podía. James ingresó a la sala de ventas, después de unos quince minutos salió a las afuera y no supe más.
—Leo, ¿Qué venden en específico?
—¿Vas a preguntar? Pues drogas...
—No me entendiste ¿Qué tipo de droga?
—La más vendida es anfetamina, de hecho, eso que traía James es anfetamina.
Después de terminar la cerveza llegaron unos primates, ellos frecuentaban mucho ese lugar, se escuchó una vez que las drogas los dotaban de fuerza y desde ese entonces el Rolling ha sido su punto de encuentro.
Estaba empezando a incomodarme con su presencia, su mirada fija sobre mí.
—Leo, ya es hora de irme, notifícame cualquier cosa —Hice un guiño discreto.
—Vale, Eric.
Quería que Harper estuviera conmigo cuanto antes, Leo no entendería lo que es buscar informaciones sin fines, únicamente para saber. Tan sólo faltaba una semana para tenerla de vuelta, mientras Leo estaría ahí, esperándome para salir con él. Y Robert nada que da indicios de su vida.
Saliendo a los jardines del escondido lugar, escucho una voz ronca y grave que se me hace familiar al retumbar en los oídos. Me escabullo dentro de unos arbustos, levanto un poco la cabeza y puedo vislumbrar el porte de un señor alto, corpulento y rubio. Da una media vuelta buscando los sonidos que ocasione con las ramas; el hombre se quita las gafas y veo.
Me quedo pasmado dentro del follaje en los arbustos, eran los ojos azules de Robert que me buscaban, buscaban el sonido provocado por mis torpes pies. No respire por un minuto, no moví ni un solo musculo.
Robert cambió la vista a su maletín, que fue entregado a James. Se despidieron con un apretón de manos.
Mi mente es invadida por millones de preguntas que, tarde o temprano tengo que responderme, y es que cuando no es una cosa es la otra, mi vida va en una bajada en picada y no puedo detenerla.
***
Viernes, 30 de septiembre
Ya la idea de tener algo estable con Robert está perdiendo fuerzas. He ido dos veces más al Rolling, y pues, he escuchado muchos rumores, que de una u otra forma siguen aturdiéndome. Harper ha regresado de Miami y para algo tiene que servir, la llamo a su teléfono diciéndole que la he necesitado más que nunca, ella no tarda en aparecer en la casa. La siento al borde de la cama y le voy explicando mis salidas al Rolling con Leo.
—Eric, por favor, deja de hacerte más daño, agarra el móvil y márcale —riñó Harper.
—No puedo, Harper, siento que me romperá el corazón y no quiero volver a sentir eso.
—Venga, que yo si lo haré —dijo y me arrebató el móvil, tecleó muy rápido y envió.
HEY.
—¡¿ESTAS LOCA?!
—Sí.
BEEP.
R.W llamando.
—Eric, amor, ya estoy en California, lo he echado mucho de menos.
—Por favor, Robert, ya deja de pensar que soy un idiota, ya sé que estas aquí, y aunque no lo creas te quiero ver.
—¿De qué hablas Eric? Dentro de veinte minutos paso por tu casa.
Se escuchó el ruido seco luego de colgar.
—Bueno... supongo que debería irme —masculló Harper levantándose del borde de la cama.
—Sí, es mejor, pasará por mi dentro de poco —dije abriendo la puerta—. Nos vemos mañana ternurita del demonio.
Se despidió con un beso sonoro en la mejilla.
Sentado en la sala esperando a Robert. Un montón de preguntas me torturaban, atizándome grandes puñetazos imaginando las peores respuestas. En silencio mirándome en el reflejo de la tele apagada, pensando en cómo sería yo si fuera una persona heterosexual, una persona "normal" pero por algo son las cosas, y es que, si me dan a elegir al momento de nacer sería otra vez quién soy ahora.
El freno del coche sonó y de inmediato salí de la casa. Robert no salió del carro; esperándome dentro no tuve más que, meterme al coche con él.
—Qué bueno que me veas, pero ya te vi a ti... en el Rolling.
—Baja el tono, Eric —dijo en tono desafiante.
Automáticamente descendió mi tono de voz, él conducía y temía que algo malo pasara.
—Lo he visto en ese lugar, quien sabe haciendo que —Se enredó mi lengua.
—Eric, bebé, siempre le tuve miedo a esta conversación, pero ya llegó el momento de tenerla, ya era ¿no? Las preguntas deben estar acuchillándote, así que, pregunte —aclaró sintiéndose avergonzado.
Pensé bien antes de formular la pregunta.
O las preguntas.
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