Capítulo 16: Sombra de Fuego (II-II)
Pista de audio: In the House, in a heartbeat - John Murphy.
La Plaga estaba por todas partes, era peor que las ratas. Los híbridos abundaban en climas cálidos, pero se adaptaban poco a poco a cualquier ambiente. Mes con mes, su perfección tomaba forma, evolucionando, reclamando su territorio y exterminando a todo humano en el proceso. Tenían capacidades excepcionales de rastreo, un gran olfato y percepción, sentían la más mínima vibración a su alrededor. Hombres, mujeres y niños fueron perseguidos hasta la muerte. La población mundial fue mermada, llevada al borde de la extinción.
Territorio humano y territorio híbrido, decirlo así parecía demasiado fantástico, pero la realidad era mucho más cruel. Asentamientos... es lo único que quedaba. Los híbridos tenían todo lo demás.
Tras esfuerzos infructuosos de hacerles frente, la humanidad se dio cuenta... era cuestión de tiempo para que todo acabase.
Una invitación a la última ciudad en pie se retransmitía por la radio, misma que Jack y Gianna habían seguido. La ciudad de Moscú presumía tener una solución y recibiría a todo el que lograse llegar. Pero pocos escucharon el mensaje. Pura suerte, un rumor y una corazonada, fueron lo que salvó la vida a Jack Relem y a su familia.
La llegada a la capital rusa estuvo envuelta en misterio. Al principio todo fue confuso. No había civiles, sino fuerzas armadas. Numerosos transportes llenos de sobrevivientes descargaban a más y más personas. Jack estaba sorprendido, eran miles. No había visto a tantas personas en un mismo sitio desde, bueno... desde antes del suceso. Las había de todas las edades y nacionalidades, familias e individuos solitarios. Habría pensado que llegaba a una especie de campo de concentración, de no ser por el buen trato de las autoridades de Rusia, el único gobierno de la Tierra que quedaba en pie.
Pasaron un par de noches acampando en lo que algún día fue el centro de Moscú, sin saber nada, preocupados por el porvenir. Los sonidos de la artillería de la milicia que luchaba en el frente se sumaban a los chillidos lejanos de las criaturas que intentaban entrar a la ciudad.
Jack no tenía miedo, pero intuía lo peor. Si este era el último punto de resistencia humana, no parecía faltar mucho tiempo para que también sucumbiese ante los numerosos reptiles. En adición, si al dragón rojo se le ocurría acercarse a esta zona, se encontraría con los últimos vestigios de la humanidad, adornados con un rojo listón de obsequio.
Pero algo se estaba gestando en este lugar, la organización era absolutamente perfecta. Había personal administrativo encargado de recopilar nombres y asignar misteriosos turnos, números y lugares.
Gianna expresó su preocupación apenas tuvo oportunidad, creía que algo malo estaba por pasar. Y cuando los vehículos dejaron de arribar, de traer nuevos sobrevivientes, todo comenzó, la verdad fue saliendo a la luz. Era como si estuviesen preparándose para...
—Familia Quinterro —llamó una voz femenina. Hablaba español con dificultad—. Porr aquí, porr favorr. Vuestrra nueva locación estarr esperrando.
Siguieron a la mujer a través del campamento. Jack pudo notar que había muchas tiendas de campaña vacías. Según lo que había escuchado, estaba relacionado con el traslado y asignación de una nueva zona para vivir, sin embargo..., si ese lugar estaba en Moscú, era difícil pensar que fuera seguro.
—Tía Gi, papá, ¿por qué hay tantas personas aquí? —preguntó Kail.
Habían sido reunidos con un grupo grande, a las afueras de una pequeña edificación asegurada con una puerta metálica de aspecto muy resistente.
—Creo que, ¿están tomando muestras de sangre? —dijo Gianna, y se acercó al oído de Jack para hablarle en voz baja—. Jack, esto se ve muy sospechoso... ¿crees que deberíamos irnos?
Jack observó su alrededor. Era verdad que parecían estar tomando muestras de sangre, pero el personal y sus herramientas lucían tan pulcros, que darían competencia al control de calidad en Laboratorios Zavtra. No, él sabía que era otra situación la que tenían delante, una que, aunque fuese egoísta y patética, estaba dispuesto a seguir si así podía asegurar una buena vida para los suyos.
—Tranquila Gi, tampoco es que nos quede otro lugar para ir.
—No me gusta Jack, ¿para qué necesitan sangre?
Un soldado ruso detuvo su paso junto a Gianna al escucharla.
—Es por vuestrra segurridad, señorrita —dijo él, causándole un sobresalto—. El lugarr al que irréis, no puede tenerr enferrmedades peligrrosas.
—Ya, ya, gracias —respondió Gianna, apenada, pero más tranquila—. ¿Acostumbráis salir de la nada?
El soldado le dirigió una sonrisa y se alejó, siguiendo su recorrido alrededor de la multitud.
—Curioso —dijo Jack.
—¿El qué? —preguntó Gianna.
—Nada —dijo él, frunciendo el ceño—. Todo está más organizado de lo que parece.
—Es nuestro turno —dijo Kail, un poco temeroso, sin llegar a la cobardía.
La toma de la muestra fue rápida y simple. Un pinchazo, etiquetado, análisis de enfermedades no contagiosas y el resultado anotado en papel. La muestra fue desechada junto con el resto. Parece que el soldado había dicho la verdad, lo cual causaba todavía más intriga, pero no sorpresa. De hecho, todo esto cuadraba con un sólo panorama.
—Por aquí, por favor —repitió alguien en diversos idiomas, al tiempo que la gran puerta metálica de la edificación cercana se abría con un gran chirrido.
Jack, Kail y Gianna entraron en el lugar, acompañados del resto de personas. El interior era impresionante, con paredes tan gruesas como una bóveda y consolas de control operadas por personal con vestimentas científicas. Una gran plataforma redonda, en el suelo, era lo único que sobresalía en el entorno. Eso lo confirmaba, por eso no había civiles en las calles, por eso la ciudad parecía abandonada...
—Esto es... —dijo Jack, pero el sonido de un altavoz que decía algo en ruso, lo interrumpió.
«La plataforma descenderá, la energía para el siguiente traslado se restaurará en cuarenta y ocho horas. Por favor, estad listos»
El subterráneo, los llevarían al subterráneo. Y no sólo eso, parecían tener energía. ¿De verdad este sitio representaría una esperanza para la humanidad? Dos días eran requeridos para recargar el simple uso de esta plataforma, pero eso era ya un gran logro considerando la situación que se vivía en el mundo.
Una escolta de soldados rusos movilizó al grupo hacia la plataforma. Gianna lucía un poco asustada, pero Jack y Kail se mantenían tranquilos, mirando a su alrededor, como si analizaran la situación. Y comenzó el descenso. Fue como si el suelo se moviera, la gigantesca plataforma era un ascensor.
Jack, Kail y Gianna, acompañados de otras 97 personas observaban el túnel hasta ver la luz desaparecer por encima de ellos y, mientras lo hacían, una grabación se reproducía, esta vez en varios idiomas.
«El Refugio 14 forma parte de los veinte refugios subterráneos. A más de doscientos metros de profundidad cada uno tiene la capacidad para albergar hasta quinientos sobrevivientes. El último bloque de cien será recibido en breves momentos. Tú, formas parte de este y has sido seleccionado para ser uno de los encargados de salvaguardar el futuro de la raza humana.
No temas, en unos minutos, encontrarás todo lo necesario para volver a tener una vida como antes de que La Plaga apareciera. Se te proporcionará un hogar, y tendrás la oportunidad de volver a dormir en paz»
El mensaje era cíclico. Jack se había quedado sin palabras al escuchar. Y no sólo él, nadie hablaba, todos descendían en silencio. Cuando la plataforma se detuvo, las puertas del gigantesco ascensor se abrieron, permitiendo el ingreso al gran complejo que conformaba el Refugio 14. Ahí fue cuando lo supo, no había vuelta atrás.
La construcción era como una colmena. Adheridas a las paredes rocosas de las profundidades, se encontraban un sinnúmero de casas y edificaciones pequeñas, conectadas entre sí a través de puentes metálicos que podían llevar a casi cualquier parte del lugar. El aire se sentía un poco pesado, pero no parecía difícil acostumbrarse. A diferencia del frío en el nevado exterior, las entrañas de la tierra eran calurosas.
—Porr aquí, os asignarré vuestrra dirrección —dijo un hombre del ejército ruso. La misma frase fue repetida en otros idiomas.
Pronto, Jack, Kail, Gianna y los otros 97 sobrevivientes fueron separándose por familias, siguiendo las indicaciones de los anfitriones. Mientras esto sucedía, Jack seguía analizando su entorno, la situación. Era claro que, antes que ellos, muchas más personas habían llegado puesto que veía luces encendidas en las viviendas.
«La iluminación se genera a través de cientos de farolas que se encenderán o se apagarán según la hora del día para simular los efectos del sol. La energía utilizada en este refugio se carga desde el exterior. Primero, por energía solar, pero está diseñada para recargarse a través de isótopos elementales en el ambiente. El consumo está perfectamente calculado para gozar de estas ventajas, por lo menos durante los siguientes cinco siglos»
¡Cinco siglos! El mensaje acababa de confirmar la que fue considerada, la última gran mentira de la humanidad, una que terminó sellando el destino del mundo. Jack inhaló profundo, al tiempo que le dirigía una mirada a Gianna; ella también se había dado cuenta. Los rumores eran ciertos, los misiles nucleares serían lanzados.
Jack ya se había planteado un panorama de una situación así, la vida en la tierra terminaría como era conocida hasta ahora. La nube radiactiva cubriría toda Eurasia y, todos aquellos que no lograsen encontrar refugio —si es que los había— quedarían reducidos a ceniza. Plantas, animales o cosas, toda la tierra del exterior iba a arder. Un invierno nuclear se avecinaba, el sol no se vería en décadas y los isótopos radiactivos inundarían el aire. A pesar de que sonaba terrible, tenía que admitir que la alimentación energética era una idea brillante: utilizar el despojo de tu propia aberración para brindar energía a todo un mundo subterráneo. Incluso quizás, la radiación desaparecería pronto con este sistema. Esto era algo que describiría como el acto más egoísta, drástico, pero a la vez, magnánimo de la humanidad.
Pensó en el porvenir. Nadie lo decía, pero la milicia que escoltaba a las personas no estaba de adorno. Muchos no querrían aceptar las medidas, quizás tuviesen familia en el exterior, o no aceptarían la idea de vivir bajo tierra, confinados en un ambiente cerrado, conviviendo con desconocidos de diferente origen, otras creencias y distintos idiomas. La salida había quedado bloqueada desde que comenzó el descenso, y la plataforma no volvería a funcionar hasta después de dos días. Todo había sido una medida desesperada adornada y preparada para ser vendida al público con la mejor cara posible, para tener recursos humanos con que repoblar el mundo. Era tal y como Kail había dicho, una aniquilación total para salvar a unos pocos miembros de la raza humana.
En cuanto los llevaban a su nuevo hogar, Jack recibió un pequeño folleto con información más detallada de lo que estaba por suceder. Lo hojeó.
En ruso, Ten' Ognya, en español, Sombra de Fuego. Ese era el nombre otorgado al proyecto de re-inserción humana. Prometía erradicar La Plaga con un alto costo bien maquillado para que no luciera tan grave. Durante los primeros años el número de híbridos se reduciría hasta la extinción, la tierra ardería y el aire sería tóxico. Con el paso de los siglos, la radiación se dispersaría y, poco a poco, nuevas formas de vida se abrirían paso en su nuevo entorno. Cuando el exterior fuera seguro, los descendientes de los actuales sobrevivientes saldrían a tratar de repoblar un mundo que debería estar preparado para recibir de nuevo a la humanidad.
El papel decía que estos refugios habían existido desde la guerra contra Arquedeus, hace casi cuatrocientos años. Tenía sentido, puesto que Rusia fue la nación responsable de que los arqueanos retrocedieran en su conquista, en el siglo XVI. Al observar las construcciones —que debieron haber estado abandonadas por mucho tiempo— se apreciaban restauradas en, lo que parecía, un rápido y extraordinario esfuerzo. Lucían una arquitectura antigua, pero perfectamente funcional.
La gestión en el interior parecía complicada, pero no imposible. Para empezar, cualquier sobreviviente que generara caos debía ser erradicado antes de que comprometiera la seguridad de su refugio. La educación sería primordial y la crianza de los pequeños tendría que ser específica. Conocimientos agrícolas, biológicos, químicos y físicos serían la base de su preparación. Las creencias serían otro punto difícil de tratar, pero quizás, con el tiempo, un nuevo sistema de fe aparecería para ayudar a sobrellevar el tiempo de encierro. Nadie sabía los retos a los que tendrían que enfrentarse los pioneros que saldrían al nuevo mundo. Cada refugio se preparaba para crear una nueva oportunidad para la humanidad. El fracaso del proyecto Sombra de Fuego, significaría la extinción de la raza humana. El fin de una etapa abría paso al inicio de otra.
¿Debería sentirse afortunado de estar aquí? ¿O asqueado por ser parte de esto? ¿Era egoísta no pensar en el resto del mundo, sino pensar sólo en Kail o Gianna? Quizás sí, pero no le importaba. Si las armas nucleares tenían la más mínima posibilidad de acabar con el dragón y asegurarle una vida tranquila, entonces... Entonces quizás esto no sería tan malo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top