3. Mimulus II
"El amor es cómo las flores, se marchita más rápido de lo que florece."
🌻Dante🌻
Llamo a Atenea por teléfono una quinta vez. Sigue sin responder. Me rindo, ella es quien debería buscarme y explicarme por qué no me ayudo. Se estaba riendo junto a los demás, le importo una mierda que yo fuese a quien humillaban. Joder.
―Dan, ya basta de intentar llamarla. Es imposible que ella no oyera el móvil las primeras dos veces― Dice Ernest en tono aburrido, lleva diciendo lo mismo desde la tercera llamada.
―Bien, ¿Qué mierda debo hacer entonces según tú?
―Olvidarte de ella, y acompañarme a la súper fiesta del sábado.
―No, no tengo ganas de ir a una jodida fiesta cabron.
―De acuerdo, tenía que intentar.
Salgo del almacén para no oír sus siguientes intentos de convencerme. Camino casi que corriendo por los pasillos. Llego a mi lugar favorito, el gimnasio. Me siento en las gradas, cómo siempre. Hago un último intento de llamar a mi novia. Su tono de llamada. Busco de donde proviene, la encuentro debajo de las gradas, está con otro chico. Ellos no notan mi presencia, ya alterada baja el volumen del móvil hasta que deja de oírse. Él la observa, Atenea le sonríe y siguen besándose cómo seguro hacían antes de que yo lo notara. Un dolor se instala en mi pecho. Agarro el móvil y comienzo a grabar, tiro varias fotos durante la grabación. Me marcho sin ser visto. Tendré que buscar un nuevo lugar favorito, y nueva novia por lo visto.
Me siento traicionado. Los sentimientos a flor de piel. El calor me quema desde dentro.
¿Cuántas veces ella me ha engañado?, ¿Desde cuándo?
¿Por qué?, ¿No fui suficiente?
Son las preguntas que me hago mientras camino nuevamente por los estúpidos pasillos. Levanto la vista del suelo y veo a Luke acercarse a mí. Está a punto de decir algo, le empujo impidiendo que hable. Esto lo enoja, cuando intenta volver a hablar comienzo a caminar ignorándolo. No quiero más mierdas por hoy. Unas personas de otra clase se están riendo, uno de ellos camina hacia mí. Siento una comezón en mis manos, solo puedo identificarla cómo las increíbles ganas de partirle la cara.
― ¿Pasó algo Flo-re-ci-ta?
Las ganas de golpearlo me superan. Le pego un puñetazo dejándome llevar por el calor que nubla mi mente, él cae al suelo. Creo que lo he golpeado demasiado fuerte, estoy jodido. El grupito que antes reía se encuentra ahora callado. Me agacho he intento despertar al imbécil, nada. Compruebo su pulso por miedo, todo en orden.
― ¿¡Qué está pasando aquí!? ― Grita un profesor. Es mi fin.
Alguien le explica, me voy poniendo de pie sabiendo que la dirección es mi próximo destino. Comienzo a caminar con tranquilidad.
― ¿¡A donde crees que vas!?
―A la dirección evidentemente― Respondo con calma y veo que el profesor no sabe que decir.
―Bien― Dice con tal de tener la última palabra.
Después de unos minutos ya estoy en la dirección. Arlon me observa atentamente, decepcionado. Éste se acomoda de forma innecesaria tras el escritorio, yo me siento en la silla frente a éste. Carraspea mientras me observa fijamente, lo veo directamente a los ojos, yo también puedo jugar su jueguito de mierda.
― ¿Por qué golpeaste a ese chico?
―Me dio la gana― No es del todo mentira.
― Dante, ¿Cuántas veces crees que puedes golpear a alguien y salir impune?
― ¿Eso importa?, es jodidamente satisfactorio.
―No lo es, no hay nada bueno en golpear a alguien.
― ¿Tienes experiencia para decirlo? ― No responde. Una sonrisa se traza en mi rostro, he dado un golpe ―Parece ser que sí.
―Eso no es de tu incumbencia, Faust.
― ¿Ya no soy Dante?
―Me equivoque contigo, no tienes remedio― Dice con tranquilidad, siento que sus palabras se clavan como cuchillos y desgarran mi carne ―Estarás expulsado por tres días, esta es la última vez que aguantare tu comportamiento, a la próxima quedas expulsado de esta escuela. Espero reflexiones.
Lo observo atentamente con rabia, repitiendo sus palabras en mi cabeza.
―Creí que eras diferente, pensé que me entendías― Me observa con seriedad.
―Te he aguantado muchas cosas, pero no quieres mejorar, no buscan cambiar. Los dos sabemos que existe un límite.
―Vete a la mierda, confié en ti. Tranquilo, hoy mismo me regreso a mi jodida casa. Ya tuve suficiente por hoy― Me levanto de la silla, y empiezo a caminar hacia la puerta ―Adiós, que te vaya bien.
Salgo sin esperar su respuesta. Me dirijo a mi casillero, lo abro para buscar mis cosas. Meto las fotos dentro de uno de los libros. Los pétalos restantes caen al suelo mientras termino de recoger y meter todo en la mochila. Cierro el casillero y me marcho. Nadie notara que me fui, todos están en clases, o casi todos.
Logro salir sin problemas por la puerta principal. Llamo a Ernest con una idea instalada en mi cabeza, él contesta casi de inmediato.
― ¿Y bien? ― cuestiona él sabiendo de que va esto.
―Te acompañare, procura que haya bastante alcohol.
―Conozco a quien pidieron ayuda para organizar la fiesta, créeme, habrá más que alcohol― Sonrío al escuchar la última afirmación.
―Te creo.
La llamada acaba y ya ando agarrando un taxi en dirección a la casa del director.
No me costó mucho trabajo recoger las pocas cosas que tenía en casa del director. Al irme deje la llave bajo una maceta de la entrada y se lo informe a través de un mensaje, ya no la usare más. Él me pregunto el por qué no me la llevaba cómo siempre, lo deje en visto. Bloquee su contacto y lo borre. No soy más que una molestia que mancha su reputación, le haré el favor de no incordiar con mi presencia. Para llegar a mi casa simplemente agarre otro taxi.
Ahora estoy recorriendo el patio, recordando lo que hice la noche en que mi padre fue arrestado. Buscando lo que oculte antes de llamarlos. No tardó mucho en encontrarlo, en mis manos se encuentra un paquete cubierto con cinta marrón. Esa noche lo escondí bajo los claveles, fue difícil. Fue una buena decisión guardar esta mierda, la idea era vender y hacer un buen dinero, pero me siento demasiado mal estos días.
Ya ha pasado un tiempo desde la última vez que me drogue, pero no puedo evitarlo, todo es demasiado estresante. Solo un poco, sí, será solo un poco.
🌻Sábado🌻
Desorientado, así fue como pase gran parte del día. Atenea me escribió diciéndome que estaba enferma, de ser verdad, realmente me importa una mierda. Arlon intentó contactarme desde otro móvil, decidí no mostrarle señales de vida. Y Ernest a estado escribiéndome sin parar.
Observo el reloj, cuatro de la tarde. La fiesta empieza a las seis. Sinceramente no me encuentro especialmente emocionado de ir, estar bajo la mirada de todos... aunque creo que solo estoy exagerando, todo el mundo va a estar alcoholizado, no es que me vayan a prestar mucha atención. Todo se reduce a mi mente buscando excusas para no ir.
No sé cuánto tiempo he estado observan el armario, me siento estúpido. Me decido al fin por la ropa y corro a bañarme. Me visto con un pantalón negro, es ancho; una camiseta blanca de mangas cortas, y encima de esta una chaqueta del mismo color que el pantalón; tenis blancos, y listo.
Salgo de casa. Ya está anocheciendo y el aire empieza a ser más frio, saco la caja de cigarros junto al encendedor que decidí traer conmigo. Prendo uno. Aplasto donde indica y dejo que el sabor menta se esparza por el filtro del cigarro, doy una calada y comienzo a caminar hacia mi destino.
Ya estoy frente al lugar de la fiesta, una hora tarde. La música se escucha a pesar de que estoy del otro lado de la calle, mi mente divaga entre pensamientos inconcluyentes.
¿Qué pasara su cruzo para ir a esa fiesta?, ¿Me arrollara un auto y se acabó todo?
Me hago una imagen mental de como seria, el carro me arrolla, paso por encima del capo, y me levanto intacto a lo John Wick, me rio de ese pensamiento. Vuelvo a imaginar, paso la carretera, pero el auto se detiene antes de golpearme, del carro sale un hombre de traje negro, se me acerca y coloca algo parecido a un bolígrafo frente a mí, se pone unas gafas, me indica que observe el objeto, después un destello y ahí termina. Empiezo a reírme nuevamente aún sin saber qué hacer.
Voy a dar media vuelta, regresar a casa y dormir, pero veo a Atenea a la distancia. Esta va con sus amigas, lleva una blusa súper escotada y un short bastante corto. Cruzo la calle y entro. La música me deja un poco aturdido, está muy alta. Todo está oscuro, solo hay luces de varios tonos ―resaltando entre ellos el azul― que son la única fuente de iluminación dentro de la casa. Obviamente hay un patio, y en ese patio una piscina, en esa piscina, también hay fiesta.
¿Qué sería una jodida mansión sin alberca?
Busco a Ernest entre la multitud, ya muchos han tomado por los codos. Lo encuentro comiéndole la boca a una chica, ¿Para qué me obligo a venir el cabrón?
Él me ve y se separa de la morena. Se me acerca con una sonrisa y me abraza. Este ya está alcoholizado.
―Danti― dice, arrastrando la i con voz chillona.
―Joder, ¿Para esto me hiciste venir?
―Puedo hacerte venir de otra manera― Mi cara debe haberlo dicho todo porque el ríe a carcajadas― Bromita bromita, es para abrirte los ojos, solo los de la cara.
Lo miro extrañado, no comprendo muy bien a que se refiere. Parece notarlo y sigue hablando.
―He visto a Atenea siéndote infiel con dos chicos distintos, pero parecías tener tus problemas y no logre decirte― Se ríe. Ya no sé si se está burlando de mí, o si hay más que alcohol en su sistema ―Ella subió directamente a las habitaciones de arriba. Toca la puerta antes de entrar, pero no caigas en sus mentiras colega.
Lo alejo de mí, sigue riéndose. Está drogado hasta la mierda. Subo las escaleras mientras siento el calor de la ira. Busco entre las habitaciones la única que está cerrada. Abro la puerta en silencio, olvidaron ponerle el seguro. Está ahí, la blusa anda por el suelo.
Saco mi teléfono y les tomo una foto. No es el mismo con el que la vi besarse bajo las gradas... me alejo de la habitación dejando la puerta abierta, no tanto cómo sus piernas, pero abierta. Mi sangre está ardiendo, un coctel de ira y frustración. Bajo las escaleras huyendo del escenario anterior.
Me acerco a la barra, porque sí, hay una jodida barra. Pido una botella de alcohol, no me fijo ni cual. Me dan un vaso, el cual rechazo y procedo a empinarme de la botella. A la mierda todo.
Pasado un rato la botella ya tiene menos de la mitad, estoy sentado mientras siento que floto. Ernest se me acerca.
―Abre la boca, tengo una pastilla que te va a animar― Le hago caso y él la coloca en mi lengua. Está sentado a horcajadas encima de mí.
― ¿Desde hace cuándo la viste besar a otro?
―Inicio de clases, pero ya estabas con todo el lio de tu padre. No quería que te sintieras peor.
―Me siento cómo la mierda.
―Deja que hagan efecto las pastillitas de la risa― Dice y me besa en los labios de forma fugas ―Te robe un beso― Se ríe mientras se pone de pie. Yo solo lo observo alejarse, y no puedo evitar reír debido a lo surrealista del suceso.
No sé qué hora es, solo sé que las luces brillan demasiado. Las pastillitas sí que funcionaron. Estoy en la pista de baile, ya sudando. He saltado al ritmo de la música y me he besado con no sé cuánta gente. Salgo de la pista de baile a duras penas, unas ganas de querer soltar todo lo que llevo dentro se apoderan de mí.
Camino por los pasillos, voy al patio. Lo veo ahí, en el borde de la piscina riendo de alguien, tan perfectamente posicionado para ser empujado. Camino hacia él, me paro detrás de la causa de algunos de mis problemas. Voltea, me mira de arriba abajo, separa sus labios para hablar, me río y lo empujo. Se logra aguantar de mí, pero yo me lanzo solo para que ambos terminemos dentro de la piscina.
Al momento de chocar contra el agua siento la diferencia de temperatura entre mi piel, la cual arde, y el frio líquido que ahora nos rodea. El ruido de la música se ahoga. Subo a la superficie, siento como Luke se apoya en mi hombro para subir. Miro al cielo, pero me es imposible diferenciar algo y empiezo a reírme de las luces de colores que están sustituyendo por hoy a las estrellas.
― ¿Enloqueciste o algo? ―Pregunta Luke, lo observo sin parar de reírme.
―Te vez azul.
―Tú también.
―Ahora soy un pitufo― Digo mientras observo mis manos. Vuelvo a mirarle, comienzo a reír otra vez― Creí que también tenías el corazón helado, aunque ustedes ni corazón tienen.
― ¿Cuánto bebiste?
―Sabes, la vi siéndome infiel, soy un pitufo con cuernos― Explico y su cara es de sorpresa.
― ¿La has visto?
―Sí, se la estaba pasando de puta madre con las tetas al aire― Las lágrimas empiezan a caer por mi rostro. Oh, por eso es que tenía la vista nublada, creí que había tragado agua por los ojos... ¿Eso es posible?
― ¿Estas llorando?
―No, es agua. Está lloviendo.
―No llueve.
Lo abrazo, pongo mi cara entre el cuello y su hombro. El agua de mi pelo cae. Él me abraza y puedo sentir sus manos en mi espalda. Dejo que mis lágrimas fluyan mientras estamos en silencio, rodeados por el ruido.
―Sabes, ella no se llevó consigo el dibujo que le regale― Mi voz es rasposa.
― ¿Tu novia?
―No, mi madre. El dibujo que le regale sigue guardado en el álbum que tampoco se llevó.
―Dante...
―A ella le gustaban las flores. Son bonitas― Luke me aleja y observa mi rostro cómo si hubiese entendido algo. Yo lo acerco de nuevo y muerdo suavemente su cuello ― ¿Qué haces?
―Comerte.
―No hagas eso― Dice, y vuelvo a morderlo ― ¿Qué tan borracho estás, por dios?
―Borracho y drogado.
Salimos de la piscina cómo quiso Luke. Entramos a la casa, subo las escaleras tras él. Tomatito entra al baño y sale con dos toallas. Me lanza una y la agarro, aunque pienso que, con una es suficiente. La toalla es súper grande y da para dos personas. Me la coloco sobre los hombros, Luke me mira y pone los ojos en blanco, coloca la toalla en su hombro. Agarra la mía y me seca el pelo. Vuelve a colocar la toalla alrededor de mis hombros y empiezo a reír.
―Gracias mamá― Él me observa con lastima ―No, no pongas esa mirada.
No entiende a que me refiero. Aun así, no le explico. Simplemente me doy media vuelta.
― ¿A dónde vas?
―A buscar mi móvil, lo deje tirado por el salón principal― Respondo, aunque sé que no es necesario. Luke me deja ir sin hacer preguntas.
Pase un rato buscando mi móvil, pero ahora ya lo tengo entre mis manos. He creado una cuenta falsa, y pienso hacerle llegar el karma a Atenea. Señalo ambas fotos y el vídeo que hice en las gradas, me aseguro de censurar sus tetas, no soy tan malo cómo para publicar un nude. Etiqueto a todos los del salón, sé que ellos compartirán la publicación gustosos de comentar al respecto. Sí, lo que estoy haciendo no es bueno, pero he aprendido qué traición con traición se paga. Etiqueto a mi cuenta principal, dejo pasar unos minutos y comparto la publicación, sorprendentemente no soy el primero en compartir. Me aseguro de rematar con un comentario: "Me pusiste los cuernos y me volviste el diablo"
Camino hacia la salida mientras observo el móvil, recuerdo que me faltan recoger mis cigarros y el encendedor. Al dar la vuelta tropiezo con algo, observo al chico sobre ruedas. Su cabello es castaño casi rubio, pero no logro ver el color de sus ojos. La expresión en su cara es de angustia, pero no por mí.
―Oye
―Perdón, no quise chocarte― Responde él.
―Ah, no hay problema. Solo que si no estás cómodo viniendo a fiestas no lo hagas.
―No es eso, todo está bien― Responde a la defensiva.
―Estar rodeado de personas drogadas y borrachas no es mi definición de "bien" ― Tampoco creo que yo sea el indicado para hablar de qué es estar bien.
―No tengo de otra opción, está es mi casa, y la fiesta la hizo mi hermano.
―Bueno, puedes salir corriendo de aquí... rodando, perdón.
―No hay problema, ¿Es mucho si pido que me ayudes a llegar al ascensor?
―Tú guías.
Empiezo a empujar su silla mientras sigo sus indicaciones. Después de unos minutos ya estamos en el tercer piso de la mansión.
―Gracias... - Dice casi murmurando.
―De nada... no se tu nombre.
―Soy Valere Goldblum― Se presenta y extiende su mano para que yo la estreche, me agachó para estar a la misma altura. Soy capaz de ver sus ojos con claridad ahora, marron oscuro, casi parecieran ser negros.
―Yo soy Dante― Estrecho su mano mientras él procesa mi nombre.
― ¿Cuál Dante exactamente?
―Faust... ―Su cara palidece, yo y mi mala fama.
Me retiro tranquilamente mientras siento su mirada sobre mí. Bajo por el ascensor, y esta vez sí que me voy. Al salir el aire frio y la ropa mojada me hacen saber que, si no me levanto enfermo, soy un dios. Camino con el móvil, la caja de cigarros y el encendedor en la mano, victima perfecta para un asalto.
No sé cuánto he caminado, pero me detengo frente a un local de tatuajes. Lo observo por un rato, saco mi billetera del bolsillo.
―Mierda, olvide que la traía― Digo mientras observo el dinero empapado.
― ¿Necesitas algo? ― Pregunta un extraño que apesta a alcohol, o quizás apesto yo, no sé.
―Dinero para un tatuaje― Bromeo.
―Yo invito, pero no escojas algo muy grande.
― ¿Eres dios? ― El extraño se ríe.
Entro al local aún riendo, vaya noche más loca.
💐🍃💐🍃💐
Hola a todos, soy la autora. Espero que les esté gustando hasta ahora la trama.
Ya veremos qué pasara más adelante, pero tengo cositas pensadas, muchas. Gracias por el apoyo.
También aprovecho para apoyar a las escritoras que me han dado consejos:
Gracias por votar, nos vemos en el próximo capítulo.😊
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