3. Mimulus I

Estoy en la maldita cocina mirando las tostadas quemadas, hechas por el director. Debí haber hecho yo el desayuno. Desde hace un rato parece analizarme, no seré un experto en lenguaje corporal, pero ya sé que se vienen preguntas que no responderé ni con un cuchillo al cuello. Se acomoda en su asiento innecesariamente, un suspiro nasal y sus ojos quedan fijos en los míos. Por alguna razón sonrío, quiero romper el contacto visual, huir antes de que él haga la primera pregunta.

― ¿Qué fue lo que paso ayer? ― Primera pregunta. Sus ojos de cierta forma me atemorizan, es como si pudiese ver las verdades no dichas.

―No sé a qué te refieres.

―Unos paramédicos tuvieron que atenderte, ni siquiera me has contado que paso exactamente.

―No podía respirar debido a un ataque de pánico, eso es todo― Ojalá eso fuese todo.

―No estás dispuesto a decirme, lo noto en tus ojos. Cuando mientes es casi como si estuvieses a punto de llorar, no puedes mentirme... no a mí.

Tiene razón, no puedo. Por eso quería huir, para él soy un libro abierto, aún cuando ni yo me entiendo. Es jodidamente irónico, me conoce más que mi familia. Incluso más que el reflejo del espejo.

―Arlon, es solo eso.

― ¿Por qué tuviste un ataque de pánico?, la verdad.

Me levanto rompiendo el contacto visual, huir es lo único que se me ocurre. Él se levanta, pero no me reclama una respuesta. Cuando termino de desayunar me hace señas para que lo siga.

―Hoy vienes conmigo a la preparatoria― Le hago caso sin reclamos.

La campana suena dando paso al descanso, camino con tranquilidad por los pasillos. Me pregunto cuántos habrán hecho lo mismo, pensar en cómo resolver sus problemas adolescentes o qué será de su futuro, ¿Habrá alguien encontrado la respuesta de su existir?, se cuan tonto sueno haciendo preguntas sin respuesta, pero qué más da.

Puedo ver mi casillero a lo lejos, apresuro el paso, pero me detengo al ver que varios se ríen al echarle una mirada. Camino más lento hacia esté, solo para darme cuenta de que hay varias notas y fotos de flores pegadas a él. Arranco una para leerla:

"Estimado florecita, me he enterado de tu fascinación por las flores, así que, espero no te moleste que pegara las fotos que tenías dentro de tu casillero fuera de este. Invito a los que lean esta nota a pegar las suyas. Gracias por tu atención jajaja."

Observo las otras notas, la caligrafía es distinta. Ofensas, ataques directos. Escucho risas bajas, mis manos comienzan a sudar frio, quito las fotos con cuidado. Abro mi casillero, un montón de pétalos de rosas salen disparado de este cayendo a mi alrededor, otros tantos quedaron dentro sobre mis cosas. Tiro las fotos dentro y cierro con fuerza mi taquilla. Me observan. Se burlan. No es divertido, no es divertido ser el centro de las burlas.

― ¿Florecita que pasa? ― Su voz hace que mi mandíbula se tense. Aprieto mis puños. La ira arde como brazas en mi interior.

―Fuiste tú― No cabe duda, lo sé.

― ¿Molesto florecita?

―Vete a la putisima mierda, joder, ¿No tienes más nada que hacer en tu puta vida?

―Cuidado con esa boca― Se ríe. Sonrío histérico sin poder creerme la situación.

― Te voy a partir la puta cara.

―Aquí estoy, adelante― Empiezo a escuchar los cotilleos.

Observo a mi alrededor, entre la multitud se encuentra Atenea, ella borra la sonrisa de su rostro en cuanto la miro. Vuelvo a mirar a Luke, esta vez sin los mismos ánimos de golpearlo que tenía hace unos segundos. Me arden los ojos, me siento destrozado, me siento nada, quizás siempre he sido un vacío creyéndose más que eso.

― ¿Vas a golpearme o no? ―Sigue provocándome, pero ya perdí los ánimos.

Camino hacia él, pero sigo de largo fingiendo que no me interesa, avanzo con esa falsa serenidad que hace de barrera. Sé que nadie ira tras mí, hablaran a mis espaldas. El hombre que olvida su propia historia, está condenado a repetirla. Ya conozco esta, y sé que no debo darles el gusto de ver que me afectan.

Los pasillos tan largos, y mis lágrimas tan cercanas. Observo que no haya nadie alrededor y comienzo a correr. Estos días huir se ha vuelto algo común. Siento el agua salobre deslizarse por mi rostro, ya estoy cerca del almacén. Tropiezo con algo, pero no caigo al suelo, miro para saber con qué choque. Un chico en silla de ruedas, me observa curioso. Vuelvo a correr antes de que este pronuncie palabra, me vio llorar. Mi respiración es irregular.

Entro al almacén y trabo la puerta desde dentro. Quiero gritar. Intento controlar mi respiración, mientras las lágrimas siguen su curso por mi rostro. Me humilló ante otros estudiantes, le hare la vida imposible, pagará lo que hizo. Me siento frustrado por solo poder llorar, simplemente las palabras no salían. Sus burlas. La forma en que me miraban.

Agarro un balón del almacén y lo lanzo, el sonido del rebote inunda el lugar. Lo haré arrepentirse, que sienta está frustración. Ese hijo de puta va a llorar. Alguien toca la puerta, una risa nerviosa me invade. Los recuerdos de la sonrisa burlona de mi novia me golpean directo al pecho, yo la hubiese defendido aunque no tuviese razón, yo me habría puesto en la línea de fuego por ella. Golpean suavemente la puerta otra vez. No pienso abrir, no ahora.

― ¿Dante? ―Es Ernest.

Le abro la puerta, por alguna razón, siento que no habrá problema, aunque se trate de él. Entra y cierra la puerta, me observa con preocupación, nunca pensé que fuera a preocuparse por mí. Me limpio las lágrimas mientras mantengo un semblante serio. Suspira observándome.

―Te ves como la mierda hermano.

Me mantengo en silencio. Se acerca a mí con lentitud.

― ¿Necesitas un abrazo? ―Su voz es suave al preguntar. Lo observo confundido, sonríe. Y me abraza. Me mantengo tenso con mis manos pegadas al cuerpo― Vi lo que pasó, lamento no haberte ayudado, no sabía qué hacer.

Ernest🌻

―Dan, nunca te había visto así― Sé que no hablará, es demasiado orgulloso cómo para hacerlo.

Cuando estoy a punto de apartarme para no incomodarlo, me abraza también. Sus manos tiemblan, el agarre es fuerte. Sus sollozos apenas se escuchan, como si intentara llorar en silencio sin mucho éxito. Nos quedamos así un rato hasta que se aparta ya más tranquilo. Nunca pensé que abrazaría a Dante, siempre pensé en él cómo alguien inquebrantable.

Luke Neumann🌻

Creí que esto era una buena idea, me siento cómo una mierda, ¿Qué gane humillándolo así?, ahora solo debe guardarme rencor. Todos se ríen de él, así se reían de mí. Esto no tuvo ningún sentido. Le mostré lo que se siente ser humillado, pero eso no cambiara nada, soy un completo imbécil. La campana suena, fin del recreo.

―Eso fue muy jodido―Volteo, veo a Henry riéndose, ¿Hice bien o mal?, nadie merece ser humillado así― ¿Qué pasa?

―No me siento bien por haber hecho eso, ahora siento que fue un completo error.

―Bueno, él se lo busco.

―Lo sé, pero no me siento bien. Esto no valió la pena Henry.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top