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Despues del almuerzo, Bohyun llevó en su regazo a Jae hasta la habitación, el pequeño había caído rendido después de que le limpiara la carita con agua tibia. Su pancita estaba cargada y el cansancio de una mañana de jardín lo tumbó en los brazos de su padre.

- ¿Cómo se conocieron? - No me esperaba la pregunta, es decir, se suponía que él señor Park esperaría a mi esposo en la sala, no en la cocina.

- Conoció primero a mi padre y, en consecuencia, a mí. - Desgraciadamente a mí.

- Pensé que a los jóvenes de ahora no les interesaban los matrimonios y menos los hombres con hijo. Aunque, sí los hombres comprometidos.

- No lo sé. No soy un joven normal.

- No, claro que no. Eres más inteligente que eso.

- No sé cómo interpretar eso. - ¿Dónde  está Bohyun?

- Los que son como tú buscan a hombres como Bohyun, con dinero, no importa si son comprometidos o si tienen una familia constituida. Marcan una línea y van tejiendo una red hasta que consiguen lo que quieren y, se quedan con todo.

¿Qué debería pensar? Es normal, no debe ser el único que lo piensa; es más fácil culparme a mí de la destrucción de una familia perfecta que a los verdaderos integrantes. Por ser joven, con una diferencia bastante evidente y amplia con Bohyun, me he acostumbrado a cargar con las conjeturas y posteriores acusaciones de una sociedad a la que, a parte de los chismes y el morbo, no les interesa realmente el dolor que sienten las partes o los que realmente lo sufren. Es el hermano de la ex-esposa, me dice que me metí con su cuñado y que lo separé de su amada hermana, la misma que no ha pisado está casa por miedo a tener que hacerse cargo de su propio hijo.

No iba a responder. ¿Qué ganaría con eso? ¿Un enemigo? No me importa, él y todos pueden decir lo que quieran.

- Pero eso no importa, porque voy a asegurarme de que mi sobrino sepa quién es su única y verdadera familia. Y, cuando eso suceda... 

- Sabes algo... ¿Por qué tu hermana no viene a ver a su hijo? Además, - me apoyé sobre la mesada- si yo fuera lo que tú dices que soy... no estarías aquí diciéndome esas cosas. ¿Sabes por qué? Porque haría que mi esposo te echara a patadas de aquí. - Volví a lavar los platos. - ¿Quieres que me vuelva como uno de esos chicos que tú dices son de lo peor? Te recuerdo que el que está sobrando en este lugar, ahora mismo, eres tú.

El plato cayó de mis manos y las formas rectangulares de los azulejos comenzaron a mezclarse y a borrarse.

- ¡Eh! ¿Qué pasa? - Escuché muy cerca y, después la voz de Bohyun. Otra vez no.

- ¡Sehun! - Sentí como me cargaba y me sacaba de allí. - Sehun, escuchame... - Sus manos tomaron mi rostro. - ¿Dónde están los calmantes? - Mi vista estaba mal, quiero ir a mi habitación. - Tranquilo... solo es otro ataque, tienes que calmarte. Estoy aquí... todo estará bien.

Sé que estoy en mi habitación porque Bohyun está revisando unos cajones, mientras que con una mano sostiene mi frente. Estoy tan cansado. No quiero los calmantes, voy a estar bien.

- Ya... estoy mejor.

- Quédate a descansar, voy a llamar al doctor.

- No, no...

Está parado junto a la cama y sostiene su celular, pero vuelve a guardarlo. No quiero una consulta, me he acostumbrado a la idea de que los ataques ocurrirán tarde o temprano, con o sin razón que los provoquen. No quiero depender de una droga para no perder el control; no puedo arriesgarme a necesitar cada vez más cantidad, no.

La próxima vez no me lo dejará pasar. Mañana todo se calmará y podré cuidar de Jae y de la casa, como siempre.

Bohyun me ayuda a levantarme y me pasa una botella de agua, desde la puerta puedo ver la expresión perpleja que tiene Park. Debo haber dejado un gran espectáculo de destrozos allí abajo; voy a lamentarlo, esos platos eran los favoritos de Jae. Le pediré a mi esposo que los compre un poco menos frágiles la próxima vez. Dentro de una hora se despertará Jaehyun y pedirá su merienda... necesito enseñarle a comer más frutas y semillas saludables. Quiero que me dejen solo un momento. ¿Es mucho lo que estoy pidiendo?

- Bohyun... tienes que prepararle su merienda a Jae. - Traté de sonreír. - No te quedes parado aquí, vamos o vendrá a acosarte por comida. - Él me miró por unos momentos y se dirigió hacia el pasillo.

No debe descuidar a su hijo. Estoy siendo un gran problema pero no debe perder su tiempo conmigo. Bebo un poco más de agua; ya no hay nadie en mi habitación y tampoco en la puerta. Seguramente le asustó ver esta familia tan poco perfecta.

No puedo sentirme culpable toda mi vida... Sin embargo, este miedo no sé va, y está allí, tan cerca, tan fresco, esperando para demostrarme que todo fue un sueño y que las cosas no han cambiado; para llevarme hasta la sucia casa en la que, tal vez, siga viviendo mi padre; para regresarme en la cara que Jaehyun no es mi hijo y que difícilmente pueda mantenerlo de esa forma a mi lado.

Aún puedo sentir el primer ataque. Sucedió cuando mi hijo se enfermó y los doctores nos decían que su estado era muy delicado; en ese momento no caí. Sí lo hice cuando Jae ya estaba en su cuna, durmiendo. Me desmayé en mi habitación y desperté en el hospital, una semana estuve en observación hasta que dieron con el diagnóstico.

No quiero volver a caer.

Solo quiero que está felicidad dure lo suficiente como para compensar lo ocurrido en los años anteriores. Algo cálido está debajo de mi brazo derecho, es Jae; su cabello castaño es muy similar al de su padre y sus rasgos, también. Es un buen niño, seguramente está aquí aunque su padre le dijo que no podía.

Como quisiera que fueras mi bebé para poder cuidarte aún más que ahora. Él tiene razón, solo es cuestión de tiempo para que desees conocer a tu verdadera madre y, entonces, yo pasaré al olvido. ¿Me seguirás queriendo? ¿Seguirás diciéndome papi?

- ¡Papi! ¿Por qué estas llorando? - Sus manitos intentan limpiar mis mejillas y no puedo contenerme, abrazo su pequeña estructura y le digo lo mucho que lo quiero.

En medio de la noche siento como unos brazos pasean lentamente entre los míos.

- Tiene que ir a su cama... le dije que necesitabas descansar.

- Sí, es muy dulce.

- Es muy dependiente de ti. Lloró mucho cuando lo llevamos al jardín.

- Solo fue un poco.

- Pataleó y no te soltó hasta que le  juré que volveríamos.

- Estaba asustado.

- A veces creo, no, sé que te quiere más a ti que a mí.



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