23
El espejismo con el que jamás soñé estaba haciendose realidad sobre nuestra cama; Hyun dormía en paz al resguardo de su hermano mayor y un peluche de jirafa.
- ¿Cómo los cambiaremos a la otra habitación? - Me susurró Chanyeol.
- ¿Tendremos que dormir en el sofá? - Le sonreí. - ¿Sabes desactivar una bomba ultra sensible?
- No.
- No le veo solución...
- Primera noche sin dormir.
- No cuenta si el niño no llora. - Justifiqué.
- ¿Quiere decir que no ha pasado lo peor?
- Creo que no. - Tomé su mano y volvimos a la sala. - ¿Qué te dijo la doctora sobre Hyun?
- Me dijo que es muy lindo y...
- Sobre su salud.
- Me dijo que está muy bien, solo nació un poco antes. Nada lo diferencia de un bebé perfectamente sano. - Me dio un abrazo.
- ¿Cuándo debemos volver?
- En un par de semanas, aunque todo depende de cómo evolucione nuestro hijo. Yo tengo mucha fe. - Rodeó con sus brazos mi cintura.
- No podemos hacer nada, Chanyeol.
- Lo sé, claro que lo sé. - Apoyó su cabeza en mi hombro y respiró de mi cuello. No era un secreto que mi cuerpo necesitaba un tiempo para curarse, sobre todo después de una operación de emergencia.
- Además, no haremos nada mientras Jaehyun esté en casa. - Le di un beso en la mejilla y me senté en el sillón.
- No tienes que decírmelo. Voy a repasar... cuarentena, dos años sin dormir y cuando empiece a caminar...
- Eres muy dramático. - Se sentó a mi lado y nos besamos durante unos minutos. La oscuridad de la sala nos apadrinaba en ese íntimo encuentro, por mucho que pensáramos, nuestros sentimientos nos empujaban a cometer cualquier locura por amor.
- Estaba preocupado... no, aterrorizado. Te cargué en mis brazos, tu cuerpo temblaba sin control y lo único que dijeron fue: el niño viene. - Me enderecé para poder verlo. - Te llevaron en una camilla y no me dejaron pasar. Estaba explotando fuera de esa sala. No tenía idea de lo que sucedía. ¿Nuestro hijo estaba mal? ¿Algo le sucedió a nuestro bebé? ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué no podía verte? - Lo oí suspirar. - Iba a colapsar. Entonces, una enfermera salió y me dijo: sigame, su hijo nació.
- Chanyeol...
- Estaba tan aturdido y ansioso. Corrí hasta la habitación y lo vi, su cuerpito rodeado por fibra de vidrio y cables. Unos minutos después pude visitarte, caí rendido en una silla y te felicite por nuestro bebé. Yo no podía estar en pie... - sonrió - y no lo di a luz.
- Eres un gran hombre, Chanyeol. Nuestro hijo te amará, estoy seguro.
- ¿Le estás dando ánimos a un hombre de treinta años? - Me besó.
- Nunca está de más.
- Eres demasiado maduro para tu edad. ¿Alguna vez te interesaron cosas de tu edad?
- No tenía tiempo para saber cuáles eran. - Es doloroso e incomprensible decir que no tuve infancia, más bien, no tuve la infancia que hubiera querido. Fui a la escuela, pero no la sentí. Nunca tuve amigos, solo compañeros. No me gustaban otros chicos o chicas porque no tenía razón de ser para mi; se suponía que tu mayor dolor a esa edad era el desamor o la frustración en todas sus facetas (laboral, emocional, familiar, sexual). Yo no tenía tiempo para pensar en mí y en mis problemas, mis pies tocaban un cristal muy fino.
- Bueno, si soy sincero...
- ¿En verdad pensabas que era un oportunista? - Lo interrumpí; él suspiró.
- Mi hermana se alejó de nosotros desde el mismo momento en que se divorcio de Bohyun; ¿te conté que se casaron de una forma muy rápida? Bien, ella se desligó de su esposo y de su hijo, mi sobrino. Traté de buscarla, porque no sabía dónde estaba Jaehyun. No conocía a mi cuñado. - Sacó su billetera y me mostró un papel. - Ella se fugó para tener una vida "salvaje" o como se le diga, y todo termino de la peor manera. El investigador que pagué me dijo que había muerto en un accidente de tránsito; estaba muy embria.
- Lo siento, no...
- Bohyun sí lo sabía, él fue quien pago los servicios fúnebres. Tal vez lo hizo por Jaehyun.
- Uno es padre ante todo... - Repetí como si mi caso hubiera sido el mismo.
- Cuando encontré a Jaehyun, llegué a Bohyun y... - Guardó su billetera. - Me enteré que se había casado, nuevamente. Durante días crucé por esa calle, sin animarme a estacionar. Hasta que una mañana me detuve junto al árbol del frente y cargué todos mis refuerzos en una sola frase: buenos días; iba a soltar esa frase como un alfiler de una tonelada. Sin embargo, en lugar de que me recibiera una mujer de unos treinta y más años, un joven de actitud relajada y dulce abrió la puerta, me escuchó y me dejó pasar.
- ¿Treinta? - Sonreí.
- Mi primera impresión fue: es el niñero, el casero, el jardinero, algún empleado... Pero cuando Bohyun se dirigió a ti como esposo... Después de eso, mis prejuicios hablaron por mi. Él te doblaba la edad; no se veía tan viejo, entonces dije: este chico está engañado. Además, Bohyun tenía un hijo. - Miró hacia el techo. - Lo sé, pienso como esas viejas del supermercado.
- No eres el único.
- Pero te lo dije cuando solo fuiste amable conmigo. Y, tu apariencia no me ayudaba a pensar en que eras el esposo del padre de mi sobrino. - Repitió rápidamente. - ¡Quería que me vieras! Estaba celoso de lo que él tenía... Cuando me ignorabas o me tratabas como a uno más en esa familia, realmente lastimaba mi orgullo.
- Eres muy raro...
- No, ¿no lo notaste? - Abrió sus ojos.
- ¿Notar qué?
- Como te veían otros hombres. - Se inclinó hacia adelante. - Los vi en la fiesta de gala, estaban con Jaehyun... Mis contemporáneos y los tuyos ardían de vergüenza. La pregunta era: ¿cómo puede ser? Muchos se escondían detrás de la falta de dinero, algo que a Bohyun no le faltaba, y otros... - Me miró y cerró sus manos en puños. - En la hipótesis de que te había embarazado y no podías huir de ese compromiso. - Se rió. - Yo elegí creer que eras un ayudante o algo así.
- Eso...
- No lo digas. Quise matarme cuando volví esa noche a casa. Sobre todo cuando te vi entrar en crisis de esa forma.
- Eso ya está en el pasado.
- Desde la salida al cine comencé a soñar contigo y a querer estar más cerca. El día que supe que no tenías intimidad con él... Esa noche no pude cerrar un ojo. Mi caracter competitivo y nefasto me empujó a buscar un camino hacia ti; me tentaba todas las noches con recuerdos de tu boca, tus manos, tu rostro... Me estaba volviendo loco. Antes de darme cuenta estaba estacionado junto a ese árbol, otra vez.
- Ya estamos juntos. No tienes que preocuparte. - Se acomodó en el sillón y volvió a besarme.
- No puedo evitarlo, tendré miedo incluso cuando seas oficialmente el señor Park.
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