20

Las dos semanas pasaron, Bohyun llamó todos los días como había prometido. En algunas ocasiones lo dejaba a solas con Jaehyun y, en otras, me quedaba por si necesitaba comunicarme algo. No esperaba una tregua con él o algún acuerdo amigable, porque él siempre intentaba sacudir mis decisiones; de una voz fría y objetiva pasaba a un trato dulce y pasajero, como si probara el terreno constantemente.
Chanyeol se ponía molesto cada vez que ocurría, pero hablábamos de eso y lo dejábamos pasar. 

- ¿Hoy vuelve papá?

- Sí, ¿recuerdas lo último que te dijo?

- Dijo que me extrañaba mucho. - Sujetó las correas de su mochila. - Papito, ¿volveremos a casa? - Mi corazón tembló ante sus palabras.

- Papá dijo que iba a buscarte a esta hora. - Sus dedos recorrieron los botones de su camisa y asintió.

- ¿Puedo dormir contigo, papi? - Levantó su cabecita y me miró por un momento. - Es que tengo miedo, papá no sabe cómo cuidarme antes de dormir...

- Podrías enseñarle. - Le acaricié la cabeza. - Papá puede aprender muchas cosas rápido, ¿lo recuerdas? Papá es como un superhéroe.

- ¡Papá puede! - Saltó y se sujetó de mi mano; Chanyeol estaba sentado junto a nosotros en la banca, su espalda se enderezó cuando el auto de Bohyun se detuvo en la esquina. Jaehyun se levantó y tiró de mi mano para que avanzáramos hasta el vehículo.

- ¿Cómo estás, campeón? - Dijo, y levantó a su hijo. - ¿Listo para volver a casa?

- Sí. - Lo ayudé a subir al auto y aseguré su silla; poco a poco comencé a retroceder y moví mis manos a modo de despedida. - ¿Papi... - Bohyun encendió el auto y los ojos de Jae se llenaron de lágrimas al ver que seguía afuera. ¿Por qué tenías que ser un niño tan inteligente? ¿Por qué nos sucede esto? Por inercia me sujeté a la manija de la puerta y Chanyeol pegó un grito cuando mi mano fue casi arrastrada por el arranque del auto.

- ¡Sehun! - Me dolía tanto. ¿Por qué dolía tanto?

- ¡Jaehyun! ¡Jaehyun! - Los fuertes brazos de Chanyeol me rodearon y mi cuerpo fue cayendo lentamente.

- Tranquilo, por favor, amor.

Ya era suficiente para mi. Se suponía que era algo que sucedería, tarde o temprano. Sin embargo, esas dos semanas recordé lo maravilloso que era mi hijo y lo bien que se sentía ser parte de su vida.

El departamento se sentía vacío sin las risas alocadas de mi bebé o sus carreras por el pasillo principal. Incluso había dejado un pequeño recuerdo en la carpeta de trabajos de Chanyeol, era increible lo que una hoja en blanco y un par de colores podían hacer por el aburrimiento de un niño.

- Con el divorcio se establecerán muchas cosas. Podrás tener un régimen de visitas con Jae. - Recosté mi cabeza sobre su hombro y él rodeó mi cintura con su brazo.

- Lo extraño. - Me dio un beso en la frente. - Debes estar cansado, Chanyeol.

- Claro que no.

- Las dos semanas las pasaste como si fueras un padre de familia. - Le acaricié el rostro.

- Voy a serlo. - Sonrió y me sonrojé al recordar a nuestro pequeño bebé en camino.

- No te preocupes, voy a estar listo para cuando nuestro pequeño llegue o... aún más aterrado.

- Creo que lo harás bien, tienes buenos instintos con Jaehyun.

- Solo tengo que mantener la calma... me recordaré eso el día del parto. - Se golpeó el pecho con la mano que tenía libre.

- Yo también estaré nervioso. - No podía imaginarme una vida nueva, con mis dos hijos. Froté mi vientre con cuidado, aún no había ningún cambio ahí, pero me sentía diferente.

- Tan pronto como podamos... - Su mano tomó la mía y colocó un anillo en mi dedo anular; lugar que había quedado vacío cuando decidí quedarme con Chanyeol. - ¿Quieres casarte conmigo? - Me quedé en silencio, pero unos segundos después comencé a asentir frenéticamente con la cabeza mientras aguantaba las ganas de llorar. - No sé si quieres casarte o llamar a la policía.

- Sí, quiero. - Solté con un hilo de voz. Chanyeol suspiró y tomó mis labios en un beso profundo. Un calor familiar escaló desde mi vientre hasta mi pecho, nuestro hijo lo había sentido.

Dos meses pasaron, la comunicación con Jaehyun era fluida y con Bohyun habíamos llegado a un acuerdo mucho antes de que se resolviera el divorcio.

- No quiero nada. - El hombre me miró y luego observó a mi abogada.

- Debe entender joven Oh que mi cliente deja en claro que le corresponde una cierta cantidad de dinero por el divorcio.

- Yo no tenía nada cuando me casé con él. No necesito el dinero. - Al fin podía entender por qué Bohyun no asistió a la ultima reunión.

- Es una cláusula irrevocable para que el divorcio se de. - El abogado se quedó en silencio.

- Entiendo lo de las clausulas, pero mi cliente no desea disponer de ese dinero porque no considera que sea necesario. Además, no debería estar tranquilo el señor Bohyun con esta decisión.

- Me temo que no hay posibilidad de negociación. Y no es que quiera molestar con esto, pero es parte de un acuerdo que se hizo entre la pareja y que no puede romperse.

- ¿Acuerdo? - Interrogué.

- Claro, cuando se casaron una de las clausulas especificaba que si el matrimonio se disolvía, por ningún motivo el, entonces adolescente Oh, podía quedar sin protección. El señor Bohyun lo consideró conveniente y así se hizo. - Me acercó la carpeta con los papeles. - No es un capricho, desde siempre fue así. Y aunque no lo crea, sin importar que el señor Lee sea mi cliente, nunca voy a olvidar que a pesar de todo, usted era muy joven, supo adaptarse a una forma de vida tan fría y tan diferente que me impresionaba como se había desarrollado esa familia. El señor se veía feliz y su pequeño hijo estaba en buenas manos... Eras un niño. Este dinero no puede devolverte ese tiempo pero...

- No me arrepiento de eso. - Me resigné al hecho de que no convencería a Bohyun. - ¿Cuándo podré ver a Jaehyun? - Eso era lo único que importaba.

- El señor no quiso hacer una cláusula sobre eso. Dijo que lo hablaría con usted. Según él, su hijo no es parte del divorcio. 

Cuando el divorcio se hizo efectivo, volvimos a Corea del Sur. Chanyeol quería que me mudara con él lo antes posible; no le hizo gracia que recibiera el dinero de mi matrimonio, pero era inevitable. Sin embargo, abrí una cuenta en el banco a nombre de Jaehyun, después de todo era su dinero.

- ¿No piensas llevarte el armario? Te servirá.

- No es necesario, Bohyun.

- ¿Y el sofá? Tu lo elegiste.

- No voy a desarmar la habitación.

- ¿No quiere que  te lleves nada de aquí? - Cerré la última caja y él la levantó sin permiso. - Te ayudaré a llevarla.

- ¿Como lo hiciste con todas las demás? Y no, Chanyeol no tiene nada que ver con la mudanza.

- Solo quiero ayudar. - Salió de la habitación con una pequeña sonrisa en su rostro.

- ¿Qué estás planeando? - Fui detrás de él.

- Es mi comportamiento caballeroso de siempre.

- Chanyeol está abajo.

- Tendrá que soportarme por el resto de su vida. - Se dio vuelta. - Tenemos un hijo en común. - Solté un suspiro y me adelanté para abrir la puerta. - De verdad, siempre tendrá que verme.

- ¿Puedes madurar?

- Lo haré si él lo hace primero. - Apuntó con la cabeza; Chanyeol estaba de pie junto al auto, se veía ansioso y enojado. - Está celoso. ¿Qué debe estar pensando? - Movió la caja y preguntó. - ¿Llegaste al primer trimestre de embarazo?

- Aún no. - Tomé la caja. - En un par de semanas.

- Voy a buscar a Jaehyun, no le agrada la nueva maestra de jardín.

- Se adaptará.

- Tal vez. - Su celular vibró y entonces una carcajada. - ¿Qué?

- Nada, Jaehyun me contó algo divertido cuando lo llevé al jardín. - Sonreí y caminé hasta Chanyeol.

- ¿Qué ocurre? - Me preguntó cuando nos detuvimos en el semáforo.

- Bohyun a progresado mucho con las sesiones en el psicólogo.

- ...

- Es tu culpa que me volviera así. - El auto retomó su movimiento. - Está viendo a alguien.

- ¿Si?

- Debe ser muy dulce.

- ¿Cómo?

- Su psicólogo; Jaehyun me dijo que tuvieron una visita el domingo y, según él, su papá está muy atontado.

- Es increíble...

- Lo es... - Froté mi vientre y él sonrió.

- Llegaremos pronto.

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