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- ¿Dónde estás? ¡Sehun!

Él estaba ebrio, como siempre. Me recosté sobre las tejas del techo y deseé que el cielo no se viniera abajo. ¿Qué fue lo que hice para merecer esto?

- ¡Maldito! ¡Hijo de puta! ¿Dónde estás?

Coloco en mis manos un pequeño cupcake adornado con chips de chocolate.

- Feliz cumpleaños Sehunnie... - Contengo las lágrimas y llevo el dulce a mi boca, lo como lentamente porque sé que no puedo guardar una sola migaja. - Te extraño mamá.

Me levanto y doblo con cuidado el papel dorado.

- Nos veremos en el número dieciocho... - Le digo al cielo mientras guardo cada papel. Faltan tres horas para que se caíga rendido al suelo y yo pueda volver a mi habitación. - ¿Crees que termine en la cárcel? Su jefe estuvo aquí, se veía muy enojado. Lo bueno, esta vez no tuve que soportar amenazas. - Suspiré. - La ventana del frente está rota, una de las prostitutas vino a desquitarse conmigo.

Motores y golpes en la puerta, pero se escucha diferente; me levanto, y me sorprende la altura del techo. Abajo, puedo ver una serie de personas esperando en la puerta y dos pares de autos, muy lujosos, estacionados en la vereda de en frente.

No escucho los gritos de papá, seguramente lo de anoche fue muy pesado. Aún así, no es bueno dejar esperando a la gente... Mi cuerpo se levanta gracias a una poderosa orden, enviada sin mi permiso; camino por el tejado con la naturalidad de siempre y bajo por el árbol del jardín.

- ¡Ey! - Me han visto, que mal, no estoy preparado para recibir visitas. Voy rápidamente a la canilla y me limpio el rostro, acomodo un poco mi cabello y tomo una camisa y unos pantalones limpios de la cuerda.

Mi padre está tirado en medio del comedor, apesta a todo. Esquivo su estructura y llegó a la puerta... ¿Qué debería decir? No lo conozco. No vive aquí... Sé muy bien que no funcionará.

- Buenos días. - Son varios, todos se quedan en silencio y, solo uno, habla.

- Buenos días, Sehun. - Es el jefe de mi padre. - Tu padre ¿está aquí?

Desde en fondo pudieron escuchar un ronquido que podría espantar a un oso, ¿de dónde saca el dinero para beber?

- ¿Puedes dejarnos un momento a solas con él?

Yo no quiería estar a solas con él. ¿Por qué alguien más querría?

- Supongo... pero está...

- Puedo con eso. - Respondió simplemente e ingresó con todos los demás.

Fue muy descortez que me dejaran fuera de mi propia casa, pero se me quitó la indignación cuando me senté en el banco de una plaza. ¿Qué querrán hacerle? Solo esperaba no terminar en más problemas.

¿Cuánto se supone qué debía esperar?

Regresé lentamente hacia casa, los autos aún estaban ahí. ¿Por qué?

Un par de sujetos esperaban afuera; me dejaron pasar. Mi padre estaba como atontado y abstraido, nunca lo había visto pensando... Su jefe se levantó del sofá y su secretario o abogado, no lo sé, recogió unos papeles que estaban frente a él.

- Sehun, tu padre tiene una deuda con mi empresa.

- Yo... no lo sabía.

- Lo sé. Tu padre, como sabrás, no puede pagarme. Lo más seguro es que termine en la cárcel o algo peor.

- ¿Cómo...

- Hemos llegado a un acuerdo con él. Tienes que casarte conmigo, ya tengo el permiso de tu padre.

Todos salieron por la puerta y me dejaron allí, congelado. Él me miró a los ojos y se dejó caer en el sofá; corrí hasta su cuerpo y comencé a golpearlo con tanta rabia mientras lloraba. No había reacción alguna. Me había vendido, a mí, a su propio hijo.

Unas horas después estaba en el auto de Bohyun camino a su casa y, de allí, a un registro civil.

Di el sí sin ser mayor de edad; esa propuesta olía a alcohol y a desesperación en todas parte. No sé por qué no opuse resistencia... supongo que ya estaba demasiado roto como para hablar.

La única sorpresa que tuve ese día fue un niño pequeño que dejó de llorar cuando lo cargué en mis brazos; justo cuando estaba a punto de desmoronarme.

Quería protegerlo como nadie había hecho conmigo. La mayoría de mis fortalezas las descubrí en guerras y discusiones en las que él saldría beneficiado. Aprendí a enfrentarme a otros solo por él y, en cierta forma, sabía que si me lo quitaban sería el golpe final.

Bohyun nunca me dijo por qué hizo eso, ahora que lo conozco un poco mejor, sé que no haría nada como eso, pero en ese entonces...

No volví a saber nada sobre mi padre.

Bohyun logró recuperar las fotos de mi madre que había en esa casa y otras cosas que mi papá había vendido... fue mi regalo de cumpleaños número dieciocho.

¿Cómo pude adaptarme? Enojándome. La casa donde estaban no tenía nada, ellos también estaban mal, pero podían salir adelante y yo, también.

Aún no logró sacar a Bohyun de su trabajo sin usar la culpa, a veces creo que vive con ella desde que se divorció de la mamá de Jae, como si fuera el causante del dolor de su hijo.

Es gracioso, porque todos necesitábamos repararnos.




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