XIV

"Bastaría con tocar tus pétalos trémulos

y endulzarme las desgracias

los días malos sin lluvia.

Bastaría con el rose de nuestros dedos,

besarnos a escondidas,

desobedecer a la natura;

en el universo reducido de tu cama,

ese lugar donde solo he visto la magia.

No le temo a la muerte,

le temo a la desazón que su idea me ocasiona.

Le temo al final,

a que no sean para ti mis últimas palabras,

los últimos versos de este poema.

Bastaría con una bella jugarreta del viento,

el olor de tu cabello en las mañanas,

los rayos del aura imitando tus caricias,

un parpadeo de tus ojos,

el cierre de los míos.

Bastarían muchas cosas,

pero contigo es suficiente."

Kaedi Jitán

Agradeció. Los aplausos siguieron después de que terminara de leer el último verso de su poema. Pasaron a una ronda de preguntas y respuestas en donde compartió el diálogo con el público, después de terminada la presentación se tomó fotografías con Romina y su equipo para el álbum de la casa cultural.
—Esta es tu casa, Kaedi. Vuelve pronto.
—Estamos pendientes con la editorial —le recordó a la chica que parecía animosa.
—Cuenta con ello, programemos una reunión.
Estrecharon su mano, después de algunas firmas y felicitaciones Kaedi fue a recibir a su familia; Sara estaba al borde de las lágrimas y Rajid tan conmovido y orgulloso que parecía que también lloraría. Soledad y Gabriel también estaban ahí, Karim, los Vallejo y Lía que iba con su acompañante, Matías.
Los ojos de Kaedi envolvieron a la chica que apareció aferrada al brazo de su cita. Habían empezado una relación secreta, se veían de noche, tenían breves salidas y en ocasiones Lía pasaba los fines de semana en su departamento, tonteando y mirando películas malas de terror. No querían que nadie supiera sobre su relación, sabían lo difícil que podría ser para todos así que intentarían ocultarlo lo más posible.
—Felicidades, tienes mucho talento, Kaedi —Matías se acercó a ella, estrechando su mano al final.
—Gracias, ¿qué te pareció?
—No sé mucho del tema pero, me encantó lo que leíste. Todo lo que logras transmitir es simplemente increíble, de verdad.
Kaedi le regaló una sonrisa. Dirigiéndose ahora a Lía que continuaba mirándola con tanta fijeza que comenzaba a sentirse nerviosa.
—¿Y qué me dices tú? ¿te gustó?
—No tengo palabras, todo lo que haces es maravilloso.
Kaedi rio por lo bajo. Sus miradas cómplices se mantuvieron firmes hasta que Rajid interrumpió aquella reunión, haciendo la atenta invitación a todos para ir a cenar y celebrar aquel logro de su hija en un restaurante popular.
Se dirigieron al lugar y al llegar los condujeron a una preciosa terraza iluminada y lista para la celebración. Todos se sentaron a la mesa. Kaedi quedó justo frente a Lía y Matías. Se miraron fijamente y de pronto comenzó a sentir los pies tibios de Lía intentando acariciar su pierna con delicadeza.
—¿Cuándo escribiste el último poema que leíste? —preguntó Salvador de repente, sentándose junto a ella después de acomodar a Nicolás en su silla .
Kaedi tomó el menú para disimular.
—Hace un tiempo, había estado trabajando en él.
Salvador volvió sus ojos a Lía, que ahora parecía atenta a su charla con Matías. Luego reparó en su amiga. Era demasiado perspicaz para esas dos.
La velada continuó tranquila, hubo un grupo de violinistas amenizando la cena y algunas botellas de champán para brindar. Sin duda Rajid estaba tirando la casa por la ventana.
Kaedi disfrutaba del momento cuando recibió una llamada, se disculpó con sus invitados para atender. Lía la siguió con la mirada, después de un instante, se puso de pie con el pretexto de ir al tocador.
—Sí, claro, Ricardo...no, no, no es tan tarde...sí. Supongo que no hay remedio... —continuaba en la llamada cuando vio pasar a Lía, la chica solo la miró, sonriendo de forma traviesa para continuar con su camino—. Mira, ¿por qué no vemos eso cuando vaya? ¿eh? la verdad estoy un poco ocupada.
El hombre al teléfono se disculpó y Kaedi colgó deprisa. Caminó sigilosa hasta donde Lía seguro estaba esperándola.
—Pensé que no vendrías.
—Jamás lo dejaría pasar —Kaedi fue hasta ella, colocándola sobre el lavamanos, comenzó a besar su cuello, a recorrer sus piernas y simular una escena teatral en donde le arrancaba el vestido.
Lía comenzó a reír, se aferró a ella entrelazando sus brazos a su cuello mientras se besaban profundamente.
—Me encantó el poema —susurró, peinado con sus dedos el revoltoso cabello de la chica.
—Es para ti.
—Lo sé —había dicho aquello orgullosa, conocía perfectamente ahora que cada verso de Kaedi era suyo. El crédito de ser su musa era una idea que rayaba en lo erótico, quizá algún día podría confesárselo. Pero por ahora, quería seguir guardando ese secreto. Dejó que Kaedi besara su cuello, y así mismo, ella no resistió la tentación de lamer su oreja—. Me pareció muy atrevido de su parte, señorita Jitán, que hablara de esa forma sobre mis... labios.
Continuaron con su juego de amantes furtivos cuando de pronto una mujer entró. Se sorprendió de verlas, pero mientras Lía bajaba de un brinco Kaedi le saludaba con un educado buenas noches. La mujer no dijo nada, fingió demencia y entró al retrete igual o más apenada que ellas.
Rieron por lo bajo y salieron sigilosas del lugar. Caminaron por el largo pasillo muertas de risa tomadas de la mano, cuando de pronto Kaedi se inclinó para decirle lo preciosa que se veía esa noche.
Lía la tomó de la camisa, aprisionándola entre su cuerpo y la pared para poder besarla una vez más antes de continuar con su farsa.
Kaedi decidió ir primero, Lía la alcanzó unos segundos después para intentar disimular. Se reunieron con los demás y continuaron con la velada.
Ya entrada la noche Lía le dijo a Matías que era hora de irse y el chico aceptó. Había estado muy serio durante la mitad de la cena pero Lía no le dio mucha importancia. Sin embargo, había algo importante que tenía que tratar con él antes de que el tiempo pasara aun más.
Antes de subir al auto Lía lo detuvo:
—Matías, me gustaría hablar contigo.
El chico la miró.
—Claro, ¿qué sucede?
Tenía tiempo pensándolo detenidamente, incluso lo había hablado con Kaedi. No se sentía cómoda utilizando a Matías de pantalla con los otros. No era lo correcto, no después de que se había jurado ser sincera y no lastimar a nadie más con su egoísmo.
—Primero quiero agradecerte por haberme acompañado hoy.
—No tienes nada que agradecer, la pase muy bien, tus amigos son muy agradables.
Lía tomó aire y lo miró a los ojos:
—Matías... no voy a darle vueltas al asunto porque no tiene caso... No puedo seguir saliendo contigo, al menos no de la forma en que lo hacemos.
El chico suspiró.
—Entiendo, ¿puedo preguntar por qué?
—Estoy interesada en alguien más y quiero intentarlo con esa persona. No es justo para ti quedar en medio de esta situación.
Matías esbozó una sonrisa melancólica:
—Gracias por ser sincera conmigo, pensé que lo alargarías un poco más.
—¿Cómo dices? —preguntó confundida.
Matías acomodó su chaqueta sobre los hombros de Lía al notar que tiritaba un poco.
—Te vi besar a Kaedi en el restaurante.
Sintió como si el aire se le escapara, lo que hicieron en el restaurante había sido demasiado arriesgado. Si Matías las vio, era probable que alguien más lo hubiera hecho.
—Lo siento mucho, yo quería decírtelo antes de que esto pasara.
El chico negó.
—No te preocupes, de verdad agradezco tu sinceridad.
Lía asintió, bajando su mirada.
—Esto no tiene porque cambiar las cosas entre nosotros, me refiero a en el trabajo.
—Por supuesto. De hecho, más adelante, si no tienes inconveniente me gustaría que siguiéramos siendo amigos.
—¿Más adelante?
—Sí —contestó, levantando el rostro y lanzando un suspiro— la verdad es que, aunque sé que teníamos un acuerdo muy claro sobre la situación en la que estábamos, yo guardaba la esperanza de que, ya sabes, lo nuestro pudiera prosperar de alguna forma.
Lía negó, sintió una punzada en el estómago, su intención jamás había sido lastimarlo de esa forma. Quizá había tardado demasiado en sincerarse y al final había hecho lo que menos quería.
—Matías, nunca fue mi intención...
—Lo sé, no es tu culpa. Fui yo quien creó falsas ilusiones. Pero no pasa nada. Solo necesito darle un duelo a nuestra "no relación" y todo será como antes.
Lía asintió, lo llevó hasta su casa y finalmente se despidieron. Sin duda, Matías era un buen chico, esperaba que en un futuro encontrara a una mujer digna de él. Solo podía pensar en todo lo bueno que se merecía.
Llegó al departamento, y revisó su teléfono donde encontró un mensaje de Kaedi que aligeró un poco su noche.

****

Kaedi llevó a Lía a un precioso restaurante vegano que había abierto recientemente. El lugar tenía un toque bastante minimalista y relajado. Se sentaron en la terraza y Kaedi se percató de que su compañera parecía muy seria.
—Hablé con Matías ayer, le dije que ya no podíamos seguir saliendo.
Pudo entender entonces su repentino humor.
—Imagino que se lo esperaba, ¿no? No lo habías visto en todo este tiempo en el que tú y yo... ¿comenzamos a salir? ¿Está bien decirlo así?
Lía sonrió, acercándose a ella para besar sus labios:
—Suena perfecto así. Y sí, quizá lo suponía, pero lo reafirmó cuando nos vio besándonos en el pasillo del restaurante.
Kaedi hizo una expresión sorprendida. No podía creer que tuvieran tan mala suerte siempre.
—¿Se molestó?
—No, en realidad lo tomó bastante bien. Es un chico muy centrado, ¿sabes? No le gusta el drama ni nada de esas cosas. Solo me pidió tiempo para procesar nuestra "no ruptura"
Kaedi suspiró, dejando de lado el menú, pensando en lo mal que debía estarla pasando. Ella misma había estado en su lugar alguna vez. Solo le deseaba que pudiera sanar pronto esa herida.
—Te dije que hablaras antes con él.
—Ya lo sé, de verdad era mi intención, pero, entre el trabajo y mi encantadora novia no había tenido tiempo para nada más.
Sonrió, acariciando la mano de Lía y llevándola a sus labios.
—Bueno, lo importante es que ya lo sabe y que las cosas no se salieron de control.
Lía pensó aquello debería consolarla pero era imposible.
—Sí, pero, no puedo evitar sentirme un poco mal. Matías esperaba que en algún punto lo nuestro pasara a ser algo más formal.
—Lía —la miró fijamente, tomando sus manos entre las suyas—, no puedes culparte por las expectativas que los demás crean. Dijiste que habías sido muy clara con él y que tenían las cartas sobre la mesa cuando comenzaron a salir ¿no? —miró a Lía asentir—. Entonces no tienes porque sentirte culpable, ¿de acuerdo?
Comenzó a sentirse mejor, de alguna forma era cierto. El mismo Matías lo había aceptado, él solo había creado esa ilusión y no podía hacer más que trabajar en superarlo.
Pidieron su comida y después de un rato la mesera llegó con sus platillos. El aspecto era bastante apetitoso, Kaedi incluso llegó a cuestionarse si verdaderamente aquello no tenía carne. Era delicioso.
—Nailea y Salvador quieren llevar a Nico de campamento —comentó Kaedi, devorando su enorme hamburguesa de tofu, quinoa y verduras.
—¿Nailea quiere ir de campamento? Pensé que Salvador lo había dicho solo por el efecto de las copas aquella noche.
—En realidad es un decir, quieren pasar el fin de semana en una casa de campo que tiene el papá de Nai.
—Suena divertido, ¿cuándo se van?
—El próximo fin de semana.
Conocía a la perfección que Kaedi adoraba acampar en los lugares montañosos y fríos. Sin embargo, no parecía muy emocionada al respecto.
—¿Por qué no luces entusiasmada? Te encantan esas cosas.
La chica dejó de lado su monstruoso platillo, limpiando su cara y provocando que Lía riera al ver el desastre que tenía con el tofu.
—Quiero que vengas con nosotros, pero no sé cómo hacer para... ya sabes.
El dulce rostro de Kaedi hacía que perdiera la voluntad. Le parecía tierno que quisiera que fuera con ellos a pesar de que sabía que era menos habilidosa para acampar que Nailea. Sin embargo, no había forma de que fuera, los chicos simplemente no lo aceptarían.
—Descuida, ve y diviértete, estaré aquí cuando regresen —pasó una servilleta por la boca de su chica para después besar sus labios.
Kaedi estaba resignada ahora, no le quedaba otra opción que ir a ese "campamento" sola para evitar que las cosas se descubrieran.
Terminaron de comer y Lía le propuso, en compensación, llevarla a recorrer la ciudad, comer una crepa y regresar a casa para mirar series y dormir abrazadas en el sofá. A Kaedi le pareció la mejor idea del mundo.

****

Después de unos maravillosos días las cosas fueron acomodándose entre ellas. Kaedi había comprado un auto nuevo y ahora llevaba a Lía al hospital tres veces a la semana. Llegaba a la editorial, trabajaba durante toda la mañana y a la hora de salida iba por ella para invitarla a comer. En ocasiones improvisaba algo en casa guiada por un recetario vegano que había comprado, y en otras, simplemente la llevaba a algún restaurante. Después volvía a la editorial, trabajaba hasta las seis y regresaba a su departamento o al de Lía para cenar y finalmente ver alguna película o salir a pasear a la playa.
Aquello era un sueño, a veces se preguntaba en qué momento iba a despertar. Su relación era casi perfecta, ninguna tenía prisa para nada, ni siquiera para el sexo. El cual, no había sucedido aún salvo algunos besos y caricias que se escapaban en el momento. De verdad estaban tomándose muy en serio eso de ir despacio.
Lía llegó una tarde a su departamento, tenía mala cara, era inusual verla de esa forma. Así que se vio tentada a preguntarle el motivo.
—Me llamó Nailea, quiere que vaya con ustedes el fin de semana
Bingo, pensó Kaedi. Era una excelente noticia. Fue hasta ella, aferrándola en un abrazo.
—¿En serio? Eso es perfecto...¿no? ¿Por qué no pareces contenta? —La miró fijamente. Era como si aquella noticia no fuera buena y no podía entenderlo.
—Me dijo que podía invitar a Matías.
—¡Esa traidora!
Lía se desplomó sobre el sofá y se aferró al cojín afelpado y casi fálico que había ganado en la feria.
—Te recuerdo que no saben que estamos saliendo.
—Ya lo sé —contestó, colocándose a su lado— pero, digo, podría tener algo de consideración para conmigo, ¿no crees? ¿piensa dejarme como el mal tercio?
—Kaedi, concéntrate. No hay ningún mal tercio, el problema es, ¿qué le voy a decir?
—¿No le confirmaste?
—No, quería hablarlo contigo porque evidentemente no puedo invitar a Matías, pero tampoco puedo decirle a Nailea que ya no salgo con él.
—Eso es cierto.
Lía suspiró, abrazada aún al cojín. Colocando su cabeza sobre el hombro de Kaedi.
—No quiero seguir escondiéndome. No se siente bien hacer esto.
Podía entenderla, ella tampoco creía que fuera bueno estar alimentando esa mentira. Pero no quería ni imaginar el drama que Salvador o Nailea harían al saber que estaban juntas. Y su madre, solo pensar en todo lo que tendría que enfrentar con Sara provocaba que quisiera irse a la tumba con ese secreto.
—Mira, hagamos algo... —se hincó junto a ella, mirando sus ojos—...dile a Nailea que irán con nosotros, ese día le inventas cualquier cosa de porqué Matías canceló y una vez que regresemos hablaremos con ella, ¿te parece?
No estaba del todo convencida, pero podía confiar en Kaedi. No le quedaba más remedio que seguir siendo la mejor actriz y disfrutar de un hermoso viaje en el cual no podía ser la novia de su novia.

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