VII

De regreso en el campamento, Kaedi vio a Nailea caminar hacía ella. Le contó lo que había sucedido hacía un momento. Vio dibujarse en la rubia una cara de decepción cuando le dijo que no había pasado nada en realidad, que por el contrario habían discutido.
—Kaedi, quiero que la ayudes a salir del hoyo, no que le tires tierra.
—No es mi culpa, ella tiene una visión extraña de la vida y las cosas. No puedo con alguien así.
Podía sentir los ojos de Lía que desde lejos la miraban. Estaba por oscurecer así que le restó importancia y fue con los demás a conseguir algo de leña. Después de eso, se quedó bebiendo con Leo y sus amigos mientras Nailea y Lía se unían a los demás. Eran un grupo de chicos y chicas que estaba alrededor de la fogata jugando verdad o reto, cuando fue el turno de Lía, una de las chicas la retó a arrojarse en ropa interior al lago y durar diez minutos dentro. Aunque sabía que aquello implicaba morir de frío durante la noche lo cumpliría, no quería quedar como una cobarde.
Fue al muelle del lago y se quitó todo hasta quedar en ropa interior. La multitud pronto se reunía y entre ellos Kaedi que miraba con asombro la determinación con la que cumpliría el reto. Cualquiera se habría negado, pero Lía estaba haciéndolo sin problema.
Se arrojó al lago y comenzó a nadar en dirección a la otra orilla, lo mejor era mantenerse en movimiento para que el frío disminuyera, pero en poco tiempo dejó de sentir los pies y las manos. Aun así no dejó de nadar. Los labios comenzaron a ponérsele morados mientras todos continuaban dándole ánimos desde el muelle. Kaedi se acercó, aquello era peligroso, el agua del lago a esa hora de la noche podía llegar a alcanzar temperaturas muy bajas. Fue por una de las cobijas a la tienda de campaña y le pidió a Lía que saliera.
—¡Es suficiente! ¡Te dará hipotermia!
La chica continuó dando brazadas, después de la discusión que había tenido con ella no le interesaba nada de lo que tuviera que decir. Kaedi se quitó los zapatos, se tiró un clavado en el agua y nadó hasta donde estaba Lía a punto de perder la sensibilidad en todo el cuerpo.
—¡Suéltame! —gritó mientras forcejeaba con ella.
—¡No seas tonta! ¡Vamos, sal del agua!
La tomó en brazos y la llevó hasta la orilla sacándola a la fuerza mientras todos observaban preocupados. Nailea vio las manos de Lía y sus dedos, estaban azules. Temblaba sin parar y todos las miraban preocupados.
—¿Está bien? —preguntó Leo a su amiga pero ella ni siquiera lo miró, la observó arropar a Lía y llevarla en brazos hasta la tienda de campaña.
Kaedi se detuvo en la entrada y arrojó a Lía dentro que no dejaba de quejarse como una chiquilla malcriada.
—¡Bájame!
—Quítate la ropa —ordenó con un tono de voz no muy sutil.
Lía la observó y vio que Kaedi comenzaba a desnudarse.
—Quítate la ropa, está mojada —reiteró un poco más tranquila.
Lía evitaba que su mirada se fijara en el sostén oscuro de Kaedi que juntaba sus pequeños senos con firmeza. Su piel parecía tan suave y de un color tan cálido que se esforzó por mantener el control de sus instintos
—No siento mis dedos —dijo al intentar desabrochar su propio sostén.
—Te ayudaré, ¿está bien?
Lía asintió mientras la chica de enormes anteojos pasaba sus manos con cuidado por su espalda para quitarle la ropa interior.
—Puedo con esa —intervino algo sonrojada al ver que Kaedi iba a bajar sus bragas también.
Kaedi le pidió que se recostara mientras acomodaba las cobijas para cubrir su cuerpo como la noche anterior. Se acercó suavemente hasta ella, quedando la cabeza de la chica muy cerca de su pecho, pero sin tocarla ni un poco.
—¿Esto sirve de algo? —preguntó mientras observaba el mentón definido de Kaedi.
—Espera un poco, la temperatura comenzará a nivelarse.
Nailea llegó rápidamente, se sorprendió cuando vio la ropa de ambas en la entrada de la tienda. Hizo una señal de triunfo y se acercó a la puerta sin abrirla.
—¿Está todo bien? —preguntó, fingiendo mucha preocupación.
—Estará bien —contestó Kaedi viendo que su compañera aun tiritaba— prepara algo de té para que lo beba y encárgate de que nadie más cometa la estupidez de arrojarse al agua.
Nailea se fue con una sonrisa de oreja a oreja en los labios.
Lía continuaba inmóvil junto al cuerpo de Kaedi. Estaba avergonzada, pero no por estar desnuda, sino porque de nueva cuenta se había comportado como una tonta inmadura frente a ella.
—Voy a abrazarte para producir más calor, ¿de acuerdo?
Lía asintió. Le parecía tierno que preguntara y la pusiera al tanto de todo lo que hacía. Se estaba comportando como un caballero a pesar de todo.
—Me porté como una tonta —dijo finalmente, sintiéndose un poco más cálida.
—Bueno, ahora sé que no te andas con rodeos cuando se trata de retos.
Levantó la mirada para regalarle una sonrisa a Kaedi.
—No sólo por eso —continuó— también por lo de hace rato.
Kaedi imaginó que se refería a su pequeña discusión con relación a lo que había dicho de su novia. Suspiró, y comenzó a acariciar el cabello de Lía con ternura, esta vez sin previo aviso o autorización.
—Sobre eso, no fue mi intención incomodarte. No soy nadie para juzgar lo tuyo con Nina, simplemente... he tenido la suerte de conocer el amor de una forma diferente y supongo que me gustaría eso para ti también. Te lo mereces.
—No sé si ese tipo de amor sea para mí.
—Sólo necesitas darte la oportunidad dijo esbozando una sonrisa mientras tomaba el rostro de Lía entre sus manos.
Se miraron durante un instante a los ojos, pero fue Lía quien bajó la mirada para evitar que aquella situación se saliera de control. Finalmente se quedó dormida después de un rato.

Durante la madrugada, ese sueño volvía a apoderarse de Kaedi, hacía tiempo que se había marchado, pero retornó con fuerza durante esa noche. Pudo verla de nuevo... atrapada entre el automóvil hecho añicos. Había luchado por sacarla de ahí, tanto que sus manos le quemaban y sentía un chorro de sangre bajando por su espalda. La chica gritaba desesperada algo que no entendía. "No me dejes..."  Susurró finalmente una suave voz.
De repente, el rostro de la chica se borró, y era Lía quien estaba empapada y tiritando mientras el automóvil comenzaba a incendiarse "lo siento" susurraba Kaedi sin dejar de llorar "lo siento" decía una y otra vez mientras Lía le rogaba que no la dejara ahí. 
Despertó de golpe bañada en sudor. Lía se acercó a ella en la penumbra y se dio cuenta de que la chica había dejado las cobijas empapadas y respiraba con dificultad. La sostuvo del rostro y la abrazó de nuevo.
—Tranquila, fue un sueño. Sólo eso.
Kaedi continuaba respirando con dificultad hasta que pudo recordar en dónde estaba y quién era la chica que se aferraba a ella. Se dejó caer y suspiró. Hacía tiempo que ese sueño no volvía a ella. Miró a Lía que tenía una expresión preocupada en su rostro e intentó sonreír para no asustarla.
—¿Estás bien? —preguntó Lía con sus ojos muy fijos en ella.
—Tenía tiempo sin pesadillas. Había olvidado lo terribles que son.
—Yo tengo pesadillas todo el tiempo. El té me ha ayudado a disminuirlas, tiene un extraño efecto en mí.
—Quizá deba empezar a llevarme bien con el té.
—Quizá...
Kaedi miró su reloj, pasaban de las tres de la mañana y podía escuchar que la fiesta aun continuaba. Escuchó un ruido proveniente de su estómago y se dio cuenta de que no habían comido nada. Le propuso a la chica buscar algo de comer, ésta aceptó. Se puso de pie y comenzó a vestirse ante los ojos de Kaedi que evitaba verla.
—Lo siento —dijo cuando se dio cuenta de que la chica de los rizos parecía tímida.
—Está bien. Te espero afuera.
Cuando estuvieron vestidas fueron hasta el Jeep para sacar algo de sus víveres. Había un par de sopas instantáneas y latas de frijoles refritos. Kaedi puso algo de agua en el fuego y esperaron a que hirviera.
—¿Es una pesadilla recurrente o son diferentes? —preguntó Lía mientras la chica servía el agua en las sopas.
—Es una recurrente. Supongo que todos tenemos nuestros demonios.
—¿Es una ex novia malvada?
—¡No! —contestó divertida.
—¿Tiene algo que ver con la cicatriz de tu espalda?
La mirada de Kaedi se perdió en el agua humeante que sostenía. Por un instante las burbujas le parecieron pequeños diamantes.
—Lo lamento, no quise incomodarte —continuó Lía.
—Descuida, pero es algo de lo que no me gusta hablar.
Asintió, dejando en claro que no iba a insistir más. Comenzaron a cenar y a charlar de toda clase de cosas, de sus carreras, de los mejores sabores de helados que habían probado en su vida, de Nailea y sus ronquidos por todo el campamento. Cosas tan simples y vanas pero que les permitieron conocerse un poco más. Finalmente se fueron a dormir, Lía sintió el cuerpo tibio de Kaedi junto al suyo y se acurrucó en su espalda.
—¿Podrías abrazarme? —le preguntó mientras enrollaba sus pies quedando en posición fetal.
Kaedi suspiró, dio la media vuelta y extendió sus brazos para que Lía se aferrara en ella.
—Buenas noches, Lía.

Por la mañana, todos comenzaron a recoger el campamento. Sería un largo viaje de regreso a la ciudad sobre todo porque ya estaban agotados. A pesar de todo, fue Kaedi la que se encargó de conducir nuevamente. Como siempre, Nailea se encargó de amenizar el viaje con las conversaciones más irrelevantes y graciosas. Lía y Kaedi rieron a carcajadas cuando comenzó a platicarles sobre la erección repentina de uno de los chicos en su tienda de campaña. De esa manera el viaje se fue aligerando hasta que llegaron a casa pasadas las seis de la tarde, cuando el sol apenas comenzaba a ocultarse.
Llegaron hasta el departamento de Lía y fue Kaedi quien le ayudó a bajar su equipaje mientras Nailea se adelantaba para usar el sanitario.
—Me la pasé increíble.
—Si llamas increíble a casi morir de hipotermia, está bien.
Lía comenzó a reír y Kaedi la secundó.
—Podemos hacerlo de nuevo, los papás de Nailea tienen una cabaña en un pequeño pueblo cerca de aquí.
—Me encantaría —respondió la chica con una enorme sonrisa dibujada en el rostro.
Se quedó fija en los ojos de Kaedi que comenzó a sentirse nerviosa imaginando que quizá tendría algo desagradable en la cara.
—¿Qué pasa?
Lía fue hasta ella y le quitó sus enormes anteojos de la cara para limpiarlos con su suéter. Acto seguido los puso en su rostro. Kaedi sonrió, ese aspecto de nerd le sentaba mejor de lo que imaginaba.
—¿Te parezco atractiva como una poeta bohemia?
Kaedi soltó una carcajada.
—Me pareces atractiva de cualquier forma.
Lía sonrió, sintió como si su corazón bombeara la sangre con prisa. Volvió a colocar los anteojos con cuidado pero sin darse cuenta terminó picándole un ojo a Kaedi quien de inmediato hizo un gesto de dolor. Lía comenzó a disculparse entre risas hasta que pudo percatarse de que alguien las observaba. Era Nina.
—Cielo —le dijo al verla—. No sabía que estarías aquí.
La chica llevaba los brazos cruzados a la altura del pecho. Si las miradas mataran, Kaedi ya estaría muerta. Nina no dejó de observarla, hasta que Lía se acercó y le dio un gran beso en los labios. Kaedi había olvidado por un instante que aquella chica tenía novia, al igual que ella.
—¿Qué tal tu viaje? —preguntó a su chica quien contestó sin titubeos.
—Excelente. Kaedi y Nailea son las mejores compañeras de viaje.
Miró a Kaedi, quien sonrió forzada sin dejar de verla. Nina parecía echar fuego. No imaginaba cómo le iría a Lía cuando se fuera, no quería dejarla a solas con ella. Sentía que aquella chica era capaz de agredirla a causa de sus instintos posesivos. En ese instante Nailea regresó, le entregó las llaves a su amiga y le dio un beso en la mejilla, sin siquiera mirar a Nina.
—Te llamaré luego, preciosa —le dijo sin dejar de tomar su mano.
Lía asintió un poco menos entusiasmada por la situación, y sus ojos se cruzaron fugazmente con Kaedi, quien únicamente alzó su mano para despedirse de ella.
—Nos vemos.
Lía hizo lo mismo.
Ambas se subieron al Jeep y fue esta vez Nailea quien condujo. Conforme se alejaban, Kaedi no podía dejar de pensar en la seguridad de Lía. Imaginó a Nina como un demonio gigante, apunto de devorar a Lía que gritaba entre sus manos como en la versión de King Kong de Guillermin. Sentía que debía regresar por ella, debía llevarla consigo de nuevo a aquel campamento, dentro de esa diminuta tienda de campaña, rodeadas por altos pinos, por esa brisa húmeda que lo llenaba todo, por ese calor que irradiaban sus cuerpos al estar juntos.

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