Iluminado
Ya habían pasado cuatro años desde que Simón había desaparecido en ese extraño portal de azul eléctrico.
Ámbar había tratado de investigar y buscarlo durante los primeros dos años pero después se dio por vencida al ver que tanto había afectado su vida al punto de parecer una desquiciada por encontrarlo.
No tanto en realidad, tan sólo se había puesto muy paranoica hasta que alguien nuevo apareció y puso todo en su lugar.
Su novio había ayudado mucho, había sido atento y también había ayudado a investigar pues tenía mucha curiosidad.
Benicio había llegado a su vida justamente dos años después de que Simón haya desaparecido, no tardaron mucho en convertirse en novios para después comenzar a tener momentos que relajaran a la ojiazul.
Ya no lo veía en sus sueños, ya no extrañaba tenerlo en su cuarto con alguna parte de su cuerpo herida, había tirado a la basura ese peluche de alien pues aun tenía la imagen del castaño sosteniendo a ese peluche del cuello.
No quería saber nada de él, no quería ni le interesaba. Ahora estaba muy bien en su relación, justamente ahora estaban durmiendo juntos en la cama de Ámbar.
Habían pasado tiempo juntos, la ventana estaba abierta debido al calor que aun tenían. Benicio estaba totalmente dormido, él tenía su torso desnudo y estaba en bóxer.
La ojiazul tenía la camiseta de Benicio puesta como pijama, cubría su torzo y parte de sus muslos. Sólo eso la cubría además de su ropa interior.
Te quiero, Ámbar.
Es un honor, daré mi último suspiro por ti.
Proteger.
Muerte.
Tú.
Oscuro.
¡Peligro!
Despertó abruptamente soltando un grito, al momento de abrir los ojos vio a una silueta negra frente a su cama, observandola con detenimiento y totalmente quieto.
—¡¿Simón?! –Jadeó en total sorpresa, su pregunta hizo mover a la silueta.
De pronto sus ansías de saber que había vuelto quebraron todo ese trabajo duró de tratar de borrarlo de su mente. En realidad aun seguía buscando alguna pista de el castaño de ojos raros.
—¿Simón? –su emoción se esfumo al reconocer la voz de su novio– ¿Quién es Simón?
—Nada, olvídalo –suspiró levantandose de su cama, tenía una fina capa de sudor en la frente– Simón era el chico que te dije, el que..
—Se aparecía en tu cuarto, lo sé –completó con algo de cansancio– No quise asustarte, había ido al baño y cuando regrese estabas hablando dormida.
Ámbar bufo con una risilla algo incómoda, Benicio detuvo el camino al baño para acercarla de la cintura y mirarla con detenimiento.
—Te queda muy bien mi camisa, princesa –la ojiazul se estremeció, el brillo chispeante en los ojos de Benicio tan sólo la desconcentraban y hacía que recordará a los de Simón.
Siempre tan profundos y oscuros, extrañaba ese café leal y ese negro tenebroso.
—Gracias –susurró para después alejarse e ir al baño dejando a Benicio con las ganas de algún beso o caricia.
Se puso agua en la cara, aun faltaba un par de horas para que fueran las seis de la mañana, durante esas horas no pudo dormir pues el constante pensamiento de qué habrá pasado con Simón la mantuvo inquieta.
Necesitaba encontrarlo y por fin responder a sus preguntas, por un momento pensó que al bloquearlo de su mente ya no tendría preguntas sin embargo las preguntas se multiplicaron y su curiosidad fue cada vez más irritante.
—Creo que no podremos salir, salió un asunto de imprevisto –la ojiazul sintió una pequeña estacada a su corazón ilusionado– Lo siento pero no puedo ignorar lo que tengo que hacer.
—¿Qué vas a hacer?
—Debo de cubrir el turno de un compañero, estaré toda la noche en la tienda de electrónicos –Ámbar resopló con algo de cansancio para después hacer una mueca.
—Está bien, te veo mañana entonces –se levanto del comedor y llevo sus platos al fregadero– Cuando te vayas cierras la puerta y le das la llave a Emilia.
—Ámbar...
El italiano intento hablar pero la rubia tomo sus cosas para después irse, estaba molesta y tenía razón pues no era la primera vez que le cancelaba planes por cubrir turnos.
Entendía que su novio trabajará y obtuviera dinero por sus propios méritos sin embargo ya la estaba fastidiando que esa fuera la novena vez que pasaba, no le gustaba que cancelara planes.
El hambre se le había ido, durante el camino había estado tan molesta que prefirió no tomar taxi e ir caminando a su universidad para tratar de calmarse.
—Estúpido cancela planes –susurró con enojo, el cielo aun estaba teñido de un azul característico de la mañana, eran las seis cuarenta y dos.
—¿Por qué tan enojada? –la voz de un chico la alerto, salió de la oscuridad de un callejón para después caminar hasta la ojiazul.
Con disimulo buscó su gas pimienta y preparo su mochila en caso de algún ataque.
—Estoy ocupada.
—Puedo llevarte, podemos hablar y tal vez yo te quite el enojo –cada vez sus pasos eran más agresivos, en un momento quedo frente a ella.
Totalmente en silencio, ese tipo de silencio que avisaba cuando sería el ataque.
—¡Fuego! –grito como le había enseñado su maestro de defensa personal, así llamaría la atención de quienes estaban cerca para buscar de donde provenia el fuego hasta dar con ella y ayudarla de la situación.– ¡Fuego! ¡Fuego!
—¡Cállate! –el chico esquivo los golpes de la rubia para después rodearla e inmovilizarla, le arrebato el gas pimienta para después tirarlo lejos– Más te vale quedarte callada, subir al auto y no hacer esto más difícil ¿de acuerdo?
La rubia entre el miedo asintió, el chico aflojo su agarre para después comenzar a guiarla.
—¡Hay fuego, ayuda! ¡Joder, ayudenme! –chillo con fuerza, el chico volvio a forcejear con ella.
—¡Qué te calles!
Te protegere del peligro.
—¡Simón! –gritó con fuerza mientras intentaba escapar.
Cada vez había menos posibilidad de escapar, el terror estaba tensando los músculos de Ámbar.
De pronto el chico la soltó abruptamente, la rubia volteó y vio al chico sostener el brazo que rodeaba su cuello con desesperación de respirar.
—Por favor, no puedo respirar –Ámbar comenzo a dar pasos atras entre el asombro y miedo.
—Ella intento soltarse y tu no la dejaste, ¿por qué yo sí lo haría? –la rubia intento correr pero no podía, estaba asustada y necesitaba respuestas.
—Simón –el castaño volteo a verla y fue ahí cuando sintió tranquilidad, él estaba ahí protegiéndola del peligro como le había prometido.
Varios de los vecinos de las calles comenzaron a salir totalmente necesitados de saber que ocurria como unos completos chismosos.
—Llamen a la policía, ahora mismo –ordenó el castaño con autoridad, algunos obedecieron y sacaron sus celulares.
El castaño le dio un golpe en el hombro para después hacer que el chico se desmayara.
—¡Lo mataste! –gritó una señora con exageración.
—Lo desmaye, es diferente –corrigió con amabilidad– Sostenganlo, atenlo, hagan lo que sea pero que no se escape.
Finalmente Simón se acerco a la ojiazul la cual aún lo miraba anonadada.
—¿Q-qué haces aquí? –titubeo con nerviosismo– ¿Me recuerdas? ¿Sabes quién soy? Me salvaste, gracias.
Simón la acercó a el para después rodearla, era el Simón que siempre visitó su cuarto por las noches.
—Obviamente te recuerdo, jamás podría olvidarte –le susurró con voz suave mientras trataba de calmarla– Eres Ámbar.
La ojiazul se separó para mirarlo a los ojos, tenían ese mismo color café que le transmitía paz y lealtad, había extrañado tanto ese color avellana.
—Logré salvarte de este peligro y del otro –acarició sus mejillas con delicadeza– Soy algo así como un humano.
—¿Qué? –el castaño soltó una suave risita ante la confusión de la ojiazul.
—Sigues siendo curiosa... y tan bonita, incluso eres más hermosa de lo que recuerdo –Ámbar sintió su cuerpo temblar entre las manos del castaño– Te extrañé.
La ojiazul aun permaneció en silencio mirando sus ojos con detenimiento y fascinación, realmente había deseado volver a encontrarlo.
—Necesito explicarte muchas cosas, enseñarte muchas cosas y confesarte algo. ¿Dónde podemos hablar sin nadie aquí?
—Iba a mi universidad –susurró con la voz temblorosa.
—Oh, entonces te esperaré.
—No, no, no. Iremos a mi casa, seguramente mi novio ya se habrá ido –la sonrisa de Simón se convirtió en una mueca.
—¿Novio? ¿Viven juntos? –la ojiazul negó para después alejarse un poco de los brazos del castaño.
—Tuvimos una pijamada.
—Oh... –murmuró con curiosidad.
Finalmente comenzaron a caminar a casa de Ámbar, el castaño no había eliminado su costumbre de siempre tomar su mano como sí la rubia necesitará mantenerse cerca para no perderse.
Al llegar a casa de Ámbar el castaño se apresuró a entrar dandole un suave empujoncito a la ojiazul para que entrara más rápido.
—Aún no tienes modales –gruñó con algo de fastidio, Simón giró los ojos para después darle un vistazo a la casa de Ámbar.
—Tu anterior casa era mucho más grande.
—Sí, está era la más cercana a mi universidad –el castaño asintió mientras se quitaba su chaqueta de mezclilla.
—Hace unos días había ido a buscarte a tu casa anterior pero luego descubrí que ahora la habitaba una familia de dos niñas pequeñas y sus padres... por un segundo pensé que ya habías tenido hijos.
—Ni siquiera me puedo mantener a mi misma –Simón sonrío divertido ante el comentario de la ojiazul.
—Ámbar –la rubia subió las cejas expectante, el castaño se rasco la nuca algo avergonzado– ¿Podría desayunar algo? No he comido nada en dieciocho horas, sólo me compré unas galletas y un tonto me empujo y calleron al suelo.
Ámbar soltó una risita para después subir los hombros.
—Tú te harás el desayuno, yo no pienso hacerte nada.
—Okey pero ¿podrías enseñarme? –la rubia tensó los labios para después asentir.
Ambos se dirigieron a la cocina, el castaño se lavó las manos para después comenzar a escoger sus ingredientes para su sándwich.
Puso el jamón en el sartén con un poco de aceite. Después puso los demas ingredientes en el pan blanco.
—Creí que era más difícil –murmuró con timidez mientras la ojiazul terminaba su desayuno recién calentado en el microondas.
—Creo que nadie en este mundo pone a calentar el jamón en el sarten –musito con algo de burla, Simón sonrió para después lamerse los labios.
—Nadie normal sí lo creo. Yo tengo gustos raros a veces, por ejemplo prefiero la Pepsi.
—¿Te compraste una Pepsi?
—Me la robe –confesó con vergüenza– Cuando tenga dinero le daré el tiple al vendedor, lo juro.
Ámbar no pudo evitar comenzar a reír, el castaño miró con atención sus movimientos, su semblante era sereno y cálido.
Le gustaba verla reír, había extrañado verla sonreír.
—Tuve suerte de no olvidar nada, cada recuerdo sigue intacto –Ámbar se mordió el labio tratando de contener su curiosidad.
—¿Podrías decirme de qué me protegiste?
—Extra-dimensionales –respondió para después suspirar– No puedo descartar totalmente que no sean algun tipo de extraterrestres mutantes, tienen demasiado poder y pueden tomar forma de lo que sea. Son seres que viajan de dimensión en dimensión para atacar.
—¿Atacar a quienes?
—A nuestros puntos débiles, yo soy un dimensional y cada dimensional tiene su punto débil en la tierra. Nuestros puntos debiles son algo parecido a nuestra bateria de existencia, no se explicar con exactitud lo que significa pero sin ti –la señalo con su dedo índice– yo no existiera.
Ámbar frunció el ceño tratando de hunir puntos y tratar de entender, ¿punto débil? ¿Dimensionales? ¿Extraterrestres?
—Mira, por ejemplo. Yo soy un celular, un iphone diez pro –el castaño se señaló a sí mismo– Cada celular necesita su cargador, Ámbar tú eres mi cargador y sin ti yo habría muerto y sí yo habría muerto te habrían atacado a ti. Ambos habríamos muerto sí yo no te hubiera encontrado cuando tenías doce años.
—Entiendo..
—¿Entiendes?
—No del todo, pero sí. –el castaño se rió para después pasar la mano por el pelo– ¿Ya no pueden hacerme daño?
—Aún hay peligro de que manden a otro extra-dimensional para atacar, pero mientras esté cerca de ti todo estará bien.
—Genial –murmuró sarcástica– Gracias por salvarnos.
—Gracias por existir –la rubia no pudo evitar sonreír– No permitiré que nadie te haga daño, lo prometo.
El castaño estiró su mano hasta tocar la de Ámbar la cual estaba sobre la mesa, el roce le dio una suave sensación de electricidad.
El celular de Ámbar sonó interrumpiendo la suave caricia de Simón, Ámbar gruñó al ver el contacto.
—¿Qué quieres, Benicio? –preguntó de mala gana, aun estaba molesta con su novio.
—Amor yo lo siento tanto, hablé con mis compañeros y ya me confirmaron que saldré temprano. Tendremos tiempo de salir, haremos lo que tu digas.
—Yo ahora estoy ocupada, tengo tareas pendientes y algo que resolver.
—¿Quién es? –preguntó el castaño con curiosidad.
—¿Quién te está acompañando?
—Simón –respondió a su novio– Estoy hablando con mi novio –ahora le respondió a el castaño que estaba a su lado.
En cuanto la rubia se distrajo contestando la llamada del italiano, a Simón se le pusieron los ojos negros mientras su ceño se fruncia.
Una sensación de fuego se instaló en su pecho, sabia perfectamente que sus ojos estaban totalmente negros y que tal vez asustaria a la ojiazul por lo que decidió levantarse de la silla y subir las escaleras con pasos firmes.
—¿A donde vas? –le preguntó alejando el celular de su oreja.
—A bañarme. –le respondió sin voltear a verla.
Ámbar suspiró tranquila para después poner atención en lo que decía su novio al otro lado del teléfono.
Habrá tercera parte, se viene geniaaaaal
Simón se puso celoso 7v7
¿Qué creen que vaya a pasar en la siguiente parte?
Ámbar tiró el peluche de alien :(
F en el chat
Por sí se lo preguntan, Simón con los ojos negros se vería así:
Yo en el lugar de Ámbar me hago mierda, yo me largo del pinche susto
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