Huracán


—Vaya, si que tienes mala suerte –murmuro la ojiazul viendo la fuerte tormenta golpeando con su ventana.

Ya habían pasado casi dos semanas, dos semanas en las que el había estado viviendo en ese cuarto escondido, en las que había salido por la madrugada en el patio siendo acompañado por Ámbar debido a su insomnio.

—Odio las temporadas de huracanes –musito Simón pasandose la mano por el rostro.

La ojiazul volteó hacía el y subió las cejas para después volver a su hoja, esos últimos días había vuelto a su hábito de dibujar, con las piernas flexionadas sobre su silla encontrandose entre sí mientras trataba de mantener su propio calor corporal.

—En los pronósticos del clima dicen que estas tormentas durarán todo el mes –desde su lugar logró escuchar a Simón maldecir en un susurro– ¿Aún no ha llegado algun correo?

—Sólo uno diciendo que seria muy riesgoso sí volaran el avión, tal vez en una semana.

—Ohh –musito pasando la punta del lapiz por la hoja dando detalles a su dibujo.

—¿Qué dibujas? –preguntó Simón levantandose de la cama para después avanzar hasta la ojiazul.

—Un arco iris, quita el estrés y la tristeza.

—¿Estás triste? –preguntó sutilmente apoyando su espalda contra la pared.

—Oh si, me deprime tu mala suerte –contestó dandole un rápido vistazo a su rostro para después dirigir la mirada nuevamente a la ventana.– Lunita tiene novio.

—Lo sé –suspiró tensando los labios en una curvilínea– ¿Estás triste por Matteo?

—Claro que no –volvio a su dibujo, tomo el color amarillo para después comenzar a sacarle punta– Sólo es impresionante que me supere tan rápido, sorprende lo fácil que es desecharme.

—Bienvenida al club –Ámbar bufo acomodando un mechón de su cabello– No eres desechable ni nada de eso.

—Soy mala –murmuro dirigiendole la mirada– Soy rencorosa, vengativa, falsa y manipuladora, eso dijo Matteo.

—¿Qué?

—No niego que lo sea, sin embargo ¿quien diablos le pidio que me lo recordara? Lo detesto mucho. –dejo de mirarlo para después lamerse los labios y volver al dibujo.

—Es un imbécil.

—Sí aunque sabe decir la verdad en los momentos más inoportunos.

—Ámbar tu eres agradable –la ojiazul se rió sarcástica– No estoy bromeando, de verdad eres agradable y buena persona. Defendiste a Rocío de esos chicos que casi tratan de hacerle algo.

—Eran de preparatoria, obviamente iban a correr como gallinas.

—Haz sido muy buena conmigo, tal vez te guste vengarte pero dejando eso detras eres una muy buena persona de buen corazón.

—Eso ni yo me lo creo –musito con gracia, el castaño le dedicó una mirada levemente sería– Gracias aunque lo malo supera lo bueno de mí.

Ámbar se levantó de su asiento para después pasarle por un lado.

—Sharon esta dormida, Amanda esta con su familia, los Valente salieron y Luna esta con sus amigos creo. Puedes pasear por los pasillos si quieres, estare en mi habitación.

Finalmente se fue dejándolo sólo, a medida que se alejaba sentía pequeñas agujas lastimando su seguridad.

Sus ojos comenzaron a arder hasta que llego a su habitación para después cerrar la puerta y dar una respiración profunda para guardar las lágrimas.

Algun sentimiento hacía el italiano se había desintegrado casi al mismo tiempo que Matteo, sin embargo aquellas palabras si le habían dolido.

Habían salido de la boca de su ex mejor amigo, de aquella persona en la que había confiado por varios años la había destruido en menos de dos minutos con esas palabras tan duras.

—Maldito idiota –gruño en un susurro.

Volvió a salir de su habitación pues las ganas de comer algo le eliminaron cualquier intención de llorar.

Bajo las escaleras para después cruzar el comedor y dirigirse a la cocina, abrió el refrigerador para después sacar yogurt de durazno y servir un poco en vaso.

Al encontrar la caja de cereal, saco la bolsa y tomo un poco de cereal para ponerlo sobre el yogurt y mezclarlo con su cuchara.

—Pense que era el único raro que come esa mezcla –Ámbar dirigió su mirada hacía el castaño, el le dio una sonrisa para después sentarse en una silla– ¿Puedo servirme también?

—Sí.

Él se levantó a hacía la alacena y busco su vaso, puso la misma porción de yogurt que Ámbar para después tomar el cereal y ponérselo encima.

La ojiazul se sento en el mesón para después comenzar a comer de su yogurt.

—¿Por qué todos prefieren a Luna? ¿Qué tienen de especial? Es igual de inmadura que Jazmin y aun la siguen escogiendo en vez de Jazmín, su belleza no es de otro mundo. ¿Qué les parece tan especial?

—Siendo sincero no lo sé, yo había hecho todo esto porque desde niño la había querido y creí que teniamos una oportunidad, no se totalmente si sólo me confundí o llegue a ver algo que ahora no logro ver.

Simón se puso a su lado, recargo su cintura contra el mesón mientras movía con la cuchara el yogurt.

—Aunque no debes preocuparte sobre que es lo que hace especial a Luna, tu eres muy especial Ámbar.

Simón busco su mirada hasta que finalmente la ojiazul lo vio directamente a los ojos, él le dio una sonrisa para después volver a su yogurt.

—¿Por qué te quieres ir? –preguntó Ámbar jugando con su cuchara– No siempre vas a tener que evitar a quienes te hicieron daño, dejarias de vivir tu vida sólo por que estan ahí.

—Además de eso, extraño a mis papás, a mis amigos. Cuando vine para acá no imagine cuanto me harían falta, esa necesidad de cenar con ellos, incluso extraño que mi mamá me regañe por llegar tarde. Todos tienen a su familia cerca y yo no, a veces quisiera ver con ellos una pelicula en familia.

—Siempre terminaras extrañando algo, ahora extrañas a tu familia pero cuando estés ahí extrañaras a tus amigos. Siempre es así, nunca hay un balance.

—Lo sé –Simón la volteo a ver y le dio una sonrisa juguetona– Tu extrañaras a tu obra de caridad.

Ámbar se rió negando.

—Por supuesto que no, extrañaré tu mala suerte.

—Eso es más triste.

Ambos guardaron silencio mientras las gotas de agua aun seguían golpeando contra el vidrio.

—Entonces, ¿a quién extrañaras? Oh ya se, a Matteo.

—Me enferma su presencia –dijo totalmente sincero, Ámbar no pudo evitar reír.

—Que agresivo saliste, Simón –se burló murmurando su nombre lentamente.

—Pues tu muy dulce digamos que no, Ámbar –imitó la forma en que dijo su nombre causandole escalofríos.

—Al menos no tengo tan mala suerte.

—Al menos se cocinar.

—Yo si se cocinar –atacó la ojiazul, Simón le dio una mirada retadora– Tengo flojera para demostrar mis talentos gastronómicos.

—Oh claro, la señorita Ámbar sabe cocinar –la rubia empujo su hombro.

—Soy una experta, también se dibujar, cantar, patinar y manipular.

—Sí que sabes manipular –bromeó el castaño mirándola con detenimiento.

De pronto la luz se fue debido a un rayo, la rubia se tensó aun estando sentada.

—Mierda, se ve tenebroso a oscuras.

—Cállate, varias veces se han escuchado cosas –Simón ayudo a bajarse del mesón para después comenzar a caminar.

—En mi casa una vez vi una sombra pasar por mi habitación –la rubia golpeó su brazo– Auch.

—Este no es el momento para contar tus experiencias paranormales.

—¿Tienes miedo?

—Obviamente Simón, casi nunca se va la luz y cuando se va tarda horas en regresar –el castaño busco su mano para evitar alejarse.

—Es imposible subir esas escaleras, estan en total oscuridad.

—¿Tienes miedo, Simón? –preguntó imitando el tono de voz del castaño.

—Si –respondió con algo de vergüenza.– ¿Crees que me llegue a caer si subo las escaleras?

—¡¿Piensas dejarme aquí?! –el castaño se apresuro a cargarla entre sus brazos– Me tiras al piso y te golpeo como nunca.

—Prefiero que me golpees tu a que me golpee algun duende.

Lentamente subió las escaleras hasta que finalmente ya estaban caminando hacia el pasillo. Simón bajo a la ojiazul sin embargo no soltó su mano, siguieron caminando mientras Simón jugaba con sus dedos.

Entraron a la habitación de la ojiazul, Ámbar fue en busca de su celular y prendió la lámpara.

—Mi celular lo dejé en la habitación –la rubia gruño para después acompañar a Simón hasta conseguir su telefono.

Volvieron a su alcoba y cerraron la puerta, dejaron las lampara de sus teléfonos prendidas y se sentaron en la cama.

Ámbar estaba en el lado izquierdo y Simón estaba a lo ancho de la cama en la parte de los pies.

—¿Desde cuando eres amiga de Ramiro y Rocío?

Aun en la oscuridad pudo notar la pequeña sonrisa de Simón, oculto su sonrisa mordiendo sus labios para después analizar su pregunta.

—Hace un par de meses, conocí a Rocío cuando la defendí de esos ineptos y luego llego Ramiro agradeciendo que la haya ayudado, luego haciamos planes entre los tres.

—Ohh –Ámbar se lamió los labios para después recostarse y ponerse sobre su hombro mirando al castaño– ¿Qué?

—Nunca te odié, por si te lo preguntaste en algún momento –aclaro dándole una mueca– Nunca llegaste a caerme mal.

—¿De verdad?

—Sí –respondió con sinceridad.

Simón sonrió y también se recosto desde su lugar.

—Yo tampoco te odié –Ámbar achino los ojos– De verdad.

Ambos guardaron silencio mientras se observaban.

—Simón –lo llamó en un susurro– Luna es una total imbécil, no pienses que eres reemplazable.

—Qué dulce, bonita –murmuró burlón, Ámbar bufo sonriendo.

—Que empalagoso, infragante –esta vez Simón se rió lamiendo sus labios.

Ambos volvieron a guardar silencio, la ojiazul despego su mirada de Simón para después ver el techo, la luz de las estrellas daba algo de iluminación.

Simón se acercó hasta la ojiazul para estar a su lado, Ámbar parecio no molestarse pues una sonrisa pequeña invadio su rostro para después volver a desaparecer.

—Creí que te vengarias de Luna.

—Estaba planeando algo pero preferí ya no invertir mi tiempo en personas que no me importan.

—Eso es bueno, Ámbar –susurró mirando su perfil.

La rubia volteo a verlo, su corazón comenzó a palpitar rápido al ver sus ojos, ese toque brillante y dulce observándola con detenimiento.

—¿Qué?

—Eres muy preciosa –susurró.

Simón se acercó y acaricio su mejilla, Ámbar cerró los ojos ante la delicadeza de su caricia.

—Creo que tú...–susurró Simón dejando las palabras en el aire.

—Tal vez yo también –susurró la rubia comprendiendo a lo que se refería.

Ambos se rozaron, Simón junto sus labios con sutileza.

Ámbar correspondió con lentitud, el castaño se acercó más ladeando su rostro para profundizar el beso.

Simón se acomodó acariciando la cintura de Ámbar, ella mordió con sutileza sus labios. Poco a poco fueron cambiando de posición, Simón casi estaba sobre Ámbar besando sus labios con total lentitud.

La rubia acaricio sus brazos hasta poner sus manos sobre su nuca para acercarlo mas a sus labios y poder profundizar más el beso.

Era lento y sutil, sin embargo su lentitud llegaba a ser apasionada y estremecedora. Las manos de Simón acariciaban sus caderas mientras mordía su labio inferior con total cuidado.

—Me gusta el huracán Ámbar –susurró a su lado, ambos mirandose nuevamente con algo de distancia.

Habían dejado de besarse sin embargo aun seguían mirandose con detenimiento.

—Que romántico –bromeó mientras Simón jugaba con su mano.

Ambos se rieron entre la oscuridad de su habitación.

Esto me gusta, bastante bonito

Aunque pronto llegaran los problemas MUAJJAJAJA

7v7

¿Quién acompaña a Simón para partirle a la cara a Matteo? Yo me apuntó.

Sleeping world de Vancouver Sleep Clinic seria una buena canción para representar este capítulo, aunque ni he visto la letra en español XD

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top