Acosador
Ahora estaban los papeles invertidos.
Sus ojos azules achinandose al sonreir, escuchando con diversión a quien tenia al frente, Matteo Balsano. El nuevo, el de intercambio, el que posiblemente podría remplazarlo, el ingenuo que creía que tenia el camino libre.
Ya desde mucho tiempo el mismo se había atrapado mirando a la ojiazul desde lo lejos, mientras sus amigos reían y gritaban eufóricos por haber superado el nivel once de su juego favorito, Simón Álvarez estaba al pendiente de la muy amable Ámbar.
Y es que paso de ser la acosadora/ prima de su mejor amiga a ser la chica a quien se la pasaba mirando cada vez que podía, tal vez y ya se le había pasado el encanto para sus ojos azulados pero para el ya era definitivo.
Le gustaba Ámbar Smith, la niña de la que se había burlado por sus ojos acosadores.
Vaya que el karma existía, esta era una buena evidencia.
Matteo estaba frente a ella haciendo cualquier tontería por ver reir a la rubia, últimamente eran muy unidos pues ya llevaban dos semanas juntos en el receso y no cada uno en su grupito de amigos.
Eso le molestaba, no podía permitir que llegara uno de intercambio y se la robará, aun cuando ella lo permitía.
Antes de el, Simón Álvarez había sido la sensación. El niño de intercambio, el de ojos lindos, el guapo de México, el que parecía un actor de su lindura, el de la voz tierna, el de intercambio de segundo grando.
Al parecer estaba muy cómoda, comía de su fruta con tal comodidad que parecia estar disfrutando de su compañía.
Oh no, el único para recibir esas miraditas soy yo.
—Luego vengo – aviso a sus amigos quienes estaban más al pendiente del juego que de Simón.
Con confianza y seguridad comenzo a avanzar directamente hasta la mesa en la que se encontraban esos dos, su mentesilla malvada ya estaba maquinando la excusa para tener un momento a solas con la rubia.
—Hey, ¿que hacen? –preguntó con una sonrisa amable.
El recien llegado sonrió de igual forma mientras que la rubia entreabrio los labios, llevaba meses sin que se acercara Simón.
—Sólo hablábamos – respondió Matteo metiendose a la boca una de sus papas fritas.
—Genial, Nancy te busca – dijo Simón dirigiendose a Matteo, el italiano frunció el ceño.
—¿Qué? ¿Porque?
—No se, sólo me dijo que te avisará – el italiano miro confundido a la rubia para después levantarse.
—Bueno, ahora vuelvo, gracias – y se fue, pobre alma inocente.
El castaño sonrió victorioso, la rubia sin saber que hacer se metió un poco de manzana a la boca.
Sus manos estaban sudando, por dios ya habían pasado meses, no puede ser que aún seguía poniendose nerviosa.
—¿Cómo estas? –preguntó Simón sentandose en el lugar de Matteo quedando directamente frente a la ojiazul.
—Bien –respondió cortamente.
Sus ojos mirando el árbol de la izquierda, viendo la mesa, su botella de agua, todo menos a Simón.
—¿Porque tan callada? – y seguía con su personalidad arrogante.
—Estoy comiendo.
—Es de mala educación comer frente a una persona – la rubia frunció el ceño.
—Claro que no.
—Claro que si, niña.
—Pues no me importa – soltó con una pizca de fastidio.
—Que malvada eres, ni siquiera con tu crush intentas ser amable – la rubia giro los ojos causando que el castaño sonriera vacilante – ¿Ya no te gustó?
—No.
—Si claro – la estaba provocando, su voz parecía tan vacilante, estaba disfrutando de la situación.
—No, enserio – recalcó con tranquilidad.
—Por supuesto.
—¿Yo te gusto? – preguntó directamente, esperando a que respondiera tomo otro pedazo de manzana con su tenedor.
—Puede – la rubia lo fulminó con la mirada – ¿Qué?
—¿Porque nunca eres claro?
—¿Porque quieres que responda?
—Tu deberías decirme porque me estabas viendo con Matteo –y esta vez fue Simón el que se sintió nervioso.
—Claro que no.
—¿"No" que? – ahora ella lo estaba disfrutando.
—Olvídalo – soltó con una sonrisilla divertida.
Y ahora era el quien veía a todos lados menos a la chica frente a el.
—¿Qué? ¿Porque ahora eres el callado? – preguntó poniendo uno de sus mechones de cabello rubio detras de su oreja.
—Extraño que me acoses – murmuro sonriendo con esa estúpida sonrisa encantadora.
Mariposas revoloteando en su estomago, las ganas de soltar un chillido emocionado, Ámbar mordió otro pedazo de manzana con torpeza.
—Un poco tarde, Simón – dijo tensando los labios queriendo evitar sonreír.
—Dilo de nuevo.
—¿Qué cosa?
—Di otra vez mi nombre – pidió con una sonrisa.
—No –respondió con el calor subir por sus mejillas.
—Te vez muy tierna con la cara roja –y se puso más roja – ¿Vez? Te sigo gustando.
—Eres un egocéntrico muy fastidioso – murmuro la rubia viendo sus ojos.
—A ti te gusta este fastidioso.
—Claro que no, niño.
—Pues tu a mi si –y después de eso ya no vio más.
Se levantó para después volver a donde estaba, dejandola con la palabra en la boca.
Ahí estaba su respuesta definitiva.
Le había dicho que le gustaba, la había dejado con las mejillas rojas y con el corazón acelerado.
Suspiro ocultando sus sonrisa, fue un torpe intento de fingir que no le interesaba.
Internamente estaba gritando, brincando y bailando de la alegría.
La rubia sin intenciones de esperar a que Matteo regresara, tomó su botella y su topper con manzanas para después comenzar a caminar por el lado opuesto a donde se encontraba.
Sabía que Simón la estaba viendo, sentía sus ojos cafes puestos en ella.
Antes de cruzar la esquina camino con tranquilidad, ya cuando el castaño no podía verla se hecho a correr.
Directamente a su salón entro, se sento y simplemente solto todo, chillando alegre y con euforia.
Sin saber que hacer espero a que tocaran la campana dandole fin al receso y poder continuar con las clases.
Lo había dicho, la había tomado desprevenida, el chico que le había gustado desde un alo entero le había respondido sus sentimientos.
No sabía que iba a hacer, como iba a actuar cuando lo tuviera cerca, no sabía nada.
Mientras por un lado Simón estaba inquieto, quería ver su reacción, eso de que se haya ido tranquila no se lo creía, sabia que estaba igual que el.
Con el corazón acelerado, mariposas en su estomago y ganas de volver a hablar con ella, ver como se enojaba por su personalidad fastidiosa.
Le gustaba como reaccionaba cuando le decia "niña", como giraba los ojos molesta o como se le quedaba viendo. Todo de ella le gustaba, le gustaba verla confundida, sus ojos azules.
Le gustaba Ámbar.
Le gustaba Simón.
Se gustaban.
Ambos eran sus propios acosadores.
Parte nueva de la acosadora de Ámbi ahre JAJAJAJA
Creo que ya se me hara la costumbre de tener esta sección/continuación de los bebitos pubertos ahre 😂❤
Simón se dedicará a acosar a la queen Ámbi 7u7
Esperen al 14 de frebero eh ❤❤
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