34) Desesperar P.2
Adam:
Al siguiente día fui a trabajar como si nada hubiera pasado, y aunque me regañaron por haber faltado, me dejaron quedar por la carga laboral.
Los clientes me daban la distracción necesaria para no pensar en nada más que en atender, pero todo se iba al carajo a la hora de salida. Intentando disminuir las horas en solitario, empecé a contactar con viejos conocidos para hacerles saber que otra vez estaba vendiendo drogas más fuertes. No me agrada el tipo de clientela que estaba formando, pero si el dinero que estaba haciendo por su consumo.
Había pasado una semana sin saber de Jeca, la extrañaba de una forma que me hacía sentir sofocado. Ni siquiera año nuevo me había traído una pizca de esperanza, ya que no lo habíamos iniciado juntos. Me pasaba mi tiempo libre fumando marihuana para sentirme tranquilo, porque de otra forma revisaba el celular cada media hora en busca de algún mensaje de ella, y carajo, como dolía darme cuenta que no los tenía. Quería verla, saber que hacía, oler su cabello, escuchar su voz. Ya la necesitaba.
Aproveché que iba a entregar unas dosis cerca de su lugar de trabajo para pasar por ahí bajo el pretexto de poner crédito a mi celular. Sabía que la idea resultaba muy patética contando que había por lo menos tres lugares más cerca de mi casa para meter saldo y nunca me paraba por el ciber de Marco. Pero no me importaba, porque había perdido el orgullo con tal de recuperarla a ella.
Caminé un par de calles antes de quedarme quieto a unos pocos metros del ciber. Solo tenía que cruzar al otro lado para encontrarme con Jeca. El lugar tenía una puerta corrediza de cristal, que dejaba ver el mostrador de madera y tras el, pude distinguir con facilidad a la chica que me quitaba el sueño. Estaba sentada, de perfil, tenía el cabello suelto y a mí me ponía muy caliente verla así. Luego ella empezó a reír viendo un tipo frente a ella, era Malcom. Él estaba de pie comiendo unas papas con mucha salsa y por su playera manchada de la misma, supuse que de eso se estaba burlando. Ellos estaban enajenados en su plática, no se dieron cuenta que los veía. Sentí que el estómago se me encogió por los celos, me dio mucho coraje ver a mi amigo hacerla reír. Me sentía frustrado, engañado y con muchas ganas de golpear al traidor hasta dejarlo con la nariz rota.
Di la vuelta para volver, porque no quería hacer una escena frente a Jeca, pero eso no significaba que las cosas se iban a quedar así. Esperé a Malcom en la esquina donde giraba para ir a su casa. No tardó mucho en pasar por ahí. Iba con un folder en la mano izquierda y con la derecha sostenía sus papas, mientras se concentraba en comerlas sin usar las manos. Parecía un niño de kinder todo manchado. Me puse de pie para pararme frente a él, cuando notó mi presencia dio un saltito.
—¡Ah, que pendejo! Me asustaste. Pensé que me iban a violar, pero eres tú y me vas a coger con amor —bromeó. Yo no estaba de humor.
—¿Qué traes con Jeca? —Él parpadeó de un par de veces.
—¿Qué traigo de qué? No sé de que hablas, qué te dijeron, o no sé, pero yo nomas fui a imprimir. No tengo tóner desde hace como medio año, ridículo —sentenció intentando sacarme la vuelta, lo jalé del brazo para que me viera.
—Me caga que me dejen hablando solo...
—¡Pues que verga! Me la vienes a hacer de pedo por celos. ¡Somos amigos, cabrón! ¿Esas mamadas qué? Yo respeto a tu novia y su relación, ¿cómo crees que lo voy a estar tirando la onda si está contigo y te trae de los huevos? Vete a la verga.
Me empecé a sentir mal porque Malcom decía la verdad y se veía afectado. Podía ser un imbécil, pero nunca me había traicionado de esa forma, lo conocía lo suficiente para sentirme patético por mi manera de actuar.
—Perdón. No sé qué me pasa, ando valiendo verga.
—Todo bien. Ya me di cuenta —asintió con la cabeza mientras me pasaba el folder para poder tragar sus botanas.
—No seas cerdo, estas todo manchado. Aprender a comer, inútil.
—Chinga a tu madre. Tengo mucha hambre y mi amá no hizo comida. No puedo pensar en masticar... Tú deberías alimentarme si quieres que te perdone.
—Estás bien imbécil, en serio. A ver, vamos a la casa para darte tu lechita —soltamos una carcajada mientras caminábamos.
—¿Qué me vas a dar de comer? —inquirió Malcom sacando la lengua porque se había enchilado.
—Esta —dije agarrándome el pene.
—Sí, que rico... mejor pide pizza o sushi... sushi estaría bien.
—Que exigente, marica.
—Es un buen trato: Tú me alimentas, yo escucho tus problemas amorosos.
Me reí y asentí con la cabeza, el pendejo tenía razón. Saqué mi celular, se lo pase para que llamara a donde quisiera pedir algo para cenar mientras yo abría la puerta de la casa.
—Jeca ya no es mi novia.
Malcom me miró extrañado por unos segundos.
—¿Seguro? Porque le pregunté por ti y no mencionó nada sobre que ya no anduvieran. Incluso le dije "chilaquila" y me amenazó con decirte para que la defiendas.
—¿De verdad? —Una estúpida sonrisa se había instalado en mi rostro—. ¿Por qué le dijiste "chilaquila"?
—Se burló de mi forma de comer. —Levantó los hombros mientras pasaba a la casa.
—Malcom, tienes la ropa, los dedos y la cara con salsa. Comes como pendejo.
—Déjame en paz y aliméntame —exigió buscando un número en su celular—. Voy a pedir sushi, ¿te pido a ti?
—Dos rollos california para mí.
—¿Y a Jeca?
—¿Por qué a Jeca? Ni sé si le gusta el sushi... —respondí confundido.
—Para que la invites a comer y hablen, cosa que al parecer no hacen... ¿Cómo no vas a saber si le gusta el sushi?
—Si me sigues juzgando te voy a mandar a la verga y te quedas sin comer —reclamé. Malcom levantó las manos en señal de inocencia y por fin pidió la comida.
Estuvimos un rato hablando en la sala en lo que el repartidor llegaba. Me puse a contarle a Malcom toda mi historia amorosa con Jeca desde que la conocí hasta el momento de pedirnos un tiempo, mientras, él de vez en vez se paraba a comer unos totopos viejos que tenía en la alacena.
—¿Me estás diciendo que intentas convencer a una suicida de vivir, mientras te drogas hasta por el ano y encima acabas de empezar a vender, otra vez? Y yo soy el pendejo, no sí...
—Ya sé, ya sé. Todo me salió mal. —Dejé caer mi cabeza sobre el respaldo del sillón.
—Pues mira: Si Jeca decide, ya sabes... matarse —susurró lo último—. No puedes culparte a ti, ni siquiera ella puede culparte a ti. Es un problema enorme que viene arrastrando desde quién sabe cuándo y tú le das el pretexto. No sé, tal vez estoy siendo muy insensible. Pero tú la quieres, y ella a ti, podrías convencerla de que busque ayuda. Digo, la convenciste de que se acostara contigo y das mucho asco —soltó una carcajada.
—Estoy consciente de eso, pero me da miedo. Ella es importante para mí, mucho, muy importante.
—Es que eso es lo que no entiendo. La quieres salvar, pero no quieres cambiar. La extrañas, pero no la buscas. La lastimas, pero no haces nada por remediar algo.
—¿Viniste a juzgarme o escucharme? —reclamé frustrado.
—Vine a comer, pendejo. Me querías hacer un drama de celos y ni siquiera fue porque sintieras celos de mi amor... ya no te reconozco —soltó fingiendo estar afectado.
Eso me agradaba de Malcom, podía ser un pendejo, calenturiento, sin dignidad, pero me hacía reír. Era un buen amigo.
—¿Me perdonas, mi vida? —Hizo el ademán de estar pensando. Tomó mi celular y empezó a teclear.
—Sí, pero solo porque te oculté algo: Tengo novia. Bueno, apenas empezamos a salir, aún no formalizamos debidamente, pero ajá...
—¿Hablas de verdad? ¿Es con la que te estabas acostando que tenía novio? —Malcom se llevó el celular al oído y me pidió callar mientras negaba con la cabeza.
—Jeca, soy Malcom... Sí, está bien... lo que pasa es que pedimos cena y Adam quiere invitarte, pero le da pena, así que te lo digo yo —guardó silencio unos minutos mientras yo gritaba internamente—. Sí, te esperamos acá.
»Sale a las once, faltan veinte así que sí alcanza a venir. De nada, puto —me dijo entregándome mi celular.
—No mames, ¿qué se supone que le diré?
—No sé, yo ya te ayudé en hablarle. —Malcom se encogió de hombros, yo me llevé las manos a la cabeza por la desesperación.
El inútil se puso a mandar mensajes mientras las ansias me consumían. Pensé en fumar marihuana, pero no quería que Jeca me viera así. Empecé a desesperarme, estaba fastidiado dándole vueltas a una conversación imaginaria en mi cabeza, hasta que la comida llegó y pude apaciguar mis miedos con ello. Poco después la puerta volvió a ser tocada, esta vez era mi locura personificada.
Fui a abrir, Jeca me saludó con una sonrisa tímida a la cual respondí abrazándola con fuerza mientras aspiraba el olor de su cabello. Tuvimos una conversación express en el umbral antes de que cayera en cuenta que no la había invitado a entrar. Ella y Malcom se saludaron con normalidad y los tres nos sentamos en la mesa.
Primero me sentía un poco tenso, no sabía cómo proceder hasta que Malcom inició la plática de una forma muy poco común.
—Tengo novia... es stripper.
—¿Qué? —soltó Jeca con una genuina confusión en su rostro. Yo no dije nada porque estaba dimensionando las posibles bromas que podía hacer y con que tanto respeto debía tomar el asunto.
—Ella estaba en mi salón de clases, no nos hablábamos, incluso me caía mal y yo a ella, porque no soportaba mis bromas...
»Empezando diciembre me dieron una beca en la escuela y fui con Pato a un table dance, iba más gente pero no tiene caso mencionarla... El punto es que pedimos privados, y ¿quién aparece? Exacto, Esmeralda, así se llama. Tenía un traje de baño chiquitito, brillante, se veía más rica de lo normal, pero al verla no me emocioné, jamás me hubiera imaginado que ella es stripper. Ella me vio y casi se pone a llorar, yo me paré y le dije: ¿Qué está pasando? ¿Trabajas aquí? La respuesta era obvia, ya sé, no me vean así... Esmeralda se puso a la defensiva a decirme: Si te vas a burlar, hazlo de una vez y si crees que puedes chantajearme con eso, adelante, no te tengo miedo. Entonces le dije: Woow, relájate, no diré nada. Solo cambia el privado, tráeme otra chica o hazlo tú, pero prometo no decir nada. ¿Qué? No iba a perder mi dinero, me costó mucho sacar buena calificación, Jeca.
»Me trajo otra chica. Me fui contento a mi casa, aunque yo quería que ella pusiera sus bonitas tetas en mi cara y chuparlas como caramelos, mientras me bailaba al ritmo de alguna canción arrabalera...
—Malcom —Interrumpió Jeca—, te estás desviando, vuelve a contarnos de como se hicieron novios, no tu asquerosa fantasía...
—A todo esto, ¿cómo se llama? —pregunté con la mejor seriedad que pude fingir.
—¿No estás poniendo atención? Se llama Esmeralda —gesticuló Malcom con seriedad.
—¿Esmeralda? Pensé que ese su nombre "artístico".
—No, su nombre artístico es Pinky Sky...
—Mejor vuelve a la historia que ya tengo varias bromas pensadas —solté una risa burlona, mi amigo me miró con suspicacia y prosiguió:
—En la escuela seguíamos sin hablarnos, incluso me daba pena mirarla a la cara. A veces las chicas que se dedican a eso no lo hacen por gusto, en cambio quienes pagamos por ver culos, pues lo hacemos por puro placer... De pronto un día se acercó y me dijo: Gracias por no delatarme, Malcom, tenía miedo de que lo hicieras —imitó con una voz chillona y gestos afeminados—. A lo que respondí: Te dije que no lo haría. Sé que soy un pesado, pero tengo límites. No sé de las razones que te llevaron a trabajar ahí, sea cual sea, no debe ser fácil lidiar con hombres como yo cada noche.
»Ella sonrió hermosamente como ya es, y yo sentía que algo en mi palpitaba. Estoy hablando de mi pito, por supuesto... Total a los días me invitó a salir por guardar su secreto, como una manera de agradecer, le dije que no tenía dinero suficiente y ella me dijo que eso no importaba así que salimos, pasamos un buen rato, nos conocimos de otra forma. Siempre había pensado que ella era aburrida, pero no lo es, es grandiosa. Me contó que su familia no tiene mucho dinero, por eso eligió ese trabajo; gana bien por pocas horas, ayuda con el gasto y puede sacar adelante sus estudios. Sus padres lo saben, no la apoyan al cien por ciento, pero lo entienden. Desde entonces salimos juntos, al principio era solo como amigos, pero sucedió lo inevitable, ambos nos deseábamos y terminamos cogiendo. Por cierto cumplí mis asquerosas fantasías, Jeca...
»Yo tenía a las strippers en otro contexto, ¿saben? Pensaba que era mujeres que solo se interesaban en el dinero, las fiestas y el sexo, pero no, hay mucho más. Esmeralda es muy centrada en sus estudios, no salía con nadie hasta ahora, no va a fiestas, bebe muy poco... Ella necesita tener la mente clara, necesita a alguien que le ayude a recordarle que es valiosa sin importar a lo que se dedique. Y es así amigos como terminé enamorado de una stripper... Guarden sus aplausos.
—No puedo creerlo... ¿Dónde dijiste que trabaja? Quiero conocerla en privado —agregué sin poder contener una carcajada.
—¿Ah? ¿Eso quieres? —inquirió Jeca jugando con un rollo de sushi mientras levantaba una ceja.
—Es broma, nena —respondí aún sonriendo.
—Puedes burlarte, no me importa... Cuando veas a mi hermosa novia, súper divertida, extra bella y sensual, te vas a tragar tus bromas.
—¿Cómo ella traga otras cosas? —seguí picando, Malcom intentó no reírse, pero fracasó.
—¿Cuándo vamos a conocerla? —inquirió Jeca dejando la comida a un lado.
—Cuando Malcom nos diga donde trabaja.
—Quita esa sonrisa de pervertido, Adam, o te la quitaré yo —amenazó.
—Nena, solo estoy bromeando... —Acerqué mi cuerpo al de ella como gato buscando mimos.
—La próxima semana, ¿les parece? Vendrá a verme, cenaremos y de ahí queremos enfiestarnos. Quisiera hacerlo en esas fechas porque es algo reciente, prefiero presentarla primero con mis amigos y luego con mi familia ya que esté todo más... —Hizo un movimiento con las manos como si estuviera aplanando algo.
—Avísame con tiempo para pedir descanso.
—¿Yo puedo conocerla también? —cuestionó Jeca emocionada.
—Claro. Tú eres la única amiga centrada que tengo, y andas con Adam... eso no habla muy bien de ti —bromeó, pero al ambiente se puso tan tenso que pronto buscó cambiar de tema.
» ¿Ya acabaste?
—¿La verdad? Nunca había comido sushi, es asqueroso. Perdón por hacerles gastar dinero en mí —soltó una carcajada que me hizo sonreír igual. La extrañaba mucho.
—Nada de eso. Al menos ya sabes que el sushi no es lo tuyo —agregué aclarando la garganta. Malcom sacó su teléfono, escribió algo y se puso de pie.
—Gracias por la cena, mi amor, pero ya me voy. Mi novia hermosa quiere hacer videollamada y tengo la esperanza de termine en algo muy cerdo. —Levantó el dedo índice y corazón haciendo el signo de paz con una sonrisa falsa, tomó lo que quedaba en su charola y salió de casa dejándome a solas con Jeca.
Esperaba que ella replicara, pusiera un pretexto para irse, pero no pasó. Sonrió incómoda, apoyó los brazos en la mesa y empezó:
—Hmm, ¿has estado bien?
—Bien. Sí, bueno más o menos... ¿Tú qué tal la has pasado?
—Mal —respondió sin dudar, luego soltó una carcajada ácida—. Aunque no es novedad.
Apreté los labios para fingir una sonrisa. Se formó un silencio incómodo entre ambos.
—Supongo que ya es tarde y es mejor que regrese a casa. Quiero comer algo de verdad. Sin ofender a tu buen gesto, pero el sushi no me gustó nada, es asqueroso —volvió a reír. Supuse que eran los nervios.
—Jeca, ¿has pensado en... regresar?
—Sí. ¿Y tú qué has pensado? —Tomé aire.
—Es complicado. Se viene temporada baja en el trabajo y recurrí a la salida fácil: Estoy vendiendo otra vez.
—¿Drogas? —inquirió con desilusión, la respuesta era obvia, así que solo asentí. Clavó la vista en la mesa.
—Pero —aumenté el volumen de voz para que ella regresara la mirada a mí—. Yo no pienso consumir más. Quiero dejar las pastillas, el tabaco incluso... Todo, menos la marihuana.
—Sí —asintió con la cabeza, luego levantó los hombros—. ¿Qué se supone que debo hacer?
—Tenerme paciencia. Quiero cambiar, Jeca, quiero hacerlo por ti, te lo juro. Pero no puedo hacerlo de la noche a la mañana. No quiero que te alejes, te necesito en mi vida, eres especial para mí. Te amo —concluí con la voz temblorosa. Ella me miraba con ternura, sonrió débilmente.
—Gracias Adam. También te amo y me alegra saber que quieres estar bien.
Me puse de pie para abrazarla como hacía días lo estaba deseando. Una parte de mí volvió a latir. «Nunca debimos separarnos» pensé. Acaricié sus brazos mientras ella me daba una mirada llena de dulzura, reafirmando mis sentimientos.
—Yo quería terminar el año a tu lado, pero no fue posible. Solo deseo pasar el resto de este contigo, porque me gustas tanto. Es inexplicable la forma en que me siento contigo, me haces creer en cosas de las que yo me burlaba. No sé, no quiero abrumarte... Me hace muy feliz tenerte aquí.
—Si sigo aquí es por ti, Adam. Tú eres eso que me hace levantarme. Gracias por soportarme tanto.
«Está vez será definitivo. Seré mejor persona, compraré incluso una cama más grande si es necesario para demostrarle que la quiero en mi vida» meditaba mientras aspiraba el olor su cabello para luego pasar a buscar sus labios con desesperación. Nos besamos con necesidad genuina, plasmando todo el sufrimiento que tuvimos al estar separados. Nos tocábamos como reconociendo nuevamente nuestros cuerpos, dejando huella en cada caricia.
En ese momento todo parecía simple, todo parecía perfecto. Nadie se hubiera imaginado que unos meses después, Jeca estaría de pie, viéndome intentando no llorar más y yo con el corazón roto sin saber que decir.
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Hola, ¿cómo les quedó el ojo después de que Malcom nos revelara su nuevo amor?
¿Y qué tal se sintieron con el final del capítulo? Jajajaja
Espero que me digan sus teorías sobre que sucederá más adelante.
No sé cuando actualizaré porque he tenido que reescribir capítulos enteros y tengo desmadre con el primer borrador que es una kk 💩
En fin, enbeses la bida no es como uno kisiera y nimodos :(
Gracias por el apoyo que me están dando, me encanta leer sus comentarios. Gracias también a los que no comentan, pero dejan sus votos, pues eso me ayuda también.
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