26) Pánico

Jeca

Estaba acostada en la cama viendo los boletos; eran de autobús, una de las mejores líneas. Me sentía terrible, Adam era la persona que más se preocupaba y yo solo lo molestaba, quería disculparme pero no sabía si él estaría dispuesto a hablar o peor, si actuaría como si nada hubiera pasado. Quería saber qué pensaba, conocerlo de una manera más íntima, saber que le dolía, que le molestaba y que podía cambiar en mí para estar bien con él.  Todo en mí era confusión, tristeza y vacío por amoldarme a una persona para estar menos sola.

Me desperté con una llamada de Marco; él me avisó que le había dado el puesto a alguien más. Sentí que se me cerraba el mundo, no tenía fuerza ni para llorar, tampoco ganas de intentar algo por mí misma. El día se me fue otra vez sin moverme de la cama. La palabra que más me identificaba era inútil, me describiría a la perfección y en todos los sentidos.

Al día siguiente me digné a ponerme en pie porque no había comido nada y empezaba a sentirme mal físicamente. Mi madre se fue a mediodía después de almorzar juntas en silencio.

 Estaba pegajosa por el sudor, tenía que bañarme aunque no tuvieras ni ganas, sabía que mi aspecto era deplorable, pero tampoco me afligía mucho.

Después de la ducha revisé mi celular, tenía un mensaje de Adam:

"En serio no piensas hablar conmigo? Ni siquiera merezco un mensaje?" 

Saber que le causaba algún tipo de daño me hundía más. La vorágine de negatividad no me permitía encontrar consuelo. Pensaba que un poco de afecto quizá me haría mejor.

Le escribí a Adam para vernos. Opté por ponerme ropa ajustada porque sabía que le gustaba más. Salí apresurada, cuando llegué ya me estaba esperando en el marco de la puerta, nos abrazamos y lo besé sin siquiera haberle saludado antes. Supongo que él también se sorprendió, pero no dijo nada, me dejó quedarme entre sus brazos.

—Te extrañé mucho. Soy una mala persona, no puedo dejar de pensar en cómo te traté.

—Está bien, parte de eso es mi culpa... no eres mala persona, eres un maldito encanto y me gusta como besas. Lamento hacerte enojar. Ven aquí —pidió tomando mi cara entre sus manos, puso sus labios sobre los míos y no tardé mucho en sentir su lengua acariciando el labio inferior. 

Empezó una revolución de sentimientos, estar con Adam era confuso, demasiado bueno o demasiado malo. 

Me hizo pasar, nos sentamos en la cocina a ver una película en su celular. Estábamos en silencio, él no veía la película, tampoco a mí, estaba forjando un porro. No me sentía bien para nada, odiaba que no hablara de su sentir, quería que me dijera lo que pensaba en verdad:

—¿Por qué no estás molesto? —le pregunté, él seguía limpiando la marihuana.

—¿Eh? —Dejó de moverse por un momento y clavó sus ojos oliva en mí.

—Te dije cosas hirientes y tú terminas culpándote. Me haces sentir peor...

—¿Hablas en serio? Ya quedó atrás, Jeca, no pasa nada —aseguró volviendo a lo suyo con la hierba.

—¡Claro que pasa! Sigo sintiéndome culpable. Tú me ayudas y yo te preocupo, quiero ser para ti como tú eres para mí. —Me miró confundido otra vez.

—¿Por qué estás segura de que no eres tan importante? Es que no entiendo, ¿quieres que esté molesto contigo?

—No... ¡quiero remediar mi error! —expliqué exasperada.

—Ya está. No hay nada que remediar, no sé qué más quieres que te diga.

—Debe haber algo que pueda hacer por ti, para hacerte sentir tan bien como tú a mí —insistí, Adam soltó un suspiro, se notaba menos tranquilo.

—¿Quieres hacerme feliz? —cuestionó haciendo a un lado su marihuana y papel.

—Sí —concluí con anhelo.

—Quítate los pantalones y siéntate en mi cara —me dijo con su tono despreocupado, como si aquella fuese la manera más común de pedir perdón. Yo me reí pensando que bromeaba.

—¿Qué me siente en tu cara? Eso no tiene nada de coherencia...

—La tiene para mí... te haría sexo oral, ambos lo disfrutaríamos y estaríamos bien. Es una buena forma de pedir perdón.

—¿Qué dices? ¿Entonces cuando quieras que yo te perdone te sentarás en mi cara?

—No, tú te sentarás en mi cara. También puedes sentarte abierta de piernas en casi cualquier lado o ponerte en cuatro. Todas son buenas opciones para ambos —siguió despreocupadamente.

—No sé...

—Te pusiste roja —advirtió soltando una carcajada—.  Me encanta eso, eres tan nena. Era broma, Jeca, solo quería incomodarte.

—Putas bromitas, Adam, esas cosas no se deben tomar a la ligera —reprendí sin pensar, luego recordé lo que había hecho con Frank. Me sentí sucia otra vez. Adam solo guardó silencio, ni siquiera sonrió, supongo que también recordó lo mismo.

—¿Sabes cómo puedes ayudarme? Quiero acomodar un poco el cuarto de arriba, podrías darme una mano con eso —propuso a los pocos segundos, mientras volvía a la limpieza de su hierba.

—Sí, me parece bien.  Me parece mucho mejor. ¿Qué hay que hacer? ¿Por dónde  empiezo? Es como un laberinto ahí arriba.

—Para eso necesito tu ayuda, la mitad de lo que hay ahí es basura, pero no tengo la fuerza de voluntad para admitirlo y tirarlo: Tú me ayudarás con eso.

Asentí con la cabeza. Todavía estaba conmocionada por la broma de Adam, no era que no quisiera complacerlo, pero tampoco tenía el libido elevado en esos momentos, al contrario me sentía avergonzada de mí y sin confianza. Pensar en sexo era abrumante.

Entramos al segundo cuarto, el olor a polvo me hacía difícil respirar. Empezamos por revisar las cosas grandes primero, Adam quería conservar casi todo, no bromeaba cuando dijo que le costaba deshacerse de la basura:

—Solo necesita un cable y ya, con eso volverá a prender —insistía mientras sostenía una pantalla de computadora en sus manos.

—¿Dónde está el cable?

—Aún no lo consigo.

—¿Y cómo la vas a prender si no tiene CPU?

—Por ahí andan unos... ninguno sirve, pero entre todos se puede hacer uno funcional.

—Olvídalo, son modelos obsoletos, Adam. Hasta yo que no sé usar nada que tenga tantos botones lo sé —reclamé cruzando los brazos, él me miró, luego vio todos las partes incompletas.

—Tú ganas, las llevaré abajo. Mañana pasa el camión de la basura —concluyó con decepción.

Iba a ser media noche y nuestros esfuerzos no eran suficientes, el cuarto seguía con muchas cosas inútiles, teníamos que seguir limpiando, pero estábamos cansados y llenos de polvo.

—Hay que parar, cenamos algo y te llevo a tu casa a descansar —propuso Adam, estirándose.

—Bien, solo quito esto. —Intenté alzar una caja de plástico sin saber que estaba llena de herramientas, se me resbaló y cayó al suelo haciendo mucho ruido.

—¡Jeca! Nena, ¿estás bien? ¿Nada te cayó en el pie? —se apresuró en saber Adam.

—No, pero si me dolió el hombro.

—Ve a lavarte las manos, yo me encargo de esto —dijo señalando las herramientas tiradas.

Le hice caso pues estaba fastidiada por el dolor. Me senté a esperarlo en la sala, no tardó tanto en llegar. 

—¿Estás bien?

—Me duele el hombro.

—Te ayudo. —Se sentó a un lado de mí y empezó a masajearme. Aunque era brusco me hacía sentir mimada.

—Tienes muchas fotos de tu infancia —recordé al sentir el silencio que se había formado, no me gustaba estar callada con él.

—Cuando éramos felices, más o menos. —No podía verlo, pero supuse que había una sonrisa en su rostro para suavizar el último comentario.

—¿Por qué estás tan distanciado de tu familia?

—Soy el típico familiar incómodo, el drogadicto sin futuro que nadie quiere que se acerque a sus hijos.

—Yo te dejaría acercarte a mí —solté en tono juguetón, él me dio un beso en la cabeza.

—Tú ni siquiera deberías estar aquí.

—Es un poco tarde, pero quiero estar aquí, ¿qué hay de malo en eso?

—Hay mucho de malo.

—¿Tú dónde deberías estar? ¿Drogándote? Si tú y yo no nos hubiéramos hablado estarías con alguien como Jessica o Janeth.

—Si tú y yo no nos hubiéramos hablado, no estarías enredándote con un adicto.

—Eso dolió —aseguré poniéndome una mano en el pecho, Adam sonrió y me abrazó.

—No estamos bien, pero se siente bien. ¿Qué fue de tu trabajo, nena? —Cambió el tema de pronto, ni siquiera lo recordaba, pero apenas lo mencionó se me hizo un nudo en la garganta.

Adam

Bastó una simple mirada para entender que Jeca no tenía empleo y eso le afectaba mucho. No la solté del abrazo, al contrario la apreté más fuerte.

—Oh, nena, no te sientas mal... A Marco no le dura nadie, aparte es un hijo de puta, probablemente te dijo que te daría el empleo y luego se echó para atrás por rechazarlo. Encontraremos algo mejor para ti, calma, te ayudaré a buscar.

—Intento estar tranquila, Adam, pero tengo mucho tiempo para pensar y estar triste. Me siento terrible, siento que estoy estancada, quiero salir corriendo.

—Pues vete —propuse sonriendo, ella me miró confundida, no sabía si la estaba corriendo o le daría apoyo de una u otra forma—. Los boletos que te di son para dentro de unos meses, los compré para tus vacaciones escolares, obvio no sabía que eso pasaría... En fin, las fechas se pueden cambiar fácilmente, podemos adelantar tu viaje de ida y retrasar el regreso. ¿Qué te parece?

—Eso es... genial, pero aún no le aviso a mi hermano, no puedo irme sin dinero, ellos tampoco están muy bien económicamente, además...

—Relájate ya, nena, solo se vive una vez —interrumpí—. ¿Quieres ir? Habla con tu hermano y deja que yo me ocupe de lo demás.

—Adam, yo no puedo pagarte...

—¿Te pedí dinero? Mereces mucho más, me has ayudado mucho, déjame hacer esto por ti. —Ella sonrió y me besó con aquella ternura que me fundía la razón.

—Gracias, no tengo palabras.

—No quiero palabras, aunque me gustaría un poco de sexo. Un poco no, mucho. —Jeca sonrió nerviosa, era evidente que ella no quería acostarse conmigo; aún así intentamos avanzar un poco.

Nos besamos, me dejó acariciarla sobre la ropa, pero estaba muy cohibida, nada que ver con nuestro encuentro en el piso de la cocina, así que mejor la abracé y la llevé a casa. Quería entenderla, pero se me estaba dificultando, nunca había batallado nada para tener a cualquier chica que quisiera. Me urgía que Jeca se relajara del todo para que se sintiera más segura de ella misma, lo cual me hacía sentir un egoísta ,y tal vez lo era. Yo quería llevarla a la cama, al final entre bromas la iba presionando y mi idea de nuestro primer encuentro sexual distaba mucho al intento de masturbación que tuvimos en el sillón.

Mientras caminábamos a su casa me preguntó el porqué estaba limpiando el segundo cuarto. Era algo raro, pero Jeca no podía estar callada, al mínimo silencio se apresuraba a buscar al tema de conversación.

—Tiene muchas porquerías, como ya te diste cuenta. Quiero que esté limpio para cuando te vayas a vivir conmigo.

—Cállate, no digas eso ni de broma —pidió riendo de nervios.

—Lo dije sin pensar, que bueno que no quieres. Después de soltar mi "broma" sentí que me faltaba fuerza para caminar —confesé entre risas.

—¿Qué hubieras hecho si aceptaba tu propuesta?

—Te hubiera abrazado, hubiese ido a mi casa por mis cosas y me iría a unas eternas vacaciones —comenté, por suerte Jeca se lo tomó con humor.

—Ya en serio, ¿por qué quieres limpiarlo? Esas cosas inútiles tienen mucho tiempo guardadas...

—Por eso mismo, tenía que tomar la decisión de botar todo, pero no lo hacía. Quizá me cambie de cuarto, ¿no te has preguntado porque duermo en el cuarto que no tiene puerta?

—Mmm, ahora que lo mencionas, sí me lo llegué a preguntar, pero al ver el contenido de la otra habitación supuse que te daba flojera limpiar.

—Y estás en lo correcto.  Pero también es porque la ventana de mi cuarto da directo afuera, si alguien toca la puerta puedo ver quien es sin necesidad de bajar. También me facilitaba la venta sin salir, aunque cada vez vendo menos, solo tengo clientes frecuentes.

—Sí, ya los reconozco a todos. ¿Piensas rentar la habitación vacía? Te quedaría bien porque tu casa tiene dos baños.

—Lo he pensando mucho. Llegamos a tu casa, nena —avisé recargándome en su reja.

—Si no me dices no lo noto —respondió con sarcasmo.

—Estas un poco ciega entonces —ambos reímos sin dejar de vernos—.  Bueno, si pensaba rentar la habitación, pero no estoy seguro, Malcom tiene mucho insistiendo, al igual que Jessica, pero no sé si quiero un roomie.

—Que bien —soltó con fastidio—. No sé porqué presiento que sé a quién elegirás.

—No lo sabes, pero estás celosa... Conozco tu mirada de celos.

—Cállate, Adam. Buenas noches —se despidió apenada.

—¿No tendré abrazo de buenas noches?

—Puedes pedírselo a Jessica.

—Tienes razón, quizá me da oral de buenas noches —solté bromeando, pero a Jeca no le hizo nada de gracia. Intentó entrar a su casa, yo la abracé repitiéndole que estaba jugando.

—Deja de reírte de mí, no juegues así conmigo, no seas inútil.

—Oye, inútil suena muy cruel. No tienes que sentir celos, principalmente porque dices que no somos nada y además porque me gustas, de otra forma estuviera en mi casa durmiendo. —No respondió solo se quedó colgada de mi cuello—. Mañana habla con tu hermano, pregúntale cuándo puedes ir a verlo, ¿está bien?

—Sí, gracias, Adam. Yo no sé como agradecerte todo lo que haces por mí.

—Lo harás después con sexo, pero no apresuremos las cosas. Ve a dormir, nena, te veo mañana —me despedí, ella sonrió nerviosa y solo se metió a su casa.

Al día siguiente tuve una visita, no era Jeca, era Malcom; su madre había hecho chilaquiles y como yo le caía bien, le pidió que me llevara. Siempre solíamos hacer bromas pesadas por eso, yo le decía que su madre me trataba bien porque estaba teniendo sexo con ella y que él era mi hijastro.

—Me cogería a tu mamá pero me da asco —se defendía.

—A ti nadie te da asco, eres un puerco.

—Lo sé —respondió con orgullo—. Y me cogeré a tu novia en cuanto termines con ella.

—¿Qué novia? —pregunté haciéndome el desentendido.

—Jeca... oh sí, no es tu novia, pero se besan frente a los demás, lo olvidaba... y caminan de la mano hasta su casa.

—Sí, esto es horrible, pedazo de mierda, me siento sucio.

—Es que eso eres, arrabalero. Tú me decías que ella era muy pequeña y que no había nada, y de un día para otro ya estás acompañándola de la mano, ¿qué pasó ahí?

—No sé, créeme que no sé. Es inesperado hasta para mí —admití frotándome la cara.

—No digo que esté mal, al contrario, ella puede ser la chica que te ayude a encontrar tu camino otra vez —argumentó Malcom intentando hacerme sentir bien.

—Sí, puede ser... pero seamos honestos, lo más probable es que yo arruine el suyo. —Hubo un silencio, era la incómoda verdad. La maldita, perra, insana y demoledora verdad.

Malcom apretó los labios y cambió de tema a otro mucho más banal, agregó bromas patéticas para hacerme sentir mejor; el idiota por lo menos me hizo reír. Estuvimos un buen rato hablando estupideces hasta que Jeca llegó. El rubio la saludó con normalidad y de ahí se fue de la forma más ridícula que pudo por lo evidente que era, lo hacía para dejarnos solos.

—¿Cómo estás? —le pregunté a la maldita niña que me volvía loco, había una pequeña luz en su mirada.

—No iba a venir, pero necesito contarte... Hablé con mi hermano, me dijo que me espera cuando yo quiera ir, que él estará feliz de recibirme en cuanto antes... No quiero emocionarme, pero ya lo estoy, maldita sea. —Ella soltó una carcajada que me hizo verla como si fuera una deidad. Estaba feliz, emocionada, como hace mucho no la veía.

—Me alegro mucho, nena. ¿En cuanto antes mejor no? Mañana mismo te cambió la fecha de los boletos, espero que esta misma semana estés viajando hasta la capital. Será un camino aburrido, podrías llevarte mi mp3. No hables con extraños, no aceptes comidas o bebidas aunque estén cerradas —enliste viendo mis dedos, volteé a ver a Jeca que estaba sollozando—. ¿Por qué estás llorando? ¿Qué pasa? ¿No quieres ir? Estoy asustado.

—No te asustes, estoy bien, estoy feliz... Perdón, es que en realidad no puedo creer que esto esté pasando, no puedo creer que veré a mi hermano, no puedo creer que estés haciendo todo. No puedo creer que estés mi lado, que hagas tanto por mí. Soy afortunada de tenerte, Adam... te quiero.

Me abrazó, se me formó un nudo en la garganta y otro en el estómago. Intentaba hacerme ver siempre seguro de mí mismo, pero en ese momento me inundaba el pánico, no tenía idea de qué decir o cómo reaccionar. Las cosas iban avanzando bien, iban rápido, me hacían feliz, pero también me llenaban de incertidumbre; tenía un enorme peso sobre mí. Jeca me abrazaba como si yo fuera su único pilar, lo único que la mantenía a flote, sin darse cuenta que estaba tan rasgado como ella y que probablemente nos hundiríamos juntos.

Los comienzos de una relación siempre son complicados, ¿no?

¿Cómo lograr encaminar su relación a un lugar más estable? Adam y Jeca necesitan sus consejos.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Capítulo dedicado a mi güera andreagracianocastro que me ha apoyado mucho en comentarios, votos y opiniones. Además escribe muy bien, recomiendo echar un vistazo a sus novelas ♡

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