24) Espiral P.2

Advertencia: Antes de leer esta parte, asegurate haber digerido bien la anterior, pues los eventos anteriores y los nuevos, pueden dejarte sobrecargado.

Jeca

Al día siguiente, me levanté muy temprano para ir a la escuela sin que mi madre se diera cuenta. La realidad era que había estado ausentándome para seguir a Alicia, tenía muchas faltas y estaba por irme a exámen extraordinario en la mayoría de clases, de hecho en otras estaba reprobada. No me interesaba, sabía que tenía que afectarme, pero no.

Faltaban horas para entrar, ni siquiera salía el sol. Revisé mi celular, tenía llamadas perdidas de un número desconocido y foráneo, probablemente para intentar hacerme cambiar de compañía. También tenía llamadas perdidas de Adam y algunos mensajes buscando razón de mí. Suspiré, y en vez de ir a tomar el camión, fui a su casa.

Toqué varias veces, el abrió extrañado, sin camisa y medio dormido.

—¿Qué haces aquí? ¿No pudiste dormir? —preguntó frotándose el ojo derecho.

—No podía más. —Él me abrazó, me tomó de la mano, invitándome a pasar.

Me senté mientras Adam preparaba algo de desayunar. Me gustaba mucho verlo, parecía siempre relajado, seguro de su entorno, paciente. Me gustaba él.

—¿Vas a ir a la escuela? —inquirió pasándome el plato sin notar que estaba absorta.

—Sí, pero aún es temprano —asintió con la cabeza, luego ambos comimos en silencio.

Terminamos el desayuno, yo lavé los platos. Adam esperó a que terminara para hurgar en su refrigerador y lanzarme una barra de chocolate. Nos sentamos en el sillón a comerla, él se tumbó y recargó la cabeza en mis piernas.

—Que buena vista tengo desde aquí —soltó riendo, yo lo miré divertida.

—Cállate, sucio.

—Me alegra verte sonreír. —Se incorporó, luego me abrazó otra vez.

—Me gusta estar contigo —dije, acariciando su cabeza. La calidez de su cuerpo me causaba ternura.

—Me gustas tú —respondió.

Me miró a los ojos como pidiendo permiso, permiso que hace mucho le había concedido. Puso su mano a un costado de mi cara, lo hizo con tanta cautela que me transmitió sus nervios. Empecé a sentir que me faltaba el aire, Adam soltó un suspiro pesado, luego sin más terminó de acercarse. Cerré los ojos, sentí sus labios contra los míos. Había una fiesta en mi interior, todo se aceleró por dentro y al mismo tiempo los segundos se volvían más lentos con ese acto.

Abrí los labios para profundizar el beso, sentir la lengua de Adam era algo excitante en muchos aspectos, pero no ese tipo de excitación que te hace querer arrancarte la ropa, no; Era algo delicado, rico, reconfortante; algo que invadía tus sentidos y a la par los alteraba.

Se separó de mí con lentitud, puso su cara en mi cuello y yo me quedé acariciando su espalda. A pesar de estar sentada sabía que me temblaban las rodillas. El corazón de Adam latía tan fuerte que podía sentirlo pegado a mí.

—Tu corazón... —observé en un hilo de voz. El silencio se cortó de forma tan abrupta y casi con el el ambiente. Me sentí extraña al hablar, como si hubiera hecho algo tonto.

—Ya te dije, así se pone cuando estás cerca.

Sonreí aún en la misma posición, pero luego me embargó la incertidumbre: ¿Merecía de verdad estar feliz? ¿Eso había sido un comienzo o solo un juego más de Adam? ¿Era algo serio o después de lo que hice con Frank, me veía como una cualquiera? ¿Era una cualquiera? ¿Merecía algún tipo de respeto?

—Te llevo a tu escuela, vamos —irrumpió saliendo de mi cuello. Sonrió para mí, pero por el tiempo que pasó escondido me imaginé que él también pensaba cosas negativas.

Esperé que Adam se diera una ducha, luego salimos juntos y tomados de la mano. No alcancé a entrar a la primera clase, así que nos fuimos a perder tiempo a un parque de por ahí. A pesar de mi insistencia por fugarme el resto de las clases, él no cedió, así que mejor omití la charla sobre mi decisión de dejar la escuela.

A la segunda hora me dejó en la puerta y regresó a casa. Entré al salón resignada, me dejé caer en mi lugar, el maestro había llegado antes que yo y solo me miró con pena. Se aclaró la garganta, comenzó la clase, yo no tenía ganas de hacer nada. No pasó mucho tiempo cuando tocaron la puerta del salón. Era mi madre.

—¿Usted me citó para hablar de Jeca? —preguntó con pesadez. El maestro asintió y salió del salón.

Me froté la frente con coraje, el bullicio por la falta de autoridad no se hizo esperar. Al poco tiempo el maestro regresó a clases como sin nada y siguió con lo suyo.

—¿Para qué la llamó? —interrumpí sus explicaciones sobre física para pedir las mías.

—Tu desempeño ha dejado mucho que desear últimamente. Es para ponerla al tanto y tomar medidas. —Me irritaba solo escucharlo, giré la vista, no quería seguir viendo su cara y él volvió su trabajo.

Faltando quince minutos para que el timbre sonara, mamá volvió a tocar la puerta que se encontraba abierta, y todos voltearon a la vez.

—Jeca —habló al notar el silencio que había formado.

Me puse de pie sin siquiera pedir permiso, salí a encontrarme con ella.

—¿Qué pasó?

—Eso te pregunto a ti. De pronto me citan a tu escuela con calidad de emergencia para decirme que cada vez estás peor, que estás faltando, que no presentas trabajos y que si sigues así te van a correr... No sé qué pasa contigo, pero estas reuniones no me gustan.

—Claro, porque a ti solo te interesan las reuniones si tienen alcohol. —Mamá suspiró, estaba empezando a enojarse.

—Estás muy insolente, Jeca, y me estás agotando la paciencia. Intenté acercarme a ti, intenté darte tu espacio, pero nada te parece.

—¿Por qué no te vas a una esquina y me dejas en paz? —pedí con rabia. La bofetada que me dio resonó por el pasillo. Solté un quejido por el dolor, pero la impresión no me permitió articular palabra.

Puse mi mano sobre el golpe y clavé la vista en mi madre. Quería ponerme a gritar, mi respiración era irregular y sabía que mi rostro se había teñido de rojo por la rabia. El maestro salió asustado a intentar tranquilizar las cosas.

—¿Tienes algo que decir? Esto lo vamos a terminar en casa. ¡Y usted, no se meta! —advirtió mamá con la voz tan segura que temí que el hombre correría con la misma suerte que yo.

—Entonces nos vemos en casa —respondí antes de regresar al aula.

Me ardía la mejilla, sentía la vista de todos clavada en mí, los murmullos me causaban ansias, quería desaparecer ahí mismo. Tenía mucha ira, solo podía pensar en lo que me esperaba al salir de la escuela.

Muchas cosas pasaron en este capítulo, ¿a poco, no? Aunque esta parte se pasó muy rapido, tiene varias cosas que procesar.

Aquí empieza una nueva etapa para Adam y Jeca, tanto juntos como por separado. 

¿Piensan que la relación de ellos dará inicio o volverá a estancarse?

¿Jeca dejará la escuela o esperan que Adam la convenza de lo contrario? 

Este capítulo tiene una dediación especial a user87619685 LensBook y RubnPrezPardo por el apoyo en mis otras historias y por incluirme en sus recomendaciones ♡ 

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