16) Defensa Pt. 2
Adam
—¿En serio? ¿Llamaste de verdad o ella te pidió que no me hicieras caso? —inquirió Antonio, arrastrando las palabras.
El estrés del chico solo conseguía desesperarme más, así que puse el altavoz y volví a llamar. Hubo tres timbrazos antes de que Jeca contestara.
—¿Qué quieres, Adam?
—¿Jeca? ¿Estás bien? ¿Por qué no estás yendo a la escuela?
—Sí estoy yendo —aseguró soltando una risa tosca.
—Antonio está aquí, me dice que toda la semana has faltado. ¿Segura que estás bien? —Hubo un silencio largo.
—Estoy bien. Dile a Antonio que no fui porque visité a mi hermano o yo qué sé, inventa algo —pidió con un tono lúgubre. Antonio cambió su cara de preocupación a asombro, y no era para menos.
—Está bien, yo le digo. Tengo que volver a trabajar —avisé dándole la espalda al tipo, sentía pena por él.
—Sí. ¿Es todo lo que necesitabas? —preguntó Jeca, cortante.
—Su dirección —agregó Tony.
—Antonio quiere saber si puede tener tu dirección.
—No, ni se te ocurra. No quiero más problemas, Adam.
—Entiendo, ¿puedo hablarte después? —De nuevo se hizo un incómodo silencio, hasta él se quedó congelado.
—Prefiero no, no es buen momento.
—¿En verdad estás con tu hermano? —Por un momento caí en duda.
—Ojalá fuera así. —De nuevo se podía percibir la tristeza en su voz.
—¿Es por mi culpa? —Quise averiguar, olvidando la presencia del muchacho que me miraba desconcertado.
—Ve a trabajar, Adam —ordenó, luego colgó.
—Ya oíste, chico, la niña está bien, pero no quiere verte.
—¿Qué le hiciste? —preguntó frustrado.
—Nada.
—No sé porque confía tanto en ti, pero ella no merece que le hagas daño —destacó sin verme. Estaba muy seguro de que Jeca había estado faltando por mi culpa y entendía la frustración de Antonio, pero no iba a admitirle nada.
—Sí niño, lo que digas. Debo regresar a trabajar —anuncié. Él se fue, yo me quedé laborando con una sensación entre tristeza e incertidumbre.
—¿Quién era? —preguntó Jessica cuando la venta se tranquilizó.
—Un chico al que me estoy cogiendo, ¿algún problema? —Ella soltó una carcajada.
—Lo que me faltaba.
—No, lo que me faltaba es que tú vayas por ahí amenazando a las mujeres que se interesan en mí. No soy tu novio, supéralo —exclamé con tono pesado. Jessica se quedó callada.
—En primera, que estés de mal humor no es asunto mío, así que no te desquites conmigo. Segunda, eso fue antes de saber que te gusta la niña.
—No, Jessica. Deja tu doble moral, tú te pasas coqueteando con los clientes así que independientemente a que Jeca me guste o no, no puedes ir por ahí diciendo que somos algo.
—Porque somos algo, aunque lo niegues. Los amigos no tienen sexo. Así que recuerda eso la próxima vez que quieras meter alguna parte de tu cuerpo entre mis piernas —sentenció con enfado.
—Lo tendré en mente —agregué sarcástico.
—¿Sabes que debes tener en mente? Que la chica que te gusta tiene entre quince a dieciocho años y tú veinticuatro. Cuando tú estés pensando en tener algo serio con ella, ella estará buscando un nuevo novio —soltó antes de regresar a trabajar. Su comentario me dejó una sensación de desasosiego que me aumentaba el mal humor.
El siguiente día fue sábado y Jessica faltó al trabajo, lo que representó un leve descanso mental porque el ambiente se ponía pesado cuando estábamos juntos. Esa pequeña discusión nos hizo ver que lo único que se nos daba bien era fallar y follar.
El domingo publicaron los horarios. Yo tenía descanso el lunes, seguiría trabajando en la tarde, en cambio Jessica tenía descanso el martes y su turno se había cambiado a la mañana. Sentí que me quitaba un peso de encima, pasar el tiempo sin verla era lo mejor que podía hacer.
Antes de cerrar el domingo, hubo un pre-copeo entre compañeros. Más tarde en la camioneta, Ana sacó una botella de vodka para seguir con los buenos ánimos. Nos quedamos bebiendo durante todo el trayecto, yo no había cenado y el alcohol me hizo efecto muy rápido, además de que lo mío eran las drogas ilegales.
Me dejaron en mi casa, abrí la puerta, lancé la mochila al sillón, me cambié de ropa, tomé mi teléfono y caminé hasta la casa de Jeca. Me paré afuera sin tocar, solo la llamé:
—¿Qué demonios... Adam? Son las putas tres de la mañana —contestó con la voz adormecida.
—Estoy afuera de tu casa, quiero verte.
—Estás loco... Déjame dormir. —No me creyó.
—Asómate —pedí sonriendo a la ventana.
—Estoy bien en mi cama, no juegues.
—Es en serio. —Vi como la luz de su habitación se encendió, no noté que se asomara, pero lo hizo.
—¿Qué demonios haces aquí? Si mi madre te ve me matara.
—¿Ella está en casa? —pregunté desafiante.
—No, pero llegara en cualquier momento.
—Pues, sal antes de que venga.
—Estás loco. Vete a tu casa —ordenó. Su voz ya sonaba nerviosa.
—No me iré hasta que salgas.
—Eso veremos —retó, luego colgó el teléfono. Empecé a llamarla hasta que lo apagó.
En mi borrachera era más aferrado, por eso no acostumbraba beber. Me volvía más insistente, irritante y no me importaba si alguien se incomodaba. Tomé una piedra y empecé a tocar la cerca metálica de su casa. Al poco tiempo Jeca me regresó la llamada.
—Adam, es en serio, tienes que irte. Esto no es divertido.
—A mí sí me divierte, mira. —Volví a golpear la cerca—. No me iré hasta que te vea, que note que estás bien. Quiero verte.
—Para Adam, no quiero que me veas. En realidad no quiero ver a nadie. —Su voz sonaba diferente.
—¿Por qué, Jeca? Te extraño de verdad —insistí sin golpear más.
—No estoy bien físicamente, Adam —recargué mi cabeza en la cerca.
—Entonces con más razón quiero verte. Prometo oírte, prometo no juzgarte y ayudarte, solo dame un momento —musité.
—Está bien, voy a salir —accedió. Luego colgó el teléfono.
Esperé de pie en el mismo lugar, como un cachorro esperando a su dueño. Escuché como quitaba el seguro de la puerta principal y hasta sentí alegría; luego la vi caminar a donde yo estaba, pero no distinguía bien, no había luz y la de las farolas eran deficientes. Apenas abrió me dijo:
—Entra en casa, no quiero que mamá nos vea afuera. Pasa a mi cuarto, hablamos ahí. —Yo obedecí, me sentía emocionado por estar en su habitación. Apenas pasé tropecé con algo, ella me alcanzó después de cerrar todo.
—Prende la luz —pedí intentando dejar de tambalearme.
—Adam, antes de hacerlo necesito decirte que no estoy bien. Mi madre me golpeó y tengo algunas marcas, trata de ser prudente. De haber sabido que estabas ebrio no te hubiera contestado a la primera, te hubiera dejado afuera.
—Fue la única manera de tener el valor de venir a verte, perdón —me sinceré. De pronto la luz se encendió lastimándome los ojos. Me cubrí, esperé a adaptarme un poco antes de reclamarle.
—Me hubieras avisado... Jeca... ¿Cómo te hicieron eso? —Sentí que el estómago me daba un vuelco, ella tenía un golpe en el ojo. La marca empezaba a verse entre verdosa y amarillenta, señal de que se estaba curando, pero la impresión de verla lastimada me perturbaba.
—Porque no llegué a dormir —balbuceó agachando la cabeza.
—Pero no hicimos nada malo. Ni siquiera nos abrazamos, dormimos separados —le recordé, acercándome para darme cuenta que había otros golpes dispersos en su rostro. Cuando más lo veía peor me parecía, la culpa empezaba a marearme.
—Lo sé, pero ella no escucha, ella no piensa, ella... —Interrumpí con un abrazo.
—Perdón, es culpa mía. Lo siento. Claro que te considero mi amiga. Perdóname, tú no mereces nada de esto. —Sentía un nudo en la garganta, Jeca no me regresó el abrazo y por un momento tuve mucho miedo de perder a alguien importante de nuevo por mis malas decisiones. Pero pasados unos segundos, puso sus manos sobre mi espalda apretándome contra su cuerpo.
—Intento resistir, Adam, pero estoy estancada. —Sentí su cuerpo estremecerse en llanto y el miedo que tenía se convirtió en tristeza.
No sé cuanto pasamos abrazados hasta que ella se calmó, pero apenas me soltó me dijo:
—Tienes que irte, mi madre puede llegar en cualquier momento. Debo apagar las luces para que no se dé cuenta que estoy despierta. —Fue como si de pronto se hubiera acordado que estábamos en su habitación, solos, de madrugada.
—No me iré, así que puedes ir apagando todo —avise. Me tumbé en su cama, que por cierto era más grande y cómoda que la mía.
—No juegues, Adam, ya tuve suficiente de ti. Me has traído muchos problemas —reprochó, su voz delataba coraje y aunque me dolió lo que dijo, yo solo pasé los brazos detrás de mi cabeza para estar más a gusto.
—Tu madre llegará en cualquier momento. Puedes dejar la luz prendida hasta mañana, porque yo no me iré de aquí; O puedes apagar la luz, meterte a la cama conmigo y yo me iré cuando ella esté dormida. He tenido muchas escapadas nocturnas, créeme que tu madre no es un desafío para mí —Levanté la vista para ver si Jeca seguía enojada, y sí lo estaba, tenía los brazos cruzados sobre su pecho.
—Eres insoportable.
—Así me pongo cuando bebo. Odioso, testarudo, pedante, bromista. Por eso mejor no me dejes alcoholizarme sin drogarme —expliqué levantando el dedo índice—. ¿Vienes a la cama?
—Hazte a un lado, ese es mi lugar —ordenó, luego apagó la luz.
Solos en la madrugada compartiendo cama 7u7
¿Será el próximo capítulo el tan esperado de alguna confesión, beso o momento subido de tono? 🐷
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