▶ Capítulo 6

Blanco.

Es lo único que veía los lindos ojitos avellana de Sanha.

Se encontraba en la habitación de su nuevo departamento, desde hace una semana había dejado de vivir con su madre, ya era un universitario con empleo, y creía correcto comenzar a independizarse, vivir por su cuenta, y lo hizo.

Quería quitarle un gran peso de encima a su querida madre, y pensó que esa era la única forma.

Su progenitora sufrió mucho con su partida, pero al final, lo termino aceptando, despues de todo él ya era un adulto.

Sanha mantenía su vista en un punto fijo en su habitación, y esa era su lúcida y blanca pared.

Estaba tan perdido en sus pensamientos.

"Si"

Esa respuesta estaba rodando por su cabeza, y por un instante se llenó de esperanza.

"Pero como un amigo"

Pero lo que continúo después de ese sí, el cual significó muchas cosas bonitas en ese pequeño lapso de tiempo, fue peor que una daga clavada en su corazón.

Fue un verdadero imbécil en creer que su amigo le amaba, pero no de esa manera tan estúpida de ser solo un amigo.

Se arrepentía mucho de haberse enamorado de él.

No podía dejar de repetirse una y otra vez en la mente, que su adorado Moon Bin, era la persona equivocada.

"Pero mira Amor, solo olvidemos esto y quédate conmigo como estamos, si"

Le sonreía mientras le temblaba sus gruesos labios al hacerlo, sus ojos
suplicantes, le daba esa sensación que en verdad no quería perderlo.

Aquello hizo que su corazón se le hiciera añicos, después de tantos años de amistad con Moon Bin, jamás pensó que era un ser tan egoísta.

Sonrió con cansancio, mientras
recordaba todo ese mal momento que pasó.

No podía creer que fuera tan masoquista en seguir martirizando por lo ya sucedido.

Pero despues de todo que iba hacer, lo era, un masoquista de primera.

Giró su rostro y miró aquella persona que le hacía sufrir.

Estaba plácidamente dormido.

Desde aquella discusión, que fue hace dos semanas, él había aceptado tal idiotez de estar con él.

Moon Bin desde ese día había estado un poco distante, no quería seguir confundiendolo, como lo había hecho siempre.

Pero eso es lo que creía hacer, porque Sanha no pensaba igual.

Que vaya todas las noches a dormir con él, no ayudaba.

Que le invite a salir como amigos, no ayudaba.

Que le diga Amor aún, no ayudaba.

Nada ayudaba, es mas le confundía y
hacía sufrir más.

Le miró con cierto deje de tristeza en sus ojos, solo faltaba dos días.

Sí, los meses se habían ido volando para Sanha, y como lo anterior dicho, solo faltaba dos días, en el que ya no le podría ver más.

Su Bin se casaría y le olvidaría.

De donde yacía se levantó, y caminó hasta su cajonera, sacó una camisa grande blanca y un bóxer del mismo color, despues de sacar lo que utilizaría lo cerro, le dio una última vista a su amor inalcanzable, y entre suspiros de gran tristeza se metió a su pequeño baño para darse una refrescante ducha, quería olvidar por un instante.

Una vez limpió y relajado salió del baño con su vestimenta ya puesta y con una toalla envuelta en su cabello, a pesar de tenerlo corto, siempre gustaba envolverse una.

- Buenos días.

Dió un pequeño brinco del susto en su sitio, le había asustado escuchar la voz ronca del rubio de repente.

- Buenos días - respondió sin mirarle.

Se dirigió hacia su mesita donde tenía todas sus cosas de belleza organizadas.

Agarró su crema humectante de piel, y aplicó un poco de ella en sus blanquecinas piernas.

Era importante para él, tener su piel bien cuidada.

- Con razón mi Sanhie tiene una piel muy hermosa - halagó el rubio.

Rayos, se había olvidado por un instante que Moon Bin estaba ahí.

- Gracias... Supongo - respondió
sonrojado.

Una vez terminó de aplicársela, dirigió su mirada hacia Moon Bin.

- ¿Qué pasa mi conejito? - preguntó al ver esos hermosos luceros hacia él.

- Tienes que irte - respondió mientras aparto su mirada - No tarda en llegar un amigo.

Moon Bin al escuchar aquello frunció su ceño, y no pudo evitar levantarse molesto de la cama ajena.

- ¿Que amigo Sanha?, tu único amigo soy yo, no tienes por qué tener más, conmigo basta -.se paró frente a él.

El castaño sonrió mientras le miraba.

- ¿Y ahora de que te ríes? - preguntó molesto el rubio.

- No puedo creer lo que estoy
escuchando Moon Bin, deja de ser tan egoísta.

El menor le miró altanero.

- Yo no soy egoísta Sanha, solo que no quiero que te juntes con otros, me molesta.

Sanha lo observo por unos segundos más antes de apartarse de ahí, salió de su habitación, no quería seguir discutiendo con alguien que no deja de pensar en sí mismo.

Moon Bin no se quedó atrás y le siguió dando grandes zancadas.

- ¿A dónde vas Sanha?, no me dejes con la palabra en la boca.

- No quiero discutir por favor, es lo único que hemos estado haciendo en estos últimos días y no tengo ánimos de seguir - repudió el castaño.

- Pero yo no estoy discutiendo, eres tú
quién me busca - se defendió.

Sanha cabreado se quitó la toalla de su cabeza y la tiró en el pasillo.

- ¿¡Yo en que momento Moon Bin!? - reclamó - Solo te dije que viene un amigo, yo también quiero mi privacidad, tengo derecho a tener más amigos, tú te vas a casar en dos días, vas estar feliz con tu esposa y yo - se tocó el pecho con lágrimas en los ojos - ¿Yo dónde quedo? Tengo derecho a rehacer mi vida.

- Conmigo Sanha, ya te lo dije... ¡¡Conmigo!!... ¿Por qué eres tan difícil siempre?

El castaño volvió a sonreír irónico.

- Contigo - se volteó no podía mirarlo, sentía mucha rabia - ¡¡Contigo!! - grito
Una vez que te cases vas olvidarte de mí, tendrás que pasar más tiempo con tu querida esposa, dormirás con ella, despertarás con ella, harás el amor con ella, tendrás hijos con ella, y dices que contigo - se volteó a encararlo - No
necesitas hacer esto Moon Bin, no tienes que sentir lástima por mí, no soy un puto cristal que se va romper si lo dejas, si le quitas su amistad, soy una persona Moon Bin, y como tal, si me llego a caer, puedo levantarme solo.

Moon Bin le vio molesto, le dolió, claro que le había dolido aquellas palabras.

- Todo esto es por tu culpa Sanha - le señalo - Si no te hubieras enamorado de mí, nada de esto estuviera sucediendo, me confundes.

Enojado entro al cuarto del castaño, agarro su chaqueta y salió de aquel lugar azotando la puerta de entrada.

Caminó molesto por las calles transitadas, maldijo a todo quién se interpusiera en su paso, hasta llegar a su destino.

La casa de su prometida.

Aquella lo recibió con los brazos abiertos, le iba a dar un majestuoso abrazo, lleno de amor, dicho acto se hubiese realizado, si no fuera porque Moon Bin paso de largo sin tomarse la molestia de mirarla.

- Buenos días amor, si buenos días mi amor - hablo con sarcasmo Yeji al verlo pasar como perro por su casa.

Pero Moon Bin ni siquiera escucho aquello, Yeji cerró la puerta con un rostro de extrema confusión, siguió el caminó por donde fue su prometido, una vez llegó lo vio sentado en su largo mueble de cuero café, estaba todo malhumorado y pensativo.

Así que muy cautelosa, porque no quería que el rubio se desquite con ella, caminó hacia él y se sentó en sus piernas.

- Amor, ¿Qué tienes ?- se atrevió a preguntar.

Rodeó el cuello de este con sus delgados brazos y comenzó a repartir varios besitos en el rostro ajeno.

Pero Moon Bin siguió sin responder.

- Amor - volvió a llamar.

Si seguía así, de seguro se ganaría un regaño por curiosa, pero todo valía la pena, necesitaba saber que le pasaba al hombre que amaba, continúo con su afecto de cariño repartiendo muchos pero muchos besos más.

Cuando pensó que debía darse por vencida, porque su prometido no le respondía, este le agarro sorpresivo de los muslos y la acomodo en aquel cómodo mueble.

- Lo siento amor - susurro en sus labios - Perdona por no saludarte preciosa - terminó de disculparse, para atrapar aquellos apetecibles labios contra los suyos.

En plena muestra de amor, acaricio aquellas lindas piernas que poseía su futura esposa, aquellas le parecían verdaderamente bonitas, pero no se
veían tan suaves y blancas como las de su Sanha.

"Sanha".

Moon Bin al darse cuenta de lo que pensó, se dio una cachetada mental, por qué tendría que pensar esa clase de cosas en momentos tan íntimos, o es peor aún, por qué lo compararía con su prometida, de repente el recuerdo de a verlo dejado sollozando azoto su mente.

Se sintió el peor de los idiotas.

No sabía que hacer, estaba confundido, Sanha le confundía.

Muchas veces llegó a pensar que se debía por el gran tiempo que paso junto a él.

Es que una amistad desde la niñez es tiempo suficiente para encariñarse con una persona, pero entonces, ¿Por qué le molestaba que estuviera con otro?

Él le había dejado claro que lo amaba como un amigo, entonces, por qué ese sentimiento.

Al parecer su Sanha tenía razón, era un egoísta y no quería aceptarlo, ni
reconocer.

Sin ánimo de nada se apartó de su prometida, aquella otra vez puso su cara de confusión, pero esta vez no preguntó nada.

- Te parece si vemos una película aquí - propuso Moon Bin con una sonrisa fingida.

No quería desquitarse con ella, no tenía la culpa de nada, al igual que su Sanha.

Yeji asintió emocionada, era la primera vez que iba a ver una película con su prometido, "A solas", fue rápido a buscarla, Moon Bin la había dejado elegir y se decidió por una de humor, dejo todo preparado para solo reproducirla en cualquier momento y se dispuso a hacer unas palomitas, una vez hecho todo llevó un gran recipiente lleno de ello en su mano derecha, mientras que con la libre llevo dos gaseosas.

Se encontró a su novio concentrado en un punto fijo, pero solo se encogió de hombros, estaba tan emocionada, que no podía ver mas allá.

- Amor ya llegué - le habló emocionada, recibiendo solo un asentimiento.

Se acomodó en el gran mueble junto a su amado, y le dió play a la película con el control del DVD.

Las horas transcurría y en esa sala, solo se escuchaba risas de una sola persona.

Moon Bin estaba tan distraído.

La comedía termino y Yeji apago todo.

- ¿Estuvo muy divertido? - entre risas
se acomodó en el regazo del rubio - ¿Verdad?

El más alto se levantó de su ensoñación y solo dió un sí de respuesta.

Yeji sonrió y se separó de su prometido muy juguetona, se trepó a horcajadas encima de él y comenzó con un vaivén muy suave.

- Mi bebé quiere jugar un ratito - susurro muy despacio en el oído ajeno.

Moon Bin respondió aquel gesto, y le agarro de su fina cintura.

Atacó de nuevo los labios de su futura esposa, en un beso muy apasionado, la intensidad y el calor de sus cuerpo iba subiendo cada vez de nivel.

Ring ring

Pero el sonido de un celular daño el excitante momento.

- No contestes amor - hablo Yeji mientras mordisqueaba el cuello del más alto.

Moon Bin quería hacer caso a su prometida, pero aquel aparato no quería callarse.

Así que muy despacio bajo a su prometida de encima, aquella hizo un puchero de total desacuerdo.

- Lo siento hermosa, pero debe ser algo importante.

El rubio observó la pantalla de su celular y ver de quién se trataba, le hizo preocuparse.

- ¿Quién es? - preguntó Yeji.

- Sanhie - le respondió, Yeji hizo una mueca de desagrado, pero no rechisto, Sanha le agradaba, pero estaba muy resentida con él, por todo.

Moon Bin dudó si contestar o no, hasta que se decidió.

Deslizo su dedo pulgar en aquel aparato y se lo acercó a su oído esperando escuchar esa linda voz.

- ¡¡Halo!!.

Se quedó pensativo, esa no era la voz de su Sanha.

- Halo si, ¿Quién es usted? ¿Y que hace con el móvil de mi Sanha?

Alterado se paró de aquel mueble y comenzó a caminar de un lado a otro.

- Hola, soy el barman del bar "Los Deseos", me podría decir si estoy hablando, con el gran amor de mi vida.

Moon Bin se quedó analizando a como le habían llamado.

- ¿Como dijo?

- Si estoy hablando con el gran amor de mi vida. Como le explico, el joven aquí presente, llegó desde muy temprano, y bebió para decir basta, está hablando pura incoherencias, y no deja de llorar, puede venir a recogerlo.

- Deme la dirección ¡Ahora!

No espero a que el hombre terminara de darle todas las indicaciones que salió de ahí disparado, no escucho ninguna de las preguntas que hizo Yeji preocupada, el solo quería salir y llegar dónde estaba su amigo.

Su Sanha.

Una vez llegó al lugar entó como alma lleva el diablo y miró por todo lados, al divisarlo recostado en aquel gran mesón del bar, le partió el corazón.

- Sanha - le llamó al acercarse.

Este no le escuchaba solo sollozaba.

- N...No me dejes - se lograba entender entre sus hipidos - No quiero que me dejes.

Moon Bin se sintió más miserable.

- Vamos mi pollito, levanta - trató de incorporarlo, pero Sanha no quería levantarse.

- ¿Usted es el gran amor de mi vida? - preguntó el barman.

El rubio asintió.

- Su chico a estado así desde que llegó, está muy despechado, bueno no es que quiera sonar como un metiche, ni nada por el estilo, pero el chico está sufriendo, desde que se emborracho está diciendo esas clases de cosas, si pelearon, porque no lo disculpa, se ve que él es muy buena persona, no merece sufrir.

Moon Bin le escuchó atentamente y aquellas palabras no ayudaba a como se sentía.

- Tenga, aquí está el celular de su novio y sus pertenencias, revise que todo esté en orden y se lo puede llevar.

Una vez de a ver revisado todo, Moon Bin se acercó a su amigo nuevamente.

- Sanhie - llamó dulcemente - Levántate amor.

El castaño volteó a mirar, para comprobar si no se trataba de una ilusión, pero al ver cómo le sonreía, se incorporó solo muy tambaleante.

- Binnie.

El nombrado asintió.

Sanha sonrió aún con lágrimas en sus ojos, tenía sus bellos ojitos muy irritados.

- Binnie - repitió y se abalanzó hacía él, le abrazó muy fuerte - No me dejes, por favor.

Era inevitable no sentir el gran nudo que tenía en su garganta.

- No lo haré, no lo haré mi pollito.

Sanha mareado se despegó de él, le quedó observando por un corto tiempo y le sonrió, sin desperdiciar más tiempo alzo sus bracitos, los cuales Moon Bin vio confundido en un principio, pero al instante entendía lo que tenía hacer.

Su Sanhie era como un bebé todavía.

Puso sus dos fuerte manos en la fina cintura del más bajo y lo elevó hacía arriba, Sanha enrollo sus delgadas piernas y brazos en él, se había sostenido como un verdadero koala en su árbol.

En cambio Moon Bin le sostuvo de los muslos para que no resbalara, aunque las intenciones de Sanha no eran esas, se había aferrado muy fuerte en él.

Como pudo Moon Bin asintió al barman en forma de agradecimiento y despedida a la vez, aquél le devolvió el gesto, y observó hasta el final a tan conmovedora escena, según su pensar.

En todo el trayecto hasta el hogar de Sanha fue un verdadero caos, el ya mencionado no quería soltarle, en cada movimiento que hacía, se aferraba más a él, con mucha más intensidad.

Para Moon Bin el castaño pesaba como una pluma al principio, pero habría que recordar que este es un adulto y si lo mantenía mucho tiempo en sus brazos, estos comenzarian a hormiguear en cualquier momento por no tener una buena circulación de sangre.

No pudo llevarlo en taxi, porque para el colmo no llevaba dinero suficiente consigo para hacerlo.

El ajetreo fue demasiado incómodo hasta llegar, dicho bar quedaba a unas siete cuadras de la casa del más bajo, pero el problema no fue cargarlo hasta ahí y que sus brazos dolieran, si no que Sanha no dejaba de olfatearlo.

Una vez frente de la puerta de entrada, fue otro martirio para Moon Bin, ya que no podía sacar la copia de la llave que tenía en su bolsillo, pero como pudo lo logro y abrió la puerta.

Una vez adentro, la cerró con su pie derecho y se dirigió al cuarto.

Intento acostarlo pero lo que logró es caer junto a él, ya que Sanha hacía mucha presión de sus piernas en su cintura y con los brazos su cuello.

- Sanhie - susurro en el oído ajeno - Podrías soltarme bebé, no puedes tenerme preso así siempre - sonrió.

- No quiero.

- Vamos amor.

- ¡No!... si lo hago, me vas a dejar, y no quiero - comenzó a sollozar de nuevo.

- No llores lindo - deposito varios besitos en su cuello y mejilla, tratando de calmarlo.

El castaño trataba de tranquilizarse, pero no podía, no cuando su corazón estaba destrozado.

- B-Binnie, ¿Por qué no me amas, como yo a ti? - preguntó.

Moon Bin tragó grueso, no sabía que decir.

- Lo siento.

Esa respuesta fue suficiente para que Sanha afloje su agarre de piernas y brazos.

Moon Bin se alzó con sus robustos brazos y observo a su amigo que yacía debajo de él, a pesar de tener su ojitos hinchados era el ser más hermoso y tierno que pudo haber conocido en la faz de la tierra.

Sanha volteó su rostro por unos segundos hacía otro lado, para luego posar su mirada en su amigo de nuevo.

- Tú una vez me dijiste que harías cualquier cosa por mí, ¿Eso es cierto? - pregunto Sanha, ganando un asentimiento de parte de Moon Bin.

- Cualquier cosa mi pollito - afirmó.

- ¿Seguro?

- Sí.

- Hazme el Amor - soltó Sanha sin vergüenza alguna.

Pasó varios segundos que parecía una eternidad, y no recibió respuesta alguna.

- ¿Me vas hacer el amor?

Moon Bin se apartó realmente estupefacto, creyó haber escuchado mal, pensó por un instante que tenía problema en sus oídos, pero al volver escuchar decir lo mismo a Sanha, se asustó de sobre manera.

- ¿P...pero que estás diciendo Sanha?

Creó una gran distancia entre ambos.

- T...Te estás escuchando, como crees que me vas a pedir esa clase de cosa.

Sanha se incorporó sentándose en su
cama.

- Lo sabía - soltó una risilla melancólica.

- ¿Qué sabías?

- Qué no estás dispuesto hacer cualquier cosa por mí, era una vil mentira - respondió - En verdad no me amas, ni como amigo.

- Me estás chantajeando.

- No.

Moon Bin estaba exasperado en verdad no sabía qué hacer, estaba dolido, confundido y ahora asustado.

Pero por qué de todas las personas que existe en el mundo, las cuales era una minoría las que conocía, tenía que ser Sanhie, la persona que más quería en el mundo después de su querida madre, ¿Por qué él?

- Solo una Noche, solo eso te pido... Una
Noche.

- Sanha, Sanha, Sanha... - el castaño repitió tres veces su nombre frustrado - ¿Por qué me pones en esta clase de situación? - preguntó, mientras volteaba su cabeza con extrema negación.

- Solo una Noche, no estoy pidiendo más Binnie, solo una.

El mayor caminaba de un lado a otro pensativo, sin poder creer lo que está pasando.

Lo que le estaba pasando a él.

- Binnie - le llamo Sanha - Responde presionó.

Ese disminutivo que utilizaba el rubio hacia él, siempre lo hizo sentir querido y amado a la vez, ya que Moon Bin siempre supo de los sentimientos de Sanha, como también, siempre se hizo el de la vista gorda.

- B-Binnie - de la desesperación Sanha comenzó a sollozar de nuevo, era una persona muy débil y sensible, todos los que le conocía lo sabía por eso siempre le trataban con mucho cariño, sus sollozos se hicieron muy audible en aquella habitación - Responde, aunque sea recházame, pero no me gusta tu silencio, fueron 10 años de dolor, una vez más no hará la diferencia.

Moon Bin detuvo su efusiva caminata en toda la habitación, mirando a otro lado menos al castaño.

- O...Olvídalo - dijo Sanha después de un largo tiempo resignado - Ya vete, tu prometida te ha de estar esperando.

Se levantó de su cama con lágrimas aun en sus preciosos ojos avellanas y camino cerca de Moon Bin, ya que este estaba a unos tres pasos cerca de su cajonera, saco una prenda cómoda
para dormir y se dirigió hacia su baño.

- Espera - el rubio le sostuvo de su mano deteniéndolo.

- Ahora que Moon Bin - trató de zafarse - Te dije q...

Moon Bin le abrazo tan fuerte como pudo por la espalda interrumpiéndolo.

- Solo una Noche - susurro - Si es lo que
quieres te la daré... Pero quiero que me
prometas algo.

- ¿Qué cosa?

- Que a pesar de esto no me dejaras y nuestra relación como amigos será igual o mejor que antes, promételo.

El castaño se quedó un momento pensativo, pero al final respondió.

- Lo prometo.

Moon Bin le soltó y Sanha giro lentamente a mirarle, ambos sabían
que era una promesa muy absurda, pero querían intentar.

Sanha le amaba como hombre y Moon Bin como un amigo o eso quería creer.

Aunque fue tormentoso decidirse, al final acepto porque necesitaba averiguar, no, más bien necesitaba saber cuáles eran sus verdaderos sentimientos por su amigo.

Y solo una noche, bastara para
encontrarlos.

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